LA MEZCLA DE SANGRES EN EL MATRIMONIO

Cristo vino para preparar el camino de la emancipación de la humanidad, libertándola de la influencia de los Espíritus de Raza o de Familia y para unir a todo el género humano en Una Fraternidad Universal.
El enseñó que la "semilla de Abraham" se refería únicamente a los cuerpos y llamó su atención sobre el hecho de que antes de que Abraham viviera, el "Yo" -el Ego- ya existía. El espíritu individual triple tuvo su ser antes que todas las Tribus y Razas, y subsistirá hasta cuando éstas hayan pasado y aun hasta cuando no quede ni la memoria de ellas.
El triple espíritu individual del hombre, el Ego, es el Dios interno, que el hombre corporal, personal, debe aprender a seguir. Por lo tanto, Cristo dijo que, para ser un discípulo, el hombre debía abandonar todo lo que tenía. Su enseñanza se dirige a la emancipación del Dios interno. Incita al hombre a ejercer su prerrogativa como individuo y a elevarse sobre la familia, la tribu y la nación. No enseñó que debían considerar su clase y su país. El hombre debe cumplir todos sus deberes, pero debe cesar de identificarse con una parte y debe reconocer su igualdad con todo el mundo. Este es el ideal dado a la humanidad por el Cristo.
Bajo la dirección del Espíritu de Raza, la nación, tribu o familia se consideraba en primer lugar y el individuo en último. La familia debía conservarse intacta. Si cualquier hombre moría sin sucesión que perpetuara su nombre, su hermano debía "fecundar" a la viuda, para que no muriera (la familia) (Deu, XXV: 5,10). El casarse fuera de la familia producía horror en aquellos tiempos. Un miembro de una tribu no podía casarse con uno de otra sin perder su propia casta. No era nada fácil hacerse miembro de otra familia. Y no solamente entre los judíos y otras naciones de la tierra se insistía en conservar la integridad de la familia, sino también en los tiempos modernos. Como ya se mencionó, los escoceses se adherían tenazmente a su propia familia, y los antiguos escandinavos Vikings, no admitían a nadie en sus familias si no habían "mezclado la sangre" primero con ellos, para los efectos de la hemolisis espiritual, hecho que es desconocido para la ciencia materialista, pero que conocían los antiguos.
Todas estas costumbres eran el resultado de la obra de los Espíritus de Raza y de los Espíritus de Tribu sobre la sangre común. Admitir como miembro a uno que no tenía la sangre común, hubiera producido una "confusión de casta". Cuanto más pura era la genealogía (en ese sentido), mayor era el poder del Espíritu de Raza, y más fuertes eran los lazos que ligaban al individuo a la tribu, porque la fuerza vital del hombre está en su sangre. La memoria está íntimamente relacionada con la sangre, que es la más alta expresión del cuerpo vital.
El cerebro y el sistema nervioso son las más elevadas expresiones del cuerpo de deseos. Evocan escenas del mundo externo, pero al imaginar algo, la sangre aporta el material para esas escenas; por lo tanto, cuando el pensamiento está en actividad, la sangre fluye a la cabeza.
Cuando la misma corriente de sangre sin mezcla fluye en las venas de una familia durante generaciones, las mismas imágenes mentales hechas por el bisabuelo, abuelo y padre son reproducidas en el hijo por el Espíritu de Familia que vive en la hemoglobina de la sangre. El hijo se ve a sí mismo como la continuación de una larga línea de antecesores, quienes viven en él. Ve todos los sucesos de las vidas pasadas de la familia como si él hubiera estado presente, no comprendiendo, por lo tanto, que él es un Ego. No es él simplemente "David", "el hijo de Abraham"; no "José" sino "el hijo de David".
Por medio de esta sangre común, se dice que los hombres vivían durante muchas generaciones, porque a través de la sangre sus descendientes tenían acceso a la memoria de la Naturaleza, en la que se conservaban esos recuerdos. Esta es la razón por la que se dice en el quinto capítulo del Génesis que los patriarcas vivieron durante centurias enteras. Adán, Matusalén y los otros patriarcas no alcanzaron personalmente tan gran edad, sino que vivieron en la conciencia de sus descendientes, quienes veían las vidas de sus antecesores como si ellos mismos las hubieran vivido. Después del período indicado, los descendientes no pensaron de sí mismos como siendo Adán o Matusalén. La memoria de esos antecesores se borró, y por eso se dice que murieron.
La "segunda vista" de los Escoceses Highlanders(1) demuestra que por medio de la endogamia se retiene la conciencia de los mundos internos. Ellos han practicado el matrimonio dentro de la familia hasta tiempos recientes, así como los gitanos, quienes siempre se casan en la tribu. Cuanto más pequeña es la tribu y más pura la generación, más pronunciada es la "vista".
Las razas primitivas no desobedecieron la orden emanada del Dios de la Tribu de no casarse fuera de ella, ni tampoco tenían inclinación alguna para hacerlo, debido a que no tenían mente propia.
Los semitas originales fueron los primeros en desarrollar la Voluntad, y en seguida se casaron con las hijas de los hombres de otras tribus, frustrando temporalmente el designio de sus Espíritus de Raza, y fueron rechazados inmediatamente como malhechores que "habían adorado a dioses extraños", haciéndose así incapaces de ser la "semilla" de las siete razas de nuestra presente Epoca Aria. Los semitas originales fueron, en aquel entonces, la última raza que el Espíritu de Raza mantuvo separada.

(1) Highlander: Es el que vive en las montañas o sitios elevados. (N. del T.).