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San Juan del Puerto lleva la garganta un poco ronca...

La Hermandad de San Juan del Puerto, por encima de todo personalismo, el más fuerte apoyo lo recibe, del pueblo sencillo que se vuelca ofreciendo su tiempo y sus medios para mayor esplendor de una devoción a la Virgen del Rocío, en fuertemente arraigada.

Es un maravilloso espectáculo ver entrar en la Aldea Almonteña a la Hermandad, por el fervor de los sanjuaneros, y las mulas orgullosas tirando de la carreta del Simpecado, al compás de los vivas y los vítores a la Blanca Paloma.

La casa Hermandad vibra de entusiasmo cuando sus campaniles anuncian la llegada de la Reina de las Marismas, en la madrugada del Lunes de Pentecostés, el clamor del Real que enronquecidos gritan alabanzas a la Madre de Dios.

El camino de la Hermandad de Nuestra Señora del Rocío de San Juan del Puerto ha experimentado, a lo largo de la historia, algunas variaciones. Actualmente la comitiva sale de la localidad el miércoles por la mañana. Tras despedirse en la calle Toledo de la Virgen de la Esperanza los rocieros parten cerca del Surtidor, donde se recogen algunos enseres (varas, banderas,...).

El itinerario discurre hasta Moguer, donde son recibidos por la hermandad de la localidad juanramoniana, que les profesa una cálida acogida.

Este es un día de sana alegría, de cantes bailes y jolgorio generalizado de todos los rocieros ansiosos de volver a postrarse ante la Blanca Paloma en su santuario de la aldea almonteña. De Moguer la Hermandad de San Juan del Puerto se desplaza a Montemayor. En las cercanías de la ermita se hace una parada en la que se almuerza, reponiendo fuerzas para proseguir ruta.

Mas tarde se prosigue hacia Cabezudos y alguno kilómetros antes de Bodegones se hace acampada en La Matilla, un lugar tremendamente acogedor donde pernoctan los hermanos entre la luz de las fogatas. Allí, por la noche se celebra la tradicional Misa de Romeros y se viven instantes de gran emotividad.

Al día siguiente todos los corazones laten ansiosos por presenciar nuevamente la cara de la Reina de las Marismas. La Salve Rociera es el prólogo al nuevo día. Hacia las diez de la mañana comienza el trasiego de los peregrinos por zonas de belleza incomparable, pasando por El Gato, hacia las doce de la mañana. El almuerzo se produce hacia las tres de la tarde, en el tercer pinar, junto a la Hermandad de Ayamonte. El Rocío ya está cerca y allí se llega por la tarde.