FORMAS MUSICALES |
Sinfonía La sinfonía es simplemente la adaptación de la sonata a la gran orquesta. Debido a sus grandes posibilidades musicales, especialmente de color y de clímax, la escritura sinfónico ocupa un lugar preeminente en la historia de la música, comparable en literatura a la novela. Dentro de su alcance instrumental, hay lugar para todo, desde el lirismo más delicado hasta la expresión más grandiosa de una lucha heroica. El esquema usual de la sinfonía se asemeja al de una sonata.
Concierto El concierto es una composición musical escrita para ser interpretada por un solo instrumento (o grupo de instrumentos) con acompañamiento de una orquesta, donde las dos partes, por así decirlo, compiten (en latín concer-tare, combatir, disputar). Cuando un pequeño grupo de instrumentos solistas, denominado principie o concertino, compite con el conjunto orquestas (llamado tutti o ripieno), la obra se llama concerto grosso. Fue ésta una de las más importantes variedades de música orquestas del período barroco. Al principio, constaba de varios movimientos, que con Vivaldi quedó establecida en una sucesión de tres: Allegro, Lento, Allegro. De la forma «concierto» tenemos ejemplos en Corelli, Vivaldi, Bach y Haendel. Tras un largo período de silencio, el concerto grosso ha vuelto a revivir en manos de compositores como Bartók y Hindemith, entre cuyas obras figura un Concierto para orquesta. El concierto para solista implica la exhibición de un instrumento solista con la orquesta como acompañamiento (lo que no significa que el papel orquestas sea subordinado al del solista). A veces se emplean dos, tres y hasta cuatro instrumentos solistas; en tales casos se le da a la obra el nombre de «doble concierto», «triple concierto», «sinfonía concertante», etc. Desde las obras clásicas vienesas hasta nuestros días, la forma «concierto» ha constado siempre de tres movimientos, que corresponden estructuralmente al primero, segundo y cuarto movimientos de la forma «sonata» (omitiendo el tercer movimiento de Minué-Trío). Como parte integrante del primer movimiento, aunque a veces puede pertenecer a cualquiera de los otros dos, se inserta la cadenza o «gran cadencia», que suele servir simplemente para exhibir el virtuosismo técnico del solista mientras la orquesta calla. Esta gran cadencia se halla casualmente al final de la recapitulación, empezando con un acorde cadencial de cuarta y sexta (lV) y terminando en un acorde de dominante (V), volviendo a entrar, en ese momento, la orquesta (tutti) para conducir el movimiento a su final. Originalmente el solista hacía una creación improvisada de la cadenza, basándose en el tema principal del movimiento; sin embargo, desde Beethoven hasta nuestros días la gran cadencia se encuentra escrita generalmente por el compositor.
Obertura La obertura es un fragmento instrumental que, como su nombre sugiere, sirve como preludio a una obra de grandes dimensiones como la ópera, el oratorio, etc. En las Óperas de principios del siglo XVII, la obertura, si es que existía, era una simple señal para requerir la atención del público antes de comenzar la obra propiamente dicha. A partir de entonces, esta función utilitaria dio origen a dos clases de oberturas, la denominada «obertura francesa» y la «obertura italiana». La obertura francesa está asociada con Lully, nacido en Italia y músico de la corte del Rey Sol. En su origen, la obertura francesa constaba de dos partes: una parte lento, cuyo estilo era solemne y hasta pomposo y en la que predominaban los ritmos con puntillo; y una parte rápida, de libre y ligero estilo contrapuntístico. Se incluía, a veces, un pasaje lento semejante a una coda que finalmente se transformó en una tercera sección. A veces se repetía la parte lenta con que empezaba la obra, o bien se añadía a las dos partes principales un movimiento con carácter de danza. La obertura del Mesías de Haendel es un ejemplo muy conocido de obertura francesa. La obertura italiana fue introducida por el italiano Alessandro Scarlatti, un joven contemporáneo de Lully y uno de los fundadores de la escuela napolitana de ópera. Dicha obertura consta de tres partes fundamentales de estilo homofónico: rápido, lento, rápido. Con frecuencia se denominaba «sinfonía» al fragmento que precedía a la ópera, lo que en realidad era la obertura. Durante el siglo XVIII, la obertura francesa se fue eclipsando lentamente como forma musical hasta llegar a convertirse en un simple movimiento cuya estructura se asemejaba a la sonata, tal como la obertura de La flauta mágica de Mozart. Desde Wagner, la obertura se transformó en un tema libremente tratado por los compositores para introducir al público directamente a la primera escena de la ópera en sí, como, por ejemplo, en Los Maestros Cantores de Nuremberg. La obertura de concierto es una composición orquestal independiente, sin relación alguna con la Opera ni con cualquier otra obra musical. Su forma es a menudo la de una sonata libre, aunque puede tomar otras distintas. Ejemplos son la obertura del Carnaval romano de Berlioz y la Obertura Académica de Brahms. No obstante, cuando la obertura guarda cierta relación con alguna composición operística o dramática, su interpretación se califica como una obertura de concierto, por ejemplo, las respectivas oberturas de Leonora y Coriolano de Beethoven.
Formas vocales Contrariamente a la canción «folklórica», cuyo origen es anónimo y que cristaliza o degenera según el sentido estético instintivo de quienes la transmiten oralmente de una generación a otra, la canción «artística» está conscientemente concebida y escrita por el compositor; una vez que la escribe en el papel, es el único responsable de ella, sea «buena» o «mala». A la categoría de canción artística pertenecen las dos formas vocales: el «aria» y el «lied»; ambos términos significan «canción» en italiano y en alemán, respectivamente. Sin embargo, estos nombres se emplean hoy día para distinguir entre dos clasificaciones de canción artística.
Aria El aria es una pieza vocal o instrumental para solista con acompañamiento de instrumentos y cuya construcción es más amplia que la de una canción sencilla. La elección de la forma es bastante libre; tanto la forma binaria como la ternaria, el rondó, el pasacalle, etc., pueden servir como estructura formal del aria. El aria llamada «da capo» (del italiano da capo, desde el principio) posee una estructura fija en tres partes que se consigue mediante la repetición de la primera parte tras una segunda que contrasta con ella. Es un ejemplo evidente de forma ternaria. La indicación da capo (o su abreviatura D. C.) s escribe al final del aria.
Recitativo A pesar de no constituir en sí una forma musical propiamente dicha, el recitativo tiene una marcada importancia en relación con el estilo vocal operístico (es decir con la ópera, el oratorio, la pasión, etc.), porque indica un estilo de canto basado en un texto, de naturaleza declamatoria. En el recitativo, la melodía, el ritmo y la frase musical están subordinados a las inflexiones declamatorias del lenguaje. Contrariamente al aria, el recitativo no tiene una forma definida, siendo su función real la de relatar con continuidad el desarrollo de un acontece como, por ejemplo, en la función que desempeña Evangelista de la Pasión según San Mateo, de Bach. Así pues, el recitativo puede preceder o seguir a un aria, un gran coro, etc., asegurando de este modo la continuidad de la acción. Los músicos distinguen entre dos formas de recitativo: el recitativo secco (en italiano, seco) y el recitativo acompagnato (en italiano, acompañado). En cuanto al recitativo secco, el acompañamiento del solista no consiste más que en acordes regularmente marcados (generalmente cadencias) por un instrumento de tecla y reforzados en el bajo por el violonchelo o la viola da gamba mientras que en el recitativo accompagnato el acompañamiento será a cargo de una orquesta o de un pequeño grupo instrumental. Pueden encontrarse numerosos ejemplos del aria, del aria da capo y del recitativo en el repertorio operístico del siglo XVIII y aun en el xix. Basta nombrar a Bach, Haendel, Mozart, Rossini y Verdi para recordar ejemplos conocidos. Y en el Mesías mismo de Haendel encontramos modelos de estas tres formas.
Lied El lied se asocia fundamentalmente con el período romántico alemán, sobre todo con Schubert. En términos generales, el lied es un tipo de canción esencialmente lírica, basado en un texto poético, con acompañamiento de piano. Lo que más caracteriza al lied es que el piano no constituye un mero apoyo decorativo a la canción, sino parte integral de él. Fue exactamente eso lo que logró el joven Schubert en sus lieder (por ejemplo, La Muerte y la Doncella y El Rey de los Alisos): el significado interno del texto poético está expresado por la voz y por el instrumento en unidad insuperable. El lied puede tomar la forma que mejor se ajuste a la expresión musical del texto. Un ciclo de canciones (o lieder) designa una colección de canciones que, por guardar relación entre sí, forman una unidad artística. Ejemplos son La bella molinera de Schubert y Los amores del poeta de Schumann. Omitimos aquí una explicación por separado de la misa, la cantata, la ópera, el oratorio, etc., en parte por razones de espacio, pero fundamentalmente porque en realidad no son en sí formas musicales definidas, sino una conjunción de formas y estilos distintos, todos los cuales han sido tratados ya en este capítulo. En la ópera, por ejemplo, se produce o puede producirse una gigantesca amalgama de todas las formas musicales existentes, con inclusión, en buena medida, del drama, la poesía, la prosa, las artes decorativas y la danza.
La música «programática»
Este término no implica una forma particular de música, sino que describe de manera general un tema, por ejemplo un cuadro o una narración, que el compositor desea y procura ilustrar mediante las formas musicales que mejor le sirvan para expresar su idea. Ejemplos son La sinfonía fantástica de Berlioz, Las aventuras de Till Eulenspiegel de Richard Strauss y Preludio a la siesta de un fauno de Debussy. El poema sinfónico pertenece a la categoría de música programática. Se trata de una obra orquestas programática que generalmente consta de un movimiento en forma sonata libremente adaptada. Aquí finaliza el estudio de las formas musicales más importantes que el aficionado a la música puede encontrarse. Es evidente que en la introducción a la música que nos hemos propuesto hacer no es posible incluir todas las clases de composición musical existentes; su estudio puede ser ampliado en la bibliografía.
La voz humana
La fuente de sonido más antigua y más natural con la cual puede hacerse música es la voz humana. Así pues pese a que este capítulo versa fundamentalmente sobre el estudio de los más importantes instrumentos musical construidos artificialmente y que se utilizan en el reperterio general de conciertos, hablaremos brevemente de la voz humana. Al principio vimos cómo el factor esencial para la producción del sonido consiste en el movimiento que surge de un cuerpo vibratorio, generando ondas de compresión en el aire. La voz humana funciona por mismo principio; el sonido se produce por la vibración de dos pequeñas cuerdas vocales que están tendidas a lo largo de la laringe. Estas cuerdas vocales las pone en vibración el aire de los pulmones. La altura del sonido producido depende de la tensión de las cuerdas vocales Cuanto más tensas las cuerdas, mayor altura de sonido y viceversa. El sonido se refuerza en las cavidades de la boca, nariz y cabeza, que actúan como cajas de resonancia. La calidad de la voz depende de la calidad y flexibilidad de las cuerdas vocales. Las cuatro categorías básicas de la voz humana, que se emplean para describir tanto la tesitura como el color de la misma, son: bajo, tenor, contralto y soprano, la voz abarca aproximadamente:
aunque
puede ser extendida a tesituras más graves o más agudas por los
cantantes solistas. A continuación un ejemplo bien conocido para
cada voz:
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