Página de los Dramaturgos del Perú

La ciudad de los reyes: obra teatral de Hernando Cortés, dramaturgo peruano (texto parcial)

Hernando Cortés Piura, 1928

Bolognesi 720 Barranco
LIMA 2
Tf. 247 1793
Actor, director y autor teatral. Además de sus principales obras (cuyos estrenos figuran al pie) ha escrito Tierra o muerte (1986) (1989) y Estación Desamparados (1993). Ex-director del Teatro Universitario de San Marcos (TUSM), actualmente está dedicado a la investigación.

    Obras y año de estreno (en Lima, salvo indicación):
    • La ciudad de los reyes (1967)
    • Los conquistadores (1977)
    • El tonto que movió las montañas (1986)
    • El juego de damas del caballero (1991)

La ciudad de los reyes es una de las primeras obras peruanas que, ya a mediados de los 60, incorpora códigos brechtianos presentando escenas independientes unidas por un tema común, denuncias sociales basadas en retratos extremos de pobres y ricos, burócratas y vivos, todas con situaciones límite -desde el punto de vista moral y teatral- y ricamente escritas. De las muchas secuencias que componen este fresco social de la capital peruana, y que siguen siendo vigentes aún ahora, después de 40 años, presentamos este potente y conmovedor monólogo.
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Abuse usted de las cholas, escena de la obra La ciudad de los reyes

De Hernando Cortés


La Chola (Empujada desde bastidores) ¡No, yo no quiero! ¡Yo no quiero salir pa'juera, pues! ¡Déjame, caray! ¡Qué voy a decir yo si ni sé! ¡Pa'so diablo! ¿Voy a contar yo pues qué diablos, caracho? ¿Ah? ¿Lo que me ha pasau? ¡Lo que me ha pasau! ¡Cólera nada más que me da eso! Y después... ¡me río, caracho! A mí me han hecho una cosa bien pa' reirse. ¡Costiante lo que me han hecho a mí! ¡Palabrita, taitas! Yo le dije al niño Toño que no quería pues caracho pero él era más porfiau. Por acá me correteaba, por allá me correteaba, todito el día me correteaba. Me había de agarrar pues y la mano me jalaba de mi falda y también mi blusa me la jalaba, caracho. Me rompió un día mi vestido por la espalda. ¡Tanto que me jalaba! Que ya no, le dije pues yo; pa' qué seguir, que su "mama" se había de molestar. ¿Pero una cosa quieren que les diga? A mí me gustaba. Era bueno también pues; siempre conversaba conmigo. Me tenía mi consideración pues. A mí me gusta reírme; siempre me estoy riendo de cualquier cosa. ¡Pa' qué se va una a amargar la vida más! ¿Ah? Yo mucho me río. Pero a mí cólera me da que es que diga la señora que yo hacía chalaje. ¡Ahí no me río, caracho! Esas palabras que usan los patrones que yo no sé pa' qué sirven pues.

¡Que yo chalaje había hecho! ¡Atatau! Me da una cólera, cuando jue el niño el que quiso. Y yo le decía que no me dejaba, caracho, pero él, dale que te dale... ¡hasta que me dejé! Y después tanto me gustó la cosa, tanto me gustó, pues, que a hinchar se me empezó la panza. ¡Hincha que te hincha!, a mí me dieron unos mareos de que me jui pa' donde mi tío que tenía en Lima. Que a la señora se lo contara, me dijo. Pero a mí me daba mucha vergüenza de que me reía y de que sin reírme no podía hablar. Siempre me estoy riendo cuando tengo que hablar, caracho. Pero de coraje me armé pues y me jui pa' donde ella y se lo dije: Señora, embarazada creo que estoy yo pues, ¡Y no me reí! Me repitió que si estaba embarazada no podía seguir trabajando en su casa, que me hacía daño y que no iba a atender mis labores pues, me dijo. Que mejor me juera pa' mi tierra. ¡Eso me dio mucha risa! Ella no sabía pues que yo no puedo irme p'allá porque mi taita Floriancito también me quería agarrar. Como que no es mi taita de verdad. Cuando juera con el hijo dentro tal vez me matara y a mí me da gusto vivir, caracho. Así pues con guagua y todo, caracho. Entonces le dije: Voy a seguir trabajando hasta que vea pues, señora. Pero ella me respondió que con barriga gorda no podía seguir empleada en su casa. ¡Una rabia me dio ahí mismo que me puse toda colorada! ¡La culpa es de tu niño Toño, pues, le dije!. ¡Atatau! ¡Atataucito! Un lío se armó, y jue cuando me dijo que yo quería hacerle chalaje a ella, que me quería aprovechar, después que sabe Dios cuánto cholo había de haber abusado de mí. ¡Así dijo! ¡Abusado de mí! Desde nunca me había agarrado nadie más que el niño Toño. Se lo dije: Solamente su niño pues ha de ser el padre de la criaturita. Pero nadita. Ella dijo que yo le hacía chalaje y que si seguía con eso, me iba a llamar la "policia". Al señor Antonio entonces le conté que yo tenía un tío en Lima. Que se alegraba, me contestó, y que quería hablar con él pues. Al otro día me sacó mi tío y me llevó pa'su cuarto. Me dijo que allá me iba a quedar, que ya no iba a tener la guagua si me purgaba con unas yerbas que él tenía pues. A mí me dio mucha pena. Me empezó a entrar la pena poquito a poquito. Yo con la criatura quería cargar pues, no me importaba de nadita lo que me pudiera pasar después. ¡Achachau! Lloré, grité, patalié, hasta le pegué a mi tío pues, caracho. (Llora)

¡Y eso no jue nadita todavía. ¿Ustedes, taititas, de que lo peorcito creían que ya había pasau? ¡Todavía faltaba lo peorcito! Primero, la purga con aguas verdes, verdes, que sabían a diablos. Después, una bola negra que oriné. Después que me quedé en su casa de mi tío y con él tenía que acostarme yo pues. Y no me daba ni un realito pa' mí. Pero me pegaba juerte. ¡Me daba duro!

Siempre estaba borracho el desgraciau y borracho ahí me pegaba más. Así a mi tío yo nunca lo había visto. Hasta que un día, les digo, taititas, que me trajo p'al cuarto otro viejo como él que estaba bien borracho y quiso que yo me dejara ahí no más. Pero yo me escapé y me jui pa' donde el señor Antonio. Era el único pues que conocía en Lima, después de mi tío. Jui pa' pedirle que me prestara pa' venirme pa' mi tierra.

Me dijo que ya le había dado a mi tío y que con la plata qué había hecho pues. Y no me quiso prestar la plata de mi pasaje más que juera. Entonces le robé la plata a mi tío y me jui pa' mi tierra. Mejor pues allá aunque me fregara con mi taita, pensé yo. (Pausa) Me agarró una enfermedad juerte, juerte que botaba p'al suelo, y me puse como negra y flacucha desde arriba abajito. Llegué a casa de mi pueblo de lo peorcito y casi me muero allá. Casi me había de estirar mi pata, caracho. Allá pasé unos meses con mi taita Floriancito y cuando ya estuve mejorcita y no tenía casi nada, sólo un poco flaquita nada más, mi taita me empezó a agarrar y me tumbaba. Y al tiempo se me volvió a hinchar mi panza. ¡Caracho! ¿Otra vez lo mismo? ¡No! ¿De eso mismo? ¡Nunca, jamás! Me escapé. Me vine pa' Lima. No quería volver a purgarme, no quería perder a mi guagua. ¡No me iban a abusar de mí porque sea una pobre chola, caracho! ¡Aunque me muriese de hambre, me quedé con mi criatura!

¡Me quedé con ella! Y me voy poniendo gorda y me gusta cómo se me mueve en mi panza y las patadas que me da, de que son una caricia suave pues pa' mí. Y sé de que me encontraré con un señor que me dé trabajo. Yo sé de que me voy a encontrar. Ahora no tengo mi trabajo, pero estoy segura de que me voy a encontrar con mi buen patroncito que me quiera tener en su casa y que me pague lo que me daba el señor Antonio más que sea. Yo sé cocinar y lavo también la ropa y limpio pues la casa y también puedo pues cuidar de las guaguas de la señora. (Llanto) La gente no puede ser tan mala... no puede ser tan mala... no puede ser... (Sale llorando)



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