Historias para destapar el excusado

 






 

Matar o no matar, el dilema

Roberto Remes

Me encuentro en una profunda crisis porque no sé qué hacer con Victoria, la tenía secuestrada pero ya la liberé, sólo que la liberé muy enferma, tosiendo, con calentura, con la blusa medio rota porque antes de liberarla se la arranqué y hasta le anduve tentando los pezones, y ella ni podía hablar, medio lloraba pero estaba afónica, Déjeme, déjeme era lo único que decía, pero casi ni se le escuchaba, y como ya estaba muy débil, por más que intentaba taparse le era imposible porque las manos que trataban sobarla eran más fuertes, hasta que luego llegó el momento de meterla amarrada a la cajuela de un coche, de allí pasarla al asiento de atrás, y finalmente dejarla en un paraje abandonado en Milpa Alta, para que después caminara entre la lluvia en busca de ayuda, pero ya al borde de una neumonía. Ahora, la duda que tengo es que no sé si matarla o no, al hospital va a ir a dar al rato que hable con su mamá y le diga que ya está libre, su mamá la recogerá por allá y con la fiebre que tenga en la noche tendrá que llevarla a alguna clínica, pero no podrá resistir mucho tiempo en el nosocomio, pues las neumonías son así, o se muere quien la padece o se va para su casa aunque los cuidados se mantengan, a no ser que tuviera SIDA, pero no es el caso de Vicky, así que sigo con la duda de si matarla o no. Es que si la mato luego la gente me va a reclamar, me va a decir que cómo es posible, que qué insensible soy, que si ya hice que su familia pagara quinientos mil pesos por el rescate por qué salgo ahora con que Victoria se muere, pero esas personas no se darán cuenta de que si no la mato me va a estorbar luego, a ver, ni modo que regrese con su marido así toda manoseada, sin una oreja, después de dos meses de encierro, después de dormir en el piso todo ese tiempo, sin hablar con nadie, recibiendo sólo los gritos de dos verdugos que yo le puse a un lado, y luego que su marido es un pinche avaro que no quiso poner más que diez mil pesos para el rescate, y miren que le dolieron los diez mil pesos como si a él le hubieran arrancado la oreja, yo no sé cómo hay gente así. Por cierto, otro que tampoco estuvo muy a la altura fue el papá de Victoria, ese caón, de plano, le dijo a la mamá, de quien se está divorciando, que no estaba dispuesto a que vendieran la casa para pagar el rescate, aquí aclaro que la casa y el hermano menor de Victoria eran los principales problemas para firmar el divorcio, y hasta le echó en cara A mí se me hace que todo este cuento del secuestro es invento tuyo para quedarte con la lana de la casa, pero cuando le mandé la oreja ya no pensó lo mismo y se mordió la lengua, pero eso sí, no pidió disculpas. La que estuvo de lujo fue la mamá de la muchacha, esa sí que mis respetos, vendió hasta la última aguja que tenía para conseguir lana, y como todavía le faltaba, pues le rompió el corazón a un doctorcito que andaba por ahí sin ningún motivo para vivir, y zas, que el huerco da la lana pa'pagar el rescate.

Ahora bien, volviendo al tema de si la mato o no la mato, me preocupa que si la mato luego resulte un absurdo toda la faramalla esa de conseguir la lana pa'el rescate, y que me salgan con que me saqué de la manga la muerte de Victoria, que no manche, y que todo iba bien hasta que la maté, pero yo insisto que si no la mato entonces voy a tener problemas con el personaje, porque la pinche Vicky me va a estar haciendo mal tercio cuando los protagonistas tengan que enamorarse.

No se crean, la verdad es que esto de ser escritor tiene sus complicaciones, uno no puede actuar con la frialdad de un asesino y decir, órale, se muere mi Vicky, no, tiene uno que meditar los pros y los contras de matar a la caraja esa, y mientras uno va construyendo los escenarios de si la mato o no la mato, van surgiendo nuevas ideas sobre el desenvolvimiento de los acontecimientos, a quién tendría yo que matar después, o a quién mando al hospital, a quién violo, a quién asalto, etcétera. Eso sí, yo siempre lo he dicho, un escritor es un desquiciado impune, que lo mismo mata que viola, hace pasar hambres, roba, secuestra, lastima, hace llorar, y ni quién lo meta a uno al bote o lo mande a terapias. Una vez, por ejemplo, mientras una chava estaba poniéndole con su novio en el Ajusco, la dibujé yo tan buena que se me antojó, y que la violo tres veces, una incluso contra natura, y la pobre hasta sangraba cuando se metió a bañar, y ni ponía atención a las clases, ni pelaba a su mamá, ni se concentraba en nada. Otra vez, recuerdo, y en septiembre les platicaré eso con más calma, maté a uno de mis vecinos después de que le dio por reproducir el grito de independencia, pero en vez de balcón fue la ventana de su departamento, y en vez de huestes había una bola de borrachos que habían sido invitados a una fiesta tres o cuatro días antes del aniversario de la independencia de México, y en vez de coger gachupines, el caón andaba despertando a sus vecinos a las dos de la mañana. Entonces no me quedó más remedio que prender la computadora y matarlo, pero esa es otra historia, como dice la nana Goya, que un día de estos la voy a arrojar a un barranco porque ya me está fastidiando la gorda esa, y eso también es otra historia.

Pero bueno, les decía que voy dibujando los escenarios alternativos a la idea de matar a Victoria, pero lo único que se me ocurre es que si no la mate la mande a un hospital psiquiátrico, al menos un par de años, y durante ese lapso puede que no me estorbe, pero luego qué, cuando termine de hacer el relato me van a decir que por qué fregados torturé tanto a Vicky si después la mandé a una clínica, entonces la historia ya no alcanzaría a cerrar. Además, si mando a Vicky al psiquiátrico su mamá se va a desgastar mucho y yo necesito que se concentre sólo en un hospital y no en dos, aclaro que el otro hospital es a donde probablemente envíe al doctorcito, después de que le llegue a la mamá de Vicky, por supuesto. A ver, o alguno de ustedes piensa que la señora podría partirse en dos, visitando a su hija en el hospital que está en la carretera a Pachuca, y visitando a su galán, que lo voy a mandar al Ángeles del Pedregal. Antes de continuar, les recuerdo que cuando una familia no consigue la lana pa'pagar el rescate de una persona secuestrada tiene que vender hasta los coches, entonces si la mamá de Vicky no tiene coche cómo va a irse casi hasta Pachuca un día, y al Pedregal otro día, qué lata, tomar un camión en Indios Verdes o en los Cien Metros, y luego decirle al chofer Aquí déjeme, en el psiquiátrico, el otro tipo la va a ver medio gacho y ella se va a debilitar más y luego no va a tener ganas de visitar a su galán en el Ángeles, y además, a qué hora trabaja, eh, a qué hora trabaja, díganme. Por eso es mejor que la mate, pero les juro que me preocupa que me reprochen que la historia no tiene sentido si la mato, que rompo con toda la heroicidad que traía después de que la mamá de Vicky se ligó al doctor y logró que aflojara la lana. No sé, yo voy a seguir pensando, ya después se enterarán, quizá por el periódico, si la maté o no la maté.

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