Portadores de la Palabra
Lorgar,
Primarca de la Legión de Marines Espaciales Portadores de la Palabra, había
sido siempre uno de los más escrupulosos y consagrados practicantes del Culto
Imperial. Estaba seguro de que sus progresos constantes y metódicos durante la
Gran Cruzada, convirtiendo planetas al Culto Imperial con dedicado ahínco, le
proporcionarían la gratitud eterna del Emperador, y lo elevarían a una posición
preeminente entre los Primarcas. Por tanto, fue un duro golpe para él que el
Emperador le reprendiera por su lentitud en cumplir los objetivos primarios de
la Gran Cruzada. La misión de los Marines Espaciales era luchar, no perder
tiempo en rituales sin importancia ni en la construcción de monumentos.
Más
adelante, Lorgar diría que está acción haría caer el velo que le cubría los
ojos, y que pudo ver al Emperador como era en realidad: no un dios, si no un
hombre irreverente, incapaz de comprender que lo que la humanidad necesitaba
era, antes que cualquier otra cosa, una guía religiosa para dar sentido a una
existencia que de otra forma no tenía valor. La fe de Lorgar en el Culto
Imperial quedó destruida, pero rápidamente encontró un substituto en la forma
terrorífica de los Dioses del Caos. Ellos eran dioses de verdad: seres que exigían
ser adorados, que en realidad esperaban las demostraciones de devoción y
dedicación.
Por
tanto, incluso antes de que Horus fuera corrompido, Lorgar empezó a adorar a
los Dioses del Caos. Lorgar se recreaba en cada uno de los diferente aspectos
de cada uno de los Poderes Oscuros, pero no adoraba a ninguno por encima de los
otros. Se consagró al Caos en su forma más pura, el Caos Absoluto, y
rápidamente arrastró a los Portadores de la Palabra por el mismo camino. La
fanática dedicación que los Portadores de la Palabra habían demostrado en su
adoración al Emperador fue rápida y fácilmente dirigida a una devoción
igualmente fanática al Caos.
Al
principio, los Portadores de la Palabra tuvieron que mantener sus actividades
en secreto. Establecieron cultos secretos en los planetas que controlaban o
conquistaban, los cuales trabajaban de forma insidiosa para convertir nuevos
adeptos al culto de los dioses del Caos. Cuando empezó la Herejía de Horus, los
Portadores de la Palabra revelaron inmediatamente su verdadera naturaleza, y en
un millar mundos, los Cultos del Caos que ellos habían fundado se levantaron en
rebelión abierta. Lorgar y los Portadores de la Palabra, liberados de la
necesidad de mantener su adoración en secreto empezaron a adorar abiertamente a
los Dioses del Caos.
Después
de la derrota de Horus, los Portadores de la Palabra se retiraron al Ojo del
Terror. desde allí continúa predicando la palabra del Caos. En los mundos que
atacan, los Portadores de la Palabra construyen gigantescos monumentos
dedicados a sus Dioses Oscuros, y erigen inmensas catedrales donde los cantos y
las plegarias de los adoradores se mezclan con los gritos y aullidos de los que
están siendo sacrificados a los Poderes del Caos en altares ensangrentados.
Los
Portadores de la Palabra son la única Legión de los Marines Espaciales del Caos
que aún cuanta con Capellanes, los cuales imponen un estricto régimen de
observación religiosa entre sus hermanos. Todos los Portadores de la Palabra
deben dedicar cada día un tiempo considerable a actos de sacrificio ritual, estudio
de lo oculto, o adoración decadente. En la Batalla, los Portadores de la
Palabra son obstinados hasta el límite, avanzando bajo gigantescos estandartes
dedicados al Caos en su infinita variedad de formas, recitando catecismos
mientras luchan, ¡y ejecutando al enemigo como castigo por su fracaso en seguir
el verdadero camino de la rectitud!
Extraído del Codex Caos