Los inicios de un genio

Esta épica y larga historia creada por Yoichi Takahashi, comenzaría en la ciudad de Shizuoka, capital de la prefectura que lleva el mismo nombre y que tiene fama en todo el país por ser cuna de los mejores jugadores de fútbol y que ha llegado a ser conocida como el Brasil de Japón. En aquella ciudad, situada a unos 300 kms. de Tokio, se acomodaría la familia de nuestro jovencísimo protagonista. Después de dar vueltas por todo el país, el pequeño Ozora Tsubasa encontraría en dicha población el lugar perfecto para edificar su futuro futbolístico, aunque eso se vería mucho más adelante.

Gran amante del deporte rey y de la pelota (su mejor amiga y su salvadora al evitar su muerte por atropellamiento), nuestro amigo comenzaría el curso en la escuela de Nankatsu, sitio en donde el equipo de fútbol no era precisamente bien visto debido a sus escasos logros. Pero eso no le importaría demasiado a la hora de escoger ese centro, ya que este genio del balón de tan solo 12 años, comenzaría a dar muestras de su clase muy pronto. Antes, sin embargo, debería hacer algunos amigos y no le costaría mucho, encontrando en Ryo Ishizaki a un fiel compañero. Poco después conocería a su primer rival y posterior compañero, al mejor portero del país: el G.S.G.K. (Great super goalkeeper) Genzo Wakabayashi. Impresionado con él, ese muchacho decidiría retarle, haciéndolo de una forma bastante sorprendente, ya que recibiría el mensaje con un balón lanzado desde una lejana colina, el autor, nuestro Tsubasa claro está.

Acompañado de su, hasta el momento, único amigo, ese crack del balón retaría al guardameta del Shutetsu en el campo de fútbol que se encontraba al lado del río. Allí sería el artífice de una hazaña al conseguir driblar a todo el equipo de Wakabayashi, pero por desgracia no lograría batirle hasta... la intervención de un desconocido que había estado siguiendo a Tsubasa desde la colina. Se trataba del excelente delantero centro de la selección brasileña, Roberto Hongo, el cual le daría a nuestro amigo un medido centro que acabaría acariciando la red ante la sorpresa de su rival, que se estrellaría aparatosamente contra el poste. Esta afrenta no quedaría saldada hasta que ambos equipos se enfrentaran en el torneo escolar de cada año.

Pero hasta entonces faltarían unos días, que serían aprovechados por nuestro protagonista para entrenarse junto a Roberto (al que idolatraba), que había aceptado la oferta del padre de Tsubasa para entrenarlo mientras buscaba en Japón la cura para su ojo herido y que había sido causante de su prematura retirada. Con ese fenomenal preparador, los integrantes del Nankatsu se ejercitarían día y noche para poder formar un buen equipo, preparado y que pudiera dominar algo el esférico. Con ese objetivo más o menos conseguido llegaría la fecha indicada, el 10 de octubre, teniendo lugar ese partido. Con empate entre los dos centros, ese encuentro sería el que decidiera quien ganaba esa edición del torneo interescolar (cosa que hacía muchos años que no pasaba). Motivados por Genzo, los jugadores del Shutetsu – entre los que se encontraban Izawa, Taki, y Kisugi o Takasugi – se aplicarían a fondo para derrotar a sus rivales.

Pero no contarían con la habilidad de nuestro amigo y el buen hacer de Roberto, que había hecho de un equipo desahuciado un contrario a tener en cuenta. Con gran igualdad, el equipo de Tsubasa lograría crear varias jugadas de peligro, siempre bien contestadas por las paradas del portero rival. Pero por desgracia, el Shutetsu lograría el primer tanto, provocando la desazón entre nuestros amigos. El empate no tardaría en llegar y seguiría así hasta la prórroga. En ese tiempo añadido haría acto de aparición Taro Misaki, que habiendo llegado a la ciudad ese mismo día y buscando escuela para inscribirse, acabaría por elegir el Nankatsu como centro educativo. Su cambio por un magullado Ishizaki, daría inicio a lo que más tarde sería conocido como la golden combi. Con esta nueva arma, el equipo de Hongo lograría el empate a dos gracias a las combinaciones entre estos dos muchachos. Al final, todos quedarían contentos y por fin los dos rivales sellarían la paz. Ahora, era la hora del campeonato juvenil nacional.

 

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