El canto del cisne

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El canto del cisne
Varios Pepeeee
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           En esta sección de la web el bueno de Arnau dará rienda suelta a sus amplísimos conocimientos del mundo musical. ¿Qué deciros de Arnau y de la música? Por ejemplo, que tuvo un programa de radio en ART llamado "Cuerdas de metal"... Que es un asiduo lector del Popu... Que toca la guitarra y que formó parte del mítico conjunto "Rojo libanés"... Y en fin, os dejo con los discos y cantantes que ha seleccionado para vosotros! Por cierto, la foto de aquí arriba NO es de Arnau sino de Leonard Cohen... Hecho del que advierto para evitar confusiones! :D 

 

PAINKILLER - Judas Priest

  

 

“El hombre que no tiene música en su interior,
aquél a quien la meditación  no le sugiere dulces melodías,
no sirve más que para traidor, ladrón y maleante;
la voz de su interior es lóbrega como la noche,
su ilusión es árida como el Erebo.
No confies en nadie semejante”

 Shakespeare

   

El heavy metal ha tenido siempre mala prensa, es un hecho. La gente cool NO escucha heavy metal. El origen de este trato, injusto en la mayoría de ocasiones, se debe más que nada a prejuicios y una total ignorancia sobre el tema. Fijémonos por ejemplo en sus orígenes, la primera vez que se utilizó este término fue para referirse nada menos que a Led Zeppelin (a ver quien repite su serie ininterrumpida de obras maestras, desde el “I” hasta el “Physical Graffity”) de cuya música comentó un periodista que le sugería metal pesado cayendo desde el cielo (curiosa imagen). Los estandartes de los primeros años del heavy serían un tridente mágico e irrepetible: los mismos Zeppelin, Deep Purple y Black Sabbath, grupos imperecederos que se seguirán escuchando siempre, sea cual sea la moda de turno.                

Pero situémonos ahora a principios de los noventa. Después de una década dominada por la música disco y el pop-metal (a los que muchos grupos caen), es indudable que corren malos tiempos para el heavy metal. Como reacción a este agobiante panorama, empiezan a nacer como setas nuevas bandas con un look y unas canciones sucias y crudas: es el momento de grupos hard-rock como Guns N’Roses, Tesla o Great White. Estos grupos tendrán sus años de gloria pero su ciclo también acabaría cuando a finales de los 90s aparece el taladrante Nu Metal por gentileza de Limp Bizkit, Korn y una interminable lista de soporíferos clones.  

Como se puede suponer de lo que sucedía a su alrededor, la mayoría de grupos de heavy clásico parecen desorientados. Iron Maiden, por ejemplo, empieza su naufragio particular con el indigno “No prayer for the dying”. En esos momentos (1990) Judas Priest, que lleva en escena desde los 70, saca su nuevo disco, con unos seguidores tan temerosos por los rumores de separación como decepcionados por el disco precedente, “Ram It Down”.  

Pero como salido de la nada, “Painkiller” dejó a todo el mundo descolocado. Este disco es una descarga impresionante en cada una de sus diez canciones, Glenn Tipton y KK Downing apabullan con un trabajo de guitarras completísimo y un despliegue inacabable de riffs, harmónicos y tappings. No podía faltar Rob Halford, el MEJOR cantante que ha dado el heavy sin ninguna duda, un mago de la voz que era capaz de hacer con ella lo que le viniera en gana. El disco oscila entre la energía pura del “Painkiller” incial, la épica “Touch of Evil” o la inolvidable “Between the Hammer & The Anvil”. Un pero, sólo un pero: unas letras horrorosas, infames, indescriptibles. Botón de muestra: “Faster than a bullet / terrifying scream / enraged and full of anger / He’s half man and half machine” permanecerá, a nuestro pesar, en nuestra memoria para siempre.  

Con este disco entonarían los Judas Priest su canto de cisne particular, Halford deja la banda poco después e inicia a tientas su carrera en solitario. Curiosamente, en un mundo tan teóricamente machista (éste es otro de sus prejuicios) como el heavy, la noticia de su homosexualidad no ha frustrado su carrera en absoluto y ahora tiene un éxito rotundo con “Halford” (nombre simple y diáfano que, en un alarde de imaginación, puso a su nuevo grupo). Las dos tentativas anteriores, con “Fight” y “Two”, entran, sinceramente, en la categoría de broma.  

El resto del grupo, por su parte, se dedicó a buscar un nuevo cantante como el que busca a una pareja a la que nunca quiso dejar: igualita, igualita que la otra. Así, Tim “Ripper” Owens (cuya experiencia inspiraría la peli “Rock Star”) ocupa su vacío con una buena voz pero sin un ápice de su carisma. Los Judas Priest inician esta nueva etapa con el enigmático “Jugulator”, sobre el que nadie se pone de acuerdo si es un golpe de genio o una auténtica basura. Ya dicen que es mejor permanecer callado y parecer imbécil que hablar y salir de dudas, pero no se lo aplicaron y grabaron un nuevo disco (“Demolotion”) con el que, efectivamente, salimos todos de dudas... sin comentarios. 

A raíz de la vuelta de Halford al sonido heavy, los rumores sobre la reunificación del grupo se desataron. Dudo que ésta se produzca, Halford no se arriesgará a dejar una sólida carrera en solitario (y que en muchas aspectos guarda más del espíritu inicial del grupo) por la incógnita que representan Judas en este momento. Vistas las cosas, para la mayoría de sus seguidores el “Painkiller” (que guardamos al lado de otras maravillas como “Screaming for Vengeance” o “British Steel”) fue su último trabajo y representa un brillante final para una gran grupo. Sólo nos queda desear que lo queda de él manche su nombre lo menos posible en los años próximos.  

 

 

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        TEN NEW SONGS - Leonard Cohen

 

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