Página de los Dramaturgos del Perú

Entre dos luces: obra teatral de César Bravo, dramaturgo peruano (texto parcial)
César Bravo Lima, 1960

Calle Stravinski 275,
Urb. Las Camelias
San Borja, Lima 41 PERU
Tf. 2242198
celou01@yahoo.es
Egresado del TUC (Teatro de la Universidad Católica) Dirige y escribe teatro. Ha trabajado con el grupo Brequeros y con la Escuela del Arte del Espectáculo del grupo Cuatrotablas. Actualmente se dedica también a la enseñanza teatral, mientras escribe "Jordán y el dragón" y "el segundo que fue rey".

    Obras y año de estreno (en Lima, salvo indicación):
    • Hay que llenar la noche. (1993)
    • Entre dos luces. (1996)
    • A escondidas, como siempre. (1996)



ENTRE DOS LUCES
de César Bravo



ESCENA I

EL DEPARTAMENTO DE UN EDIFICIO A OSCURAS. SUENA EL TIMBRE.
H.- ¿Quién es?
E.- ¿Hernán?
H.- Sí. ¿Quién es?
E.- Soy Elizabeth, amiga de Carlos. ¿Puedo pasar? ¿Puedo pasar?
H.- La puerta está abierta.

ELIZABETH SE QUEDA EN EL UMBRAL. TODO ESTA OSCURO.

E.- ¿No hay luz? No se ve nada.
H.- Si vas a entrar, cierra la puerta; si no, te puedes ir.

SILENCIO. SE CIERRA LA PUERTA. OSCURIDAD TOTAL.

H.- ¿Estás ahí?
E.- Sí.
H.- ¡Qué valiente! Si caminas cinco pasos de frente, vas a encontrar un sillón.

PAUSA. SE ESCUCHA UN RUIDO.

H.- ¿Estás caminando de frente?
E.- Creo que sí, no sé.
H.- Retrocede y vuelve a la puerta... ahora hazlo de nuevo.
E.- Mejor prendo la --
H.- ¡No! No prendas la luz. Si quieres te puedes ir.

ELIZABETH DUDA. FINALMENTE SE DIRIGE AL SILLON.
H.- ¿Te sentaste?
E.- Sí.

SE QUEDAN CALLADOS POR UN MOMENTO.
H.- ¿Cómo te llamas?
E.- Elizabeth.
H.- ¿Eres alumna de Carlos?
E.- Sí. Bueno, fui su alumna.
H.- ¿Ya no te enseña?
E.- No, ya no.
H.- Ayer me visitó otra alumna suya, ¿sabías?
E.- Sí. Fabiola.
H.- ¿La conoces?
E.- Es mi compañera.
H.- Y ... ¿te contó que no pasó de la puerta?
E.- Sí, se fue asustada.
H.- Y tú, ¿no lo estás?
E.- Un poco.
H.- ¿Qué te dijo Carlos para que vinieras?
E.- Que tenía un amigo ... un poco "deprimido" desde hace días y si yo lo quería visitar.
H.- ¿Nada más?
E.- No. Eso es todo.
H.- Y sólo porque te dijo eso viniste?
E.- Sí, bueno, soy amiguera y como Carlos me lo pidió, yo acepté.
H.- ¿A pesar de lo que te contó tu amiga?
E.- Sí.
H.- ¿Y quieres que te crea?
E.- No entiendo.
H.- ¡Digo que si quieres que te crea! ¿No contestas?
E.- Creo que me falta el aire. (PAUSA). ¿Por qué no prendes la luz?
H.- ¿Para qué?
E.- Para conversar.
H.- Para conversar no se necesita la luz. ¿Nunca has conversado así a oscuras?
E.- No.
H.- Bueno, te invito.
E.- Es que, no te veo.
H.- Estoy frente a ti, sentado igual que tú.
E.- ¿Hay ventanas?
H.- Sí, a tu derecha. Pero la cortina está cerrada.
E.- ¿Y hace cuánto tiempo estás así?
H.- No sé, una hora creo.
E.- ¿Y por qué? ¿Ah?
H.- Por experimentar, ya me estoy acostumbrando. Y para espantar a las amigas que Carlos me manda. ¿No te gusta?
E.- No me gusta la oscuridad.
H.- Te puedes ir.
E.- No. No quiero.
H.- ¿Y se puede saber por qué no quieres?
E.- No te tengo miedo.

HERNAN SONRIE. DESPUES DE UNOS SEGUNDOS:

H.- A tu derecha hay una lámpara, puedes prenderla.

SE ENCIENDE UNA LAMPARA MUY TENUE QUE APENAS ALUMBRA A ELIZABETH.

E.- Gracias, pero igual no te veo.
H.- No importa.
E.- Me siento espiada.

H.- No te preocupes, no soy policía. O si prefieres, puedes apagar la lámpara.
E.- No. Así está bien. (PAUSA). ¿Y Carlos? No está, ¿No?
H.- No... ¿Tú no has estado con él?
E.- Sí.
H.- ¿Y te dijo que iba a venir?
E.- No, pero pensé que podía estar.
H.- No, no está. Debe estar dictando clases o en casa de sus padres.
E.- ¿Cómo lo conociste?
H.- Por intermedio de Toño, su hermano menor, fue mi compañero de estudios.
E.- ¿Y qué es de él?
H.- Se fue a Méjico con una beca.
E.- ¿Esta es tu casa?
H.- No. Es el departamento de Carlos, se lo pedí por unos días y me lo dió. ¿No te lo dijo?
E.- Ah si, si claro.
H.- Se cree mi hermano mayor. ...¿Cómo llegaste aquí?
E.- ¿Cómo?
H.- ¿Quién te dio la dirección?
E.- Carlos.
H.- ¿Carlos?
E.- Sí: ... ¡No, Fabiola!
H.- ¿Carlos o Fabiola?
E.- Fabiola. Lo que pasa es que Carlos le dijo que me la diera. ¿Por qué me lo preguntas?
H.- Pensé que si Carlos te había dado la dirección, te hubiera podido decir que era su departamento.
E.- No, me la dio Fa.
H.- ¿Estás segura?
E.- Sí.
H.- ¿Y por qué dudaste?
E.- No me acordaba.
H.- ¿No te acordabas? ... ¿Cómo llegaste aquí?
E.- ¿Te refieres a la dirección? Fa me la dio.
H.- No, me refiero a las circunstancias.
E.- Ya te lo dije: Carlos me preguntó si podía visitar a un amigo que estaba "enfermo" ... y yo le dije que sí.
H.- ¿Enfermo?
E.- Sí, deprimido.
H.- ¿Enfermo o deprimido?
E.- Los dos.
H.- ¿Y te dijo de qué estaba enfermo?
E.- No.
H.- ¿Qué más te dijo?
E.- Nada más.
H.- ¿No te dijo nada más? ¿Tú no le preguntaste nada más y viniste?
E.- Sí.
H.- No te creo. ¿Qué buscas?
E.- Nada.
H.- Estás aquí ¿por nada?
E.- Carlos me lo pidió.
H.- No creo que te haya obligado. Tú elegiste venir. ¿Por qué?.
E.- Me dio ganas, soy curiosa.
H.- ¿Qué quieres?
E.- Conversar.
H.- ¿De qué?
E.- De lo que sea.
H.- ¿Algo en especial?
E.- No.
H.- Entonces ¿De qué? Dime, pues ¿De qué?
E.- De cualquier cosa.
H.- Mientes.
E.- No tengo porqué mentir.
H.- ¡Mientes!
E.- ¡Basta por favor! No me hagas tantas preguntas. Me pones muy nerviosa. Entiende que no es fácil para nadie estar conversando con un desconocido en estas condiciones.
H.- Tú estás aquí porque quieres.
E.- ¿Por qué quieres que me vaya?
H.- ¿Por qué te quieres quedar?
E.- Porque sí, ¿entiendes? Porque sí. Porque no me quiero ir.

PAUSA.

H.- ¿Eres caprichosa?
E.- Un poco.
H.- Ya me di cuenta.
E.- ¿Por qué está todo oscuro? ¿No te da miedo?
H.- Sí, a veces tengo miedo, pero no de la oscuridad.
E.- ¿Sino?
H.- De otras cosas.
E.- ¿Cuáles?
H.- No sé. Pero no de la oscuridad. Bueno, depende de qué oscuridad hablemos.
E.- ¿Cómo es eso?
H.- La oscuridad que nos enseñaron desde niños nuestros padres, por ejemplo, es una. El cuco, ¿te acuerdas?
E.- Sí, ¿y otras?
H.- La de la noche, la de los apagones, la de los cumpleaños, la del ciego ...
E.- Y la de aquí. ¿Qué escondes?
H.- Nada.
E.- La oscuridad también sirve para esconder, para ocultar.
H.- O para aclarar.
E.- ¿Aclarar?
H.- Es muy diferente que dos personas se conozcan en la oscuridad que a plena luz. La oscuridad te permite conocerla más a fondo, mejor. La voz se convierte en el único medio de comunicación y, como tal, revela tus pensamientos, tus emociones y tus deseos. Todo se trasluce sin humo ni telarañas. Más preciso, más claro.
E.- ¿Por eso esta oscuridad? ¿Para conocernos mejor?
H.- Sí, también. La oscuridad no es mala, lo que pasa es que no estamos acostumbrados a ella. Si fuera algo más cotidiana, no tendríamos miedo y tú no harías tantas preguntas. La oscuridad, es un enorme recipiente que se puede llenar y vaciar de lo que quieras. La oscuridad no es dueña de nada. Los pensamientos, las palabras y el miedo son tuyos, no de la oscuridad. La oscuridad al final de todo, sólo es lo que uno quiere que sea.
E.- Nunca lo había pensado así.
H.- ¿Tú has tenido algún encuentro particular con la oscuridad?
E.- ¿Encuentro particular?
H.- Alguna experiencia.
E.- Aparte de ésta, no. No que yo recuerde.
H.- Claro, no es muy común.
E.- ¿Y tú, sí?
H.- No, tampoco.
E.- Ahora que recuerdo, sí, una vez, cuando era niña. Cuando jugaba a las escondidas en mi casa, yo me escondía en el ropero de mi cuarto. Recuerdo que todo estaba oscuro y no me asustaba, más bien, me gustaba estar allí, así a oscuras. Una vez, me quedé dormida y mis amiguitos, como no me encontraron, se fueron. Como a las once de la noche, mi papá, preocupadísimo, me encontró. Me hizo un escándalo. Bueno, el escándalo ya estaba hecho. Había llamado por teléfono a todo el mundo preguntando por mí. Hasta el Director del colegio al otro día me preguntó qué me había pasado.
H.- ¿En qué colegio estudiaste?
E.- En el San Carlos.
H.- (PARA SI) Pequeño burgués. ¿Qué edad tienes?
E.- Veintiuno. ¿Y tú?
H.- Veintidós.
E.- ¿Y en qué colegio estudiaste?
H.- En el 1136.
E.- Ah... ¿Qué signo eres?
H.- Piña. ¿Tú?
E.- Cáncer, sin remedio. ¿Cuándo es tu cumpleaños?
H.- ¿Sabes de signos?
E.- Un poco.
H.- En abril.
E.- Aries: elemento = fuego, color = rojo.
H.- ¿Qué signo eres tú?
E.- Escorpio, de noviembre. A los Aries les recomiendan profesiones afines al arte o, si no, carreras militares.
H.- ¿De dónde aprendiste?
E.- De mi madre, tiene libros. Primero empezó por consultar "La Interpretación de los Sueños" y después, pasó a comprarse todos lo que pudo: "El Horóscopo por Años", "Las Profecías de Nostradamus", "El Horóscopo Chino". Creo que ahora último está leyendo algo sobre gnosis. Yo empecé con los sueños pero sólo llegué hasta el horóscopo.
H.- ¿Y qué dice el horóscopo del "escorpión"?
E.- No es tan venenoso como creen. Pero mejor averígualo tú. Toda la gente hace la misma referencia. No es que me moleste, pero sí me llega a incomodar porque es un estereotipo.
H.- ¿Quién es toda la gente?
E.- Mis amigos de la casa, de la universidad.
H.- ¿En qué ciclo estás?
E.- Quinto.
H.- ¿Y no te quieres dedicar a la Astrología?
E.- Qué agudo eres, más que el escorpión. (PAUSA) ¿Tú a qué te dedicas?
H.- Estudio en la universidad.
E.- ¿Cuál?
H.- La Nacional.
E.- ¿En qué programa?
H.- Letras.
E.- ¿Y en que año estás?
H.- Segundo.
E.- El mes pasado hubo disturbios y murió un estudiante, ¿no?
H.- Sí.
E.- En mi universidad hicimos una marcha de silencio, protestando por la represión policial; y estamos organizando, con la ayuda de algunos grupos de teatro, un pasacalle en favor de la paz.
H.- ¿Gandhi? ¿La no violencia?
E.- ¿Tú estabas ahí?
H.- ¿Dónde?
E.- En los disturbios.
H.- No.
E.- ¿Y dónde estabas?
H.- Aquí.
E.- ¿Y qué hacías aquí?
H.- Estudiando.
E.- ¿Tenías examen?
H.- Sí.
E.- ¿De qué?
(SILENCIO)
E.- ¿Conocías al chico que murió?
H.- No.
E.- Era de Letras.
H.- Somos tantos.
E.- Dicen que era terrorista.
H.- ¿Terrorista?
E.- ¿No lo era?
H.- ¿Qué es ser un terrorista?
E.- No sé, ... Sendero, Túpac Amaru. ...No sé.
H.- No, no era.
E.- ¿Lo conocías? Se apellidaba Barrientos, una amiga lo conocía ... ¿Te sientes mal?
H.- ¿Por qué?
E.- Como te quedaste callado.
H.- Prefiero hablar de otras cosas. Estoy cansado de ese tema.
E.- ¿Era tu amigo?
H.- No necesariamente.
E.- ¿Entonces?
H.- Hicimos un curso juntos.
E.- ¿Y cómo era él?
H.- ¿Qué intentas?
E.- Nada, sólo que soy un poco curiosa y tú eres demasiado sospechoso.
H.- ¿Sospechoso? ¿De qué?
E.- De todo.
H.- Lo que pasa es que tú eres demasiado entrometida.
E.- Entonces, ¿no me quieres contar?
H.- ¡Contar qué?
E.- De tu Universidad, de Barrientos.
H.- ¡No! (PAUSA)
E.- ¿Estás comprometido con algún partido?
H.- ¿Cómo?
E.- Si estás comprometido con algún partido.
H.- Si te dijera que sí, ¿qué pasaría?
E.- Nada, solo que nunca he hablado con un subversivo.
H.- ¡Subversivo?!
E.- ¿No eres subversivo?
H.- No, pero, si te interesa saberlo, quisiera, quisiera serlo.
E.- ¡¿Por qué?!
H.- No tengo otra opción.
E.- No te entiendo.
H.- Ahora se trata de elegir donde morir, nada más, y yo prefiero morir del otro lado. Eso es todo.
E.- No creo que elegir dónde morir tenga que ser la única alternativa.
H.- ¿Cuál otra hay? Dime.
E.- No sé, pero no me parece.
H.- ¿No sabes o no quieres saber? No hay otra salida. Ahora sólo se trata de elegir de qué lado quieres morir, nada más.
E.- ¿Lo dices por Barrientos?
H.- No. Sí, también. Yo hubiera podido ser él, ¿entiendes? y morir sin haber elegido. Pero estoy vivo y -----.
E.- Tú estabas allí, ¿verdad?
H.- ¿Dónde?
E.- En la Universidad. Ese día.
H.- No, no estuve.
E.- ¿No me lo puedes contar?
H.- ¿Por qué crees eso?
E.- Porque te ocultas.
H.- ¿A qué te refieres?
E.- A la oscuridad... ¿Está en peligro tu vida si me lo cuentas?
H.- En absoluto.
E.- ¿Entonces por qué no me lo quieres contar?
H.- ¿Contar qué?
E.- Que estuviste allí.
H.- Yo no estuve allí.
E.- ¿Por qué lo niegas?
H.- Yo no niego nada. Yo no estuve allí. ¿Entiendes? ¡Yo no estuve allí!
E.- Sí, estuviste. Carlos me lo dijo.
(PAUSA)
H.- Lo sabías.
E.- Sí.
H.- ¿Y por qué no me lo dijiste?
E.- ¿Para qué?
H.- ¿Qué más te dijo?
E.- Nada más.
H.- Estás mintiendo.
E.- No.
H.- ¿Y por qué me lo ocultaste?
E.- Prefería que tú me lo dijeras.
H.- Yo no lo prefería.
E.- ¿Te puedo preguntar ahora, por qué la luz apagada?
H.- Porque me olvidé de prenderla... Lo que pasa es que ayer estaba escuchando música en la tarde y se hizo de noche, entonces llegó tu amiga y lo encontró todo a oscuras.
E.- ¿Y hoy día?
H.- Lo utilicé. No quería visitas.
E.- Ya comprendo. Dime, ¿ahora ya la puedo prender?
H.- ¿Para qué? Así está bien.
E.- Como quieras, total ya me acostumbré. ¿Me vas a contar qué te pasó en la universidad? ... (SILENCIO) ¿Te llevaron a la Dincote?
H.- No.
E.- ¿Entonces? ¿A la morgue?
H.- Al hospital.
E.- ¿Te hirieron?.
H.- Sí.
E.- ¿Dónde?
H.- En el pecho, pero fueron perdigones.
E.- ¿Cómo así? ¿Qué pasó?
H.- Saliendo de clases.
E.- No lo sabía.
H.- Mira, prefiero hablar de otras cosas.
E.- No, por favor: cuéntame.
H.- No tengo ganas. No insistas.
E.- Pero es que, ¿se lo has contado a alguien?
H.- No.
E.- Entonces tal vez te pueda ayudar o te pueda servir contárselo a alguien, ... ¿No me lo quieres contar a mí? Desconfías, claro, es natural, no me conoces. Pero quiero decirte que ... No, nada. ¿Carlos alguna vez te habló de mí?
H.- No.
E.- ¿Y de Fabiola?
H.- Sí.
E.- No me vas a contar, ¿verdad? Hubiera sido bueno contarnos más cosas. Digo, para compartir, para conocernos; pero no puedo insistir. Me imagino que ha debido ser doloroso para ti ---

(SUENA EL TELÉFONO)
E.- ¿No vas a contestar?
H.- ¿Aló? Sí. Ahí. Ya. Yo bien. Está bien. Chao.

(HERNÁN CUELGA)
E.- ¿Quién era?
H.- Carlos.
E.- ¿Carlos! ... ¿Y qué dice?
H.- En una hora viene.
E.- Me voy.
H.- ¿Tan pronto?
E.- Tengo que hacer.
H.- Quédate.
E.- ¿Qué?
H.- Quédate.
E.- No tengo mucho tiempo.
H.- A nadie se lo he contado.
E.- ¿Entonces?
H.- Fue el quince de abril. Era jueves por la mañana. Salíamos de clases y ... afuera había una revuelta.
E.- ¿Y?
H.- Salía de clases y ... No, en realidad, el profesor suspendió la clase porque la situación se había puesto grave. Nosotros no sabíamos nada. En un principio, cuando se empezó a escuchar gritos y sirenas, hicimos una pausa y luego continuamos. Casi siempre sucedía y ya estábamos acostumbrados. Pero esta vez al profesor se le vio más preocupado. Y, como nunca, los ruidos de la calle se sintieron más cercanos. De repente, abruptamente, el profesor abrió la puerta de par en par y a gritos nos dijo que saliéramos rápido, de inmediato, sin pensarlo dos veces todos salieron como pudieron. Parecía temblor, terremoto. Yo no sabía lo que pasaba, pero parecía temblor: tuve esa sensación. El profesor seguía gritándonos, rojo, desesperado: "¡Salgan! ¡Salgan!", y entonces recién reaccioné. Salí a empujones del pabellón, y en el patio me encontré con una mancha de alumnos que corrían desesperados hacia la puerta de atrás. No entendí nada, me encontraba en medio de una tormenta sin saber si lo que me estaba pasando era realidad. Me apoyé contra la pared, empecé a sudar. ¿La realidad? La realidad era que la policía había tomado la entrada principal de la universidad y que sólo quedaba el portón de atrás para escapar. Y yo estaba allí en medio de todo, sin saber qué hacer. Pero no había tiempo para pensar. Entonces corrí asustado y me uní a los demás. Pero, en el camino, se unieron más alumnos y más y más, hasta que la estampida fue inevitable y el pánico nos atrapó. Entonces, ya sólo fuimos como animales huyendo del terror. Con un mismo jadeo, con una misma respiración, con el corazón en la boca, los oídos tapados, la mirada perdida. Eramos tantos que entre nosotros mismos nos tropezábamos. El que caía no se levantaba jamás, otros mil lo pisaban. Hasta que por fin llegamos al portón de atrás. Pero, la policía ya nos había ganado, nos estaban esperando. Al instante, nos vimos rodeados de bombas lacrimógenas y disparos al aire. Era el infierno. Yo nunca antes había estado en una situación así, entre lacrimógenas y disparos, con el sudor en la cara, fuera de mí, frente al enemigo, de pie. Era ..., no sé, demasiado para mí. De pronto, escucho voces que nos empiezan a agitar, volteo la mirada y veo a algunos compañeros agarrando piedras y otros devolviendo las lacrimógenas.
Todo era una confusión, no se podía ni respirar, estábamos en tinieblas. En eso, se nos viene encima una tropa de "halcones" y, sobre la marcha, empezamos a retroceder a toda velocidad.
De inmediato, escucho muy fuerte: "¡Cuidado!", y veo sobre mi cabeza volar dos molotov que se fueron a estrellar contra un tombo. Se prendió en fuego y empezó a gritar. Entonces, más fuerte que nunca, escuché: "¡Corran! ¡Corran!", y empecé a correr. Al segundo, sentí disparos seguidos y un golpe seco contra el suelo. Era Barrientos, después lo reconocí por su chompa. Por verlo, tropiezo y caigo al suelo, me estoy levantando y como si alguien me dijera "no te levantes", "no voltees", alzo la mirada y veo a un tombo apuntándome. Llego a mirarle a los ojos, casi se sorprende, pero igual disparó... Decidió muy rápido, para eso lo entrenaron. Y no recuerdo más, allí todo acabó para mí.
Mis viejos me sacaron del "Dos de Mayo" a los dos días y después me vine para acá. Dicen que me desmayé por el impacto y que estuve inconsciente en el hospital. Yo no me acuerdo. Lo único que recuerdo es la cara del policía y su mirada.
E.- ¡Qué terrible! ... ¿Ya estás mejor?
H.- Sí. No sé. Tal vez peor.
E.- ¿Por qué?
H.- Ahora todo es diferente. Puedo estar mejor en un sentido y peor en otro, depende cómo se vea. Pero de algo estoy seguro, y es que ese tipo que disparó es y será un perro toda su vida, nada más. Solo un perro, un perro guardián. Por eso me da lástima.
E.- Suena cruel.
H.- Pero es verdad.
E.- ¿Y por qué un perro? Ya he escuchado ese término, pero no lo tengo claro.
H.- Por el collar, eso es todo. O el uniforme, que es lo mismo. Se lo puso su dueño, ¿entiendes? No es de él, es de su dueño.
E.- ¿Y quién es su dueño?
H.- ¿No lo sabes?
E.- No.
H.- Su dueño son los dueños de este país. Los que lo alimentan, los que lo crían y lo tienen en la puerta de su casa, entrenados, adiestrados, dispuestos a atacar: para matar o morir. Claro, defendiendo a su dueño, que por supuesto le inculcó fidelidad y lealtad, con mentiras tan grandes como Patria, Dios y Libertad. Los hay por montón, ¿no te has dado cuenta? Algunos consiguen medallas o condecoraciones, otros se conforman con los beneficios que les acarrea ser un buen perro guardián; los más con el alimento se complacen. ¿Tú nunca has tenido un perro?
E.- No eres subversivo, pero pareces.
H.- ¿Por qué? Porque sólo digo que ese infeliz defiende lo que no es suyo, que defiende otros intereses, o porque no creo en lo que nos enseñaron como Patria, Dios y Libertad. No es necesario ser subversivo para darse cuenta de que todo eso no le pertenece. Sólo tienes que ver cuál es el orden de las cosas y ya.
E.- ¿Orden de las cosas? ... ¿Y desde cuándo piensas así?
H.- Hace dos años, creo.
E.- ¿Y desde cuándo quieres ser subversivo?
H.- Ah, ya sé por dónde quieres ir. Me quieres decir que sólo porque me hirieron ya me quiero volver un subversivo. Bueno, no lo puedo negar, es verdad. Porque esto que me sucedió, me ha ayudado a entender muchas cosas que antes no entendía o subestimaba. Pero, ésta es mi experiencia, no lo puedo negar, y ya no puedo hablar sino antes o después de ella. Es mi caso, no otro. Si otros optan igual que yo, tendrán sus razones. A mí me costó lo que me costó. A otros, no sé. A ti de repente no te cuesta nada. ¿O sí? ... ¿Tú eres subversiva?
E.- No.
H.- Lo dices defensivamente. ¿Cuál es tu opción?
E.- Bueno, me voy.
H.- ¿No vas a responder?
E.- Otro día, me tengo que ir.
H.- ¿Tienes vergüenza?
E.- En absoluto.
H.- ¿Cuál es tu opción?
E.- Soy de Izquierda.
H.- Lo suponía.
E.- ¿Por qué?
H.- Por tu colegio, tu universidad, Sociología, es lógico.
E.- No se puede generalizar.
H.- A veces sí.
E.- No lo creo. Chao Hernán.
H.- ¿Escuchas "La Nueva Trova"? ... ¿Callas?
E.- Sí. Si escucho la Nueva Trova, ¿Por qué?
H.- Por nada.
E.- No. ¿Por qué?
H.- No tengo deseos de discutir.
E.- ¿Sabes discutir? ¿De política?
H.- Contigo sería desperdiciar mi tiempo.
E.- ¿Tan seguro estás?
H.- Por supuesto.
E.- ¿Y si yo te lo propongo?
H.- No llegaríamos a ninguna parte.
E.- Quién sabe... ¿Qué opinas de Sendero?
H.- Es el Partido Comunista del Perú.
E.- ¿Y Túpac Amaru?
H.- Un Movimiento burgués bien intencionado, que quiere hacer la Revolución Cubana aquí.
E.- ¿Y Sendero?
H.- La Revolución en el Perú.
E.- ¡Cómo! ¿Matando gente inocente? ¿Sembrando terror en la población?
H.- La revolución se hace con las armas en la mano y no como otros creen.
E.- ¿Quiénes "otros"?
H.- Izquierda Unida, por ejemplo.
E.- Lo dices porque no creen en la muerte como método de ---
H.- Siempre hubo y habrá muertos en la historia, sino no habría nada nuevo.
E.- ¡Qué! ¿Más muerte?
H.- ¿Cómo crees que llegaste aquí?
E.- Matando gente inocente, no.
H.- Mira, para que tú estés aquí, ahora, ha habido gente inocente que ha muerto y seguirá muriendo porque así es la historia, no hay más.
E.- ¿De qué historia hablas?
H.- De la historia de la humanidad, de la historia del Perú, de esta historia que estamos haciendo tú y yo.
E.- En mi historia no le quito la vida a nadie que yo sepa.
H.- ¿Estás segura? ... ¿Tienes empleada en tu casa?
E.- Sí.
H.- Y tú crees que vive para ella o muere para ti.
E.- Ella trabaja y vive para ella.
H.- No creo. Porque tú pones las condiciones, las condiciones de vida o muerte.
E.- Estás loco, no tiene nada que ver. Además, nunca será una asesina.
H.- Sí, claro. Y mientras tanto que viva la Paz, tu empleada y la no violencia.
E.- No. Mejor que viva Sendero.
H.- Sí, y viva la democracia también.
E.- Por supuesto. Las dictaduras son para los ...
H.- No sabes lo que dices.
E.- ¿Y tú sí?
H.- ¿Sabes qué es esta democracia?
E.- No.
H.- Lo suponía. ¿Por qué crees que gente como tú estudia en ese colegio y no en otro? ¿Por qué crees que están en esa universidad y no en otra? ¿Por democracia? ¿Eres ingenua o me quieres engañar?
E.- ¿Qué "gente como yo"?
H.- Los burgueses, la pequeña burguesía y los acomodados. Esta es su dictadura, no te hagas la ingenua.
Sabes perfectamente que ésta es su dictadura. Si no, no vivirías como vives.
E.- Estás completamente loco.
H.- Sí claro, estoy completamente loco y tú perfectamente cuerda. Prefiero estar loco a estar como tú.
E.- ¿Cómo "como tú"? Si tú eres igual que yo.
H.- Nunca.
E.- No lo niegues. Es verdad, somos iguales.
H.- No es verdad.
E.- A mí me parece que sólo porque te hirieron vienes a dártela ahora de revolucionario. Y si no te hubiera pasado nada, ¿qué serías? ... ¿Ves? Somos iguales.
H.- Nunca seré un burgués decadente.
E.- ¿A qué llamas burgués decadente?
H.- A ti, por ejemplo.
E.- ¿Y se puede saber por qué?
H.- Sí, es muy fácil. Porque se la pasan hablando de la revolución en democracia en sus fiestas de los sábados, entre vinos y tronchos, y nunca hacen ni harán nada, porque en el fondo sólo son unos cobardes arrecostados en sus comodidades, que sólo defienden y defenderán su pellejo.
E.- ¿Y tú como sabes que yo voy los sábados a fiestas? ¿Acaso me conoces?
H.- Por supuesto. Te conozco de sobra.
E.- Y si así fuera, ¿qué? ¿Tú no vas a fiestas los sábados?
H.- No.
E.- No te hagas: bien que lo haces y lo quieres negar.
H.- No soy como tú.
E.- ¿Por qué? ¿no te gustan las fiestas? ¿No te gusta el licor, la música, las mujeres?
H.- No, no me gusta.
E.- ¿No te gustan las mujeres?
H.- No.
E.- ¿No te gusto?
H.- No me vas a engañar con tu cara bonita.
E.- Lo que pasa es que no lo quieres reconocer porque saldrías perdiendo.
H.- No tengo nada que perder.
E.- Claro que sí. Si aceptaras que te gusta, perderían tú y tu Partido Comunista y se descubrirían todos sus resentimientos.
H.- ¿Qué resentimientos?
E.- Sus resentimientos de no poder hacer lo que quieren hacer y de no tener lo que quisieran tener. Lo sabes y no lo puedes negar, ¿verdad? ¿O no los tienes?
H.- Sí, los tengo. Porque gente como tú gobierna este país y se quiere adueñar de su destino con palabras tan bonitas como Democracia y Libertad, a costa del trabajo "honrado y digno" que le dan a sus empleados; mientras toman su Coca Cola helada en las playas del sur, porque en la Costa Verde hay muchos cholos. Por eso mi resentimiento, porque tú tienes todo lo que quieres y los demás lo mendigamos. Porque las posibilidades, las relaciones y las invitaciones ya tienen dueño. A mí no me vas a engañar con tus posturas de progresista dando vivas a la izquierda.
E.- Me parece tan infantil lo que dices.
H.- Tal vez lo sea, pero eso no te salva para reconocerte como una -- Ahora vete, quiero estar solo.
E.- Claro, ahora tú mandas, ¿no? ¿Qué más te queda, pues? Cuando ya no quieres o no puedes más, sale a relucir tu prepotencia, los métodos de "tu revolución". ¿Esas son las virtudes de tu Partido?
H.- Vete, ¿quieres?
E.- Sí, ya me voy. No soporto a la gente como tú, me asfixia con sus complejos, sus resentimientos, sus frustraciones, con sus tontos juegos de niños. Fue muy divertido, ¿sabes?.
H.- Lárgate.
E.- Acomplejado.
H.- ¡Lárgate!
E.- ¡Imbécil!

ELIZABETH SE DIRIGE A LA PUERTA, LA ABRE Y EN UN ARREBATO PRENDE LA LUZ. AL VOLTEAR SUFRE UN IMPACTO, DESCUBRE SENTADO A HERNAN CON UNA VENDA EN LOS OJOS, QUE CONTIENE PEQUEÑAS MANCHAS DE SANGRE Y QUE DEPRIMEN SU FIGURA DE ESTUDIANTE. ELIZABETH SE CHORREA POR EL MARCO DE LA PUERTA Y QUEDA SENTADA EN EL SUELO.
H.- ¿Elizabeth?
E.- Perdóname.
H.- ¡¿Qué?!
E.- Perdóname por favor.
H.- No te entiendo. ¿Qué pasa?
E.- Escucha. (ELIZABETH PRENDE UN TOCACASSETTE PEQUEÑO Y SE ESCUCHA LA CONVERSACIÓN QUE TUVIERON)
H.- ¿Eres periodista? ¡Una miserable periodista! ¿Con qué derecho? ¡¿Con qué derecho vienes a meterte en mi vida?! ¿Cuáles son tus cochinos intereses? ¿No les bastó con todo el circo que le hicieron a Barrientos? ¿Cuántas revistas más han vendido? ¿Cuántas piensas vender con mi historia?
E.- ¡No! ¡No! Era para un trabajo en la universidad.
H.- ¿Trabajo en la universidad?
E.- Sí, para una investigación.
H.- ¿Y en qué consiste tu investigación? ¿En venir aquí a joderme? ¡Cínica! Dime, ¿en qué revista trabajas? ¿O eres policía? ¡Lárgate, basura! ¡Lárgate!
E.- Escúchame --
H.- ¡¡Lárgate!!
(ELIZABETH LE DEJA EL CASSETTE EN EL SUELO)
E.- Ya no lo necesito.
SE EMPIEZA A IR. AL LLEGAR A LA PUERTA, DECIDE QUEDARSE CERRANDO LA PUERTA POR DENTRO. HERNAN SE TIRA AL SUELO Y BUSCA DESESPERADO EL CASSETTE. NO LO ENCUENTRA Y LLORA INDIGNADO, DE RABIA. SE QUEDA ARRODILLADO Y SE ABANDONA EN LA SOLEDAD TOTAL DE SU OSCURIDAD. ELIZABETH SE LE ACERCA EN SILENCIO Y LE ENTREGA EL CASSETTE EN LA MANO. EMPIEZA A IRSE.
E.- No soy periodista... ¿Me crees?
(PAUSA)
E.- ¿Te puedo ayudar en algo?
H.- Tu sentimentalismo burgués sale a flote. Mejor, vete. Puede ser un buen trabajo, ¿no crees?
E.- (DESDE LA PUERTA) No sé. (SE VA)
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