III) CONCURSO
V) ACTUALIZACION DE CONOCIMIENTO
VII) CARACTER TECNICO
VIII) RETRIBUCIONES, INGRESO JERARQUIZADO
IX) VALOR JURIDICO DE LA VERSION TAQUIGRAFICA
La versión taquigráfica como elemento de interpretación del Derecho
La versión taquigráfica y la autenticidad del texto de las leyes
Tradicionalmente se acepta que la Taquigrafía puede definirse como el arte de escribir tan ligero como se habla.
Aportando alguna nota más al concepto, si intentáramos abarcar en la definición todo lo que una versión taquigráfica debe contener como testimonio calificado de lo que en ella se refleja, podríamos establecer que la Taquigrafía es el arte de escribir tan ligero como se habla y de transcribir fielmente, en el alfabeto convencional, el pensamiento auténtico de la persona cuyo discurso se recoge.
El concepto comprendería, así, no sólo la técnica que permite anotar textualmente lo que cada orador dice, sino, las normas a que debe ceñirse, en el testimonio que aporta, ese testigo calificado que debe ser el taquígrafo.
El dominio de la técnica taquigráfica, que se perfecciona mediante su ejercicio, en la práctica, abarca el proceso de oír, entender, escribir, y el de transcribir lo que se ha registrado.
En la tarea de trasladar a la escritura convencional lo que el taquígrafo anota, no sólo resulta imprescindible un buen conocimiento del idioma, de la ortografía y de la sintaxis sino, además, reflejar el sentido y contenido del discurso, lo que exige -en muchos casos- el sacrificio de la literalidad en beneficio de la autenticidad del testimonio que se ofrece.
De esta manera, la Taquigrafía se convierte en un arte que también debe tener en cuenta los elementos que se ponen en juego en un debate, es decir, los contenidos de los discursos y su relación con el ambiente en el cual son pronunciados, entendiendo por ambiente no solamente el lugar, sino también los interlocutores, los testigos, el clima político previo y sus transformaciones a medida que se va desarrollando el debate.
Entonces, una buena "traducción" significa que el lector, presente o no en el debate, contemporáneo o no de los hechos, reconozca el fondo del asunto sin más auxilio que la versión taquigráfica.
En tal sentido, es válida la opinión del Dr. Eurico Jacy Monteiro de Oliveira -considerado el príncipe de los taquígrafos brasileños-, quien sostiene que: "... se torna indispensable que la revisión se haga aprovechando lo más posible el material ofrecido por el autor del discurso, conservando tanto sus palabras como su estilo, de tal suerte que quien haya escuchado el discurso tenga la sensación de que no fue modificado, y aún más, que el propio orador experimente esta impresión, que fue exactamente aquello que quiso decir y dicho del modo en que se halla escrito".
Entonces, para realizar una buena traducción no es aconsejable ser piedeletrista ni manejarse con absoluta discrecionalidad.
El lenguaje oral está compuesto por una serie de elementos que no son solamente la palabra en sí, pero que aportan a su sentido: gestos, repeticiones, inflexiones, silencios, modulaciones.
Todos estos elementos que conforman un contexto que constituye parte del clima y del estado emocional del orador, deben también reflejarse en la versión de su discurso.
D. Braier expresa, al respecto, que "cuando un discurso hablado debe ser transcripto al papel, no sólo deben ser consideradas las cuestiones de estricto orden gramatical, ortográfico o semántico, sino que debe analizarse la forma para lograr que la transcripción en el papel sea de similar naturaleza que el discurso que se pronunció".
Carlos N. Otero destaca, al respecto, en el taquígrafo, "capacidad hasta de comprender el pensamiento ajeno, completar lagunas, corregir y aun rehacer discursos. El verdadero taquígrafo es algo más que un anotador servil de un dictado sui generis". Ejemplo ilustrativo de esta afirmación -agrega- es la posterior actuación notoria en el campo de la literatura y la oratoria de algunos hombres que ejercieron la profesión de taquígrafos.
En un conocido artículo de Timón se destaca que el taquígrafo es "ni más ni menos que el escudero de Don Quijote", "desnuda al Don Quijote oratorio, lo compone, le apresta su manto de púrpura"... etcétera, lo que le permite reflexionar que "Así como no hay ninguno que sea héroe para su ayuda de cámara, ninguno es orador para el taquígrafo".
Se trata de una actividad que requiere estudios específicos: el aprendizaje y el dominio de un sistema taquigráfico y el de uno mecanográfico. Debido a que éstos insumen un tiempo prolongado, el taquígrafo se caracteriza por su constancia y por su vocación.
Con esto queda claro que quienes desempeñan esta actividad deben ser personas que se manejen con amplios conocimientos en las áreas mencionadas.
A los Cuerpos de Taquígrafos sólo se puede ingresar por concurso abierto y de oposición, en el que se establecen ciertas bases mínimas en cuanto al dominio técnico de la taquigrafía y de la mecanografía, así como diferentes disposiciones referidas a la edad y estudios cursados.
Los concursantes deberán poseer un elevado nivel cultural general, elemento básico para el desempeño de la profesión.
Debido a las exigencias de las tareas que deben cumplir en esta área, se establecen límites en cuanto a la edad, fijándose la mínima en 18 y la máxima en 28, 35 o 40 años, según el Cuerpo de que se trate.
Además de la destreza técnica y conocimiento intelectual que pone en el momento de transcribir lo expresado, el taquígrafo debe acompañar su conducta con actitudes moderadas, prolijidad en sus dichos y tiene que manejarse con el criterio de que toda la información a la que tiene acceso no le pertenece y, en consecuencia, no debe ni puede hacer uso de ella con fines ajenos a la función.
Para que el testimonio que recoge una versión cumpla con su rasgo esencial de fidelidad, el taquígrafo debe ajustarse a una norma ética básica: la neutralidad ideológica en el debate político.
Se considera que la función del taquígrafo se desarrolla en el centro del debate político e ideológico de una comunidad local -si se trata del municipio-, provincial -si se trata de una legislatura de un estado federal-, nacional -si se trata del Congreso de la Nación- o internacional, si se trata de un debate de las Naciones Unidas, la Organización de Estados Americanos u otro organismo similar.
Para lograr esa "neutralidad ideológica", que es la que preserva la "verdad de su testimonio", el taquígrafo debe trabajar con la objetividad del analista, la serenidad del cirujano, con sobriedad, descartando toda subjetividad y todo juicio de valor sobre el mérito o demérito de una opinión, de una conducta o de un gesto.
Y para lograr esta calidad de trabajo requiere como condición esencial que cada taquígrafo y cada cuerpo mantenga en todo momento absoluta prescindencia respecto de distintas identificaciones políticas con ocasión del desempeño de su labor. Para ello es indispensable "que la máxima autoridad de los cuerpos de taquígrafos, esto es, sus respectivos directores, deben encontrarse, por ser funcionarios de carrera, en el nivel más alto del organigrama NO político del área legislativa". Así lo declararon las 6tas. Jornadas Argentinas de Taquigrafía Parlamentaria en Mar del Plata, en 1989.
Partiendo de la base de que la versión taquigráfica constituye la historia fiel y objetiva de la labor legislativa, los cuerpos de taquígrafos -conscientes de la importancia de su actividad- se han ceñido permanentemente a los más rigurosos principios de ética profesional, por encima de las convicciones políticas o filosóficas de cada uno de sus integrantes. Ninguno de ellos se sentiría satisfecho, por consciente que esté de que él ha actuado en forma irreprochable, si advierte cualquier tipo de deterioro, por tenue o parcial que sea, en la acción del Cuerpo que integra. Es decir, que la acción correcta y eficaz de un cuerpo de taquígrafos corresponde a la suma de las acciones correctas y eficaces de cada uno de sus integrantes.
La objetividad y la imparcialidad con que han actuado han sido siempre motivo de reconocimiento y de elogio. Inclusive, el Reglamente de la Secretaría establece que el Director del Cuerpo de Taquígrafos examinará detenidamente las enmiendas y testaduras que hayan hecho los oradores a las palabras por ellos pronunciadas y hará las observaciones del caso ante dicho legislador o ante la Secretaría si fuere necesario.
Todo ello está diciendo que se reconoce al Director del Cuerpo de Taquígrafos en el engranaje legislativo, una alta responsabilidad, y que se le dispensa una importante consideración que no es privativa de nuestro país, sino que se da con respecto a todos los cuerpos de taquígrafos del mundo en los países en que existe régimen parlamentario.
La Taquigrafía es sinónimo de cultura. Desde el comienzo de sus prácticas el taquígrafo requiere perfeccionar sus conocimientos de gramática, de vocabulario, de ortografía, de semántica, etcétera, y ese estudio lo deberá hacer en forma paralela al ejercicio de la profesión, lo que implica que debe mantener la condición de autodidacta.
Todo esto le exige la compra de diarios y semanarios, para tener una información política actualizada; libros que tengan que ver con el idioma, para perfeccionar sus conocimientos; textos referentes a la literatura nacional y universal, como así también todo aquello que se refiera a los distintos planos del conocimiento en el terreno cultura.
El taquígrafo que no lee se estanca, lo cual se verá reflejado en su quehacer diario. Ello significa que deberá disponer de una parte importante de sus ingresos para poder dar satisfacción a dichos requerimientos.
Debido a las características de esta profesión, se ha llegado a la conclusión de que el taquígrafo no puede ser sustituido en el desempeño de sus tareas. Esto se debe a varias razones:
1) Se trata de una persona que transcribe objetiva, fiel y calificadamente lo que ocurre en el transcurso de las sesiones. Es decir que su participación activa - aunque no en forma directa- es necesaria en todos los temas que se plantean a nivel nacional.
2) Tiene que ser un excelente canal de comunicación de aquello que desea trasmitir el orador, puesto que debe ser capaz de reflejar en la versión taquigráfica no sólo las palabras, sino también los tonos, los gestos, los silencios y todas las otras formas de expresiones no verbales.
3) Debe transcribir en forma entendible todo lo que ha escuchado, para lo que se requiere profundos conocimientos gramaticales, de sintaxis y de semántica.
4) Es necesario que tenga una buena cultura general y un alto nivel intelectual que le permita comprender todos los temas que se están tratando.
5) Además, debe reunir determinadas condiciones básicas tales como: oído perfecto para superar las deficiencias de acústica y para distinguir las palabras simultáneas de los dialogados; buena visión; mano veloz que le brinde precisión en los signos al tomar la versión de los oradores que hablan muy rápidamente; buena salud general debido a que su laboriosidad debe ser superior a la común, porque ha de sobreponerse a la fatiga de las sesiones interminables y porque no tiene horario fijo ni vacaciones seguras; rapidez de percepción, memoria altamente desarrollada y agilidad mental para pulir y perfeccionar los giros oratorios y las frases más abstrusas.
El reglamento del Concurso de Ingreso al Cuerpo de Taquígrafos de la Cámara de Representantes en su artículo 1o. establece ... "las vacantes que se produzcan en el Cuerpo de Taquígrafos, así como las creaciones que signifiquen aumento de su personal técnico"...
Como consecuencia de lo mencionado se considera que el taquígrafo es un cargo técnico y el escalafón que incluye al personal afectado a ese servicio debería denominarse "Personas Técnico del Cuerpo de Taquígrafos".
Esta iniciativa fue planteado por el Cuerpo de Taquígrafos e incluido como artículo 6o. del último proyecto de Ley de Presupuesto de Secretaría de la Cámara de Representantes.
De lo antedicho se desprende que el taquígrafo deberá destinar una parte importante de su sueldo a la compra de libros, diarios, revistas y semanarios, que le permitirán estar al día en la información que le resulta necesaria para el ejercicio de su profesión.
En consecuencia, las retribuciones del taquígrafo deberán guardar consonancia, en primer término con la naturaleza técnica de la función, y en segundo lugar, con los requerimientos específicos a los que se ha aludido y que son esenciales a la profesión.
Debe merecer una muy especial atención la jerarquización del cargo de ingreso a los Cuerpos de Taquígrafos. Si sus remuneraciones quedan a la par de quienes realizan otras tareas -todas ellas muy respetables- pierde el incentivo de prepararse durante tres, cuatro o cinco años, cuando por la vía del ingreso directo en otros escalafones puede acceder a remuneraciones iguales o a veces mejores que las del taquígrafo.
Agréguese además que para esta última eventualidad no tendrá necesidad de pasar años en la preparación ni enfrentar un concurso que la mayoría de las veces clasifica a unos pocos. Y por si fuera poco, si opta por la profesión de taquígrafo, tampoco tiene conocimiento de cuándo volverá a llamarse a concurso.
En última instancia, jerarquizar las retribuciones del último cargo del escalafón es instinto de conservación puro.
Desde comienzos del siglo XIX el ejercicio profesional de la Taquigrafía aparece fuertemente unido al desarrollo de la institución parlamentaria. Un mojón en ese sentido lo constituye la instalación en 1810 de las Cortes Generales y Extraordinarias de España y las Indias, encargadas de la redacción de una nueva Constitución para España y las Américas, ámbito en el que se produce la primera actuación oficial de profesionales de la Taquigrafía en la historia del parlamentarismo contemporáneo.
En nuestro país, el origen de las versiones taquigráficas parlamentarias data de 1834, cuando el primer taquígrafo de los cuerpos deliberantes uruguayos los inicia por su cuenta. A través de una larga evolución, que comprende la publicación de los debates parlamentarios en el Diario Oficial, se llega a lo que hoy es el Diario de Sesiones.
Tradicionalmente, el objetivo de dar publicidad a los debates ocurridos en el ámbito legislativo se logra a través de tres elementos: el acceso del público a las barras, la publicación de los debates en el diario de sesiones respectivo y la tarea realizada por el periodismo que aprovecha, a su vez, los dos elementos anteriores.
En su obra "Las Leyes Secretas", que refiere al tema del sigilo legislativo en el Derecho Constitucional argentino, Néstor Pedro Sagüés hace referencia al hecho de que, precisamente, dentro del área del Congreso, el secreto legislativo se condensa en las llamadas "sesiones secretas", sustraídas al conocimiento popular en virtud de su no publicación en los diarios de sesiones, y por la prohibición de presenciar los debates.
Al referirse a la justificación de la publicidad de las reuniones del Parlamento este mismo autor hace referencia a la imposibilidad o inutilidad de mantener el secreto legislativo ya que no es posible impedir que un legislador opine públicamente sobre cualquier tema tratado en régimen de sesión secreta ya que de esta manera se afectaría el ejercicio de derechos con rango constitucional.
En especial, este autor hace referencia al argumento de la educación política, en la que la versión taquigráfica desempeña un rol importante. Dice al respecto: "El conocimiento de las sesiones del Poder Legislativo puede implicar, paralelamente, un medio de educación política, es decir, una manera de introducir al pueblo en el conocimiento de los problemas que afectan a un país, en el estudio de las leyes, en el análisis de sus instituciones políticas estatales, e inclusive, como señala O. Orban, esclarecerle sobre los principios que inspiran a los Gobiernos y a las mayorías".
Quiere decir que la publicidad parlamentaria constituye un elemento para gestar la opinión pública y formar al ciudadano individual.
En este marco, la versión taquigráfica de las sesiones de las Cámaras constituye una herramienta muy importante ya que es la historia fiel y objetiva de la labor legislativa, haciéndose en ella absolutamente buena fe.
Es interesante señalar que el artículo 72 de la Constitución argentina, cuando alude a las votaciones realizadas en ambas Cámaras para decidir sobre un proyecto de ley vetado por el Poder Ejecutivo, establece que en tales cosas estas serán nominales, por sí o por no, y tanto los hombres y fundamentos de los sufragantes, como las objeciones del Poder Ejecutivo, se publicarán inmediatamente por la prensa. Para llevar a cabo esta publicación es imprescindible contar con la versión taquigráfica de la sesión en que dicha votación tiene lugar.
Por otra parte, el Diario de Sesiones es importante como fuente de un rápido conocimiento del espíritu de las leyes, para su clara y fácil interpretación. A ello se refiere el Código Civil uruguayo, en su artículo 17 -"Título Preliminar, De las Leyes"-, cuando establece que si el sentido de la ley no es claro se debe recurrir a la historia fidedigna de su sanción, de forma de captar cuál fue el espíritu o la intención que animó al legislador al plasmar la disposición legal.
En lo sustancial, esa historia fidedigna surge de la versión taquigráfica de la discusión parlamentaria. Es éste, pues, un elemento de vital importancia, no sólo para la labor parlamentaria y política, sino que también trasciende al ámbito jurídico con toda fuerza y vigor.
La historia de la sanción de una ley comprende todos los antecedentes parlamentarios: el estudio de los diferentes proyectos o iniciativas presentados al respecto -si hubo más de uno-, las sucesivas modificaciones que se puedan introducir, tanto en Comisión como en el Plenario, los diferentes criterios defendidos en el desarrollo de la discusión parlamentaria.
A este respecto se ha dicho que la discusión parlamentaria ilustra más sobre los aspectos de política legislativa en una materia que la regulación específica contenida en las normas vigentes. Es en ella que podemos encontrar el principio directriz de la ley y los fines propuestos por el legislador.
Precisamente, uno de los elementos que la doctrina mayoritaria considera a la hora de buscar el pensamiento y móviles del legislador, así como la verdad jurídica, es el histórico, que comprende la discusión parlamentaria reflejada en la versión taquigráfica que se publica en el Diario de Sesiones.
En relación a este tema, en un artículo relativo a la interpretación de la ley, el Dr. Jorge Larralde sostiene que si el texto es oscuro o incompleto, es preciso discurrir el sentido de la ley buscando el pensamiento del legislador mediante -entre otros elementos- la consulta de los trabajos preparatorios de la ley, exposiciones de motivos y discusiones parlamentarias.
La Escuela de la Exégesis hace especial hincapié en la intención del legislador como factor decisivo de la interpretación, intención que debe buscarse en la historia de la sanción de la ley.DESCRIPCION DE LA FUNCION
II)NIVEL DE PROFESION.
III) CONCURSO.
IV) NORMAS ETICAS DE CONDUCTA.
V) ACTUALIZACION DE CONOCIMIENTO
VI) PERSONA NO SUSTITUIBLE
VII) CARACTER TECNICO
VIII) RETRIBUCIONES, INGRESO JERARQUIZADO
IX) VALOR JURIDICO DE LA VERSION TAQUIGRAFICA
La versión taquigráfica como elemento de interpretación del Derecho.