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Pinamar.
Desde estas hermosas playas... Noticias de último momento llegadas desde los mentideros de este exclusivo balneario señalan que fueron vistas cuatro figuras fundamentales de nuestra música ciudadana que habría
viajado con el objetivo de instalarse en un recoleto recinto de esta ciudad a fin de poder dar un rumbo definitivo a sus vidas artísticas, alejándose de toda actividad que no sea la música y el canto. Se trata de:
Gabriel Trucco, Rosita Duval, Tito del Río y El Oriental, que luego de jurar servir, si es necesario con la vida, a nuestro tango, luego de la ceremonia se dirigieron de inmediato a la
estafeta postal más próxima, con el fin de mandar sendos telegramas de renuncia a sus respectivos trabajos. Trucco renunció a su humilde puesto de ordenanza en el Congreso con el general beneplácito de los legisladores
que veían arruinarse irremediablemente su hígado con el espantoso café que les servía. Tito de Río corría agitando una docena de colgantes de plomo antimoniado que había comprado en la feria de artesanías industriales,
a pesar de la negativa de sus amigos, para cancelar el alquiler de su mini quiosco. Rosita Duval a su vez renunció a su puesto de enfermera en el Hospital Italiano y El Oriental vendió las máquinas de carpintería que
había adquirido recientemente con la finalidad de cambiar una vez más de oficio. Lo que había originado tan importan e decisión fueron las enérgicas y vehementes palabras con que El Oriental les aseguró que mediante su
original habilidad para hipnotizar gallinas tenían asegurada por lo menos la comida. Luego de alquilar una desvencijada limosina a la que pintaron en los flancos la consigna "Tango o Muerte", partieron con
rumbo desconocido.
El Pequeño Vigía Lombardo
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