Si tu espacio no es maravilloso

Por Roberto Remes

Soñé que vivía en un departamento más grande, quizá el doble de grande que mi departamento actual, pero lo más chistoso es que soñé que había una habitación muy grande que yo olvidé por completo y que tenía todas las dimensiones y condiciones para volverse mi despacho. Se hallaba a la entrada y luego había que bajar unas escaleras para llegar a la estancia y el despacho que había tenido hasta entonces. Sin embargo ese cuarto había permanecido ignoto para mí desde hacía más de un año, pero no desde que lo adquirí. Cuando me mudé se llenó de cajas que nunca desempaqué, y hasta tenía unos sacos de los cuales ya no me acordaba. Había un baño que nunca usé y un rincón en el que no estuvo mi escritorio pero debió haber estado.

Al despertar me dio mucha risa el recuerdo de mi sueño. Al levantarme, me causó una feliz sorpresa. Me di cuenta de que amo mi espacio; de que sus dimensiones, sin ser tan grandes como los de mi sueño, son las que necesito para mi vida actual y para sueños tan grandes, en los que los apartamentos son enormes, los niños corren y las cuentas de cheques tienen fondos ilimitados.

Me encanta mi espacio. Soy yo. Es mi trinchera. Aquí escribo. Aquí pasa el tiempo. Aquí espero mi otra vida.

 

 


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