Resumen: Recopilación
de cuentos cortos con pocas cosas en común, excepto por la voluntad
experimental de muchos de ellos y por el estilo común de unos cuantos:
entrevistas a seres desagradables en las que las preguntas no se
explicitan y sus respuestas son largas y prolijas.
Opinión:
Este
es un libro irregular, y no sólo por ser una antología de cuentos en la
que, por definición, algunas historias enganchan más y/o están mejor
escritas que otras. No, es irregular porque, además de esto, en la mayoría
de cuentos hay una... Cómo decirlo... “Prolijidad innecesaria”,
vamos, que el autor repite lo mismo una y otra vez, machaca la misma idea
de modos levemente diferentes durante páginas y más páginas, un par de
veces por página, cientos de veces por capítulo, miles de... Cogéis la
idea. Así, mi crítica favorita hacia muchas pelis que no me han acabado
de convencer: “a esta peli le sobra media hora”, podría aplicarse
perfectamente a la mayor parle de cuentos de este libro. Sinceramente, no
sé si es debido a mi afición al microcuento, pero seguramente mi
historia favorita de este libro es “El diablo es un hombre ocupado”,
un minirelato de dos páginas en que un granjero trata de deshacerse de un
viejo armario. Una idea brillante, simple, bien expuesta y divertida. O,
por ejemplo, algunas de las entrevistas breves que dan nombre al libro:
las más breves (en su mayoría) suelen ser las mejores. En cambio, en
historias como la del sexador de pollos o el relato futurista tuve una
cierta sensación de aburrimiento, no porque la historia no fuera
interesante sino porque me moría de ganas de gritar: “vale, coño, ¿te
importaría llegar de una vez al nudo de la historia?”. Siendo justos,
hay que reconocer que la historia futurista mencionada, junto con la que
está escrita en forma de esquema narrativo (como si fueran notas para la
escritura más detallada de un cuento posterior) son francamente
originales, más por la manera en que están redactadas que no por lo que
cuentan, eso sí. Y también siendo justos, supongo que el objetivo de
tantas repeticiones es conseguir un ambiente obsesivo, algo malsano, de
darle vueltas a las cosas una y otra vez (hay cada personaje por aquí que
se las trae), pero a mi humilde entender en el único cuento en que
consigue ese efecto sin hacerse además levemente plomizo es en la
historia algo repulsiva del tipo que habla del trabajo de su padre en unos
lavabos públicos. En fin,
paro aquí, no
quisiera ser demasiado duro con un libro que realmente entretiene, tiene
momentos brillantes y algún cuento que ha entrado en mi lista global de
favoritos.
Fragmento:
[El personaje habla del trabajo de su padre en los urinarios] "Ese
ruido de algo blando que cae. El susurro suave del papel. Los pequeños
gruñidos involuntarios. La imagen singular de un anciano ante el inodoro
de la pared, la manera en que se coloca allí, asienta los pies, apunta y
deja escapar un suspiro intemporal del que uno sabe que no es consciente.
Aquel era su ambiente. Estaba allí seis días por semana. Los sábados
doblaba el turno. Esa sensación irritante que produce la orina mezclada
con el agua. El susurro invisible de los periódicos sobre los muslos
desnudos. Los olores".