Esta forma de escritura abreviada pasó de Grecia a Roma, donde su uso se generalizó debido a la dificultad que ofrecía las diversas interpretaciones a que daba lugar el método de Sigles, cuyo uso había sido prohibido en documentos públicos, bajo penas muy severas impuestas por los emperadores Justiniano y Basilio.
Como este método tampoco cumplía con los propósitos básicos, se recurrió a la creación de un signo especial para cada palabra. Estas Notas tenían la ventaja sobre las Sigles de que no podían confundirse; por lo tanto, desaparecían los errores de interpretación. Sin embargo, su considerable número exigía una gran memoria.