Candeleda una joya ecológica
Pasado y porvenir de su naturaleza y de sus hombres
Seria pretencioso, intentar descubrir a los visitantes
de candeleda, la belleza de sus paisajes, las excelencias de sus rutas
de montaña o la calidad de sus habitantes.
Una hora le basta al viajero para comprobarlo. Desde cualquier
lugar, por escondido que esté, se puede apreciar la imponente mole
granítica, "El gigantesco murallón casi vertical de Gredos",
como le llama Enríquez de Salamanca, desde donde el pico del Almanzor
vigila el valle del Tiétar. Candeleda, tiene dos caras, una que
mira a la sierra curtida por la vida dura de los cabreros, en un medio
hostil, que ha forjado el carácter de sus habitantes. Otra que mira
al valle, cálida, suave como corresponde a ese vergel que es regado
por las aguas del Tiétar. En el río se funden las aguas frías,
impetuosas de las gargantas, con las más calientes de las fuentes
de la Vera. Eso explica las calidades humanas de los candeledanos, mezcla
de esos dos ambientes.
Candeleda posee junto a esos caracteres otros no menos
singulares; una fauna y flora silvestres todavía no apreciados en
todo su valor, que merece la pena conocer y conservar. Esa fauna y esa
flora, tan escasos en otros lugares conviven en Candeleda con sus tradiciones,
con la vida de sus habitantes que son los verdaderos protagonistas de la
vida natural.
Como un reto de nuestros días, como una obligación
impuesta por los nuevos tiempos, los hijos de Candeleda, las autoridades,
los amigos, tenemos el deber de descubrir la riqueza que encierran estos
parajes.
Armonizar las formas de vida tradicionales con el
nuevo empeño de proteger el medio natural y el desarrollo controlado
de su riqueza.
Candeleda, es probablemente más conocida
por la capra hispánica, que por otros valores ecológicos.
Paradójicamente una riqueza como ésta, cuya conservación
arroja algunas sombras por no haber podido cortar el furtivismo, ofrece
como alternativa al visitante muchas otras especias de gran interés
ecológico
Postoloboso, Casagrande o el Rincón acogen cada
año importantes contingentes de grullas para invernar. Es uno de
los primeros lugares de nidificación del halcón abejero
-Pernis apivorus- y el azor es muy común en sus tierras.
Garganta Blanca, Sta. María y la Lóbrega poseen nidos de
águla real, y por citar otros ejemplos los buitres negros de Montfragüe
encuentran en Candeleda numerosos comederos gracias al ganado que aún
conserva estas tierras. La cigüeña negra -ciconia nigra-
tan escasa y tan apreciada entre los naturistas es habitual en torno al
pantano del Rosarito y es rara la visita de un ornitologo que no pueda
contemplar con admiración la oropendola -oriolus oriolus-
tan apreciada por su canto y por su colorido amarillo intenso con su pincelada
negra, hoy afortunadamente en expansión.
Tal vez Candeleda sea uno de los rincones de nuestra
geografía más ricos en herpetofauna. Un inventario de anfibios
y reptiles arrojaría un resultado que no dudo en calificar de espectacular.
Uno de los clásicos de nuestra bibliografía
de la naturaleza nos recuerda que "también lo pequeño es
hermoso" y lo pequeño en estas tierras es para mí de extraordinario
valor. El sapo corredor -Bufo calamita-, la salamandra almanzoris
-más negra que el tritón-, tan comun en las lagunas de la
zona subalpina son joyas de nuestra geografía local. Llegará
el día en que estas especies dejarán de ser contempladas
como seres extraños, sin ninguna utilidad, y para muchos repelentes,
y se comprenderá que son inofensivas y tal vez piezas de museo cada
día más apreciadas por la sensibilidad y la cultura
Las gargantas de Candeleda hacen además la delicias
de un bue ornitólogo. Destacan: el pechiazul -cyanosylvia svecica-
que se pueden ver en los piornales del Nogal, al pie del Almanzor o en
la Portilla del Escobarón; el mirlo acuático -ciclus cinclus-
en las numerosas gargantas, siguiendo en su vuelo rasante el curso de las
aguas sumergiéndose en una torrentera o el alzacola, que podemos
contemplar en los llanos de Los Tomillares.
Descuidar la Capra Hispánica por un aprovechamiento
desordenado, y preder el cetro de esta especie en la vertiente sur de Gredos,
que durante tantos años ha ostentado Candeleda, sería un
acontecimiento triste, pero no sería menos triste que las bellezas
y los valores soterrados que Candeleda encierra, pasaran desapercibidos
para la cultura de nuestros visitantes o que no acertáramos a mostrar
los valores ecológicos y como consecuencia los económicos
que un turismo de naturaleza controlado y bien desarrollado puede proporcionar
a este centro serrano de tanto interés.
JOSE MARIA BLANC DIAZ. Consejero de WWF. Fondo Mundial
para la conservación de la naturaleza. Candeleda, Agosto-1990.
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