Señorita Nada
Por Roberto Remes
Lo primero que hicimos fue definir los requisitos del concurso antes de hacer pública la convocatoria: ser menor que el infinito y tener cuando menos nada de edad, pero eso sí, ser mujer y presentarse voluntariamente. Los jurados para cada etapa fueron elegidos al azar, y en caso de duda, de manera arbitraria.
El certamen tuvo una respuesta ligeramente superior a la que esperábamos. La participante más vieja tenía 69 años y la más joven siete, aunque nosotros preveíamos que habría varias entre cuatro y seis años. La más pesada sobrepasaba los cien kilogramos, y la niña de siete apenas pesaba 25. Había rubias, asiáticas, latinas, negras y pelirrojas. La más baja fue una niña de 10 años, gordita, que estaría unos tres o cuatro centímetros por debajo de la de siete. Las había planas y bustonas, nalgonas y no agraciadas, feas y bonitas, profesionistas, estudiantes y pensionadas. Antipáticas y simpáticas, engreídas y humildes, sabias e ignorantes, con voz melódica o desafinadas. Es decir, había de todo.
Los jurados sólo tenían una consigna, votar por quien quisieran votar sin tener como base ningún criterio específico, acaso aquél que les viniera en gana. Hubo más de treinta jurados para cada etapa de la eliminatoria: a nivel de barrio, de poblado, de municipio, de estado y finalmente el desenlace nacional. En algunos estados hubo más de 500 jurados porque muchos familiares, amantes y amigos de las concursantes pidieron participar como jurados y como el único requisito era que votaran por quien quisieran votar se les dieron tarjetas de votación.
Hubo quienes dieron prioridad a la belleza, otros a la esbeltez, otros a la fealdad, a la estatura, a la simpatía, al color de la piel, a la voz, a la gordura, a la antipatía, a la inteligencia, a la profesión, etc. Eso no importaba en realidad. Lo fundamental era que tuviéramos nuestra Señorita Nada. Y lo logramos, porque la Señorita Nada 2001 fue tan nada como cualquiera, espejo de las que son como son y como quieren ser. Ostentará la corona por un año y el próximo la entregará a quien la suceda en el trono, seguramente a una mujer tan distinta de ella que se parecerán en que ambas sean maravillosamente Nada.
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