Maliciosas miradas
¡Por qué me torturan así!
Las veo salir y debo ognorarlas,
sabiendo que ustedes
no se van a dar cuenta que yo
no busco la rosa aurífera
sino la flor de loto
que yace en sus miradas y sonrisas,
el calor que me reviva
en la soledad donde debo vivir.
Pero ya entendí.
No podré más recibir
sus tibios rayos sobre mis ojos
y deberé volver a caminar solo,
mirando el polvo que levantan
mis propias pisadas,
riéndome de los latidos de mi corazón.
Y estoy triste porque me cuesta aceptarlo.
Tener la sensación que quizás
fui yo el que lo echo todo a perder,
el que mientras miraba el manual de instrucciones,
olvidó sonreirle a los últimos rayos del sol...
¡Y la maldita Luna me lo sigue recordando!
Visiones de una luz de vida
que ya no es más,
que es sólo un reflejo
que hace aún más pesada mi carga.
Philippe Andrade