Resumen: Varias
historias cortas, independientes pero ordenadas más o menos
cronológicamente y con algunos personajes recurrentes, sobre el
nacimiento y evolución de los robots y su interacción con la sociedad
humana.
Opinión:
La
verdad es que este libro es MUY especial para mí por bastantes motivos,
entre ellos que fue el primero que me leí a la tierna edad de bastantes
pocos añitos, compartiendo “Yo robot” prácticamente con “Teo en la
granja”. A ver, los detalles más sutiles se me escapaban (por Dios, ni
sabía lo que era el sexo, cuando uno de los
personajes coqueteaba me dejaba francamente intrigado), pero
recuerdo habérmelo pasado de putísima madre leyéndomelo. De hecho,
(junto con las lecturas algo posteriores del Hobbit y el Señor de los
Anillos junto con mi hermana Paloma), “Yo robot” me juntó ya de pequeño
y para siempre, para bien o para mal, con la literatura de ciencia ficción
y fantasía. Así que no esperéis que sea neutral con este libro de
cuentos y relatos cortos. La mayoría de las historias se centran en algún
conflicto, siempre original y siempre resuelto brillantemente, planteado
alrededor de las archifamosas Tres Leyes de la robótica. En algunas de
las narraciones aparecen personajes ya legendarios en el mundillo, como
los astronautas Powell y Donovan, la doctora Susan Calvin
(gràcies per fer-me memòria, Marc!) o el recurrente robot humanoide R. Daneel Olivaw, y se presentan
conceptos pirateados en muchísmimos libros posteriores, como las ya
citadas Tres Leyes o el “cerebro positrónico” de los robots. Algún
cuento, en particular, se me ha quedado grabado: por ejemplo, el del robot
que no se cree que unas imperfectas y primitivas formas de vida orgánica
(los pobres Powell y Donovan) hayan podido ensamblar una obra de ingeniería
tan perfecta como él, y se enzarza en eternas discusiones filosóficas y
religiosas con ellos mientras establece un nuevo culto religioso entre los
robots... ¿Sabéis? Cuando veo el concurso de robots luchadores de sumo
que se celebra cada año en la UPC, siento auténtica admiración por los
ingenieros que los han ensamblado, pero también una cierta amargura por
no haber nacido unos cientos de años más tarde para poder ver auténticos
robots pensantes, o cualquier otra de las maravillas que se muestran es
este o en otros libros de ciencia ficción... En cierta forma, siento
melancolía. Nostalgia del futuro, si queréis.
Fragmento:
[El robot QT-1 Cutie, duda sobre su existencia y responde a Donovan y
Powell]
Fíjate en ti. No lo digo con ánimo de desprecio, pero fíjate bien. El
material del que estás hecho es blando y flojo, carece de resistencia, y
su energía depende de la oxidación ineficiente del material orgánico.
(...) Entráis periódicamente en coma, y la menor variación de
temperatura, presión atmosférica, la humedad o la intensidad de radiación
afecta a vuestra eficiencia. Sois alterables.Yo, por el contrario, soy un
producto acabado. Absorbo energía eléctrica directamente y la utilizo
con casi un ciento por ciento de eficiencia. Estoy compuesto de fuerte
metal, permanezco consciente todo el tiempo y puedo soportar fácilmente
los más extremados cambios ambientales. Estos son hechos que, partiendo
de la irrefutable proposición de que ningún ser puede crear un ser más
perfecto que él, reduce vuestra tonta teoría a la nada"