Resumen:
Tooru Okada es un joven japonés que ha dejado voluntariamente su
trabajo como abogado, no sabe muy bien por qué. A partir de ese momento,
la realidad empieza a volverse cada vez más tenue y confusa a su
alrededor: su mujer desaparece, los sueños se mezclan con la realidad y
personajes realmente extraños entran y salen de su vida. Así, de la
manera más tortuosa posible, Tooru acaba enfrentándose a problemas que
no sabía ni siquiera tener...
Opinión: Desde luego este es un libro extraño, en todos los sentidos que
queráis darle a la palabra. Es muy ameno y fácil de leer, eso sí,
aunque ya aviso que para disfrutarlo hay que dejarse llevar, y leerlo sin
intentar buscarle un sentido final a todo lo que ocurre. No encontraréis
demasiadas explicaciones a las cosas francamente extrañas que
suceden durante el libro (desapariciones súbitas, manchas faciales de extrañas
propiedades, violaciones mentales,...), ni tampoco un final cerrado que concluya las muchas
historias que se entrecruzan. A medida que avanza el libro se impone un
ambiente onírico, irreal, en el que las cosas más excéntricas se
aceptan como más o menos naturales. Lo cotidiano se ve asaltado por lo
irracional.
El núcleo del libro está formado por los intentos de Okada de averiguar
el motivo por el que su mujer se ha marchado de repente, esfumándose sin
dejar rastro. Se relacionará para ello con gente realmente curiosa, todos
ellos con una historia que contar: Noboru Wataya, el
desagradable hermano de Kimiko, es un político triunfador con algo
fundamentalmente podrido en su interior... Las hermanas Kanoo, llamadas Malta
y Creta, una de ellas una prostituta onírica (!) obsesionada por el
dolor y la otra una especie de vidente... La interesantísima May
Kasahara, uno de los mejores personajes del libro, una simpática
adolescente vecina de Okada con peligrosas dudas filosóficas sobre la
muerte... El teniente Mamiya, veterano de las guerras japonesas de
los años 40, que le explica al protagonista su terrible experiencia en
Manchuria y en un campo de trabajo de Siberia... Los misteriosos Cinnamon
y Nutmeg, que llevan un atípico negocio de regeneración vital en una
casa abandonada... El funcionario Ushiwaka, charlatán compulsivo a
sueldo de Wataya que trata de convencer al protagonista de la inutilidad
de su búsqueda...
Cada personaje tiene su propia línea argumental, que disfruta de cierta independencia
aunque se cruce con el resto de tanto en tanto. Por ejemplo, la magnífica
historia del teniente Mamiya podría leerse perfectamente de forma
independiente, y sería por derecho propio un largo cuento sobre la
guerra, el precio de la supervivencia y el valor de la vida.
Al acabar el libro me quedé con la sensación de haber leído una
buenísima novela psicológica con un gran contenido simbólico,
una historia original en la que se emplean la imaginación y el absurdo en
lugar de recurrir a la simple exposición de hechos. Por usar
terminología del maestro Juan José Millás, diría que
estamos ante una novela zurda, es decir, alejada de los tópicos
convencionales y de los terrenos ya masticados. Debemos acercarnos a ella
pues con nuestro lado izquierdo, el que tenemos quizá más atrofiado: el
de la mente abierta y la imaginación desbocada. Seguiremos así al fin y
al cabo el mismo proceso que realiza Okada en la novela: desde la
cotidianeidad a la locura. Sin escalas.
Fragmento: "¿Por qué me gustan las medusas? No lo sé.
Las encuentro bonitas. Antes, mientras las miraba, he pensado una cosa.
Escucha, lo que nosotros vemos es sólo una pequeña parte del mundo.
Damos por hecho que esto es el mundo, pero no es del todo cierto. El
verdadero mundo está en un lugar más oscuro, más profundo, y en su
mayor parte lo ocupan criaturas como las medusas. Eso nosotros lo
olvidamos. ¿No te parece? Dos terceras partes del planeta son océanos y
lo que nosotros podemos ver con nuestros ojos no pasa de ser la superficie
del mar, la piel. De lo que verdaderamente hay debajo no sabemos
nada".