Era un sábado por la mañana y yo estaba acostada en mi cama como cualquier sábado a esa hora. Miré mi reloj. Eran las 11:00 a.m. y como ya estaba aburrida de solamente ver el techo de mi cuarto, al fin me levanté. Al salir de mi cuarto miré de reojo el póster de Christina Aguilera que colgaba de mi pared. Ella había sido mi artista favorita desde unos 3 años atrás, desde la primera vez que escuché su música, me encantó. Al salir de mi cuarto, oí que me llamaban:
“Jessica” era mi hermano, Leonardo
“¿Qué quieres?”
“¿Vas a usar el baño?”
“Si”
“Bueno, báñate rápido porque yo también necesito el baño”
“Ajá”
Me metí al baño, todavía medio dormida y abrí la llave de la regadera. 10 minutos más tarde me estaba bañando. Me puse el shampoo en el cabello y cerré los ojos para relajarme un poco. Aquí es en donde las cosas se pusieron muy raras. Me sentí algo mareada así que estiré la mano y me detuve de la pared para no caerme. Abrí los ojos y lo primero que vi fue la pared del baño. Ya no era blanca como la de mi baño, sino azul. Me froté los ojos porque pensé que estaba alucinando, y me asusté muchísimo cuando abrí los ojos de nuevo y estaba en el mismo baño azul. Miré a mi alrededor. El shampoo era de la misma marca, pero de otro color. Toqué mi cabello y se sentía muy diferente, además estaba más largo que el mío. Tomé un mechón y lo miré: tenía cabellos rojos y amarillos. Yo era rubia pero nunca me había teñido el cabello de ningún color. Definitivamente ese no era mi cuerpo. Las manos me temblaban porque estaba muy asustada, no sabía quién era ni en donde estaba y por supuesto tampoco sabía cómo había llegado ahí.
Al cabo de 5 minutos tomé una bata de baño que encontré en el baño. Tenía una letra ‘C’ grabada en hilo dorado y estaba muy suavecita. Localicé el espejo y me paré a un lado de él. No sabía que iba a encontrar cuando me mirara en el espejo. Sabía que me iba a asustar más de lo que ya estaba, pero al fin me llené de valor y me acerqué al espejo. Mi reflejo era el de una joven de piel muy blanca, ojos azules, complexión delgada y nariz afilada. Acerqué mi mano a mi cara y me toqué los labios, la nariz y los pómulos. Yo conocía muy bien esa cara y no estaba soñando. Yo era Christina Aguilera.

No sabía cómo había llegado ahí, ni como iba a regresar a mi cuerpo original, pero lo que sí sabía es que no me podía quedar en ese baño para siempre, así que ensayé mi sonrisa frente al espejo y salí del baño. Me encontraba en la suite de Christina. La cama estaba destendida y había una charola con restos de comida en una mesa cercana a la cama. La puerta que salía a la sala de la suite estaba cerrada. Abrí el guardarropa y sonreí. Esto era una ventaja de ser Christina Aguilera. Podía ponerme cualquier cosa y tenía mucho de donde escoger, pasé unos minutos viendo la ropa y finalmente me decidí por unos pantalones negros ajustados y a la cadera y un top halter azul que resaltaba mis ojos azules... o bueno, los de Christina. Me miré en el espejo y puedo decir que me veía muy atractiva, pero con un pequeño detalle: estaba algo despeinada.
“Christina” una voz masculina interrumpió mis pensamientos. La puerta de mi recámara se abrió y entró un joven alto, delgado, y con facciones latinas, era Jorge, mi novio. Lo miré a los ojos. “Michelle está aquí”
“Uh ¿Michelle?”
“¡Si! La mujer que te peina todos los días”
“Ah, si... pues... ahora salgo. Dame un segundo”
“Te ves muy bien” una amplia sonrisa se dibujó en su rostro
“Gracias” creo que me sonrojé. Después él salió y cerró la puerta. Me miré una vez más en el espejo, me sentía muy rara y todo era nuevo para mí, pero tenía que pretender que no había pasado nada. Finalmente abrí la puerta y salí de la recámara.
Mi Reflejo
Continuará....