Durante el siglo XI, en los finales de la dominación árabe, época marcada por la importancia del dominio del agua y el enfrentamiento entre moros y cristianos, vivió Sebastián, un cristiano que se dedicaba al pastoreo en Añavieja, y cuya maestría en la elaboración de objetos y recipientes como colodras y gaitas, era conocida. Sebastián inició una relación amorosa con Justina, aunque poco duraría su felicidad, ya que debía marchar a trabajar a Tarazona. Así que antes de partir, regaló a su amada una de las colodras que él mismo hacía. Se despidió y se marchó. Ya en su nuevo destino, comenzó a trabajar como criado de un cristiano en una huerta cercana al Ojo de San Juan. Estando un día regando, observó que el agua arrastraba un extraño objeto. Lo limpió y con gran sorpresa advirtió que era la colodra que poco antes había regalado a Justina. Sebastián, preocupado, le mando recado y su amada le explicó cómo la colodra se le había caído, en un descuido, en la laguna de Añavieja. Sebastián, asombrado, relató lo ocurrido a sus amos, quienes concluyeron que las aguas de San Juan tenían su origen el la laguna de Añavieja. Acordaron no revelar este hecho, pero de todas formas llegó a oídos de los moros que, temerosos de que los cristianos cortaran el suministro de agua en Castilla y de ese modo quedasen sus huertas sin regar, intentaron arrancar el secreto al bueno de Sebastián, quien, al igual que sus amos, no confesó. Los moros, terriblemente enfadados, comenzaron a perseguir y maltratar a los cristianos, provocando su sublevación. El enfrentamiento se resolvió a favor de los moros y Sebastián fue colgado. Algún tiempo después, Justina desafió a los moros, amenazándoles con cortar el agua del Ojo de San Juan y arruinar sus haciendas. Así consiguió que los moros, que por entonces dominaban la ciudad, fueran más tolerantes con los cristianos.
Nota (1): Una colodra es un recipiente un tanto especial; se denomina así a las vasijas de madera en que se tiene el vino que se vende al por menor, a los vasos rústicos de cuerno, y a unos barreños de madera que usan los pastores para ordeñar ovejas, cabras y vacas.
Nota (2): La denominación "Ojo de San Juan" se debe a los moriscos aragoneses, que llamaban "ojo" a las fuentes por la forma redonda del orificio de salida de sus aguas. Después se le añadiría "de San Juan" por la ermita dedicada al Bautista.