TEMA XI

 

M A R I A

 

EL ITINERARIO MARIANO. (Proceso de la comprensión del Misterio Mariano).

 

+ Son 3 etapas. No son etapas cronológicas, sino lógicas.

 

— a).- Etapa en que se veía a María igual a nosotros.

 

+ Esto sucede en los primeros días del cristianismo. Se le conoce por “Madre de Jesús”. También se 1e llama “Madre del Carpintero”, “Madre del Maestro”.

Es la etapa de la facticidad kenótica (abajamiento en hechos concretos). De María ni siquiera se habla. Pasa por una persona entro tantas, sólo se le capta desde el exterior. No so adivina la profundidad de su ser. No pasaba de vérsele (se le captaba) sólo bajo un aspecto fenomenológico (externo, tangible). Andaba entre nosotros, y nosotros no nos dimos cuenta de su grandeza, externamente nada especial.

 

— b).- Etapa en que se ve a María diferente a nosotros.

 

+ Se le reconoce como Madre de Dios. Se da todo un proceso de abstracción y hasta de idealización de María. Se le empieza a alejar terriblemente de nosotros. El proceso de estudio es analíti­co (se estudian las partes por separado). Fue una treta psicológica inconsciente para dispensarnos de imitarla. Caímos en cuenta de su enorme grandeza y olvidamos que era nuestra hermana y que podríamos ser como ella. Se entró en un proceso de mitificación. Se exageró mucho: casi se puso a María como “alternativa” ante Cristo. Jesús representaba la justicia, María la misericordia. Se le pedía nos defendiera de Cristo,...

 

— c).- Etapa en que vemos a María como nuestro modelo.

 

+ Nosotros llamados a ser como ella. Se ve a María como alguien a quien podemos imitar. Se le llama “Prototipo de la Iglesia”, “Hija de Adán”, “Primera entre los pobres de Yahvé”, “Fruto mejor logrado de la Redención”. Se le considera como la más cercana a Cristo y la más próxima a nosotros. Se le ve como una peregrina en la fe.

 

- Esta tercera etapa hace que nosotros, sin dejar de admirar su grandeza, la veamos como a nuestra hermana. Se trata de una síntesis, en cuanto método.

 

ELEMENTOS DE PERSPECTIVA. ( Para una profundización del Misterio Mariano).

 

+ Vamos a ver varios elementos que influyen en la Iglesia y que el Concilio captó muy bien. Factores que siguen influyendo a la Teología actual. Hay que tener en cuenta estos factores porque estamos meti­dos en una corriente de evolución teológica. Ciertamente que la Revelación no cambia, pero nuestro conocimiento de ella va a irse perfeccionando cada vez más.

 

La comprensión de Jesucristo es ahora mucho más alta que al principio. Nuestra captación se va afinando.

 

a). Estudios Bíblicos.

 

+ Hay que estar muy atentos a los avances de la exégesis, pues la Revelación se encarnó en un contexto concreto. Los géneros 1iterarios utilizados por los escritores nos invitan a ver en sus trabajos más una intención teológica que unos relatos llana y sencillamente históricos. Más importante es lo que la Biblia nos quiere decir que lo que nos dice.

 

En el espejo de la Palabra de Dios es donde mejor se refle­ja el rostro sencillo y sublime de María. La Biblia no dice mucho sobre María, pero lo que nos dice es suficiente.

 

Cfr. L.G 55 “Estos primeros documentos, tal como se en leen en las iglesias y tal como se interpretan a la luz de una revelación ulterior y plena, evidencian poco a poco, de una forma cada vez más clara, la figura de la mujer Madre del Redentor”.

 

+ María es la Virgen pobre que abriéndose a las riquezas de lo alto termina siendo el modelo perfecto de un Pueblo creyente y peregrino.

 

Es importante tomar en cuenta la figura bíblica de María, y no basar la devoción Mariana sólo en apariciones particulares.

 

— b). Historia de la Salvación.

 

+ Este es uno de los temas estudiados con más ahínco en la teología actual. Se ve la historia humana como un “lugar teológico’ (ahí donde podemos encontrar y reconocer la obra de Dios). La historia humana está traspasada por la gracia. Dios va transformando y dirigiendo a la humanidad. Todo va siendo obra del Espíritu Santo, desde la creación hasta la consumación.

 

- Es el Espíritu quien asume toda la historia humana (no son dos historias distintas).

 

Dentro de este cuadro, entra el gran tema de la fidelidad de María al Espíritu.

 

- Cfr. L.G. #55: “Ella sobresale entro los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de El la salvación. Finalmente, con ella misma. Hija excelsa de Sión, tras la prolongada espera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva economía, al tomar de ella la naturaleza humana el Hijo de Dios, a fin de librar al hombre del pecado me­diante los misterios de su humanidad”.

 

— c). Cristología.

 

+ La Cristología actual está haciendo resaltar los valores humanos de Jesús, sin negar los divinos.

La redención de lo humano es algo que se desarrolló primeramente en Cristo. La naturaleza humana de Jesús es la primera beneficiada de la Redención.

 

El Verbo se hizo carne: Carne, es la Humanidad en desviación; humanidad marcada por la miseria; humanidad sujeta a las consecuencias del pecado. Jesús está sujeto a las consecuencias del pecado. En su Resurrección benefició su propia naturaleza humana. Por eso Cristo es el primogénito entre los muertos.

 

La Teología actual ve mucho el aspecto Jesús Histórico. Este es un movimiento que trata de equilibrar una cierta insisten­cia sobre el Cristo de la fe. Se requiere un cierto equilibrio. Hay que recordar que el Cristo de la fe no es sino el Jesús histórico muerto y resucitado.

 

El polarizar uno de los dos aspectos de Cristo puede prestarse a la ideologización (ideologización: tratar de tomar la figura de Cristo para apoyar las ideas que nos hemos fabricado). Estamos en una época de ideologización del Evangelio. Paulo VI decía: ‘No hagamos que Jesucristo sirva a nuestra causa, sino sirvamos a la causa de Jesucristo”.

 

Si Jesús vivió la tensión evolutiva de la historia en su caminar hacia el Padre, ¿cuá1 no habrá sido el peregrinar de María por el camino de la fe? Esto hace que la figura mariana sea más cercana a nosotros. Es verdaderamente un peregrina en la fe (cfr. LG 57).

 

La vida de María no fue fácil. Estuvo marcada con lo cotidiano. La vida cotidiana no lleva música, va cargada de sol, de fa­tiga, de tedio, algo con lo cual casi nunca se cuenta[1].

 

— d). Eclesiología.

 

La Iglesia es un pueblo en marcha, peregrino hacia la plenitud, pero tratando de realizar desde ahora el ideal del reino de Dios.

 

La Iglesia no es sólo un pueblo que espera, sino que constru­ye lo que espera. Se trata de una esperanza activa. La esperanza de otro mundo nos impulsa a ir haciendo otro nuestro mundo.

 

Marx dice que la religión es el opio del pueblo. Esto es falso, y es tan equivocado como la postura contraria, y que supone un bandazo, pretender usar la religión como enervante del pueblo (para producir subversiones).

 

María es el prototipo de ese pueblo peregrino. María es un arquetipo dinámico. Produce en la Iglesia, por su intercesión, lo que ella simboliza (o sea, esperanza activa).

 

La Iglesia está en el “ya, pero todavía no”. La Iglesia puede ver en María lo definitivo, lo ya alcanzado, o sea que María es la primera peregrina que llegó a la meta. Por eso “en María la Iglesia contempla lo que ella misma ansía y espera ser”. En esta línea, eclesiológica, comunitaria, se le dice a María: “Tú, gloria de Israel, alegría de Jerusalén y orgullo de nuestro pueblo” (cfr. L.G. 68).

 

— e). Liturgia

 

Se resalta mucho el adorar a Dios en espíritu y en verdad, constituyentes estos de un culto espiritual (culto interior). Se tra­ta de hacer de toda la existencia un acto de adoración y de ofrecimiento a Dios en beneficio de todos los hermanos.

 

Se trata, en una palabra, de una “liturgia de la vida.” con preferencia (no como sustitución) con una liturgia de ritos (ésta no podemos despreciarla porque es símbolo y fuente de la liturgia de la vida).

 

- La Liturgia de Vida es vivir existencialmente la ofrenda del propio ser. Constituye la base del sacerdocio universal de los fieles. Se trata de vivir lo que celebramos.

 

No puede haber Liturgia de vida (sacerdocio universal) sin Liturgia de ritos (sacerdocio ministerial). La finalidad de la Liturgia de ritos es que cada bautizado llegue a la Liturgia de vida.

 

En la Anáfora III hacemos esta petición: “para que él (Espíritu Santo) nos transforme en ofrenda permanente”[2].

 

La expresión máxima del sacerdocio universal de los fieles y que se constituye en modelo para todos es María. En “Marialis Cultus”, Paulo VI resume esta idea diciendo que María es virgen oyente, virgen orante y virgen oferente.

 

- Oyente, porque escucha, medita[3] y escudriña la Palabra de Je­sús. (Mc. 17)

- Orante, porque adora y alaba a Dios e intercede por los hom­bres. (i.1.C. 18).

- Oferente, a que ofrece su vida y la de su Hijo. (M.C. 20)

 

Se trata, pues, de que los cristianos celebremos el culto a Dios, al estilo de María.

 

— f). Antropología.

 

+ Dios actúa a través del hombre. El hombre es reconocido como el continuador del proceso creativo del mundo. La tarea del hombre es hacer el Cosmos a imagen y semejanza suya (del hombre) y de este manera hacerlo a imagen y semejanza de Dios.

 

Los valores humanos son dones de Dios, son presencia de Dios entre los hombres.

 

“El que te habla de sus cualidades, Señor, qué es lo que está haciendo sino darte gracias por tus dones” (San. Agustín).

 

Mis cualidades son dones del Señor, para ponerlas al ser­vicio de los demás.

 

La gran tarea del cristiano es ser inmanencia de la Trascendencia, o sea hacer presente a Dios con nuestro buen trato diario a los hombres, cumpliendo nuestros compromisos de cualquier tipo.

 

Esto es lo que nos piden nuestros documentos al definirnos como “Mensajeros de la Bondad de Dios”.

 

No se trata sólo de hacer el bien, sino de hacer bien el bien. De aquí la gran importancia de los valores humanos. Hay que promoverlos y hacerlos resaltar.

 

Los valores humanos en su convergencia son cristianos.

 

Cuando cultivamos los valores humanos entre los no-cristianos, aunque no hablemos de Dios, estamos haciendo trabajo de humanización.

 

Estamos en el siglo de los valores humanos[4]. En el siglo de la valoración de la mujer; su papel en la sociedad va pasando de un simple objeto de placer (o de factor de trabajo mal remunerado) a protagonista de la vida social. El entronque mariano sería hacer resaltar los valores humanos de la Virgen, de manera especial su aportación libre y voluntaria a la economía de la Salvación.

 

“Todo un Universo pendiente está de tus labios, aguardando tu respuesta” (cfr: MC 37)

 

María, persona fina, delicada (con su Prima Isabel), discreta (en Caná), etc.

 

— g). Ecumenismo.

 

Deseo inspirado por el Espíritu Santo de la unión de las diferentes Iglesias cristianas. Este movimiento supone dos momentos: el ad intra (al interior) y el ad extra (al exterior).

 

+ Ad Intra: El Concilio “exhorta encarecidamente a los teólogos y a los predicadores de la palabra divina a que se abstengan… de toda falsa exageración… al tratar de la Madre de Dios” (cfr. L.G. 67).

 

Este esfuerzo del Concilio supone mayor profundidad de pensamiento y mayor exactitud en su lenguaje[5]. (Es un esfuerzo que pide el Concilio y que él mismo hizo).

 

Paulo VI en M.C. 38 nos recuerda:

 

- No olvidarnos de la Virgen de Nazaret;

- Eliminar lo legendario y falso;

- Se tendrá lejos del santuario todo mezquino interés

 

(A veces se aprovecha la devoción mariana para el comercio. pero si le pasa eso a Jesús en navidad, con nuevos Herodes no es raro que le pase a María). ver discurso de Juan Paulo II en Zapopan. (1979).

 

+ Ad Extra: Hay que cuidar en el Ecumenismo de caer en la tentación de sacrificar la verdad por la unidad[6]. “Ni tanto que queme al santo. Ni tanto que no lo alumbre”.

 

Los escritos de los Padres de la Iglesia, junto con los textos escriturísticos, ofrecen una fuente común a los diferentes grupos cristianos. El ecumenismo exige cierta sobriedad en la expresión. Se trata de ir sobre lo más fundamental de la figura mariana. No se empieza por lo que nos separa, sino por lo que nos une. Hay que hacer resaltar la fe de María, su docilidad al Espíritu, la respuesta confiada; estudiar sus títulos de peregrina en la fe, hermana nuestra, hija de Sión, figura de la Iglesia, vocación de 1a Iglesia. (ver los puntos de contacto y no los puntos de diferencia).

 

- La veneración a la humilde Esclava del Señor, será, no obstáculo sino medio y punto de encuentro para la unión de los creyentes en Cristo (cfr. M.C. 33).

 

María en la Escritura

 

Las referencias a la Biblia en el Capítulo VIII de la Lumen Gentium se hacen para:

 

+1°: Indicar el fundamento real (en la Revelación) de la consideración especial que se tiene hacia María.

 

+2°: Evitar teorizaciones que arrancarían de las argu­mentaciones de las diferentes escuelas mariológicas.

 

+3°: Ayudar al avance del Ecumenismo. Los protestantes encontrarán a la Virgen por la Escritura y los católicos la encontrarán en la Escritura.

 

I.- ANTIGUO TESTAMENTO:

 

En el Capítulo VIII aparecen los pasajes que evidencian poco a poco la figura mariana (pasajes vistos posteriormente a la luz del Nuevo Testamento). Tales pasajes vétero-testamentarios van progresivamente clarificando la personalidad y la misión de María.

 

El Concilio usa expresiones vagas, es poco categórico. Por ejemplo, la frase “proféticamente bosquejada” (55). Además, el texto conciliar usa preferentemente el “confrontare” (Cfr.) en vez de la identificación neta en las citas del Antiguo Testamento con contenido mariano.

 

— 1. Génesis 3/15

 

“Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”.

 

+ Se le llama a este versículo el proto-evangelio porque es el primer anuncio de la Salvación, el primer destello de la Redención.

 

+ En los escritos del Génesis hay que tener en cuenta que son narraciones y símbolos al mismo tiempo. No hay que tomarlos al pie de la letra, sino más bien, buscar aquello que se nos quieren decir[7].

 

+ En la narración del pecado original hay una clara dramatización que usa un ropaje simbólico, pero que lleva un contenido de una realidad teológica indiscutible: el hombre se apartó de los planes de Dios. Está hecha por alguien que, inspirado por Dios, reflexiona acerca de la maldad del mundo en que vive. Tal persona se pregunta: “¿Por qué el hombre es así? Su respuesta, inspirada por Dios, es que el hombre desde el inicio se apartó del plan de Dios. Que todo el mal del mundo procede del egoísmo del hombre. que Dios no es el autor del mal.

 

- Lo que se nos quiere decir es que somos responsables del mundo que tenemos.

 

- La idea maniquea es que hay dos principios: el Bien y el Mal; que los hombres son el campo de batalla entre ellos.

 

+ Examinemos un poco los protagonistas de esta dramatización:

 

Gén 3, 1-7:

 

“La serpiente era el más astuto de todos los animales del campo que Yahvéh Dios había hecho. Y dijo a la mujer: ‘¿Cómo es que Dios os ha dicho: ‘No comáis de ninguno de los árboles del jardín’? Respondió la mujer a la serpiente: ‘Podemos comer del fruto de los árboles del jardín. Mas del fruto del árbol que está en medio del jardín, ha dicho Dios: ‘No comáis de él, ni lo toquéis, so pena de muerte’. Replicó la serpiente a la mujer: ‘De ninguna manera moriréis. Es que Dios sabe muy bien que el día en que comiereis de él, se os abrirán los ojos y seréis como dioses[8], conocedores del bien y del mal’. Y como viese la mujer que el árbol era bueno para comer, apetecible a la vista y excelente para lograr sabiduría tomó de su fruto y comió, y dio también a su marido, que igualmente comió. Entonces se les abrieron los ojos a entrambos, y se dieron cuenta de que estaban desnudos; y cosiendo hojas de higuera se hicieron unos ceñidores”.

 

+ La Serpiente:

Sap 2, 24: “Mas por envidia del diablo entró la muerte en el mundo, y la experimentan los que le pertenecen”.

Jn 8, 44: “Vosotros sois de vuestro padre el diablo y queréis cumplir los deseos de vuestro padre. Este era homicida desde el principio, y no se mantuvo en la verdad, porque no hay verdad en él; cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira”.

 

+ El linaje de la serpiente (su descendencia):

Son los hombres que viven de la mentira y en la mentira.

 

+ La Mujer: Ni Eva totalmente sola, ni María totalmente sola. En realidad se trata de María vista a través de Eva.

 

+ Su Linaje (de la mujer): Se trata de un linaje (de una descendencia) engendrado por María. “La victoria sobre el demonio por parte del linaje colectivo de la primera mujer, sólo será una realidad cuando haga su aparición el linaje predestinado engendrado por María. Eva no desaparece al proyectarse hacia el futuro mesiánico, sino que aparece haciéndose plena realidad en esa otra Mujer: María” (San Ireneo).

 

La puntualización del linaje es un individuo: Jesucristo, el hijo de María. En la traducción de los 70 y de la Vulgata se usa “ipse” (masculino singular), en vez de ipsum(neutro colectivo), dejando claro que la palabra “él” significa un individuo.

 

++ Resumiendo: El linaje salvador prometido no procederá de un humanidad distinta de la que ha pecado (es por eso que se llama Hijo del Hombre). Eva llevaba virtualmente (potencialmente) el linaje salvador anunciado para la plenitud de los tiempos. Su maternidad no será una realidad sino en esa otra mujer, bendita entre todas, que será la madre de Jesús.

 

Pablo en Ga 4,4 dice: “Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”. No la llama María, sino que dice “mujer”; María es la Mujer (en momentos importantes, Jesús la llama “mujer” y no María). La salvación viene a través de mujer; para que haya descendencia tiene que haber maternidad.

 

+ Es conveniente relacionar Ap 12, 1-6 con Gen 3, 15 para su mejor comprensión.

 

“Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida de sol, con la luna bajo sus pies, y una corona de doce estre­llas sobre su cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el tormento de dar a luz. Y apareció otra señal en el cielo; un gran Dragón rojo, con siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas. Su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las precipitó sobre la tierra. El dragón se detuvo delante de la Mujer que iba a dar a luz, para devorar a su Hijo en cuanto lo diera a luz. La Mujer dio a luz un Hijo varón, el que ha de regir a todas las naciones con cetro de hierro; y su hijo fue arrebatado hasta Dios y hasta su trono. Y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios para ser allí alimentada mil doscientos sesenta días”.

 

Los personajes puestos en escena se corresponden, o sea, rivalidad entre la mujer y la serpiente. La mujer y su linaje son perseguidos (sobre todo descendientes de Eva). La Mujer es símbolo de la Iglesia de ambos testamentos, o sea el Israel de Dios; es símbolo también de Eva y de María. A María hay que verla en este pasaje encuadrada dentro de una perspectiva Eclesial.

 

El Hijo varón es el Mesías que “ha de apacentar a todas las Naciones con cetro de hierro” (referencia clara al Salmo 2,19).

 

+ En Isaías 26, 17-18 se nos describe la incapacidad de la humanidad para lograr la salvación por sí misma. La maternidad de Eva, por sí sola, no producirá nada (va a venir no de ella, sino a través de ella). “Como cuando la mujer encinta está próxima al parto sufre y se queja en su trance, así éramos nosotros delante de ti, Yahvé. Hemos concebido, tenemos dolores como si diésemos a luz viento; pero no hemos traído a la tierra salvación, y no le nacerán habitantes al orbe”.

 

En cambio, la maternidad de María se encuentra anunciada en Is 66, 7: “Antes de tener dolores dio a luz, antes de llegarle el parto dio a luz varón”.

 

+ En la Mujer (de Gén 3, 15) se ve a la Comunidad Mesiánica que lleva en su seno al Salvador. María, la hija de Sión, es la personificación más perfecta de esa comunidad mesiánica. En Gén 3,15 hay una idea colectiva de la cual María es la representación más perfecta.

 

— 2. Isaías 7, 14

 

“Pues bien, el Señor mismo va a daros una señal: He aquí que una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel”.

 

+ La profecía no se dirige al rey incrédulo (Ajaz) sino a la Casa de David a la que entonces representa Ajaz indignamente (época del 736 al 716 a.c.).

 

+ La señal es doble:

 

a) Advierte el castigo inminente que será la invasión de los Asirios (narrada en Is 7,18-24) por haberse aliado;

 

b) Anuncia la salvación de la dinastía Davídica, a pesar de las circunstancias del momento.

 

El Emmanuel anunciado (Dios con nosotros) es en realidad “El Rey por excelencia de la casa de David”; cuyos rasgos se describen en Is 9, 16 y el Cap. 11. Isaías ve como en instantánea (Ezequías, hijo de Ajaz) y anuncia un acontecimiento que tendrá lugar varios siglos más adelante, aunque ignora la época de su realización.

 

Esta intervención de Isaías sobrepasa por completo la situación histórica del momento y apunta hacia algo muy lejano. Va en la misma línea del “Hijo varón”, “quebrantador de cetros”; se habla de una mujer.

 

El término ‘doncella’ (“almah”) de Isaías, gramaticalmente significa “jovencita”, o sea mujer núbil (casadera). En los 70 se traduce el “almah” de Isaías por “Virgen” y lo mismo hace la Vulgata. (Una virgen es una doncella; pero no toda doncella es virgen). Término éste de la tradición antigua judía y de la tradición primitiva cristiana que indica claramente se trata de una concepción virginal.

 

En realidad este texto (Is 7,14) implica claramente una maternidad virginal. Además no hay alusión al padre del Emmanuel, cosa fuera de lo común en la usanza hebrea. La madre va a ponerle nombre (cosa que acostumbraba hacer el padre), lo que indica también que no va a tener padre.

 

- En la profecía, la intención del profeta al poner doncella es claramente indicar “virgen”: Mt 1, 22-23 “ved que la virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel”. (El Nuevo Testamento va clarificando las profecías del Antiguo Testamento.)

 

Aunque el contexto gramatical lo deja expresado vagamente, sin embargo, es muy claro que la intención de Isaías es referirse a una virgen. Solamente así sería realmente una señal.

 

— 3.- Miqueas 5, 12

 

“Mas tú, Belén, Efratá, aunque eres la menor entre las familias de Judá, de ti me ha de salir aquel que ha de do­minar en Israel, y cuyos orígenes son de antigüedad, desde los días de antaño. Por eso él los abandonará hasta el tiempo en que dé a luz la que ha de dar a luz. Entonces el resto de sus hermanos volverá a los hijos de Israel”.

 

+ Se trata de una clara referencia hecha por Miqueas a la profecía de Is 7, 14. La que ha de dar a luz es la Madre del Mesías prometido, del Rey mesiánico descendiente de Da­vid. Se hace alusión de David al nombrar Belén (cfr. 1 Sam 17, 12).

 

- Se nos habla de que serán abandonados hasta que venga el verdadero Rey Davídico. Se está haciendo alusión a la interrupción en el poder por parte de la dinastía davídica (deportaciones de Israel).

 

La mujer misteriosa es ésa que va a dar a luz a ese hombre extraordinario, a un Rey Davídico que salvará a su pueblo (cfr. Mt 22, 41ss, pasaje en que Jesús habla de sí mismo como el verdadero Rey Davídico).

 

El Rey Davídico por excelencia, o sea el Mesías, tuvo siempre vida en la tradición religiosa de Israel. Por eso Juan Bautista va a preguntar a Jesús: “¿Eres tú el que ha de venir o esperamos otro?”. (Los judíos esperaban un rey poderoso; se le habla a María en la Anunciación acerca de David).

 

— 4.-Pobres de Yahvé

 

“Ella (María) sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que confiadamente esperan y reciben de él la salva­ción” (LG 55) (La Iglesia reconoce a María como Pobre de Yahvé)

 

+ Los Pobres de Yahvé son representantes de una espiritualidad. Constituyen lo mejor de Israel.

 

- Su espiritualidad: confianza profunda ante la dificul­tad. (Ésta es la quinta esencia de la espiritualidad mariana).

 

El pobre de Yahvé no se desespera (la decepción sólo se da en un alma orgullosa).

 

+ María se alínea en la corriente espiritual de los pobres de Yahvé, cuya característica es la fe en la Palabra y la espera del Salvador. Es una postura de exultante gratitud por las obras de Dios en favor de su pueblo y por la certeza de posteriores intervenciones salvíficas.

 

- Esta espiritualidad observa mucho las maravillas que hace Dios (en los demás, etc.), por eso confiere una gran paz.

 

El pequeño resto es lo más fino del grupo; es la levadura del grupo. María: modelo de ese pequeño resto. Este pequeño resto existe en el Instituto, en las comunidades, en la Iglesia. El pequeño resto aparecerá como el grupo de tontos; nunca será alabado humanamente. Será etiquetado de “incondicional”. Es el que dice: “Aunque no veo claro, confío en el Señor.”

 

Hay líderes de sabiduría humana (como en Israel); gente que habla con cordura y trata de convencer; es muy “lista”

 

Is 49, 13b: “Yahvé ha consolado a su pueblo, y de sus pobres se ha compadecido”.

 

Sof 2, 3: “Buscad a Yahvé, vosotros todos, humildes de la tierra”.

 

Sof 3, 12: “Yo dejaré en medio de Ti un pueblo humilde y pobre y en el nombre de Yahvé se cobijará el Resto de Israel”.

 

Sal 33, 16-22.: “Nuestra alma en Yahvé espera, él es nuestro escudo; en él se alegra nuestro corazón, y en su santo nombre confiamos” (Este es el himno, la Carta Magna, de los Pobres de Yahvé).

 

+ “Los anawin (pobres de Yahvé), de los que María está a la cabeza, no son necesariamente los que carecen de bienes materiales, sino los humildes, los piadosos, en una palabra cuantos han perdido la confianza en los medios humanos y buscan solamente en Dios el apoyo en la ayuda y la seguridad de sus vidas” (Da Spinetoli).

 

Algunos de los salmos que nos hablan de este tema:

22, 27; 34, 37, 69, 74, 149,….

 

+Conociendo el alma de los anawim comprendemos por qué Dios escogió a María para la realización de sus proyectos. El pobre de Yahvé, sumiso a la voluntad divina, despojado de sí mismo y de sus intereses personales es un incondicional de Dios y por lo tanto está dispuesto a una completa colaboración[9].

 

+ María, que sobresale entre los anawim, ofrece las mayores garantías de una perfecta y perenne colaboración. María es la incondicional de Dios. Se declara la esclava del Señor (porque le brotaba desde dentro). No tenía otro querer que el querer de Dios.

 

Canto 247:

 

“Madre de los pobres, los humildes y sencillos de los tristes y los niños que confían siempre en Dios. Tú la más pobre porque nada ambicionaste. Tú, que en sus manos sin temor te abandonaste.”

 

+ “María, junto con la vida, contagió a Jesús con su pobreza” (Schelkle). Es una frase más poética que teológica.

 

— 5.- Hija de Sión.

 

“(Con ella) Hija excelsa de Sión, tras la prolongada es­pera de la promesa, se cumple la plenitud de los tiempos y se instaura la nueva economía. (LG 55)

 

+ Es un tema múltiple en cuanto a los destinatarios; a veces se referirá al Pueblo como pueblo, y ese pueblo simbolizando a la humanidad entera. Es un tema que va entremezclado con circunstancias concretas de Israel (guerras, liberación, etc.)

 

- Is (52, 11: “Decid a la Hija de Sión: Mira que viene tu salvación”.

 

- Is 52, 2: Líbrate de las ligaduras de tu cerviz, cautiva hija de Sión”.

 

Is 12, 6: “Dad gritos de gozo y de júbilo, moradores de Sión, que grande es en medio de ti el Santo de Israel”.

 

- Miq 4, 13: “¡Levántate y trilla, hija de Sión!...”

 

- Miq 4, 8: “Y tú, Torre del Rebaño, Colina de la hija de Sión, va a venir, va a entrar en ti el dominio de antaño, la realeza de Jerusalén”.

 

+ La expresión hija de Sión no significa la totalidad de Israel, sino un resto, una parte que ha sido probada y encontrada fiel. Es portadora de una esperanza, de una visión de victoria sobre el opresor.

 

- Sof 3, 14: “¡Lanza gritos de gozo, hija de Sión, lanza clamores, Israel, alégrate y exulta de todo corazón, hija de Jerusalén!”

 

- Joel 2, 23: “¡Hijos de Sión, jubilad, alegraos en Yahvé, vuestro Dios!”

 

- Zac 2, 14: “Grita de gozo y regocíjate, hija de Sión, pues he aquí que yo vengo a morar dentro de ti”; (cfr. Jn 1, 14: “Y puso su morada entre nosotros”.)

 

- Zac 9, 9: “¡Exulta sin freno, hija de Sión, grita de alegría, hija de Jerusalén! He aquí que viene a ti tu rey: justo él y victorioso, humilde y montado en un pollino, cría de asna”. Anuncio ya muy cercano del Señor que ya viene y de cómo vendrá (Rey justo y victorioso y al mismo tiempo humilde).

 

+ Con la Creación del hombre celestial (esto es Jesús, por medio de María), Dios tiene en cuenta el ansia del hombre por la salvación de Israel, en Israel la de todos los pueblos, y en ellos la de toda la creación. Hay un suspiro gigantesco por la liberación de la esclavitud.

 

Todo el antiguo Pueblo culmina, se resume y se realiza en esta Virgen de Israel; en ella, el largo alumbramiento (gestación, dar a luz) de su raza queda coronada. Israel lleva realmente en su seno a Cristo, el quebrantador del mal, el Mesías habita en medio de su pueblo.

 

En María puntualiza toda el ansia del Salvador. En ella se concentra el anhelo alcanzando su clímax; es como una gigantesca lupa que reúne todos los rayos de luz en un solo punto.

 

María es el deseo de Dios hecho persona; está ávida de salvación (Jesús es la respuesta a este anhelo); con ella se ha llegado a la plenitud del deseo de salvación (cfr. Ga 4, 4)

 

Sólo recibo bien aquello que he esperado; en la medida que lo espero, lo recibo bien. Dios había querido ayudarnos, pero no quisimos recibirlo (Torre de Babel). Bien dijo Jesús: “no echéis margaritas a los puercos” (Mt 7, 6). Je­sús mismo no habló una sola palabra ante Herodes, porque éste no tenía un corazón dispuesto para escuchar. Ya hay quien reciba a Dios adecuadamente: María.

 

- Lc 1, 28: “Alégrate, llena de gracia, el Señor esta contigo”.

 

+ En el “Alégrate” se hace reminiscencia de la hija de Sión de Zac 9, 9. Es un llamado al júbilo mesiánico, eco de la llamada de los profetas a la hija de Sión.

 

La expresión: profética “Escucha Israel” se concentra ahora en “Escucha María” de alcance incalculable. El amor de Dios alcanza su cumbre en María. De tal manera María es santa y pobre, de tal manera escucha y acoge la palabra, que la palabra se queda en Ella y se hace hombre. Pudo gestar a la Palabra porque estaba acostumbrada a acogerla. Fue tal su finura y atención que la Palabra se hizo carne en Ella. El fruto máximo de su fidelidad fue Jesús.

 

María: discípulo de oído fino. Entre más fina (espiritualmente) es una persona, más necesidad siente de Dios.[10]

 

Lc 1, 38: “He aquí la esclava del Señor; hágase en según tu palabra”. (María pronuncia esta frase, inspirada por el Espíritu Santo, y no tanto como una teóloga[11].)

 

+ María usa la idea de esclava, o sea la que no se posee, la que no se pertenece a sí misma. En el calificativo de esclava no hay que ver solamente la designación de una manera individual de ser de María. Es como hija de Sión, en tanto resumen del pueblo de Dios en su espera mesiánica que María es esclava. Así como el pueblo es con frecuencia llamado siervo en el A.T, María en la Anunciación se llama a sí misma sierva.

 

Lc 1, 54-55: “Acogió a Israel, su siervo, acordándose de su misericordia como lo había anunciado a nuestros padres en favor de Abraham y de su linaje por los siglos”.

 

+ Dios cumplió las promesas a su pueblo de manera puntual y culminante en María. El “he aquí que viene tu rey” (Zac 9, 9) se realiza en la Anunciación. Ella recibe al Rey que ha­bía de venir. Más tarde esa presencia del Rey será publica­da desde la cruz, en Jn 19, 19: “Jesús, el Rey de los Judíos”, y los judíos cumplen con la profecía de Miq 5, 12 en Jn 19, 15: “No tenemos más rey que el César”. Miqueas dice: “los abandonaré...” (dinastía davídica). Lo que Pilatos dice en Jn 19, 22: “lo escrito, escrito está”, tiene una trascendencia enorme: se refiere el evangelista a todas las profecías que anunciaban a Jesús.

 

+ Conclusión: El título “hija de Sión” es de mucha importancia para María. Ella misma nos lo dirá en Lc 1, 48: “por eso me llamarán bienaventurada todas las generaciones”. María se da cuenta de que ella es la síntesis y el punto culminan­te de la espera mesiánica y que su respuesta posibilita (desencadena) el cumplimiento de las promesas (cfr. Magnificat) y por eso la Iglesia (el Nuevo Israel), apoyándose en el Antiguo Testamento le dice lo de Judith 15, 9: “Tú eres la gloria de Israel. Tú la alegría de Jerusalén. Tú el honor de nuestro pueblo (orgullo de nuestra raza)”.

 

Esto constituye la base de nuestra veneración a María: al entre­garnos a Jesús dio respuesta a nuestros anhe­los de Dios.

 

 

 

II - NUEVO TESTAMENTO

 

+ Generalidades de la historia de la infancia de Jesús (Cap. 1 y II de Lucas)

 

- La historia de la infancia de Jesús por razón de su rítmica, evidencia la pluma de un judío instruido. Lucas nos ha pres­tado el inestimable servicio de conservarlo y de transmitirlo en su versión griega.

 

- El fondo cultural que se refleja hasta en sus menores detalles, la estrofación semítica de las partes dialogadas, excluyen to­da probabilidad de una intervención lucana de alguna importancia en el contenido mismo.

 

- El traductor griego añadió pequeñas frases explicativas sobre asuntos de costumbres o bien geográficos: Por ejemplo : “Herodes, rey de Judea” (Lc 1, 5); y “Ciudad de David, que se llama

Belén” (Le 2/4), ambas explicaciones resultan innecesarias para un público judío.(Cfr. Mt 2/5)

 

Lucas toma esta traducción griega y la introduce en su evange­lio en los capítulos 1 y II.

 

La historia de la infancia de Jesús quiere ser historia (tiene forma de narración) y como tal debe ser considerada. El autor de la historia hebrea no ha inventado sus relatos; los ha reci­bido.

 

El autor expone la historia según un plan artístico, pero no artificioso. El aspecto artístico está en un cierto paralelis­mo. Las dos anunciaciones (1/5-26 y 1/26-39). Las dos concepcio­nes (elementos comunes: ángel, mensaje, pregunta, prueba). Este paralelismo no existe en la narración de los nacimientos (1/57-80 y 2/1-40). La diferencia en esto demuestra la gran fidelidad del autor a sus fuentes informativas.

 

Durante la vida de María a nadie se le ocurría pensar sino que Jesús era el hijo matrimonial de José. (Este “nadie” no incluye a un círculo muy íntimo de María). Prueba de ello es que ninguno de los enemigos de Jesús intentó jamás empañar la fama de Jesús y de María sobre este particular. Ello significa que el secreto de la Encarnación (concepción y nacimiento virginales) fue rigurosamente mantenido.

 

Indiscutiblemente la fuente de información remota y original fue María. La inmediata, seguramente Isabel o una amiga joven de Isabel. Las partes esenciales de los reatos:

 

+ surgen empapados de perspectiva maternal,

+ en todos ocupa María como un segundo puesto,

+ se evitan en general los asuntos jurídicos.

 

El origen de la narración es pues femenino. Es María la que nos habla a través de estos capítulos.

 

— LOS DESPOSORIOS Y LA ANUNCIACION: (Lc 1/26-39)

 

Lc 1/27 nos dice: “a una virgen desposada con un hombre, llama­do José...” y Mt 1/18: “Su Madre, María, estaba desposada con José...”

 

Si se desea adquirir un conocimiento más exacto de María es ne­cesario estudiarla dentro de su medio ambiente cultural. Esto es, no desprenderla de su contexto sociocultural. Ello se puede efectuar acudiendo a las fuentes rabínicas (mischna, tosefta). Ahí se habla de los esponsales judíos, esto es, de los desposorios.

 

Se hacía clara distinción entre los desposorios y el matrimonio. Los esponsales eran promesa formal de matrimonio. Promesa que producía efectos jurídicos de carácter público.

 

La autoridad del prometido para con su prometida se limitaba únicamente a la vida sexual; sólo bajo este aspecto era ella de su propiedad. Sin embargo, no podía actualizar (hacer efectivo) este derecho, sino hasta el día de la boda (conducción de la prometida a la casa del prometido). Esto significa que las relaciones sexuales durante los esponsales no estaban permitidas. Eran inmorales.

 

La costumbre general era celebrar los desposorios cuando la joven tenía doce años y el joven, diecinueve. La situación de Ma­ría cuando la anunciación es precisamente la de una virgen des­posada, desde luego viviendo aún en la casa paterna. Llevaría unos 6 meses de esponsales cuando acaeció la anunciación. Lc 1/26: “al sexto mes...”

 

Lc 1/31-33: Son frases declaratorias de lo que sucederá si María da su consentimiento. No se trata, por lo tanto, de una imposición de parte de Dios.

 

Lc 1/3d: A lo que le anuncia el ángel, María interpone una pre­gunta. Es una pregunta muy oportuna y sensata:

 

No significa duda de lo anunciado. No nacía de la increduli­dad como en el caso de Zacarías (Lc 1/18-20), ni tampoco como Abraham y Sara (Gen 18/12).

 

Indaga la forma de poder realizar lo anunciado: “¿cómo le voy a hacer?”, “¿qué tengo que hacer?”

 

- María se encontraba ante dos claras expresiones del querer de Dios, aparentemente contradictorias: guardar la castidad durante los esponsales y concebir un hijo durante esos mismos esponsales.

 

- No supone necesariamente un voto de virginidad previo.

 

+ Que María permaneció siempre virgen es un hecho dogmático, y que queda fuera de toda discusión es algo evidente; pero que se exija “dogmáticamente” un voto de virginidad pre­vio a la Anunciación es por lo menos discutible.

 

+ Su misma situación de desposada dificulta, aunque no de manera conclusiva, la posibilidad de un tal voto. El desposorio era encontrarse ya en la recta final hacia el matrimonio.

 

+ El sentido del v.34 si se le considera en su contexto literario e histórico es éste: ¿Cómo puedo yo ahora llegar a ser madre, cuando sólo estoy desposada?”. De lo contrario, habría que sacarlo de su contexto histórico, para darle una significación programática que abarque toda la vida.

 

+ María sería, sin un voto previo de virginidad, la primera virgen cristiana, pues, Jesús sería la causa única de su virginidad. “Ella es la mujer que, por vez primera en la historia, vivió la virginidad en razón inmediata de Cristo. Y el Espíritu Santo la hizo fecunda” (Constituciones 21,1)

 

Guardini: “...de esto modo surge una nueva forma de existencia humana que se cumple en la exclusiva relación con Dios: la vir­ginidad. Ni tiene nada que ver con ideas míticas. No se basa en motivos previos de carácter sociológico o utilitario. No es en absoluto ningún esquema previamente existente en forma natu­ral para la ordenación del problema sexual. Esta forma de vi­da sólo existe desde el hecho de la Anunciación. Surge por vez primera de la experiencia y la decisión de una persona viva: María”.

 

— LAS BODAS DE MARÍA Y JOSE; EL NACIMIENTO DE JESÚS (Mt 1/18-25; Lc 2/1-12)

 

María, con permiso de sus padres o tutores (no con el de José, su prometido, ni mucho menos en su compañía) fue a Ain Karim (6 km al oeste de Jerusalén) y estuvo ahí hasta el nacimiento de Juan.

 

(Lc 1/56): “María permanece con ella unos tres meses y se volvió a su casa.” María contaba ya unos seis meses cuando la anunciación. La visita a su pariente le llevó unos cuatro o cinco meses, todo sumado. Esto significa que ya contaba con diez u once meses de esponsales. Era imprescindible celebrar el matrimonio antes que la preñez fuera notoria. Así pues, María vuel­ve a la casa paterna y se alista pronto para su boda. Jurídica­mente la celebración ya era posible.

 

+ La perplejidad de José.

 

Es muy probable que alguien (una persona fina, del círculo íntimo de María) se lo había comunicado a José mientras María esta­ba con Isabel. De ahí su temor y perplejidad. José no pudo darse cuenta por sí mismo de la situación de María, pues en ese ca­so cualquier otra persona también lo hubiera notado. Cosa que hubiese sido fatal para María y para el mismo José.

 

El estado de María todavía no era notorio. Lo que le dirá el ángel a José será, no un anuncio o un descubrimiento sino la ex­plicación tranquilizadora de la situación. Estamos ante la se­gunda virginidad ( la de José) por causa del Reino de Dios cuyo establecimien­to trae Cristo como misión.

 

+ El edicto del César:

 

El edicto del César cayó como anillo al dedo. Nada más oportu­no. Una ocasión fabulosa para que los habitantes de la pequeña Nazareth perdieran contacto con María y José. Dios va protegiendo a sus predilectos. En efecto, los nazaretanos no supie­ron cuándo fue concebido Jesús. Perdieron la cuenta con la au­sencia de María y de José; quedaron desconectados del nacimien­to del niño. De haberse dado cuenta que Jesús ‘fue concebido antes del matrimonio, hubieran anulado su misión y despreciado grandemente a María. Muchos años después, al volver a su aldea Jesús, se irritarían sus conciudadanos por sus “ínfulas” (pretensiones) y tratarían de recordarle que era uno de tantos como ellos. (Mc 6, 3): “¿No es éste el carpintero, el hijo de María y hermano de Santiago,...?”

 

José partió a Belén, con su joven esposa muy pronto, dentro del mismo mes de la celebración de la boda. Belén está como a 140 Km al sur de Nazareth. A su llegada a Belén, María se hallaría entre su quinto y sexto mes. Esto no contradice a Lc 2/6: “Y sucedió que mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento”; porque indica claramente “estando ellos allí y no, “cuando llegaron ellos allí”.

 

José acondicionó, mientras encontraba un trabajo adecuado (cosa nada fácil en esos meses), como casita una de las numerosas cuevas de los alrededores. En el momento del alumbramiento, bajaron a Belén en busca de algo más digno y tal vez de ayuda también. Fueron rechazados, tanto por su pobreza, como por la “impureza” que podían acarrear con el alumbramiento.

 

José, al darse cuenta de que ya no alcanzaban a regresar a su “casita” improvisada, actuó con rapidez yendo al “pesebre”, lugar conocido por los pastores. Lc 2/16 habla de “el pesebre” como de un lugar especial, específico, conocido por los pastores. María y José ahora sí están en pobreza extrema, despojados de todo, aún de su casita improvisada. No le pudieron ofrecer a Jesús ni siquiera ésta última.

 

+El nacimiento:

 

El nacimiento de Jesús fue virginal, María permaneció virgen du­rante el parto; fue un parto milagroso. Se conservó la integridad física de María. Si Dios se preocupó tanto de una concep­ción virginal, no iba a destruir su obra con un nacimiento nor­mal.

 

— EL MAGNIFICAT (Lc 1,46-55)

 

Es un cántico de acción de gracias personal, en forma hímnica. La autora es María. La ocasión de haberlo pronunciado es seguramente la alabanza de Isabel, pero muy probablemente después del nacimiento de Jesús (seguramente en ocasión de la purificación legal). Esto es lo más lógico pues el cántico del Magnificat es la acción de gracias de una madre y sólo se es madre cumplidamente después del nacimiento del Hijo (el benedictus es pronunciado después del nacimiento de Juan).

 

Siendo María la autora se explica perfectamente la carencia de tonos cristianos propios de una elaboración teológica post-pentecostal. Las ideas de María eran tomadas del antiguo tes­tamento. De Jesús no se dice nada directamente, solamente de forma vaga e implícita. Nos encontramos ante una reserva intencionada, exigida por el temor a Herodes que entonces reinaba.

 

Como himno personal de acción de gracias, el Magnificat pertenece al género lírico. Es el canto de una joven (muy probablemente) después del nacimiento de su primogénito, donde narra los sentimientos de que está lleno su corazón. Ha brotado de un corazón profunda y finamente religioso.

 

El Magnificat es un tejido sin suturas de citas escriturísticas, lentamente elaborado en el interior de una persona altamente meditativa. María había vivido lo que cantó. El Magnifica era el lenguaje de su corazón. En 10 versículos hay 17 referencias marginales. María hizo un mosaico de todo lo que venía orando.

 

Al examinar el Magnificat se descubre que María (sin carecer de delicadeza femenina) se distingue más por su sensatez (cualidad de la razón), que no por una bullente vida sentimental. Se nos da a conocer un poco la psicología personal de María. No es una sentimentalona; es una persona profunda y delicada a la vez. En su Magnificat predomina el pensamiento. El gozo ahí expresado denota una persona que vive una alegría profunda y tranquila. Esto es una garantía de la objetividad de los relatos de la infancia en el Evangelio. Relatos cuya fuente original fue María. Es tan calmada en su forma de ser, que lo que dice ofrece gran seguridad de veracidad.

 

+ Breve comentario de algunos versículos:

 

vv. 46-47: “Engrandece mi alma al Señor y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador.”

 

Sus palabras no son tanto la expresión inmediata de júbilo cuan­to la descripción de un júbilo. Indica grandiosidad en la persona. Es más grande saber decir, narrar el sentimiento que se experimenta, que simplemente expresarlo. Esto indica gran dominio sobre el sentimiento. Su acción de gracias brota desde lo profundo de su ser. “Smooth runs the creek where the water is deep” .No habla de Jesús Salvador, sino de Dios Salvador.

 

v. 48: “...porque ha mirado la humillación de su esclava”. No se trata tanto de humildad (virtud), sino de humillación (situación difícil). En todos los lugares bíblicos en que aparece esta expresión: “tapeinosis”, se quiere indicar un dolor (sufri­miento) causado por la mala voluntad de los hombres, sobre todo de los que forman el contexto existencial concreto. Se traduce por humillación: especie de situación oprimida.

 

- Sal 118/92: “Si tu ley no hubiera sido mi delicia ya habría pe­recido en mi miseria”.

- 1 Mac 3/51: “...tus sacerdotes en duelo y humillación”.

- Sir 2/45: “Todo lo que te sobrevenga, acéptalo, y en los reveses de tu humillación sé paciente. Porque en el fuego se purifica el oro, y los aceptos a Dios en el horno de la humillación”.

- Sir 11/12: “...Hay quien es débil, necesitado de apoyo, falto de bienes y sobrado de pobreza, mas los ojos del Señor le mira para bien, él le recobra de su humillación”.

 

La humillación de que habla María es con toda probabilidad algún mal del que quería verse libre y del que de hecho se vio liberada por la intervención divina. ¿No estaría viviendo María la situación del justo descrita en Sab 2/14-15? ¿Qué otra suerte le esperaba a la Inmaculada, sumergida en un mundo en huida de Dios? El hombre bueno siempre ha caído mal a los perversos: “Su sola pre­sencia nos resulta insoportable”. De ahí que sea objeto de burlas y malos modos: “Pues el impío en el banco de los burlones se sienta”. (Salmo 1/1)

 

La maternidad de María, (dentro de la mentalidad hebrea) era to­do un aval de Dios en favor de su conducta. Hay que ver que sus compañeras la hubieran hecho pedazos de saber su situación personal. La concepción virginal de Jesús le iba a acarrear terribles sufrimientos (se trataba de una concepción prematrimonial). ¿Qué dirían sus “perseguidoras” cuando se dieran cuenta de su inexplicable situación? Tal vez frases como: “¡Mira, la que se las daba de santa!”. Hay que recordar que la persona malvada encuentra gran placer cuando ve que el justo ha caído en una falta.

 

Pero la forma como llevó Dios las cosas evitó ese bochornosísimo sufrimiento a María. Su confianza en “su Salvador” (Yahvé) no había sido defraudada. Dios siempre se las arregla para salir en ayuda de los pequeños, de los débiles, de los pobres, de los perseguidos.

 

v. 48b: “Por eso desde ahora todas las generaciones me llamarán bienaventurada”.

 

María es consciente de la mesianidad de Jesús, por lo tanto se da cuenta de que no es ella una madre como cualquier otra, simplemente porque su hijo no es como cualquier otro. Sin embargo, en su mentalidad (la correspondiente a la época), mesianidad no significaba forzosamente divinidad. Jesús = Mesías = (?) Dios.

 

La fórmula “Hijo de Dios” en el pasaje de la anunciación no es un título rigurosa y necesariamente divino, que lleve implicado el conocimiento de la generación eterna del Verbo. Es más bien un título mesiánico: el “hijo de Dios” es aquél que con su obedien­cia, su entrega total, su disponibilidad absoluta, se constituye en corealizador de la salvación. Esta co-realización implica una identificación con la voluntad de Dios. Poco a poco, y con la iluminación del Espíritu, se llegará a ver en ella la filiación ontológica, en sentido riguroso.

 

“Darse cuenta de que vivía junto a Ella el Hijo de Dios en el sentido en que El se hizo patente después de Pentecostés, la hubiera puesto en una situación insoportable. Su proximidad a El hubiera perdido toda su inmediatez, hubiera desaparecido esa seguridad sin la cual es imposible una vida de madre” (Guardini).

 

María sabe con seguridad que Jesús es el Mesías, pero que el Mesías es Dios es algo que fue poco a poco descubriendo. En la mentalidad hebrea, el Mesías era alguien de mucha predilección por parte de Dios, pero no era Dios mismo. Fue la luz del Espíritu en Pentecostés que llevó a su plenitud esa identificación.

 

-vv. 51-53

 

María nos describe la conducta ordinaria de Dios en todo tiempo. Nos habla de los enemigos de Dios y de su suerte; y del grupo de los que temen a Dios y de su suerte.

 

María arranca no sólo de la tradición, sino de su propia experiencia. Ella también había sufrido en carne propia la humillación y la opresión que ejercen los altaneros, los poderosos.

 

- Cfr. 1 Sam 2/8: “Levanta del polvo al humilde, alza del muladar al indigente para hacerle sentar junto a los nobles y darle en here­dad un trono de gloria.”

 

-vv. 54-55:

 

Lo que Dios ha hecho en María significa el cumplimiento de las profecías y promesas hechas a Israel. La gozosa visita de Dios que Ella ha experimentado en sí misma será la feliz liberación de todo su pueblo. Su dicha personal, la dicha de todo Israel.

 

El Señor siempre hace experimentar a quien ha elegido para ser signo, precisamente aquello de lo que será signo. Yo seré mensajero de la bondad de Dios no porque aprenda de memoria que Dios es bueno, sino porque experimento profundamente en mi ser la bondad de Dios. Vivo y experimento el contenido del mensaje antes de transmitirlo. María ha experimentado que Dios entró en su pueblo, porque ha entrado en su propia vida primero.

 

El Magnificat, himno de acción de gracias de María, aunque tiene forma individual, expresa el gozo de la humanidad entera por la salvación. Es por ello que la Iglesia lo recita. Ella es la humanidad rescatada (y consciente de ello). María funciona aquí, una vez más, como prototipo de la Iglesia.

 

— MARIA EN CANA (Jn 2/1-12)

 

Con su súplica “no tienen vino” (Jn 2/3), María pedía que Jesús pusiera de alguna manera remedio a la situación. Sin embargo, en ello no solicitaba precisamente un milagro de su Hijo. El fundamento para esta afirmación lo constituye la sobriedad de la vida oculta de Jesús en cuanto a lo milagroso, y la propia manera de ser de María, tan recatada y poco amiga de lo “milagriento”. Durante 30 años no ha habido milagros. Todo ha transcurrido de forma ordinaria, la vida de Jesús ha sido vivida dentro del “terrible cotidiano”, como todos nosotros.

 

- Así pues, más que de una súplica, se trata de una mera insinua­ción (a través de la manifestación de una carencia ajena). La conducta de María es comprensible. Por experiencia de 30 años, ella sabe que Jesús es bondadoso y que estaba siempre dispuesto a socorrer a su prójimo. Esta era su experiencia materna. Se dirige a Jesús como madre suya.

 

La respuesta de Jesús, en sus tres partes, no deja de ser a primera vista desorientadora. (Jn 2/4)

 

+ “¿Qué tengo yo contigo?”

+ “Mujer”

+ “Todavía no ha llegado mi hora”.

 

Veamos cada parte.

 

+ “¿Qué tengo yo contigo?”

 

Muchos teólogos antiguos le dieron tantas vueltas al asunto que hicieron decir al texto exactamente lo contrario de lo que está escrito.

 

En realidad, se trata de una pregunta retórica que en virtud de su forma positiva reclama una respuesta negativa. Se emplea para rechazar una intervención que se juzga inoportuna, y hasta pa­ra indicar a alguien que no se desea mantener relación alguna con él.. Sólo el contexto permite precisar el matiz exacto en cada caso.

 

Ejemplos:

 

- Jos 22/24.: “¿Qué tenéis que ver vosotros con Yahvé el Dios de Israel?.No tenéis parte con Yahvé”.

- Jueces 11/12: “¿Qué tenemos que ver tú y yo, para que vengas a atacarme en mi propio país?”

- 2 Sam 16/10: “¿Qué tengo yo con vosotros, hijos de Sarvia?”

- Os 14/9: “Efraím, ¿qué tiene aun con los ídolos?”

 

Como se ve, se trata de una expresión semítica frecuente en la que siempre se niega el acuerdo entre las personas que intervie­nen en el asunto. Así pues, no hay porqué variar la interpreta­ción en el caso que nos ocupa. Es indiscutible que Jesús está manifestándole a María una cierta inconformidad. Claro está que no hay ninguna razón para suponer que lo hace con un tono áspero, de reproche. Jesús va educando a María con una firmeza llena de suavidad.

 

Ella será el fruto mejor logrado de su redención. El Maestro va levantando a la discípula a grandes alturas, por ello no le escatima situaciones un tanto desconcertantes. Conocía el temple de su Madre, sabía que ella aguantaba. Era una mujer fuerte, acostumbrada a caminar en las oscuridades de la fe.

 

+ “Mujer”

 

El uso de la palabra “mujer”, en los labios de un hijo para dirigirse a su madre es insólito. Se antoja hasta poco adecuado.

 

Jesús lo emplea a propósito. Con un fin determinado. Claramente está posponiendo las relaciones naturales que le ligan a su Madre. Toma distancia de su Madre con el propósito de luego le­vantarla a la altura en que se encontrará El. Pero esa altura de Jesús no le vendrá por ser hijo de María, sino por ser alguien a quien el Padre le dará el nombre sobre todo nombre.

 

+ “Todavía no ha llegado mi hora”.

 

Esta frase nos da pistas de comprensión para todo lo anterior. “La hora de Jesús” (Jn 2/14; 7/30; 8/20; 17/1) designa el quehacer esencial de su vida; Esto es, la pasión y la glorificación (for­mando un todo): o sea, el regreso al Padre.

 

Así las cosas, vemos que hay tres períodos en la vida de Jesús:

 

1.- El de las relaciones familiares naturales (vida oculta);

2.- El de la actuación pública de Mesías (predicación);

3.- El de la pasión y resurrección (glorificación).

 

Las relaciones maternales naturales son puestas a un lado por Jesús, durante el segundo período. Esas relaciones serán afirmadas, sublimadas y universalizadas (a todos los discípulos de Jesús) en el tercer período (en la hora de Jesús).

 

El segundo período es un momento de gestación de algo nuevo. Por parte de María supondrá un ocultamiento de la compañía de Jesús. Todo nacimiento a algo nuevo supone un momento de sufrimiento. Supone una crisis.

 

El término “mujer” es solemne, pero no despectivo. Tiene mar­ca mesiánica. En la dignidad mesiánica (glorificación de Jesús) es donde hay que buscar la razón de la elección de esta palabra. Es como un atisbo de lo que vendrá.

 

EL MILAGRO:

 

María, aunque sorprendida por la respuesta enigmática de Jesús, no toma sin embargo las palabras de su Hijo como una negativa ro­tunda. A lo más, las interpreta como una dificultad que le pre­senta Jesús (aunque sin caer Ella en la cuenta de qué dificultad realmente se trata). Recordemos que María es la esclava del Señor, o sea, la obediente por excelencia. De haber captado que era una negación, pues ella no hubiera insistido (y menos mediante sistemas de presión lanzando a los criados a las “órdenes” de su Hijo). En realidad, María no comprendió a Jesús (una vez más). Es por ello que tranquilamente va hacia los criados y les dice: “Haced lo que él os diga”, (esto es: “Si él os llama, pónganse a su servicio”. O, “si acaso les dice algo, pónganse a su servicio). Se trata de una recomendación solamente, por cierto muy femenina. De ninguna manera está forzando a Jesús a nada.

 

La frase de María a los criados suena insegura. Manifiesta posibilidad y esperanza de que Jesús resuelva la dificultad que le presentó y pueda hacer algo por esa familia amiga. María está actuando con gran prudencia. No está pisando terreno seguro. Una vez más, sus pies caminan sobre lo inédito. Una cosa sí vislumbró María: que entre Ella y su Hijo las relaciones no serían en adelante lo mismo que hasta entonces. Material éste que se venía a sumar al de la escena del Templo (Le 2/49: “¿por qué me buscabais? ¿No sabíais que...?”), para ser meditado en su corazón.

 

Tal vez lo más bello de todo este pasaje es que, a pesar del enunciado general de Jesús: “todavía no ha llegado mi hora” (y esa hora tardaría unos tres años en llegar), y aunque su Madre no le pedía un milagro, sino que simplemente “hiciera algo”, Jesús, el hijo de María, quiso actuar por el camino mismo que se le ocurrió a María. Es por ello que se sirvió de los sirvientes. Es indiscutible que la ingenua confianza de su Madre que, a pesar de una respuesta desconcertante, siguió segura de la bondad de su Hijo para con los necesitados (o en aprietos), cautivó el cora­zón de Jesús. Caminó por la senda trazada por María: toda una condescendencia muy significativa. Claro está que Jesús va mucho más lejos de lo que le pedía su Madre, hace un milagro. Y lo ha­ce por Ella. Aquí está la maravillosa excepción a sus principios mesiánicos (cfr. escena de la cananea Mt, 15/21-29).

 

La primera sorprendida ante el milagro que realiza Jesús es María. No se lo esperaba. La indicación que había dado a los criados equivalía a una demostración de confianza en Jesús, aunada a la sumisión a todo lo que El tuviese por bueno hacer. El hecho de haber respondido Jesús con un milagro a la súplica (de ayuda natural) de su Madre, constituye una preparación en orden al puesto que María debía ocupar cuando llegase “la hora de Jesús”.

 

El milagro que hace Jesús, hace referencia profética a “su hora”. Por eso realiza un milagro de corte escatológico (es decir de un “ya, pero todavía no”). Jesús se ingenia en hacer algo que parece imposible, y todo por atender a María, su Madre. En efecto, la hora de capacidad de influencia de María sobre Jesús en tanto Mesías es adelantada (simbólica y realmente) por el milagro. La relación con la Eucaristía es también evidente en las mismas líneas: adelanto simbólico y real de los cielos nuevos y la tierra nueva.

 

Jesús le está haciendo el anuncio de la escatología que le espera. Le dice (aunque ella todavía no lo comprende) que estará a su lado y participará de su gloria y poder. Un motivo más pa­ra el asombro de María y para su alabanza del Magnificat que si­gue entonando eternamente en los cielos.

 

- En el plan de Dios, María entrará en comunidad de acción con el Redentor cuando llegue “la hora de Jesús”. Ella va a participar en la distribución de los dones mesiánicos. Le estará permitido pedirlos y alcanzarlos. Esto es lo que constituye la base para sus títulos de Medianera, Auxiliadora, Consuelo, Abogada...

 

Conclusión:

 

Todo esto que hemos dicho acerca de las bodas de Caná, ha de ser un gran motivo de confianza para nosotros en María. Pues, si cuando pidió algo fuera del momento oportuno, se lo concedió Je­sús, ¿Qué no será ahora, que ya se está en la hora de Jesús? Y si ella pidió algo no muy importante: vino, ¿qué , será ahora cuando pida por mi salvación? Qué bien lo expresa todo esto el Documento Mariano (III.3c):

 

“Su vida celestial sigue totalmente implicada en el designio amoroso de Dios, que es la salvación del mundo, comunicación de la vida del Espíritu. Maravillada, María contempla este designio del Padre y en Dios conoce a cada uno de sus hijos. Influye en ellos con su múltiple intercesión. Esta oración celestial en favor de los hermanos de su Hijo, peregrinos hacia la casa del Padre, es, ni más ni menos, su eternizado ‘fiat’ de comunión perfecta en el misterio total de Cristo. En esta intimidad completa y recíproca, siempre son eficaces los deseos de María”.

 

Caná nos indica el aprecio que Jesús tiene a su Madre. ¿Si le hizo tanto caso cuando aun ella no comprendía, qué será ahora que si comprende?

 

De veras que María es el orgullo de nuestra raza. Sigue siendo la actitud perfecta de la humanidad ante Jesús, el Único Mediador.

 

MARÍA AL PIE DE LA CRUZ (Jn 19/25-27)

 

Juan quiso ofrecer en el Cap. 19 en los versículos 19 a 37 una serie de episodios aislados entre sí, pero relacionados todos con los sucesos de la cruz. Efectuó una selección, queriendo hacer resaltar cada vez una idea determinada. La intención al narrar cada acontecimiento es la de hacer caer en la cuenta de que con ese hecho “se cumplieron las escrituras”.

 

Son cinco las perícopas o episodios aislados:

 

-. Perícopa: vv. 19-22 (El título de la cruz)

 

Juan hace resaltar que cayó mal a los judíos el letrero puesto por Pilatos sobre la cruz de Jesús. Por boca de los propios jefes se confiesa que en esos momentos de la historia de Israel se carece de rey nacional: “No tenemos más rey que el César” (Jn 19/15). Se está en los tiempos anunciados por Miqueas (5/2). “La que ha de dar a luz ya dio a luz”. Aquél que “será grande y será llamado hijo del Altísimo, y a quien el Señor Dios le dará el trono de David, su padre”, ya está ahí. El trono de David ha sido vuelto a ocupar, ahora de manera perfecta y definitiva: “Grande es su señorío y la paz no tendrá fin sobre el trono de David. y sobre su reino.” (Is 9/6).

 

De veras que lo que “está escrito, escrito está” (cfr. Jn 19,22). La intencionalidad de Juan es hacer ver cómo se han cumplido las Escrituras. Para ello se vale de la frase de un pagano (quien está diciendo más de lo que se imagina, como cuando dijo “Ecce Homo”).

 

 - 2ª Perícopa: vv. 23 y 24 (reparto de las vestiduras).

En este sorteo de la túnica hay una clara referencia al Salmo 22/19: “repártense entre sí mis vestiduras y se sortean mi túnica”. Juan dice: “...para que se cumplieran las Escrituras”. En el estilo semítico, se dice la profecía como causa de un hecho. Esto hace aparecer la acción histórica como un mero efecto de algo anunciado. Da la impresión de inexistencia de la libertad humana. Se trata sólo de un estilo literario. La realidad que se quiere decir es diversa. No es la persona la que tiene que ajustarse a lo profetizado, sino que se preanuncia un hecho que esa persona va a realizar libremente.

 

(Dejaremos la 3ª perícopa para el final).

 

- 4ª Perícopa : “La sed de Jesús”

Está profetizada en el Salmo 69/22: “En mi sed me han abrevado con vinagre”, y Juan de nuevo dice: “para que se cumpliera la Escritura.” O sea, que lo que está sucediendo está en la línea de las Escrituras.

 

- 5ª Perícopa: vv. 31-37: “La lanzada”

 

Su referencia bíblica está en Exodo 12/46: “Ni le quebraréis ningún hueso”; en el Sal. 34/21: “todos sus huesos guarda, no será quebrantado ni uno solo”; en Zac. 12/10: “En cuanto aquél a quien traspasaron, harán...”

 

Juan termina diciendo: “para que se cumplieran las Escrituras”. Pudo también haber dicho en nuestro estilo occidental: Y así se cumplieron las Escrituras”.

 

Llegamos, por fin, a la 3ª perícopa, que es la que nos interesa para este curso de mariología. Era necesario ver las demás perícopas para caer en la cuenta del denominador común de los diferentes pasajes que forman el entorno de Jn 19/26-27.

Tema de esta perícopa: El encargo de María a Juan y de Juan a María. Es dentro del contexto general “para que se cumplieran las Escrituras” (esto es, “y así se cumplieron las Escrituras”) que hay que entender el pasaje de “María al pie de la Cruz”.

 

Para una adecuada interpretación de Jn 19/25-27 hay que tener en cuenta lo siguiente:

 

-El encargar a Juan la persona de María y a María la persona de Juan, no es un mero cumplimiento del deber filial. Ciertamente la frase: “y desde aquella hora el discípulo la acogió en su ca­sa”, indica un cumplimiento del deber filial de parte de Jesús, pero no se agota en ello, es más trascendental.

 

+Se trata de algo más que un cumplimiento de la piedad filial. Se han rebasado los límites naturales:

 

- Sería un poco tarde si se tratase sólo de piedad filial. Indicaría falta de previsión por parte de Jesús.

 

- Para encargar a su Madre bastaba que se dirigiese sólo a Juan. Sin embargo, Jesús se dirigió también a María, y lo hizo en primer término (contra la costumbre y contra toda lógica de tratarse sólo de piedad filial).

 

- Jurídicamente tenía que haber sido semejante encargo a San­tiago y no a Juan. Santiago era el hijo mayor de Zebedeo. Entre los judíos era muy importante la primogenitura (como fuente de deberes y derechos).

 

- De haber sido un hecho puramente humano, Jesús no se hubie­ra dirigido a María llamándola “Mujer”. Resulta poco ele­gante, sobre todo en los momentos finales de su vida, en que se experimenta una gran ternura por los seres queridos que está uno por dejar para siempre.

 

+Hay una verdadera dimensión mesiánica en todo ello:

 

- La palabra “mujer” de nuevo empleada por Jesús (ahora sí en “su hora”) lleva una intencionalidad que descubre la dimen­sión mesiánica. Esa palabra, en el léxico de Jesús perte­nece a lo mesiánico. Se trata de una palabra con aire pe­renne de solemnidad. (Jn 20/15; Mt 15/28; Lc 13/2). Esa palabra hace clara referencia a Gen 3/15. Se está diciendo que “se ha dado cumplimiento a lo profetizado en las Escri­turas”. Esa palabra sumerge a María en la dinámica del me­sianismo.

 

- El discípulo predilecto captó la hondura del significado mesiánico de la Palabra de Jesús agonizante. La acogió antes en su corazón que en su casa. En ello nos representaba a todos, pues no pueden limitarse a Juan las nuevas relaciones. Jesús ha creado un nuevo vínculo sobrenatural entre María (como Madre) y los redimidos (como hijos).

 

- En las nuevas relaciones materno-filiales, el papel princi­pal lo desempeña María. La relación tiene su punto de par­tida en ella. María es primero mi madre antes de que yo sea su hijo. Mi filiación depende de que Ella es mi Madre. Su maternidad no depende de mi filiación. Al ser Madre de la Cabeza (Jesús), ya es también madre de los miembros (no­sotros). No soy una especie de hijo adoptivo que pide fun­cione María como madre para mí.

 

+ Reflexión final al comentario de “María al pie de la Cruz”:

 

Acogimos a María como Madre, pero Ella nos había acogido primero como hijos, hermanos de Jesús. Esto lo hizo por la naturaleza misma de su maternidad mesiánica y por obediencia al mandato de su Hijo.

 

Notas marginales acerca de la maternidad de María:

 

- María es madre nuestra. Esta es la llamada maternidad espiri­tual de María. No ha sido definida como dogma de fe. Sin embargo, no por eso deja de ser una verdad.

 

- María es Madre de Jesús. Esta es una maternidad real. En Jesús hay dos naturalezas y una sola persona (el Verbo divino). Se es madre de la persona y no nada más de la naturaleza. María es llamada con toda propiedad Madre de Dios. Es un dogma de fe definido por el Concilio de Efeso.

 

- Claro está que el que María sea Madre de Dios no quiere decir que es Madre de la divinidad. Es tan Madre de Dios (puesto que Jesús es Dios) como mi madre es mi madre.

 

— PASAJES DIFICILES ACERCA DE MARIA EN EL NUEVO TESTAMENTO:

 

- Mt 1/25: .. .y no la conoció hasta que ella dio a luz a un hi­jo”.

 

El problema está constituido por la palabra “hasta”. ¿Significa esto que después si la conoció (esto es, tuvo relaciones sexuales)? Se trata de una manera de hablar. Nos damos cuenta de su verdadero significado cuando consideramos otros pasajes bíblicos en que aparece la misma expresión. Por ejemplo: Mt 28/20: “Y he aquí que yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo” ¿Y después? Claro que continuará lo que se hacía antes del “hasta”.

 

2 Sam 6/23: ‘“Y Mikal, hija de Saúl, no tuvo ya hijos hasta el día de su muerte.” ¿y después? Hasta la pregunta es necia. Claro que tampoco.

 

- Conclusión:

 

Si lo que viene antes del “hasta” es afirmativo, lo que vendrá después deberá ser calificado de “también”. Si lo que viene an­tes del “hasta” es negativo, lo que vendrá después deberá ser ca­lificado de “tampoco”.

 

Mt 1/25 sigue esta regla. Entonces, “tampoco” la conoció después de que ella dio a luz a su Hijo.

 

- Lc 2/7: “...y dio a luz a su hijo primogénito.”

 

En griego bíblico, el término primogénito no supone necesariamente la existencia de hermanos menores. Más bien subraya la dignidad y los derechos del niño que abre el seno materno.

 

Ex 13/2: “Conságrame todo primogénito. Todo lo que abre el seno materno entre los israelitas. Ya sean hombres o animales, míos son todos”. La palabra primogénito es de orden jurídico, no importando mucho si hay o no hermanos después. La consagración se hacía después de sólo 40 días. Si la palabra primogénito se to­mase en sentido relacional numérico, el primer hijo sería “primo­génito” sólo al nacimiento del segundo hijo, lo que tardaría más de 40 días.

 

Ex 13/11: Según los más antiguos códigos de Israel, los primogé­nitos del hombre y de los animales pertenecen a Dios. Los textos de Ex 13/14; Nm 3/13; 8/17, vinculan esta consagración (del primogénito del hombre) a la salida de Egipto y a la décima plaga.

 

La primogenitura es un título jurídico. Respetarla es un deber de la familia.

 

- Lc 2/50: “pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio”.

 

Ciertas mariologías tratan de describirnos en la persona de Ma­ría más un ser sobrenatural que una mujer de carne y hueso. Una María con limitaciones, excepto la del pecado, está mucho más cerca de la verdad. (Cfr. L.G. 58: “peregrina en la fe”).

 

Doc. Mar. III, 2f: “María vive, sin embargo, una fe semejante a la nuestra, en lucha con las contradicciones, probada por las oscuridades de una búsqueda del Dios vivo en la persona de su Hijo; se afana, con la meditación continua, por adentrarse más y más en un misterio que no abarca. Toda su existencia terrena es un largo pere­grinar de la fe”.

 

Mc 3/35: “Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi Madre”.

 

Jesús viene a fundar una nueva familia (Jn 1/12-13), por ello va en contra de una relación humana basada meramente en lo biológico (Jn 8/33; Lc 3/8; 11/27). María es más grande por haber con­cebido a Jesús en su corazón antes que en su seno. María es la discípula predilecta, la cristiana más cristiana, el fruto mejor logrado de la redención, la respuesta perfecta de la humanidad redimida.

 

Para quien conoce bien el corazón de María, la frase de Jesús es una alabanza a su Madre. Jesús vio en su Madre el modelo acabado de la búsqueda y cumplimiento de la voluntad de su Padre. Pudo haber dicho en sus palabras (pues lo tenía en su corazón): “quien cumpla la voluntad de Dios como mi Madre, ése es mi hermano y mi hermana.”

 

— PSICOLOGIÁ DE JESÚS Y RELACION CON SU MADRE

 

La finura y agudeza de nuestra sensibilidad dependen de la mayor o menor perfección estructural y funcional de nuestro organismo.

 

Jesús demostró muchas veces gran sensibilidad ante diversas si­tuaciones: Compasión ante el dolor humano (sentimientos de amistad profunda, captación de la desorientación general, capta­ción de la buena voluntad en las personas.)

 

Por otro lado, Jesús demostró gran fuerza de voluntad. Paciencia en la vida oculta, tan larga y cotidiana.., En la vida pública: sus jornadas tan llenas de pláticas.., de caminatas.., de contra­riedades. Da pruebas de resistencia firme ante sus adversarios (no es ni bravucón, ni sensiblero.)

 

Estas cualidades humanas (entre muchas otras más) ¿no serán atri­buibles a María también. Jesús es hijo virginal de María. Tuvo que parecerse a su Madre más que cualquier otro hijo. La frase evangélica de Mt 7/17: El árbol por sus frutos se conoce, es vá­lida también para la relación Jesús y María.

 

Conocer a Jesús nos ayudará a conocer mejor a María. Cristo pu­do decirnos: “así como soy yo, así es mi madre.” En cierta ma­nera, María es la versión femenina de la bondad de Dios.

 


 

 

 



[1] Debo triunfar en la vida cotidiana. No ceda ante sus dificultades típicas (ca­lor, polvo, etc.). Que mi profesión religiosa vaya avalada por actos “heróicos” cotidianos, esto es actos ordinarios hechos con gran generosidad) de lo contrario corro el peligro de que esa mi primera profesión sólo sea un estupendo “número teatral”.

[2] Cuando termine mi Noviciado y pierda un poco el ritmo de oración, acuérdeme de mi mejor oración: yo mismo (ofrecido al Señor): “Señor, tuyo soy,..”

[3] En mi meditación, una invocación a María, la virgen de la escucha, la fiel al Espíritu.

[4] No voy a ser aceptado por mis alumnos si no tengo valores humanos desarrollados. Es más bien raro que el joven rechace el Evangelio en sí mismo. Más frecuentemente rechaza al evangelizador por su falta de calidad humana. (Ej: una transmisión de televisión muy buena puede ser estropeada por un televisor muy defectuoso.) Cuide mi imagen (vocabulario, presenta­ción, postura en la oración, etc.); se trata de hacerme creíble. La gente prefiere aceptarme a mí antes de aceptar el mensaje que le doy.

[5] Exactitud en el lenguaje: así como en música no es igual un tono que otro, en el lenguaje no es lo mismo una palabra que otra.

[6] En la vida religiosa no vaya a sacrificar mis ideales por la “unidad”; porque sacrificar la verdad por la “unidad” (de cómplices) significa no tener personalidad, Quien se une sin la verdad acabará por separarse.

[7] La Biblia no intenta decirnos cómo va el cielo, sino cómo se va al cielo.

[8] En el fondo, hay una desconfianza hacia Dios (mecanismo de todo pecado).

[9] ¿Qué va a ser mi profesión religiosa? Va a ser meterme en el pequeño resto: sin planes personales... sin condiciones... Después de la Ceremonia, de la visita de familia, iré al Escolasticado... Tendré la tentación de ser como mi familia. No me olvide: “Confiad siempre en Dios... tú sabes que tu oro es el Señor...” (Canto 55).

[10] Voy a adelantar en la vida espiritual, en la medida en que me sienta necesitado de Dios.

[11] Así es en la vocación religiosa: cuando fui llamado, no calculaba la trascendencia del llamado, y la densidad existencial de mis respuesta...