¡Hufflepuff Existe!
Autor: Tastatur
Créditos: Harry Potter
es propiedad de J.K. Rowling,
un buen puñado de editoriales por todo el mundo y, cómo no,
Warner Bros.
Que se queden con él: ¡yo quiero a Justin! Pero por desgracia también él es suyo.
Esta historia no tiene ningún fin lucrativo, es meramente un desahogo creativo.
Y se supone que un entrenamiento.
*Advertencia*: Esta historia es SLASH en general: esto es, hay mucho mariconeo entre los chicos. Si los temas homosexuales te ofenden, por favor, no sigas leyendo. Si por el contrario esperas SEXO en abundancia, el fanfic entero y este capítulo en particular te van a decepcionar. Avisado queda. Y el que avisa no es Slytherin.
*Nota:*
Éste es el último capítulo, una especie de epílogo que abarca a grandes trazos el libro sexto, a la espera de que salga el libro séptimo. Por mí lo habría dejado en el 17, pero qué se le va a hacer, si me gusta hacer las cosas completas. Por ello, si en el último libro que está por publicarse, el séptimo, ocurriera algo relevante para los Hufflepuffs protagonistas, modificaría este capítulo para adaptarlo a los hechos. Sin embargo, después de que Justin no saliera mencionado NI UNA SOLA VEZ en el sexto, no albergo muchas esperanzas. He esperado a subirlo el 26 de noviembre, porque es justamente el día del tercer aniversario del fic. Muchas gracias a todos por leer hasta aquí, y espero que haya merecido la pena.
*Spoilers*: Sexto libro. A lo bestia.
Capítulo 18: Un Hufflepuff es para siempre
Cedric no está en el andén el 1 de septiembre, pero así habría sido de todas formas este año. Todavía me pregunto a menudo qué habría sucedido de seguir Cedric vivo.¿Habríamos pasado el verano juntos, como he hecho con Ernie? ¿Lo habrían permitido sus padres? ¿Y qué habría pasado después, ahora que él ya no tendría que regresar nunca más a Hogwarts? ¿Habría venido a verme a Hogsmeade, coincidiendo con las salidas? ¿Nos habríamos visto dos o tres veces al año, durante estos dos siguientes?
¿Me habría esperado?
Y si lo hubiera hecho, ¿con qué fin?
Porque algo en mi sentido común me dice que Cedric no habría sacrificado su imagen pública tan fácilmente. Quizá hubiera llegado muy alto, y quizá hubiera seguido conmigo en la sombra. Quizá, no sé, algún día lo sabrían nuestros amigos. Quizá algún día sus padres. Quizá, algún día, y como anécdota del pasado, algún chico mejor que yo que hubiese llegado a conocer en esas esferas reservadas a alguien como Cedric, que alguien como yo jamás llegaría a pisar. Cuando mis pensamientos siguen esa corriente, la conclusión desemboca en que es una suerte que nunca vaya a poder averiguarlo.
Y que siempre pueda seguir besando su foto con el mismo cariño ininterrumpido.
Es el consuelo de los tontos enamorados.
El que sí me espera en el andén el 1 de septiembre es Ernie, como siempre ha sido y siempre será hasta que nos graduemos el año que viene. A veces me pregunto si seríamos tan amigos de seguir Cedric vivo. No habríamos pasado el verano juntos, quince días en su casa, una semana en la playa con sus primos, y otros quince días en la mía.
Mi madre nos pilló tonteando cerca de la piscina. Nada
serio: empujoncitos, agarrones, amenazas con los morritos puestos.
Me di cuenta de que nos miraba porque empezó a partirse de risa ella sola, con
las toallas que nos había traído aún en sus brazos, hasta que salió mi padre a
ver qué era el barullo y entre los dos nos acabaron sonsacando la verdad.
Imagino que las miradas que nos echábamos a veces a la hora de comer eran
suficientemente incriminatorias, pero la base de sus sospechas, según mi padre,
era que a los 16 años, dos maromos de nuestra estatura (sobre todo la de Ernie)
que son capaces de pasar una semana tras otra en los meses del caluroso verano
en mutua y exclusiva compañía sin comentar ni una sola vez lo buena que está la
vecina o la actriz de la película de la tarde, una de dos: o son unos alelados
ultra introvertidos (y dado mi carácter, queda descartado), o son maricas.
"Esto es culpa del Equipo-A, si lo sabré yo. Tantos años pendiente de las
andanzas de cuatro hombres solitarios que sólo se tienen mutuamente para..."
"Papá, no desbarres."
"¿Eres consciente de que eres el último espécimen de nuestra familia?"
"Bueno, ¿y qué? No se va a acabar el mundo por ello, ¿no?"
"Al menos me consuelo porque alguien se preocupará de llevarte por el camino
responsable, en nuestra ausencia", le sonrió mi madre, sentados ya los cuatro
bebiendo limonada en la terraza.
"Gracias, Señora Finch-Fletchley. No le quepa la menor duda."
"Bebe y calla, Macmillan", le digo yo,
dándole una colleja para acabar
dejando mi mano en su nuca, como si tal cosa.
Y ahora, de camino a Hogwarts, Ernie se ha ido a su vagón de prefectos a cumplir con sus propias responsabilidades, y yo estoy con Susan, que me tiene abrazado mientras me relata entre lágrimas el verano tan horrible que ha pasado su familia, después de que los mortífagos se cargaran a su tía Amelia Bones de una forma bastante desagradable y horrenda. Hannah y Zacharías están aún de reencuentro veraniego en un rincón apartado del tren, pero la prefecta acaba viniendo también para hablar con Susan e intentar animarla, mientras Zacharías se va con los del equipo.
Está el ambiente caldeado en el mundo mágico. Dumbledore vuelve a ser nuestro director, pero tenemos un nuevo Ministro de la Magia. Después del altercado en el Ministerio a final de curso, en el que se vieron envueltos Harry y compañía, junto con un buen número de mortífagos, las noticias sobre el regreso de Quien-tú-sabes lo ocupan todo. Ahora el padre de Malfoy está en Azkabán, los mortífagos andan sueltos y reclutando más gentes y más criaturas para su temible causa, y nadie en el mundo mágico se fía ya ni de su abuela. Cuánto me alegro de que mi familia viva al otro lado. Sé que no por ello están a salvo, precisamente, pero sí más que los magos ahora mismo.
Snape es por fin profesor de Defensa contra las artes oscuras, y un pedante gordinflón enseña ahora Pociones. De nuestra casa, sólo Ernie se ha apuntado. Sus TIMOS fueron brillantes, por supuesto. Hannah al final no lo hizo nada mal. Y yo salí adelante decentemente, así que no me quejo.
Las primeras semanas de curso pasan moderadamente felices. Digo moderadamente, por ser justo con mis compañeros. Yo estoy en un limbo de paz espiritual, contento con mi suerte y con la de Ernie, aunque sólo sea por estar vivos, juntos y con nuestras familias intactas; incluso Susan, quien rompe en cierto momento con Terry, pero vuelven casi en seguida, parece más animada. Pero no se puede decir lo mismo de aquellos cuyos familiares van desapareciendo en goteo esporádico. Cada semana, uno o dos alumnos recibe una mala noticia. Cada mes, son varios los de nuestra casa.
Zacharías y Hannah son más o menos felices, y comen perdices, y se dan mutuamente con el plato en las narices...hasta que un día vienen a buscar a Hannah durante la clase de Herbología, para informarle casi a bocajarro de que han asesinado a su madre. Hannah abandona el colegio esa misma tarde, y el vacío que deja en nuestra casa, entre nosotros, nos recuerda vagamente a cierta noche de junio hace un par de años. El golpe es fortísimo para todos nosotros: Ernie se queda tan mal que no puede hacer nada a derechas en dos días, y me cuesta horrores animarlo; pero para nadie igual que para Zacharías. Durante días amenaza con irse, con tirar la toalla, con dejarlo todo y pasar de "este estúpido colegio con su estúpido director que no hace nada por evitar que tantas cosas horribles ocurran". A duras penas logramos convencerle de que no haga tonterías y que aguante hasta el final. Sólo lo consigue, al fin, una carta de Hannah, diciendo que por favor, por favor, la escribamos todo lo que podamos, porque ella no va a poder volver a Hogwarts. Esa noticia, no obstante, deja a Zacharías tan histérico, que el capitán le prohibe asistir a los entrenamientos de Quidditch hasta que se le levante el ánimo y se le rebaje un poco la animosidad y las ganas de morder a alguien.
Quizá por eso Zacharías se presenta voluntario para comentar el primer partido de la temporada, el Slytherin VS Gryffindor. Ahora que Lee Jordan se ha graduado, no ha quedado nadie para cubrir su puesto, y por fin han decidido hacerlo de una forma más neutral, empleando un alumno de una casa ajena a la de los dos equipos contendientes en cada ocasión. No obstante, Zacharías demuestra ante todo el colegio, no sólo su absoluta falta de imparcialidad, sino lo absolutamente insoportable que está actualmente, y recibe como premio a Ginny Weasley empotrándose contra su tribuna y dejándolo hecho unos zorros tras vencer, contra sus pronósticos, el partido. Se lo ha buscado él solito.
Después de aquello, se vuelve otra vez como una balsa de aceite. Me parece que se desahoga narrándole las injusticias cometidas contra él en largos pergaminos que hace llegar a través de una sufrida lechuza cada dos días a Hannah. Menos mal que ella tiene nuestras versiones del asunto para contrastar. De lo que no lo debe de caber la menor duda es del trastorno (más intenso) que su ausencia produce en el rubiales. A veces me llora un poco por la noche, como en los viejos tiempos, en los sofás de la sala común, mientras Ernie termina su montaña de deberes y tareas propias en la biblioteca. Y como no le gusta sufrir solo, al maldito, la noche del partido me comenta:
"¿Y te has fijado en el nombre del capitán de Slytherin?"
"Sí, Zach, como para no hacerlo."
"Urquhart, ¿eh? Qué recuerdos. Ojalá pudiéramos volver a aquel verano..."
"No sé, yo me quedo con éste."
"Qué gracioso, porque él y tú podéis estar juntos, pero mírame a mí: ni en
verano, ni durante el curso, ni una mierda ya...es tan injusto...por qué siempre
yo...por qué siempre a mí...por qué demonios siempre son los demás los
afortunados qué...qué culpa tengo yo de que...de verdad que un día voy a coger
y..."
"Sí, Zach...claro Zach...pobrecito de ti, Zach...ven que te doy un abrazo, Zach...no
me llores, anda..."
Ernie me comenta un día lo bueno que es Harry en Pociones.
Como es la primera vez que da esa asignatura con él, no sabe si ha sido así
siempre, o es sólo desde que Snape no es su profesor, pero asegura que Slughorn
no cabe en sí de gozo cada vez que Harry resuelve la tarea antes que nadie y con
métodos que el profesor ni siquiera ha explicado en clase. Hermione le ha dejado
caer, en una de estas ocasiones en las que se sienta con Ernie para evitar a los
otros, que cualquiera puede sobresalir en determinadas materias, si se cuenta
con el material adecuado, aunque también a veces cuenta más la astucia y la
disposición para hacer trampas. Desde entonces Ernie sospecha que ese libro que
Potter tomó prestado del almacén de la clase no es un libro de texto cualquiera.
"De todos modos, Justin, si de lo que se trata es de entrar a formar parte de
ese selecto elenco de alumnos ilustres que toman té juntos en el despacho de
Slughorn, prefiero guardar mis energías para el resto de materias", me asegura
Ernie. Sin embargo, le veo seguir con ojines golosos a Zabini, McLaggen y
Granger cuando coinciden ante la puerta del Profesor de Pociones, una noche en
que nosotros pasábamos por allí volviendo de la biblioteca.
El hecho de que Hermione se junte a veces con Ernie en Pociones (y con Susan en Herbología, pero eso ha sido así en intervalos desde primero), se debe por lo visto a que no soporta que Harry le gane en Pociones, y a que Weasley esté saliendo con esa ultra pava de Lavender Brown. La verdad es que los he visto alguna vez por el pasillo y en clase, y dan ganas de pegarles una colleja a ambos por dos frentes, para que se la peguen de boca y reaccionen, pues parecen dos babosas muertas de hambre. Ron Weasley nunca me ha caído muy bien, pero jamás pensé que pudiera caer tan bajo. Hermione es mucho, mucho mejor partido. Por lo menos tiene ración doble del cerebro que le falta a él. Pero allá él con su cretinez.
Mientras que el mundo mágico sigue revuelto, las cosas en el colegio siguen igual después de Navidades, a excepción de un ligero cambio: clases de aparición. Como este año cumplimos los 17, ya se nos permite aprender a aparecernos, y para ello han deshabilitado el encantamiento que impedía hacerlo dentro de Hogwarts, en el gran comedor. No es tarea fácil y lleva muchos intentos que se produzca algún resultado. Por alguna razón que desconozco, aunque parece que para picar a Malfoy, Harry se ha puesto cerca de nosotros. Ernie está tan concentrado en el aro delante de él que parece que vayan a explotársele los ojos. La gente se ríe cuando hace una pirueta en el aire hasta aterrizar donde debería haberse aparecido (y yo no soy menos, claro, aunque mis pullas vayan con cariño), pero oye, ya ha hecho más que los demás. Peor ha sido para Susan, que se ha dejado una pierna atrás y el chillido que ha metido casi hace que se me salga el corazón por la boca. Menos mal que estaban allí los profesores cerca para arreglarlo. Esta chica no gana para disgustos...Y su ejemplo me indica que lo de aparecerse no es para mí. Quiero mantenerme completo y entero por muuuuchos años.
La vuelta a los entrenamientos de Quidditch parece levantar un poco el ánimo a Zacharias, aunque sus compañeros están que trinan porque los Gryffindors van a buscar venganza sangrienta por los comentarios que hizo en su último partido. Ernie, a quien el Quidditch no le alegra la vida, sigue un poco melancólico por la ausencia de Hannah, ya que era compañía habitual en la biblioteca, y yo, la verdad, más le distraigo que le ayudo. Pero como le compenso en los ratos en los que estamos solos, tampoco se queja mucho. La verdad es que noto que me estoy volcando mucho con él, espero que no demasiado, porque necesito mantener una parte de mí intacta por lo que pudiera pasar si...
No, Justin, no va a volver a pasar.
Antes del partido, como de costumbre, todo el equipo y los amigos más cercanos nos reunimos delante de la foto ampliada de Cedric. Algunas chicas (y el capitán, que le he visto en alguna ocasión cuando cree que nadie lo ve), incluso la besan. Es una tradición que mantiene el equipo para infundirse ánimos y como homenaje a nuestro querido Capitán, con mayúsculas. Aunque el nuevo no tiene nada que envidiar a Cedric, ya que lleva dos años manteniendo la moral del equipo alta y los resultados certeros: por tercer año consecutivo (sin contar el año del Torneo de los Tres Magos), ganamos de forma APLASTANTE a Gryffindor, 320 a 60. Y eso con Luna, quien es la que retransmite el partido con la asistencia de McGonagall, la única además de Sprout que se debe de saber los nombres de nuestros jugadores), pues mi Ravenclaw favorita no hace más que distraernos con sus comentarios aleatorios sobre qué bonita es esa nube, y qué monstruo es ese que vuela por ahí cada vez que Summerby, nuestro buscador, se acerca a la snitch, desorientándolo. Pero al final Summerby, libre este año de resfriados molestos, se orienta lo suficiente como para atraparla, cuando ya el marcador iba muy a nuestro favor.
Que sí, que vale, que McLaggen, el guardameta que ha sustituido a Ron Weasley, en la enfermería tras haber sido envenenado en el despacho del Profesor de Pociones en circunstancias misteriosas, ha dejado fuera de combate a Harry, su propio buscador, pero eso sólo cuenta por los 150 puntos de la snitch. El resto es obra de nuestro equipo. O del mal arte de Gryffindor, que no ha sabido sobreponerse a la pérdida de su capitán. Y como en Hufflepuff el capitán es lo primero que se perdió, antes incluso que la vergüenza que siempre sufrimos por ser oficialmente "los peores" en todo, nuestro equipo no tiene piedad de ellos.
La fiesta en casa después de semejante resultado es tan apoteósica (mente Hufflepuff), que por un día se olvidan los rencores, las desgracias, las ausencias (en parte) y el temor por la situación en el mundo exterior. Yo canto hasta que me callan a cojinazos, y hasta que Ernie me saca de la fiesta para evitar que...ejem...dos admiradoras se aprovechen de mi estado de pseudo contento con mi media docena de cervezas de mantequilla en el cuerpo. Y doy gracias a que nadie en nuestra casa es tan rastrero como para usar los artilugios amorosos de los gemelos Weasley, que ya he oído que en otras casas han causado estragos. También Ernie me saca de allí por sus propios propósitos, claro está. Que últimamente no hay quien vaya a la habitación del ED, siempre hay niñas rondando por ahí con objetos metálicos que se les caen cada vez que nos ven. Seguro que están cubriendo mutuamente a sus amiguitas mientras que se lo montan dentro con sus novios, ¡estoy convencido!
O quizá es que sólo puedo pensar en una cosa cuando se trata de esa habitación...
Después de varias lecciones y de conseguir, aunque sea en distancias cortas, hacer que mi cuerpo llegue entero de un sitio a otro, por fin llega el momento de hacer el test de aparición en Hogsmeade. Como Ernie no cumple los años a tiempo para el límite marcado, no puede hacer el examen, igual que Harry y Draco Malfoy, por ejemplo. A mí me da igual tener la edad o no, yo me quedo con Ernie para hacer el examen en verano juntos. Y después de su clase de Pociones y la mía de Estudios Muggles, donde hoy estoy yo solo y puedo charlar de tú a tú con el profesor, Ernie y yo aprovechamos que no queda nadie en nuestro dormitorio. Entre los estudios y sus labores de prefecto, máxime ahora que no tiene a Hannah para ayudarle, cualquier oportunidad que surja para estar a solas no puede ser desperdiciada así como así. Y aún así el tío a veces quiere soltarme una de sus peroratas, o decirme tonterías que me sonroja escuchar, y más de la forma en la que las dice él, y me cuesta un rato callarle. Pero siempre lo consigo, claro. Ernie es, como bien dice él, humano, después de todo.
"Gracias por quedarte hoy conmigo, Justin."
"Para eso estamos, ¿no? Para reírnos mutuamente de la aparición artística con
salto mortal en el aire del balleno...mmfff..."
"Eso por bocazas."
"Hablando de bocazas, ¿sabes que Zach quería aparecerse en casa de Hannah
aprovechando la siguiente visita a Hogsmeade?"
"Pero si hace semanas que las han cancelado."
"Claro, ¿no te fijaste entonces en que el anuncio estaba hecho trizas como si lo
hubiera arañado un gato salvaje?"
"Cómo no hacerlo, fui yo el que lo arregló. Pensé que habría sido uno de los
pequeños."
"Hannah tampoco parecía muy animada en su última carta, ¿verdad?"
"No hay muchos motivos para animarse en los tiempos que corren, Justin, por eso
es una suerte que nos tengamos mutuamente para enfrentarnos contra viento y
marea a...mmmfff..."
El resto del curso transcurre rápido, y antes de que nos demos cuenta es junio. Gryffindor ganó la copa de la casa, como siempre, y desde entonces, desde que Ginny Weasley volvió a ganar a Cho Chang, Harry y ella salen juntos. Al ser los dos tan populares, son la comidilla del colegio. A menudo se los puede ver retozando y rebozándose junto al lago. Me alegro por ellos, porque a pesar de ser la hermana de ese cretino de Weasley, tiene dos dedos de frente, buen carácter, es maja con Luna (siempre habla maravillas de Ginny, hasta lo hizo en público durante su comentario de Quidditch) y dicen que llevaba años enamorada de Harry. ¡Ole por ella! Me recuerda un poco a Ernie en cierta forma. Claro que Ernie dice que "...la verdad, antes me hubiera imaginado a Harry saliendo con Draco Malfoy: no hace más que susurrar en clase que si Malfoy esto, Malfoy lo otro...a veces no lo escucho bien, porque me viene un molesto zumbido a la cabeza que no me permite entender una palabra de lo que habla, quizá por algún hechizo protector de la intimidad, pero siempre lo está mirando, y más de una vez lo he visto seguirle. Lo suyo es pura obsesión, os lo digo yo."
Una noche, sin embargo, se produce una gran conmoción en el colegio que tiene poca relación con el romance y todo que ver con Draco Malfoy. Ya durante la cena no vemos a nuestro director, lo cual iba siendo habitual, pero aún así siempre era motivo de especulación e inquietud. Y entrada ya la noche, escuchamos desde la cama explosiones y ruido procedente de los pisos superiores. Salimos todos en pijama a ver qué ocurre, la gente habla de que la marca tenebrosa está encima del colegio, y una vez fuera de nuestra casa, llegamos a tiempo de ver pasar a Snape tirando del brazo de Draco Malfoy, muy agitados los dos. Al poco rato pasa Harry a la carrera, hecho unos zorros. Ernie le pregunta en vano si sabe qué está pasando, pero Harry no contesta, sólo empuja a dos de los nuestros para seguir su camino, probablemente en pos de los otros. Después de una hora de incertidumbre, Sprout viene a nuestra sala para anunciarnos que Dumbledore ha muerto y que por favor nos vayamos todos a dormir, que mañana nos explicará los detalles, cuando los averigüe a ciencia cierta.
¡Qué palo!
¿Quién puede dormir después de escuchar algo así?
Por la mañana nos enteramos, con la respiración contenida, de que Dumbledore ha sido asesinado por unos mortífagos en una emboscada en la Torre de Astronomía con la imperdonable letal. Las malas lenguas dicen que ha sido el Profesor Snape, y puesto que se ha fugado junto a Draco Malfoy, no hay mucho espacio para dudarlo. McGonagall es desde hoy nuestra nueva directora y mientras arreglan los desperfectos causados al colegio por los mortífagos que lo invadieron anoche, no sabemos cómo, algunos alumnos proceden a la estampida, forzados por sus padres, o por voluntad propia. Nuestra casa no es menos.
Ernie se siente un poco mal por no haber acudido a la llamada de las monedas del ED aquella noche. La verdad es que no les habíamos hecho ningún caso este curso, así que no podíamos haber sabido que nos llamaban para enfrentarnos a...bueno, no quiero ni pensarlo, que los rumores hablan de un hombre lobo sanguinario incluido en el lote, que por lo visto ha dejado desfigurado al mayor de los hermanos Weasley, ahora en la enfermería. Pero Ernie me confiesa que sí que lo vio, una vez empezada la conmoción, y que aún así decidió quedarse en casa, a cargo de los nuestros: "Soy prefecto de Hufflepuff. No estoy hecho para combatir a las fuerzas de Quien-tú-sabes, pero sí para cuidar de mi casa."
Luna sí que fue a ayudar a los Gryffindors, y es la que me
pone al día con los detalles más escabrosos. Aunque como siempre mezcla los
hechos con hipótesis descabelladas, no sé hasta qué punto tomarme al pie de la
letra lo que me cuenta. Sé que ella y Hermione fueron a vigilar al Profesor
Snape, quien los dejó a cargo de Flitwick, al que le habían absorbido la energía
vital no sé qué parásitos que se transmiten a través de la humedad de las
mazmorras, cuando éste fue a avisar a Snape de lo que ocurría. Luego todo fue
muy caótico, y gente variopinta los atacó sin piedad, pero todos los hechizos
rebotaron porque habían bebido no sé qué poción de la felicidad que les había
dado Harry, y con la cual nada te puede salir mal.
"Menos mal, ¿verdad? Ojalá pudiera tener más de esa poción para ir de
exploración con mi padre este verano. Seguro que con ella encontraríamos pruebas
de todos los especimenes de... y de....que habitan en las selvas de...y
tendríamos para tantos artículos que..."
De lo que sí dudamos ya es del futuro del colegio. Ernie no hace más que debatir desapasionadamente con los mayores, quienes no saben siquiera qué pasará con sus exámenes finales. Muchos alumnos se han ido ya, y más se van antes de que termine el curso, antes siquiera del funeral de Dumbledore, un acto bastante emotivo al que acuden incluso los centauros del bosque y las sirenas del lago, y hasta un individuo gigante que parece tener alguna relación con Hagrid. Ese día es el último del curso, quizá del colegio, por los rumores que corren.
Zacharías es uno de los que se marchan para siempre.
Se marcha esa misma mañana, justo antes del funeral. Sus padres, como los de
tantos otros, ya no sienten que Hogwarts sea un
lugar seguro. Y el padre de Zacharías no parece un hombre muy transigente. La despedida con
el rubiales en la sala común, cerca del tablón de anuncios donde están todas las
fotos de la casa, y la de Cedric, es emotiva, pero espero, le digo, que
no definitiva. Él me promete que no, que ya haremos hueco para encontrarnos un
día, quizá este verano, todos los del antiguo Comando-H que quieran unirse.
"No hace falta que nos vayamos al Lago Ness, puede ser algún punto neutral y
concurrido, un sitio seguro, de cualquiera de los dos lados", dice.
"No hay sitio seguro ya, en ninguno de los dos lados", comenta Ernie, quien está
muy abatido por todos los acontecimientos.
" Seguro que encontramos alguno", comenta, exasperado. "Puedo llamar también a
algunos del equipo."
"¿Querrán volver a ver tu cara, Zach?", bromeo, aguantando las lágrimas.
"Claro que sí, alguno se queda aún con ganas de partírmela", sonríe, muy
forzado."Yo
me encargaré de traer a Hannah a rastras, aunque sea."
"¿Piensas arrastrarla de las coletas, como amenazaste una vez?", pregunta Ernie,
quien tiene tantas o más ganas de verla que el rubiales.
"Si no hay más remedio...Y bueno, vosotros estaréis juntos, ¿no?"
Ernie y yo nos miramos.
"Supongo", decimos a la vez. Sprout llega entonces para avisar de que su padre
lo espera abajo, que ya ha resuelto todo el trámite con la jefa de la casa y la
directora en funciones.
"Tíos, de verdad, aunque se acabe el colegio, tenemos que hacer lo posible por volvernos a
ver. Las cosas no pueden acabar así", nos dice, dándome un último abrazo, y
estrechando la mano de Ernie, de los compañeros de equipo, de sus compañeros de
clase (algunos claramente no muy tristes por su marcha, otros fingen mejor).
"¡Pues claro que sí, Zach! Aunque demolieran el colegio, su espíritu
permanecería intacto. Y
además, ya sabes a que nosotros, más que ninguno, se nos encuentra enseguida, somos fácilmente identificables."
"¿Te refieres a los Hufflepuffs?"
"Pues claro. ¿No ves que somos el objetivo favorito de Quien-tú-sabes después de
los muggles?"
"Entonces, Justin, ándate con ojo, porque tú posees todas las cualidades idóneas
para ser exterminado", sonríe, restregándose una lágrima que se le ha escapado.
"Pues nada, que me exterminen, ¿qué se le va a hacer?", sonrío yo
también, tratando a duras penas de no llorar, y dándole otro
abrazo al rubiales, que él devuelve con ganas."Aunque muera, como Cedric, mi
espíritu seguirá vivo, porque ya sabes lo que dicen, ¿no? Un Hufflepuff es para
siempre."
------------------------------------------------------------------------------------ FIN
Nota final: :¡Espero que os haya gustado! Muchas
gracias por leer y acompañarme hasta aquí, todo este tiempo :D
He tenido cuidado de ir respondiendo todos los reviews, dentro de mis
posibilidades, pero si me he dejado alguno, perdonadme. Evidentemente, algunos
son imposibles de responder, por ser anónimos, pero los registrados, aunque
tarde, tarde, tarde, me hacía ilusión responder. Sed siempre bienvenidos a
escribirme o a pasaros por el journal de Tastatur (ignorad las telarañas) si
queréis charlar conmigo en cualquier momento.
Esta historia, todavía inconclusa en el canon, pero rematada por el lado Hufflepuff aquí, he querido que terminase con la despedida a Zacharías. Y si termina en ese tono sobre el "exterminio Hufflepuff" es por mi temor de que JK se cargue a Justin aleatoriamente en el último libro. En el sexto no lo menciona una sola vez, y temo que en el séptimo sólo lo haga para decir que algo malo le ha pasado, como a Susan y a Hannah, en una línea puesta como ejemplo de "lo que les pasa a otros de mediana o ninguna importancia", que casi siempre son Hufflepuffs o sus parientes, ¿no lo habéis notado? Si no lo hace, si sigue olvidándose de él, y logra olvidarse de Ernie lo suficiente, aunque sea el nombre de su abuelo, quizá haya esperanza para los dos. Y yo quiero mantener la esperanza de que vivan muchos años, los suficientes para que "El elegido" Neo!Potter, acabe con Voldemort (aunque le cueste la vida, quién sabe), y el mundo mágico pueda seguir adelante con las suyas. Porque estos dos sí que pueden seguir juntos muuuuchos, muuuuchos años, aunque sea en una anodina vida Hufflepuff, que es al fin y al cabo la de la mayoría de los mortales.