La aldea sin Ella Sensaciones extrañas, huecas. Vacío y soledad. Silencio. Desasosiego. Mi alma se halla desconcertada al buscarte y no encontrarte, Señora, sólo ese remanso de paz. Pero no es una paz que te llena como tantas otras veces, no, es sólo la tranquilidad que contagian las cercanas marismas, la gratitud que encierra esa bendita tierra. No recuerdo haber mirado durante tanto tiempo seguido el perfil de la ermita. Mis ojos se van posando, cual golondrina sobre el campanario, en cada uno de los detalles ornamentales sabiamente trazados. ¡Pobre esperanza mía!¿Aún te resistes a creer que Ella, esencia y alma del Rocío, ya no está? Su ausencia es absurda como un camino sin fe. Irónica como la medalla colgada al pecho del "planchao". triste como el camino de vuelta. Desconcertante como la primera oración del no creyente. Silenciosa como debe ser el gesto del buen rociero. Tranquila como la Raya sin la algarabía de las carretas. Solitaria como el coto sin flores. Dolorosa como el corazón cuando la pena lo encoge. Todo denota que falta Ella. La aldea está en silencio, las marismas sosegadas. Los caballos apaci- guados. Hasta los famélicos perros del Rocío vagabundean sin rumbo fi- jo, parecen rastrear lapista de la ausente Virgen marismeña. Un grupo de turistas, que no peregrinos, vienen movidos por la curiosi- dad. Se detienen, hacen las fotos de rigor y se marchan sin haber apor- tado nada esencial a esa bella estampa de la ermita que se contempla en silencio cuando Ella no está. Incluso la estatua del tamborilero parece hacer una parada, un alto en el camino, parece saber que hasta dentro de nueve meses no vuelve la que inspira las letras que surgen al compás de suaves melodías brotadas de su flauta, ahora ahogada por la distancia que lleva a Almonte. Entona: "¡No te detengas viento, sopla fuerte! Hazle saber que mis mejores sevillanas son para Ella". El campanario, ahora callado, parece temblar emocionado al recordar que tan sólo unos días atrás prendía música en los oídos de miles de pere- grinos. Sus envolventes toques de campana están impregnados del silencio del recuerdo, de la tristeza. Y mi alma, se suma a la estela de pasión ahogada que produce el bello pero vacío espectáculo de la aldea sin el corazón de su Reina. Alabama.
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Quien será ese Rociero que va cumpliendo promesa; no le escuché una palabra, tampoco ninguna queja. Va detrás del Simpecao lleno de polvo y rendío con la ayuda de una vara que cortó de un eucalipto. Y de noche, a la candela, él se acerca una manta con el cielo como techo, sin decir una palabra, sigue llorando en silencio. Mónica García de Salas.
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Que a mi me llamen loca cuando el calor abrase, cuando refresque en la noche o si me pongo a rezarte. Que a mi me llamen loca cuando me abrace a un amigo, cuando duerma sin un techo o cuando haga el camino. Que a mi me llamen loca cuando mirándote llore, cuando me acerque a tu reja o cuando perdón te implore. Que a mi me llamen loca cuando me ponga a cantarte, cuando vaya a verte el lunes o cuando quiera llevarte. Que me llamen lo que quieran porque sin verte no vivo mi vida es seguir andando el camino hacia el Rocío. Mónica García de Salas.
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Largas caravanas de almas serpentean hacia un destino común, tan blanco como el corazón de un niño, tan ansiado como soñar sueños. La ermita se erige majestuosa, omnipotente, abrazando con su concha a todos los cansados peregrinos que dirigen sus pisadas hacia el sumun de la paz interior. La Virgen espera. Arena, polvo, imágenes difuminadas... estudiadas por la naturaleza para dar color, belleza, iluminosidad. ¡Qué armonia en el paso lento de los bueyes! ¡Qué romanticismo al calor de la hoguera! ¡Qué aire místico evoca el camino! ¡Cuántos recuerdos! Soñarte desde la lejanía, Rocío, llega a ser cruel y gratamente intenso. Puedo rememorar las vivencias que más calan, pero también siento el yugo de la distancia. Paisajes rememorados, escenas simbólicas bajo forma de irrealidad. Sentimientos largamente adormecidos que ahora despiertan, como en primavera, con un brote de emoción. Sueño con las noches en la candela, con la hospitalidad del romero, con ver la marea que se crea en torno a la Blanca Paloma el Lunés de Pentecostés, con sufrir esa catarsis interna bajo la mirada de la Señora... Sueño...con estar allí, con mi gente, porque sí. Porque hoy, desde la distancia, piedo vivir, m´s intensamente si cabe, el CAMINMO al Rocío. Porque hoy puedo imaginar El Rocío a mi manera, como un paraíso, como una puerta al cielo a la cual se accede sólo siendo buen rociero y noble de corazón. Alabama.
Quiero decirte Madre, lo que yo siento, Rocío, orgullosa estoy de ser de una Hermandad del Rocío. La de Marbella, Señora, con su Simpecao divino. La Marbella marinera que recorre los caminos navegando por las olas de sus mares cristalinos, en la barca de los sueños navegando hasta el Rocío. Lejana irá quedando la arena de la playa para irnos adentrando en la arena de la Raya. Se cambia Sierra Blanca por el Coto de Doñana, las exóticas palmeras por los lirios de la Raya. El corazón ya me late pues cruzamos el Ajolí, ya se divisa la ermita, ya estoy cerca de tí. Y llegará la presentación y detrás del "Simpecao" iré, cantando por sevillanas a tu puerta llegaré. De vuelta con mi Hermandad en el domingo pensaré, y cuando llegue el Rosario con mi Simpecao iré, esperando al de Almonte en tu ermita ya estaré, anhelando ese momento en que salten otra vez, los almonteños, tus hijos, para poderte coger. Durante toda la noche a tu vera seguiré y al amanecer el día cambiar tu cara veré cuando los rayos del sol Madre, en tu cara te den. De rodillas pediré, que para el próximo año nos veamos otra vez. Inés María.
Estos textos están publicados en la revista "Despertar Rociero" del Grupo Joven de la Hermandad. Si alguien quiere solicitar algún número atrasado o suscribirse, puede ponerse en contacto a través de nuestro mail.
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