![]() Gibraleón bulle enfebrecida con todos los actos que celebran en honor de la Blanca Paloma. Cuando el Simpecado sale de su Capilla, todo el pueblo le acompaña. Los vivas y la alegría se mezclan con el fervor y el recogimiento y se transforma en alabanzas a la Reina de las Marismas. En los ojos las lágrimas, y en los labios la copla.
|
La Hermandad de Gibraleón inicia el miércoles su camino hacia El Rocío, aunque ya el lunes anterior al domingo de Pentecostés se produce un acto muy emotivo: la Misa de Romeros en la iglesia de San Juan Bautista, Numerosos romeros acompañan al Simpecado en su ruta hacia la aldea almonteña, para volver a observar el bellísimo rostro de la Blanca Paloma. Caballistas, charrés, tractores y carros tirados por animales forman una impresionante procesión que toma a las nueve de la mañana el camino hacia San Juan del Puerto, donde se realizan algunas ofrendas forales. Continua la marcha desviándose la Hermandad por la carretera de Moguer, dejando la localidad juanramoniana al lado derecho y tomando el camino de Montemayor. El almuerzo en el merendero de Moguer sirve para reponerse del cansancio y refrescar a los animales. Prosigue la ruta en dirección al cruce de Beas, lugar donde pernocta la corporación de Gibraleón. Antes de finalizar la primera jornada se reza el Santo Rosario alrededor del Simpecado y se producen momentos de alegre convivencia entro los romeros, entre el batir de las palmas, el baile y el cante. A la mañana siguiente se parte a las ocho para tomar el camino de Moguer, atravesándose lugares de nombres tan rocieros como Bodegones o Cabezudos. El almuerzo será en Pino Gordo y luego se entra en el camino del Gato para llegar al Rocío hacia las ocho de la tarde, entre los !vivas! a la Virgen del Rocío. La entrada de Simpecado en la capilla de la casa hermandad de Gibraleón se produce entre el clamor de numerosos rocieros. |