Los Poetas del Tango |
El "Negro" Flores Tenia seguramente, una lejana ascendencia morena, ya empalidecida por generaciones blancas, intercaladas para el logro de la evolución filogénica. Ojos verdes, vivos y socarrones, que espiaban desde un rostro ancho y achatado, tal vez a fuerza de directos, en su juventud había sido boxeador. Era un hombre tímido, silencioso, que veía pasar la vida, ya madura en años, desde una circunspecta actitud contemplativa. Tenia dos admiraciones confesadas: una por Evaristo Carriego, a quien trataba de emular en sus versos mas íntimos, los caseros y en los sonetos con que se regalaba a sus amigos. La otra por el "Malevo Muñoz", "Carlos de la Púa",su camarada dilecto, con quien - invariablemente - almorzaba una vez por semana en la casa de Don Antonio Di Liello, para actualizar recuerdos de la vieja "Critica" de don Natalio Botana, y prenderse en verdaderos torneos de lunfardo, frente a la admiración de los pocos contertulios. El Negro Flores era un sentimental disfrazado de indiferente. Muerto Gardel se encontró sin el respaldo artístico y casi paternal de quien lo había descubierto. Tenia una debilidad, el buen vestir. La pinta Gardeliana, la del hombre que esta solo y espera, en Corrientes y Esmeralda; la que una vez, cuando tenia 18 años, se hizo verso para un concurso de Ultima Hora, y le abriera las puertas de su lírica y definitiva profesión.
Yo recuerdo. No tenias ni trapitos que ponerte Hoy usas ajuar de seda, con rositas rococó Me revienta tu parada, pagaría por no verte, que hasta de nombre has cambiado como has cambiado de suerte ya no sos mi Margarita, Ahora te llaman Margot
Se llamaba por la pinta. Era solo un poemita de la orilla, y su autor un adolescente desconocido, Carlos Gardel intuyo la pagina cantada y el suceso, para hacer de el su caballito de batalla, junto a su par Mano a Mano. Con Margot, había nacido una nueva métrica para el tango, había nacido un vate popular inolvidable. -------- 0 -------- EL BULIN DE LA CALLE AYACUCHO 1925 Celedonio Flores
El tiempo Gardel coincide, como si aquel influjo de su temperamento se trasformara en soplo alentador, con la salida a escena de un grupo de poetas que llegaban al teatro Nacional, con las ejecutorias de un vuelo literario trasformado en historias que tenían su raíz en la calle y que hurgaban la noche de nuestro Buenos Aires. Dejemos el talento orillero del "negro" Esteban Celedonio Flores, con su musa de estaño, y a veces de aguardiente, para entrar en el ámbito de un modo de decir el porteñismo que poseía un entronque con las mesas bohemia de aquel otro café, el Santos Dumont. Claro: no era Carriego, aunque su espíritu de cosa popular los presidiera desde "Misas Herejes". Pero estaban presentes en la entrega de una lírica nueva, escritores que miraban al tango con respeto, y servían a su causa con levantado impulso. Si ahora pudieran parecer pasatistas, entonces no lo eran. Si hubo ingenuidad, también hubo emoción y hubo simpleza, tal como lo exigía su destino de verso popular. Allí estaban don Roberto Cayol y Samuel Linning. Y Alberto Vaccarezza y González Castillo, Y también, García Jiménez, precediendo a dos faros de estética tanguera, que fueron Homero Manzi y Discepolin.
Homero Manzi
Homero Manzi, El Gordo Homero, Tenia cultura universitaria, truncado por unos de sus arrebatos de rebeldía juvenil, que también lo colocaron en tribunas políticas. Su contacto con Gardel le llega un poco tarde. Era un muchacho de barrio, aunque nacido en Añatuya, Santiago del Estero. De aquel barrio "sur" al que cantara más tarde con Aníbal Troilo, evocando la topografía sentimental del Parque de los Patricios, tantas veces correteado desde su vieja casona en la calle Garay, cabecilla indiscutible de la pequeña gavilla de pibes vecinales. Homero Manzi (Ya no es Homero N. Manzioni), se proyecta con una velocidad de predestinado. tiene un talento universal, ecléctico, de raíces profundamente populares, acerca una palabra nueva, un modo de decir, directa, tocante ternura ciudadana. Pero todo le es poco: el teatro, el cine, la dirección gremial, la poesía, el cuento, el ensayo.... Y mas que nada el tango. Coincide su aparición con la de Discépolo, en ámbitos distintos y pulsadores de cuerdas diferentes. En Homero existe una nostalgia hecha de poesía pura. Es un evocador de sus esquinas, paisajes reales de su existencia, con terraplenes a lo lejos, y casitas que todavía encierran a las muchachas pálidas que esperan en los atardeceres. La esquina del herrero, es cosa cierta. "San Juan y Boedo Antiguo", viven en su añoranza. Guarda a un niño tristón, tras de la barba que se ha hecho crecer disimulando un rostro bonachón de adolescente. El quiere envejecerse, aparecer con temprana seriedad de patriarca. Y si la travesura inopinada es su lugar común, porque el niño esta en el, Homero es una gran tristeza de hombre, porque ha previsto el lacerante final que lo escamotea un día de las cosas, pese a su tremendo, heroico deseo de vivir un poco más...... Hubiera querido ser amigo de Gardel. Su monumental figura lo fascina, y cada vez que escribe, seguramente el fantasma de Carlos preside, como un oráculo, todas sus esperanzas. Y se acerca a Razzano y lo hurga en lo hondo. Vive en la anécdota renovada siempre, la aventura genial del hombre inolvidado, y se realiza entero, consagrado con otros pocos nombres - seguro que Discépolo - , la etapa fundamental de la poética tanguera. Ya Homero Manzi, con la sagacidad de su talento, habia hallado en Dario - en Rubén nada menos..- el precursor del tango con anécdotas, recordando en las ruedas inquietas del viejo café Apolo, los versos del soneto de Margarita.
Recuerdo que querías ser una Margarita Gauthier, Fijo mi mente tu extraño rostro està cuando cenamos juntos en la primer cita de aquella noche alegre.... que nunca volverá....
En efecto, la historia de la ciudad y la noche se concreta en la tensa cuerda evocadora del nicaragüense, donde existen ya los elementos concretos de una expresión también porteña, con su perfume parisién, su gran vida y sus cocottes de lujo. Es un trasplante. Es la tónica de páginas posteriores de nuestros poetas, que tienen algo del alma del "La Bohème":
En la orquesta sonó el ultimo tango Te pusiste nerviosa el antifaz y saliste conmigo, de aquel baile, mas hermosa y mas rubia que el champán..... Melenita de oro - Samuel Linning
Existen muchas paginas, de verdadera antología que no siempre coinciden con el fenómeno "popularidad". Tienen vigencia, todavía, y la seguirán teniendo porque pertenecen a la antología ciudadana, las letras de Celedonio Flores, de Homero Manzi y de Enrique Santos Discépolo, tres referencias cardinales en el espeso y siempre expectante panorama de la canción popular.
CAMPO AFUERA HOMERO MANZI
CAMBALACHE 1934
|
ESTA NOCHE ME EMBORRACHO 1928
Sola, fané, descangayada,
|
¡Y pensar que hace diez años, fue mi locura! ¡Que llegué hasta la traición por su hermosura!... Que esto que hoy es un cascajo fue la dulce metedura donde yo perdí el honor; que chiflao por su belleza le quité el pan a la vieja, me hice ruin y pechador... Que quedé sin un amigo, que viví de mala fe, que me tuvo de rodillas, sin moral, hecho un mendigo, cuando se fue. |
Nunca soñé que la vería en un "requiscat in pace" tan cruel como el de hoy. ¡Mire, si no es pa' suicidarse que por ese cachivache sea lo que soy!... Fiera venganza la del tiempo, que le hace ver deshecho lo que uno amó... Este encuentro me ha hecho tanto mal, que si lo pienso más termino envenenao. Esta noche me emborracho bien, me mamo, ¡bien mamao!, pa' no pensar. |