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La Muy Ilustre y Venerable Hermandad de Ntra. Señora del Rocío de Hinojos, gracias a uno de sus más preclaros hijos, D. Juan F. Muñoz y Pavón, ha hecho aportaciones a la devoción rociera de una riqueza sin igual. Promotor de la Coronación Canónica de la Santísima Virgen del Rocío y autor de las más bellas alabanzas a la Blanca Paloma, ha conseguido que la Hermandad de Hinojos pase con letras de oro a formar un capítulo importantísimo en la historia rociera.

Hinojos vive tan intensamente esta devoción, que al igual que comparte el puente del Rey y el arroyo del Ajolí con la margen almonteña, también comparte su cariño y su entrega con la patrona del Almonte.

La Hermandad de Hinojos vive la Misa de Romeros el viernes anterior a Pentecostés a las ocho de la mañana, oficiada por el capellán de la Corporación. Allí se acostumbra celebrar el acto de imposición de medallas a los nuevos hermanos. Una vez finalizada la Eucaristía, cantada por el coro rociero, se produce la salida de la parroquia. Al Simpecado, una vezcolocado en su carreta, se le canta una salve en una plaza abarrotada de gente que no puede reprimir su entusiasmo.

Entonces se inicia un emotivo recorrido por el pueblo, entre la alegría general y los ¡vivas! a la Blanca Paloma de una multitud enfervorizada por su devoción a la Virgen. Una vez llegado a la Venta de los Pinos, la Corporación guarda sus enseres y a las diez de la mañana reanuda la marcha en un paraje de gran belleza, cuajado de pinares, encinas, alcornocales y eucaliptos.

La primera parada se realiza en el puente Serrano, aunque antes de llegar a la finca de Las Caleras, lugar donde se aprovecha para reponer fuerzas y dar descanso a las bestias, la caravana se detiene a las doce en punto para cantar el Angelus, prosiguiendo hasta Cabeza Rasa, un lugar precioso donde la gente se desborda con el cante y el baile.

Camino del Lomo del Grullo, se toma el sendero de las Playas del Paleto, lugar donde se alza majestuoso el pino de los "Mil duros" donde se hizo la primera contribución económica para la construcción de la Casa-Hermandad. La sombra de ese pino centenario sirve para que la comitiva almuerce y sestee. Hacia las seis y media de la tarde se retornará al camino, acercándose al Charco del Cura. Los corazones laten cada vez con más fuerza... Los cantes y los rezos son continuos. El puente del Ajolí se cruza, en medio de una multitud, alrededor de las nueve de la noche, entre estallidos de alegría de los rocieros.