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La Cocina Mediterránea (y II) Una de las claves para tener una dieta sana es comer de todo en combinaciones variadas y con moderación. No es necesario privarse de los platos favoritos y es recomendable satisfacer los gustos culinarios. La cantidad de energía que suministramos a nuestro organismo es importante pero también lo es su distribución a lo largo del día. El desayuno, definitivamente, es nuestro primer encuentro diario con la comida. Pero le damos tanta importancia al almuerzo y a la cena que nos olvidamos que es el desayuno el "combustible" que pondrá en marcha a nuestro organismo desde tempranas horas. Es por eso que debería ser más abundante y variado. El
desayuno debe estar constituido por leche, yogurt, quesos frescos, miel,
mermelada, cereales, jugo de frutas frescas o frutas en trozos y hasta
repostería casera. El jugo de frutas es una forma excelente de empezar el día puesto que aporta las vitaminas. Los cereales, a base de hojuelas de maíz, arroz inflado, etc., aportan energía continua a nuestros músculos, a través de glúcidos complejos. Proveen proteínas, vitaminas del grupo B, hierro y fibra, manteniendo el corazón y las arterias saludables. La miel, aporta vitaminas,
aminoácidos, ácidos orgánicos y sales naturales
que se asimilan con facilidad. Su aporte calórico es elevado,
por lo que su consumo es más recomendado a jóvenes, deportistas
y niños. |