notas de dirección por Guillermo Heras

CRÓNICAS DEL DESASOSIEGO

 

“He llegado al final de este cuento aburrido y repugnante cuyo sentido está recluido en una carcasa ajena y lumpen para el espíritu maligno de la mayoría moral”.

Sarah Kane

 

“¿Y cómo hace uno para marcharse cuando se está solo?"

 

Xavier Durringer

PRÓLOGO

El proyecto “Crónicas del desasosiego” es una idea que me llevaba dando vueltas en la cabeza desde que vengo leyendo con mantenida atención los textos dramáticos escritos por las recientes generaciones de autores europeos. Después de que en la década de los ochenta hubiera una fuerte tendencia hacia los lenguajes visuales y a los mestizajes con otras artes, lo que da como resultado una cierta exclusión del texto literario/ teatral,  la posterior etapa de los noventa nos presenta una evolución hacía un territorio de recuperación de la palabra en los escenarios, aunque ocupando lugares diferentes a las antiguas concepciones de la escritura dominante. Es a partir de mediados de los noventa cuando se empiezan a asentar esas nuevas dramaturgias a las que no son ajenos los directores de escena que se arriesgan a investigar en los caminos de las propuestas textuales más actuales. A esto no ha sido ajena nuestra dramaturgia más reciente, de ahí que muchos de los proyectos que he realizado como director en los últimos años tienen como protagonistas a nuestros autores españoles de hoy. Gracias a la proposición del Consorcio Salamanca 2002, El Astillero ha podido completar su reflexión de textos de autores españoles con otros dos autores muy significativos de esas alternativas dramatúrgicas surgidas en la última década del siglo XX. Estos autores son la inglesa Sarah Kane y el francés Xavier Durringer.  

1.-

Siempre me he preguntado. ¿Porqué se suicidan tanto los europeos?. Cuando viajas por América latina y ves las tremendas bolsas de pobreza en zonas tan diferentes como Brasil, Centroamérica, Bolivia o el Caribe, te das cuenta del privilegio que supone para la mayoría de los europeos vivir con “una calidad de vida” imposible de soñar para africanos, latinoamericanos o asiáticos (las excepciones de países confirman la regla).

Cierto que “Psicosis 4, 48” y “Ganas de matar en la punta de la lengua”, son textos complejos y que nos hablan de muchas más cosas, pero ese telón de fondo del suicidio, es un motor dominante en la definición del territorio dramaturgico de sus piezas. En Sarah Kane de un modo lírico, fuertemente influido por el teatro clásico isabelino. En Durriger, por un estilo hiperealista, casi cinematográfico, pero con claras influencias del teatro tradicional francés. Sin embargo, creo que en estas dos obras la referencia a una posible perdida de la vida es una clara referencia metafórica a “no poder vivir la vida que realmente queremos vivir”. Puede parecer una paradoja, pero mi interés por estas obras no es por el posible tema de que aparezca “un suicidio”, sino por lo latente en ambas a la hora de abordar de maneras tan distintas las desesperanzas cotidianas.

Hacer un díptico sobre ese “desasosiego”, con dos estilos de puesta en escena e interpretación diferentes, era un reto que me atraía profundamente. Sobre todo pensando en el sentido irónico que, por ejemplo, Magritte, introdujo en su famoso cuadro en el que viéndose pintada una pipa, él añade un texto escrito en el que leemos: “Esto no es una pipa”. Algo así me sugiere este proyecto, solo que aquí son los textos en los que puede aparecer el concepto mientras que es en la puesta en escena donde se intenta reflexionar sobre la polisemia del mismo.

2.-

Dos montajes para poder ser vistos en el mismo día, en horarios diferentes, pero como dos caras de la misma moneda. ¿Sería posible la vuelta a nuestros viejos fantasmas de los cines de sesión continua? Y, por supuesto, la añoranza de un “teatro de repertorio”.  

3.- Dos espacios escénicos despojados y esenciales, en equilibrio con una pantalla que jugará dramaturgicamente de manera diferente en cada una de las dos puestas en escena. En “Psicosis 4.48” como si fuera un cerebro desgarrado, escindido, casi como un vómito de imágenes semejantes a un acto de saturación de discursos de lógica lingüística. En “Ganas de matar en la punta de la lengua”, como un código hiperrealista que nos acerque a la ficción del cine en un escenario.

 

4.- Mínimos elemento icónicos, máximo protagonismo de los actores. Su fisicidad, su oralidad, su composición en un intento de que los textos no suenen a “literatura”, sino a sangre o saliva fluyendo orgánicamente. En suma, los actores como auténticos chamanes de la ceremonia escénica.  

5.- Respeto por los textos. Palabras como cuchillos, como llamadas a la comunicación con un “otro/ otra” que no aparece en el momento adecuado.  

6.-

Dos diseños de movimiento escénico muy diferenciados. No me gusta tener “estilo” como director, Me gusta pensar que cada texto dramático es una aventura específica que necesita una resolución poética concreta. Por eso en Kane aparecen las matemáticas, la geografía o la arquitectura en su desarrollo escénico, mientras que en Durringer todo es mucho más caótico, realista o “falsamente” cinematográfico.

7.- La luz como ámbito de representación de los sueños. Materia virtual que se convierte en significante cuando se pone en contacto con unos cuerpos y unos objetos en un escenario. Más allá de un diseño, la idea de un discurso específico.
8.- Trabajo en equipo, sin mitificaciones y demagogias. Búsqueda común para hacer del teatro contemporáneo un lugar de placer y compromiso más allá de formulas o clonaciones.

 

9.-

El espectador como receptor capaz de reintepretar  y transitar poéticas punzantes, en las que la soledad, la incomunicación, la frustración, el deseo de un mundo mejor, las crisis generacionales, la exclusión, la violencia o el miedo y rechazo al otro, no signifiquen un rechazo a esos textos “incómodos”, sino la constatación de la necesidad de un teatro del pensamiento como contrapunto a la globalización de una escena del mero entretenimiento.

La violencia no la inventa el teatro, está en la calle. Para mí, Durringer se adelanta a su tiempo al presentar una galería de personajes que, por diferentes situaciones y en algunos casos, podrían haber votado a Le Pen en las últimas elecciones presidenciales francesas. No sería justo preguntarnos: ¿Qué está produciéndose en los últimos tiempos en la vieja Europa con la reaparición de los pensamientos que conducen a acciones excluyentes?

En “Psicosis 4.48”, la autoviolencia extrema. La confesión de una suicida, que quizás no sea otra cosa que lo que ya expresó la propia autora en una entrevista: “Mi propia fuente de pensamiento sobre como se da la violencia soy yo misma, y de alguna forma mis personajes son yo misma”.

10.-

DEL DOLOR COMO LENGUAJE

Dolor físico y dolor psíquico diluyen sus fronteras en la creación literaria. Escribía Enrique Ocaña en un espléndido artículo aparecido en el número 521 del suplemento Babelia: “Impulsado por su afán de salvar el alma con toda una farmacopea de remedios conceptuales, el filósofo compite con el mago y el sacerdote, con el bardo y el poeta trágico, con el médico y la bruja. Así, por ejemplo, sin renunciar a curanderos o  a cultivadores del arte hipocrático, el ciudadano ateniense podía afrontar su angustia ante el dolor y la muerte en el foro de la tragedia o en la consulta al filósofo.”

Al final, y como casi siempre, el teatro como catarsis.  

EPÍLOGO.-

El recuerdo para una gran autora, Sarah Kane, que nos dejó en lo mejor de su fuerza creativa. Una autora que intuía el futuro y que se nos ha convertido en una seña de identidad del presente.

           La presencia de un autor, prácticamente desconocido en España, Xavier Durringer, cuya obra dramatúrgica debería ser vista y escuchada con absoluta normalidad en nuestras carteleras. Tanto como la de los muchos autores españoles que esperan ver sus obras encarnadas en la realidad viva de un escenario, ya que sus propuestas merecen más la pena que tantos productos de rápido consumo como inundan los circuitos de nuestro país.