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Acerca

Tlamanalli es una palabra Nahuatl que significa ofrenda.

El Nahuatl es el segundo idioma mas hablado en Mexico, después del español. Es el idioma materno de más de un millón de personas.

Me llamo David Cañedo, nací en la ciudad de México en 1961.

He estado haciendo arte y artesanías por cerca de 15 años, desde 1987. Estaba viajando alrededor del mundo, y por casualidad fui a parar a un monasterio melquita en las afueras de Jerusalem. Ahí había un monje que tenía su taller de talla en madera, y yo me convertí en su aprendiz durante los siete meses que estuve por ahí. Me encantó desde el principio, y descubrí que tenía facilidad para ese tipo de trabajo. Después, cuando regresé a México, continué estudiando artesanías, y durante varios años asistí a varias muy buenas escuelas de arte y artesanías en la ciudad de México. Poco a poco fui dejando la talla en madera (aunque siempre me ha seguido gustando y cuando tengo la oportunidad la practico) y empezé a explorar otras técnicas, tales como cerámica, vitrales, joyería, marquetería y finalmente esmalte, que es una técnica maravillosa de la que me enamoré desde el principio.

Otro gran evento para mi fue cuando descubrí los relojes de sol. Fue casi por casualidad. Estaba viajando de nuevo en mi bicicleta por el sur de Francia, esto fue en 1992, en dirección a Santiago de Compostela (el famoso Camino de Santiago) cuando se me ponchó la llanta y tuvé que pasar la noche en un pequeño pueblo de los pirineos, ni siquiera me acuerdo de su nombre, y en este pueblo había una tienda especializada en relojes de sol, había cientos de ellos, de todas las formas, tamaños y estilos, y fue como una revelación. Me quedé pasmado, boquiabierto, como si hubiera descubierto un mundo nuevo, y entonces decidí que tenía que aprender a hacerlos. No sólo eso, sino que tenía que hacerme un experto. De hecho no me costó tanto trabajo, ya que siempre fui bueno para las matematicas, ademas que siempre he sido aficionado de la astronomía. Yo creo que lo que más me atrajó de los relojes de sol fue que de alguna manera combinan el aspecto intelectual, con todos sus calculos y precisión, con el aspecto artístico, ya que permiten una amplia gama de opciones tanto en los materiales como en la expresión de la creatividad.

En lugar de hacer una larga y aburrida lista de exposiciones colectivas o individuales en las que he participado, o de los trabajos que he colocado aquí o allá, y todas esas tonterías, mejor voy a platicar un poco de lo que estoy más orgulloso. Yo creo que el día que me muera mis mejores recuerdos van a ser de los viajes que hizé, en particular los viajes en bicicleta. Desde que era niño me encantaba andar en bici, y después, cuando descubrí lo divertido que era viajar en ella, simplemente seguí haciéndolo una y otra vez.

Entre 1986 y 1988 recorrí más de 20,000 kilometros en Europa y el cercano Oriente; en 1992 estaba de nuevo en Europa e hizé el camino de Santiago entre Francia y Galicia, España. En un par de ocasiones he regresado de los Estados Unidos a la Ciudad de México en mi bicicleta; la primera vez desde Houston, Texas, y la segunda desde Nueva York, en 1993. Este trayecto fue como de 5,000 kilometros, y me llevó tres meses y medio. En 1995 fui a Japón, y durante 7 meses recorrí todo el país, desde Narita a Hokkaidoo, y de ahí hasta Kagoshima, en la mera punta de Kyushuu. Sólo en Japón recorrí más de 7000 kilometros.

Todos estos viajes los hizé prácticamente sin dinero, y en cada uno de esos viajes invariablemente regresé a México con más dinero del que tenía cuando salí. Cargaba con una tienda de campaña y mi sleeping bag, y donde me agarraba la noche me quedaba a dormir. Me quedé en todo tipo de lugares raros, tales como graneros, pajares, casas abandonadas, casas en construcción, cementerios, templos budistas, jinjas shintoístas, ruinas griegas y romanas, capillas, castillos medievales, e incontables veces a cielo raso. Muchas veces la gente me invitó a sus casas, e hicé buenos amigos de esta manera.

Conocí a gente a todo dar, y también tuvé experiencias horribles. Disfruté enormemente esos viajes, pero también sufrí terriblemente. Siempre, siempre se tiene que pagar un precio. Pero esa es la manera en que se aprenden lecciones en la vida, me imagino.

Todavía tengo que hacer por lo menos otro viaje en bicicleta. Hasta ahora he recorrido 36,000 kilometros, así que me faltan 3 o 4,000 más para completar el perímetro de la tierra en el ecuador.

Otra cosa de la que me siento orgulloso es de la casa que me construí en Tenango de Doria, un pequeño pueblo en la huasteca hidalguense, en la Sierra Madre Oriental, a unas cuantas horas de la ciudad de México. Trabajé mucho en esa casa, y me llevó bastante tiempo para hacerla. (Ver Casa Helicoidal). De hecho todavía no está terminada. Algún día le tengo que hacer un segundo piso, que va a ser un domo geodésico.