Tengo frío junto a los manantiales. He subido hasta cansar mi corazón.
Hay yerba negra en las laderas y azucenas cárduas entre sombras, pero,
¿qué hago yo delante del abismo?
Bajo las águilas silenciosas, la inmensidad carece de significado.
Hubo un tiempo en que mis únicas pasiones eran la pobreza y la lluvia.
Ahora siento la pureza de los límites y mi pasión no existiría si
dijese su nombre.
Hablan los manantiales en la noche, hablan en los imanes del silencio.
Siento la suavidad de las palabras olvidadas.
Eres sabio y cobarde, estás herido en las mujeres húmedas, tu
pensamiento es sólo recuerdo de la ira.
Ves las rosas temibles.
Ah caminante, ah confusión de párpados.
Sábana negra en la misericordia;
tu lengua en un idioma ensangrentado.
Sábana aún en la sustancia enferma
la que llora en tu boca y en la mía
y, atravesando dulcemente llagas
ata mis huesos a tus huesos humanos.
No mueras más en mí, sal de mi lengua
Dame la mano para entrar en la nieve.