Viviendo universos


...Y en esa noche vi tus manos;
cómo tu rostro observaba tranquilo
los momentos, los minutos y
las estrellas. Sentado te esperé...

Y cayó el cielo, la tierra y el fuego,
pero tu ceño inmutable me mantenía inmóvil,
frío, casi triste, pero con luz en los ojos.

Así cayó la última estrella y lloraste:
tu llanto silencioso destruyó lo
poco que quedaba, secó el árbol
donde yacías mirando y abrió
mi boca en dos...

Te recogí del suelo como a una diminuta
flor durmiente y te llevé al confín de
mi alma, donde pude hablarte por última vez
y aprender en tu último suspiro,
el sol que necesito para empezar a existir.

Philippe Andrade