A LA CONQUISTA DEL MUNDO

Sin apenas descanso para recuperar fuerzas, los convocados por el ojeador del equipo nacional, a excepción de nuestro protagonista, se dirigirían hacia Alemania, en donde realizarían un pequeño stage. Allí se encontrarían con Wakabayashi, seleccionado también, pero que en esta ocasión haría de contrario ya que estaría como portero del Hamburgo. Esa estancia en tierras germanas, que nos dejaría un duelo entre el Hamburgo de Schneider y Tsubasa, mostraría un cierto malestar entre el equipo (a causa de las críticas del mismo Genzo) y se empezarían a ver las primeras desavenencias entre el primer capitán escogido, Hyuga, y sus compañeros, debido sobre todo al retraso de Tsubasa en la incorporación al equipo y su alineación inmediata en el once titular.

Dicha tirantes se solucionaría rápidamente y una vez calmados los ánimos, ese grupo se dirigiría hacia la capital francesa, en donde tendría lugar el susodicho campeonato intercontinental. Allí, y tras su llegada, nuestro amigo se reencontraría con su media naranja futbolística, Taro Misaki. Ahora, con el equipo al completo, solo una duda se plantearía, teniendo en la portería al protagonista de dicha cuestión. Estas dudas se irían aclarando durante ese torneo, que nos sorprendería con nuevas caras como el francés Rui Napoleon, además de volver a ver a jugadores como El Cid Pierre o Karl Hein Schneider, que antes ya se habían enfrentado a nuestros amigos con motivo de un campeonato mundial infantil.

Con todos los invitados a punto y después de asistir a la ceremonia de sorteo y presentación, el Mundial se pondría a andar con un primer enfrentamiento entre Italia y Japón. Difícil papeleta que se tendría que arreglar con buenas dosis de paciencia y sufrimiento. Como suele pasar, el primer partido sería el más difícil y eso se notaría, ya que los nervios y la presión jugarían un papel importante. A pesar de eso, los rocosos italianos y su excelente capitán, el portero Gino Fernández, nada podrían hacer frente al buen hacer del combinado nipón. Esta victoria daría paso al segundo encuentro, teniendo como adversario principal al genial argentino Fan Díaz. Otro gran jugador que pondría en grandes apuros a nuestro amigo, y que a punto estaría de enviarles a casa antes de hora. Pero la determinación del equipo japonés sería determinante, convirtiendo la desventaja inicial en un tanteador más favorable gracias a un soberano gol del capitán nipón. Esta victoria clasificaría al equipo japonés para las semifinales. El equipo de Japón repleto de estrellas como Tsubasa, Misaki, Hyuga, Wakabayashi, Wakashimazu o Matsuyama aspiraría a todo.

En semifinales, Japón se encontraría con el equipo anfitrión. Francia, conducida por un par de grandes futbolistas como Pierre y Napoleon (que era conocido de Misaki), ese gran equipo dirimiría con Japón un gran partido, dejándonos en la retina momentos de gran vistosidad y calidad. Los nervios y las ganas por contentar a la afición serían factores que influirían en los jugadores locales, que se emplearían a fondo para llevar a las vitrinas del combinado nacional la tan ambicionada copa. Por su parte, Japón llegaría a la prórroga con diez jugadores, debido a la expulsión de Soda. Pero para la desgracia de los franceses, y para la alegría de todos los aficionados nipones y de Roberto Hongo (que se encontraba en esa ciudad como entrenador del Sao Paulo juvenil), Tsubasa y sus compañeros volverán a dar la vuelta a la tortilla y alcanzar los penaltis, en los que Wakashimazu detendría el penalti decisivo al arrogante Napoleon y clasificaría a Japón para las finales. Por eso, la presencia en la final del combinado japonés se convertiría en la gran revelación del torneo, teniendo como rival a la todopoderosa Alemania de Schneider, que había masacrado en la otra semifinal a Uruguay. Todo un lujo para el amante del deporte rey.

Todo preparado pues, para la gran revancha del mundial infantil, Tsubasa decidiría que esta oportunidad no podría pasar en vano y con todas sus fuerzas y con el refuerzo de Wakabayashi en la portería emprendería el camino para coronarse campeón del mundo. Es sueño toparía sin embargo con las ganas de vencer que siempre caracterizaría al capitán germano, que también estaría apoyado por grandes compañeros como Müller (la muralla Alemana). Con esta balanza nivelada, el match tendría una tónica de igualdad muy marcada, sucediéndose ocasiones de gol por ambos bandos, colocando a ambos porteros en situaciones de gran compromiso. Pero las adversidades aparecerían una detrás de otra, y para remontar el partido, el genio del 10 japonés recurriría a los tiros rasos. Conseguido el primero, la gran leyenda de Müller se vendría abajo y la final parecería ganada. Nada más lejos de la realidad, viendo como Alemania volvería a igualar el encuentro. Al final, solo habría un vencedor, merecido por otra parte, y ese volvería a ser el equipo japonés. Por fin, el sueño se había hecho realidad y ahora nuestro protagonista podría volver a ver a su gran mentor, que ahora si, aceptaría llevarle a Brasil. Mientras, sus compañeros y rivales continuarían con su vida, estudiando o ingresando en categorías inferiores de equipos profesionales. El futuro y el balón (por supuesto), los volvería a juntar de nuevo.

Antes de viajar a Brasil, Tsubasa pasaría unas semanas en Japón, donde tendría la oportunidad de enfrentar a un chico llamado Kanda, que andaba molestando a Sanae, y demostrar de esta forma sus sentimientos hacia la muchacha. Asimismo también debutaría en la selección nacional japonesa (la de los mayores), al mismo tiempo que Wakabayashi hacía lo propio en el Hamburgo Alemán. Finalmente Tsubasa viajaría a Brasil, donde podría continuar llevando su sueño hacia delante.

 

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