¡Hufflepuff Existe!
Autor:
Tastatur
Créditos: Harry
Potter es propiedad de J.K.
Rowling, un buen puñado de editoriales por todo el
mundo y, cómo no, Warner Bros.
Que se queden con él: ¡yo quiero
a Justin! Pero por desgracia también él es suyo.
Esta historia no tiene ningún fin lucrativo, es meramente un desahogo creativo.
Y se supone que un entrenamiento.
Capítulo 2: Vaaale, aceptamos Hufflepuff
La verdad es que el primer año pasó en un suspiro y, si ocurrió algo interesante, en Hufflepuff nos lo perdimos. Al igual que perdimos en Quidditch (ni el arbitraje de Snape nos ayudó contra Gryffindor), como parece ser costumbre, y quedamos los últimos en la Copa de la Casa. Son cosas a las que tengo que acostumbrarme, me dijo un día Cedric cuando compartíamos todos en la sala común nuestro rebote colectivo porque Gryffindor había perdido de golpe 150 puntos y había permitido a Slytherin colocarse en cabeza. Desde aquel día hasta final de curso, ninguno pudimos contener nuestra rabia frente a Potter y los suyos, y por lo que vi, a los de Ravenclaw les pasaba lo mismo. Slytherin hijos de mala madre. Por suerte, en el banquete de fin de curso Dumbledore hizo volver las cosas a su cauce y Gryffindor ganó la Copa de la Casa, arrebatándosela a Slytherin en el último momento. ¡Sí! ¡Qué contentos nos pusimos todos! Yo me pasé diez minutos haciendo cortes de manga a la mesa de Slytherin junto con el Fraile cuando nadie nos miraba.
Aún no sé a causa de qué les sobrevino el castigo, pero por lo que escuché en el Expreso de Hogwarts de regreso a casa, corrían muchos rumores sobre no sé qué de una Piedra Filosofal, Quirrel poseído y luego desaparecido (o muerto) y el "trío fantástico", como ya se conocía a Potter, Weasley y Granger, inseparables desde el famoso episodio del troll cuyo desenlace se extendió como la pólvora por todo el colegio, quienes habían logrado hacer otro servicio extraordinario a Hogwarts. Lo que no entiendo muy bien es qué pintaba Longbottom en los puntos extras meritorios, pero vamos, todos sabemos que Dumbledore tiene una debilidad especial por los Gryffindors, aunque digan de Longbottom que es un Hufflepuff renegado. Debe de ser también por lo de sus padres, como nos comentó Susan, quien se encuentra en una situación familiar parecida al haber perdido a su tío, su tía y sus primos. Ambos son dos de los huérfanos de Vóldemort. Pero claro, esto no es algo que todo el mundo sepa. Nos lo contó en privado una tarde que se encontraba muy triste y relativamente atrapada en Hogwarts. Otra tía de Susan, Amelia Susan Bones, trabaja en el Ministerio y, como miembro del Wizengamot, parece estar muy al tanto de todo. A veces quizá cuente a Susan más de lo que debería, menos mal que nosotros sabemos no decir ni mu.
Lo cierto es que no puedo negar que he pasado un verano estupendo en casa, desahogándome con todas las cosas que me gustan y de las que he tenido que privarme en Hogwarts. Mis padres me llevaron a Barcelona a ver las Olimpiadas y después pasamos unos días en la Expo de Sevilla antes de hacer la visita obligada a Mallorca de todos los veranos como tradicionales turistas ingleses.
Lo cierto también es que echo de menos jugar al fútbol. En Eton seguro que podría haber entrado en algún equipo. Y ya me cuesta bastante montar en la escoba, como para apuntarme al equipo de Quidditch. Tampoco creo que fuera una gran ayuda. Y de verdad necesitamos un buen empujón. A ver si este año mejoramos nuestros resultados (Justin, ¡no sueñes despierto!). El día que ganemos algún partido importante, véase Gryffindor, me como a besos al buscador. Bien pensado, espero que no ocurra este año, porque el buscador que tenemos ahora no me gusta un pelo. Menos mal que es su último curso.
Y sin embargo, estoy contento de que las vacaciones de verano hayan acabado. Tanto que me quejaba al principio de mis compañeros, y les he echado de menos más de lo que me gustaría reconocer. Nunca antes me había relacionado mucho con mis amigos del colegio, claro que nunca antes había pasado 24/7 con nadie. Bueno, con los scouts en excursiones durante los dos años que estuve, pero no es lo mismo. Entonces era un poco más un bicho raro (recuerdo cuando prendí fuego a la tienda sin querer porque tenía frío y empecé a maldecir en latín). Tengo ganas de ver a Hannah y tirarle de las trenzas. A ver cómo sigue Ernie. Este año no seremos los pequeños y habrá caras que ya no veamos.
No he dejado que mis padres me acompañen al andén tampoco este año, por más que han insistido. No quiero que me avergüencen. Al principio me costó mucho convencerles de que me dejaran asistir a Hogwarts después de haber sido admitido en Eton, sobre todo a mi madre. El año pasado no hacía más que mandarme cartas de control para ver qué tal me iba, si notaba que aprendía algo, si no sería mejor un psiquiatra o un exorcista para que me curase la anormalidad, etc. Vamos, lo habitual. Estoy seguro de que también se carteaba con frecuencia con Dumbledore. Pobre viejo. Lo gracioso es que este año ya está plenamente convencida e incluso ilusionada de que aprenda magia. Más graciosa es aún la razón:
Lockhart.
Ella, antes que yo, y seguro que antes que cualquiera en Hogwarts salvo quizá Hermione Granger si hace honor a la fama que tiene, se ha leído TODOS los libros de Lockhart que venían en la lista para este año. Imagino que mi madre se quedó colgada de él cuando le vio en Flourish & Blotts. Me ha estado contando algunas de sus hazañas y, la verdad, si como me dijo Susan cuando me la encontré por el Callejón Diagon, va a ser nuestro profesor de DADA, este segundo año promete. ¡Por fin una clase de lucha con magia! ¿Haremos combates como en las películas?
Espérate, que estos son magos. No ven películas.
Aunque los libros de Lockhart, en boca de mi madre, suenan todos a película.
El andén está hasta la bandera, como siempre. Menos cinco. Ahí está Granger, mirando impaciente el reloj junto a sus padres, muggles como los míos; reconozco a algunos Ravenclaw y dos Gryffindors de mi curso; mierda, Malfoy (¿ése de ahí es su padre o su madre? Difícil saberlo por el pelo); ahí llegan los inconfundibles Weasley, pero...¿dónde están Ronald Weasley y Potter?
De repente, alguien me da un empujón por detrás aprovechando mi despiste.
“Jus-tin”
“Ha-nnah”, la saludo, tirándole de una trenza tras otra, “te ha crecido el pelo, ¿eh?”
“¡Y a ti los rizos!”, me dice, enterrando las manos entre ellos, como le gusta hacer a la mitad de mi casa en cuanto me pillan por la sala común: debe resultar relajante, como acariciar a un gato.
Ernie viene con ella. Extiende la mano y yo se la estrecho. La suya puede más, con esos dedos que sus genes le han dado.
“Has crecido, Macmillan”
“Pues tu nombre sigue igual de largo, Finch-Fletchley”
“Hola chicos”, saluda Cedric pasando de largo junto a sus padres. Se para un instante, me revuelve los cabellos y me sonríe. “Veo que Mister rizos no nos ha abandonado por el mundo muggle como amenazaba"
“No, ya me he cansado de las reposiciones del equipo A, y me van a regalar un discman por navidad”
¿Cuánto debí de martirizar a todo Hufflepuff de origen no muggle con mis temas muggles favoritos en las tardes de aburrimiento, digamos, de domingo el año pasado? ¡No quiero ni pensarlo!
A ellos les parecía todo tan fascinante, que a veces tenía corros de cursos enteros a mi alrededor después de la hora de la bandurria mágica. Los alumnos a partir de tercer curso que tenían como asignatura Estudios Muggles no dejaban de hacerme preguntas. Incluso me pedían ayuda para los exámenes. Madam Sprout estaba encantada y animaba a otros hijos de muggles o mezcla a que se me unieran, pero todos eran muy tímidos o no tenían ganas. ¡Mira que son Hufflepuffs!
“Ah, enhorabuena”, le digo, señalando su flamante insignia de prefecto. Cedric está en cuarto curso y normalmente hasta quinto no hacen a nadie prefecto, pero es que no había nadie mejor en nuestra casa para desempeñar ese papel. Cedric es más responsable y capaz que cualquier Hufflepuff de séptimo curso. Además, ¿no entró Harry Potter como buscador de su casa un año antes de lo establecido? Siendo asunto de Hufflepuffs, a nadie le extrañará. Como mucho, les dejará indiferentes, si acaso se enteran.
“Gracias”, sonríe de oreja a oreja, algo azorado.
Desde lejos, su padre le azuza para que se dé prisa. Amos Diggory también trabaja en el Ministerio, como la tía de Susan. En el Departamento de regulación y control de las criaturas mágicas, para ser exactos. Debe de ser destino de Hufflepuffs acabar como funcionarios. Cedric nos guiña un ojo rápidamente y se adelanta para despedirse de sus padres. Hannah se encuentra en mudo éxtasis, pero Ernie frunce el ceño y comenta:
“No tiene muchos amigos en su curso, ¿verdad?”
“¿Por qué lo dices?”, le pregunto.
“Todo el mundo en Hufflepuff le aprecia, no me extraña que Dumbledore lo haya hecho prefecto antes de tiempo”, me explica Ernie con esos aires de sabiondo que le caracterizan, “Es un alumno responsable y probablemente el más leal y trabajador de nuestra casa. Pero es que se pasa el día estudiando y apenas se relaciona de verdad con nadie. Como persona es un chico bastante solitario y taciturno, por lo que he visto y por lo que me han comentado. Claro que esa aura de misterio, unida a su cara bonita, le hace muy atractivo para todas las chicas.", y lanza una mirada de reojo, "Me equivoco, ¿Hannah?"
Hannah se ríe, aún colorada hasta las orejas y, como para cambiar de tema, empieza a contarnos su verano toda exaltada mientras nos dirigimos a un compartimento vacío del tren acarreando nuestro equipaje. Ernie escucha en silencio (pero se le ve feliz) y yo descubro que no puedo dejar de sonreír. Me siento muy muy bien. Se me pasa por la cabeza que nosotros somos un poco como el famoso trío de Gryffindor, sólo que en soso.