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Vemos a Milagros en el interior de un centro comercial, haciendo las compras que
su madre le encargó.
Milagros: (Pensando mientras empuja su carrito de supermercado) ¿Por qué tengo
que ser yo quien tiene que hacer los mandados a cada rato? Bueno, lo que sea con
tal de que no me obliguen a ir a una corrida de "Capea"... (Tomando una caja de cereal)
Bueno, creo que es todo. Vamos a la caja.
Mientras se acerca a la fila, se sorprende al ver una menuda muchacha de corto
cabello verde, que parece estar buscando algo o alguien de una caja a otra. Justo
en la caja donde Milagros ve la fila más corta, la muchacha se forma enfrente de
ella. Lleva su mercancía en los brazos, y en su mayoría son bolsas de plástico
con verduras.
Milagros ve a la chica poner su mercancía en la caja, mientras el cajero, un
joven de unos 20 años, alto y con lentes, empieza a registrar sus compras.
Cajero: Buenos días. ¿Encontró todo lo que buscaba?
Muchacha: (Con corazones por ojos) ...
El cajero siguió registrando las compras, mientras Milagros observaba más
detenidamente a la muchacha. Daba la impresión de tener unos 12 años, y llevaba
un pants del más importante club deportivo público del país.
Cajero: Son $89.70, señorita.
Muchacha: ...
El cajero y Milagros se quedan esperando...
Cajero: ¿Señorita?
Muchacha: ...
Milagros, que ya estaba colocando sus compras en la caja, se detuvo al notar lo
quieta que aquella chiquilla estaba como estatua, con el codo apoyado sobre la
barra y sin dejar de ver al cajero con ojos "de borrego a medio morir".
Milagros: ¿Oye, estas bien? (Pasa una mano frente a los ojos de la muchacha, pero
esta no reaccionó. Una gran gota sale en su cabeza) ¿Hey, chava? (Le pone una
mano en el hombro).
Sólo en ese momento la muchacha pareció regresar a la tierra, y tras un breve
momento...
Muchacha: ¡¡¡AAAAAAAAHHHH!!! ¡Yo-yo-yo lo siento!. Sí, sí. ¿Cuánto? ¿Cómo
dijiste?
Cajero: $89.70
Muchacha: Ah, sí, sí (saca nerviosamente un pequeño monedero y lo voltea sobre la
caja, haciendo un gran escándalo con un montón de monedas que parecía imposible
que cupieran en un monedero tan pequeño. Grandes gotas se ven en las cabezas de
toda la gente en el supermercado) ¿89.70? A ver.... 10, 20, 30... A ver (revisa
sus bolsillos y encuentra un billete de 50 pesos) ¡Ah, sí (voltea a ver
discretamente al cajero y se sonroja) Perdón, ya mero... (voltea a ver un poco a
Milagros y se apena), lo siento... ya voy... ¡Ah, ah! ¡Aquí hay otro! ¡Noventa!
El cajero hace su último registro, y entrega a la chica su ticket y 30 centavos
de cambio.
Cajero: Gracias por tu compra, que tengas un buen día.
Muchacha: (Otra vez "obnubilada") Síííííí....
Cajero: (A Milagros) Buenos días, ¿encontraste todo lo que buscabas?
Muchacha: (Volteando a ver nerviosamente a Milagros) ¿Eh? ¡Oh-ah-ah-ah!¡Perdona,
lo siento, compermiso!
Toma las bolsas que el "cerillo" le da, y le entrega apresuradamente los 30
centavos. Este la ve irse malhumorado.
Milagros: (Con una cara bastante graciosa) ¿Pero quién es esa chica?
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El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Chicome: La Clavadista.
Por Mahtlactli Atl.
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Dos días después, Milagros y Tameme se encontraban en un parque público de
Naucalpan con Malinalli y su tío Aniceto.
Malinalli: ¿...Y dices que se le cayó todo ese cambio?
Milagros: ¡Te lo juro, parecía la bolsa mágica del Gato Félix!
Malinalli: ¡Pobre! debe haber pasado una vergüenza horrible.
Milagros: Pues hasta que se dió cuenta, porque se ve que el cajero la traía "de
un ala".
Malinalli: ¿Me pregunto a qué se dedicará?
Milagros: Pues ha de estar por salir de primaria, pero yo más bien creo que debe
de tener bastantes problemas en casa. ¡Iba como "cuerda de violín" la pobre!
Tameme: (Pensando) ¡Mujeres!, si así hablan de las que no conocen...
Sr. González: (Dejando un libro que estaba leyendo recostado en el pasto, y
consultando su reloj) Oigan, niñas, tengo una invitación para ir a ver una
competencia de clavados aquí en el deportivo; parece que va a competir la hija de
uno de mis clientes. ¿Me acompañan, o se quieren regresar?
Malinalli: ¿Milly?
Milagros: Vamos, por supuesto. Mis papás todavía tardarán bastante en regresar.
Aniceto: Bueno, pues vamos a recoger la basura.
Luego de un breve rato, Malinalli acompañó a Milagros a tirar las bolsas de
basura.
Malinalli: Oye, Milly, ¿por qué no saliste con tu familia?
Milagros: (Tras estar pensativa un momento) Bueno, la verdad... (se sonroja un
poco) es difícil... Tú sabes... Ser hermana de un torero.
Malinalli: ¿Te asusta que algo le pueda pasar?
Milagros: No... Bueno, sí, un poco... pero más bien me da vergüneza.
Malinalli: ¿Vergüenza?
Milagros: Sí. Odio que mi hermano se dedique a algo tan cruel como eso. Odio ver
morir a un animal lentamente ante mis ojos y que todo mundo se sienta feliz por
ello...
Malinalli: Ya veo...
Milagros: ¿No te parece algo raro?
Malinalli: Al contrario, creo que en cierto modo lo que le pasa al toro me pasa a
mí. Al verte a tí la gente, piensa ¿cómo se llama?, al verme a mí, piensan ¿qué
le pasó? (En ese momento ven a una familia que las ve de manera extraña, y al
notar que son vistos, tratan de disimular y se alejan rápidamente) ¿Lo ves?
Milagros: ¡Oyeme!, ¡Yo tendría un harem a mis pies si tuviera un cuerpo tan
bonito como el tuyo!
Malinalli: Ya ves de que me sirve... (baja la mirada)
Milagros: Perdón, no lo dije por eso...
Malinalli: (abrazándola) Yo sé que no. Discúlpame, no puedo evitar tener estos
arranques a veces.
Bajo los brazos de Malinalli, Milagros empezó a hacerle consquillas.
Milagros: ¡Y si vuelves a tenerlos, te voy a amarrar a una silla y te obligaré a
escuchar a mi hermano cuando pretende cantar flamenco! ¡Así sabrás lo que es
reirse con ganas!
Malinalli: ¡Ja, ja, jaaa!... Ya-ya-ya basta... ja, ja, ja... ¡Me doy, me doy!
Sr. González: ¡Señoritas, ya vámonos!
Ambas empiezan a caminar. De repente, Milagros se detiene.
Malinalli: ¿Qué pasa?
Milagros: Oye, ¿tú crees que dejen entrar a Tameme?
Por toda respuesta, Malinalli se llevó los muñones a la boca.
Vigilante: Lo siento mucho, pero no pueden entrar con mascotas.
Milagros: Pero si es muy limpio. Mírelo. Hoy lo bañé, de verdad.
Vigilante: Lo lamento, tengo órdenes.
Sr. González: Bueno, ni hablar.
Malinalli: Oye, tío. ¿Ahí va a ser la competencia? (Señala la plataforma de 10
metros)
Sr. González: (Al vigilante) Disculpe, oficial, ¿la competencia de clavados será
ahí?
Vigilante: (Cortante) Sí.
Malinalli: ¿Por qué no entras tú, para que veas a tu cliente, y nosotros buscamos
dónde verla desde aquí afuera?
Sr. González: ¿Cómo crees? Se van a acalorar mucho.
Malinalli: Anda, tío, no te apures. Tú entra.
Milagros: Ella tiene razón, señor. No nos faltará una sombrita dónde verla, así
que no se preocupe.
Sr. González: ¿Pero qué tal si alguien quiere molestarlas?
Milagros: Eso también está arreglado (palmea suavemente la cabeza de Tameme) si
no lo dejan entrar, aquí mi perro nos cuidará de lo que sea.
Malinalli: (Empujando suavemente a su tío) ¡Anda, anda! entra y diviértete, nos
vemos a la salida.
Sr. González: OK, OK, me rindo. Nos vemos al rato. (Entra al deportivo)
Malinalli: (A Milagros) Todavía falta como media hora para que empiece. ¿Qué tal
si compramos refrescos y palomitas?
Milagros: ¡¿Tú, refrescos y palomitas?!
Malinalli: Es que si no lo hago, tu mamá jamás me lo perdonará.
Milagros: (con sarcasmo) ¡Sí, claro! ¿Tú como ves, Tameme?
Tameme: (Luego de voltear a todos lados para asegurarse de que no hay nadie lo
suficientemente cerca para oírlo) Por mí no hay problema, no cihuanton.
Las chicas y el perro llegan a una tiendita cercana, Malinalli con las manos
dentro de los bolsillos del overol que lleva puesto.
Milagros: Ahora veo por qué viniste así.
Malinalli. Así evito comentarios... Oye, esa chica se parece bastante a la que me
dijiste.
Milagros: No se parece, ¡es!
En efecto, la misma chica menudita de cabello corto está parada frente al
mostrador, abrazando tres frascos de bebida rehidratante y mirando con ojos de
enamorada al muchacho que atiende, otro joven de anteojos.
Vendedor: (Sonrojado) ...¿en serio, en verdad lo crees? (Empieza a quitarse los
lentes)
Muchacha: ¡NO! (se apena al notar lo fuerte que hablo) perdón, es decir, ¡no te
los quites, se te ven muy bien!
Vendedor: Bueno, si tú así lo crees...
Muchacha: (Destilando miel) Por supuestoooo....
Malinalli (Bajito, a Milagros): ¿Oye, no crees que hacemos mal tercio?
Milagros: ¡Ssshhhhhh! (luego susurra) Para nada.
Vendedor: (Notando su presencia) ¡Ah, discúlpen!, ¿En qué puedo servirles?
La chica del cabello verde les dirigió una mirada de muy pocos amigos al sentirse
interrumpida. Milagros no pudo evitar sentirse algo molesta, pero prefirió
ignorarla. Había algo extraño en esa chica, que le resultaba agradable.
Milagros: Andamos viendo. Es que venimos a ver la competencia de clav-...
Muchacha: ¡¡¡UUUUAAAAAAAHHHHH!!! (Todos los presentes se sorprenden) ¡LA
COMPETENCIA! ¡¡¡VAN A EMPEZAR SIN MIIIIIII!!! ¡¿CUANTO ES, DEPRISA, CUANTO ES!?
Vendedor: (Con su gotón) tre-treinta pesos...
Muchacha: (Saca un billete y una moneda) ¡Graciasnosvemosluego! (Sale a velocidad
de rayo, todos los presentes se quedan con cara de sorpresa).
Milagros: (Todavía sin reponerse) ¿Qué... qué... fue... eso?
Malinalli: (Con la misma cara, sin sacar los muñones del bolsillo del overol)
Ni... ni idea...
Vendedor: (Contrariado)... (Sacude la cabeza para reponerse) Ah, perdón, ¿qué
querían?
Milagros: (También sacude la cabeza) ¡Ah, sí es cierto! yo quiero un refresco y
unas palomitas de maíz grandes. (A Malinalli) ¿Y tú?
Malinalli: A mí me das un yoghurt de fresa y una barra de amaranto, por favor.
Milagros: (Con su gota en la cabeza) Ya lo sabía...
Ambas se dirigen de vuelta al deportivo, casi para llegar, se encuentran a una
persona viendo la competencia desde fuera del enrejado.
Malinalli: Oye, ¿no es ese el chico del campo de americano?
Milagros: Me parece que sí. ¡hey, "Don Ajito"!
Donají: Vaya, vaya, las amigas de Tecámac. ¿Qué las trae por aquí?
Malinalli: Venimos a ver la competencia de clavados, pero no nos dejaron entrar
por el perro.
Donají: Qué lastima, se vé que será un buen evento. Bueno, las dejo, tengo tarea
que hacer.
Milagros: (Con un ligero sarcasmo) ¡Qué estudioso!
Donají: para tu información, curso estudios de Antropología, pero pasé por aquí
de camino a la biblioteca pública, "Tuca".
Milagros: Oyeme...
Donají: ¿Qué, ya dejé de ser "Don Ajito"?
Milagros: (Se sonroja, pues sabe que cayó en su propia trampa) Lo siento...
Donají: Con que cuides más tu lengua y no se lo digas a nadie más, me conformo,
nos vemos, y piensa mejor antes de saber en qué te metes antes de hacerlo.
Milagros: (Sonrojada y vieno hacia abajo, para sí) Todavía se acuerda de la
primera vez, fue lo que me dijo cuando me ayudó con Tameme...
Malinalli: (A Donají) Nos vemos, que estés bien.
Milagros: (Reaccionando y viendo que él ya se ha alejado algunos metros) ¿Eh?,
¡Ah!, ¡Sí, nos vemos!
Malinalli: (Sospechando) ¿Te pasa algo?
Milagros: ¿A mí? no, para nada...
Ambas se sientan y empiezan a ver la competencia. Con ayuda de Milagros,
Malinalli se pone una especie de manga de velcro, esta con un soporte para vasos
de los que normalmente se usan en los automóviles, para poderse tomar su yoghurt.
Malinalli: Por lo que veo, hoy es la competencia de 10 metros. Me encanta ver los
clavados, ¿a tí no?
Milagros: Por supuesto. Lo que sea menos una corrida de toros.
Pero justo cuando le empieza a dar un trago a su refresco, algo que ve dentro del
deportivo la hace escupir todo el refresco y tosiendo fuertemente.
Malinalli: (Dándole golpes en la espalda con el brazo donde no trae el yoghurt).
¡Milly, Milly!, ¿Qué te pasó? (Milagros trata de señalar algo, pero su tos le
impide hablar) ¿Qué, qué cosa?, (golpea un poco más fuerte) ¡Ya, ya!
Milagros: (Con una voz que más parece el croar de una rana) A-llá... a-llá....
Malinalli: ¿Qué pasa?
Voltea sorprendida hacia la plataforma, Sobre la misma, se encuentra la misma
niña de cabello verde corto, aproximándose al borde de la plataforma.
Sonido Local: Señorita Ameyali Alvarez... Vuelta y media hacia dentro en posición
B... Grado de dificultad, 2.2.
Malinalli: (Con cara graciosa) ¿¿Esa chica tan nerviosa... es-es... clavadista??
Y más aún, la chica se dispuso a pararse de manos sobre el borde de la plataforma.
Milagros: (Ya recuperada) ¿Pero qué hace?
Ameyali efectuó un parado de manos perfecto, mostrando tanta seguridad como si
estuviera sobre sus pies, y tras un leve impulso efectuó una vuelta hacia dentro,
con sus pies y su cabeza pasando a milimetros de la plancha de concreto, y
entrando al agua en una posición casi perfecta, salpicando muy poca agua.
Milagros empezó a aplaudir, con una cara graciosa y la boca bien abierta.
Malinalli: (Impactada) Es... muy buena...
Milagros sólo asintió sin dejar de aplaudir, todavía en shock.
Sonido local: Las calificaciones de la señorita Alvarez... 7.5, 7.5, 7.0, 6.5,
7.5, 6.5,7.0... Total, 78.10 puntos.
Una hora después terminaba la competencia, y Ameyali recibía la medalla de oro.
Malinalli: Realmente me sorprende esa chica. Parecía una persona totalmente
diferente.
Milagros: ¡Y que lo digas!, realmente es muy buena.
Malinalli: ¡Mira, ahí viene mi tío!
En ese momento, Milagros vió cómo el señor González se acompañaba en compañía de
otro adulto, más o menos de su edad, que lucía una enorme sonrisa.
Sr. González: ¡Eh, Maly!, Mira, te presento al señor Alvarez, el administrador
del parque acuático del que te hablé, nos acompañará a cenar a la casa.
Malinalli: (Un poco sonrojada, sin sacar "las manos" de su overol) Mu-mucho
gusto...
Sr. Alvarez: ¡Vamos, vamos!, tu tío me ha hablado mucho de tí, así que no tienes
de qué preocuparte. (Toma su muñón derecho y lo estrecha como si ella tuviera
mano) Es un placer conocerte.
Malinalli: El gusto es mío...
Sr. González: Y ella es su amiga Milagros.
Milagros: Mucho gusto.
Sr. Alvarez: Es un placer. permítanme presentarles a mi hija... ¡Ame!
Para su sorpresa, de atrás del señor Alvarez salió la niña del cabello verde,
con una cara muy seria y portando su medalla de oro.
Sr. Alvarez: Les presento a mi hija Ameyali.
Milagros y Malinalli: (A coro y con cara graciosa) Mu-mucho gusto...
Entretanto, en una cueva obscura, dos figuras conocidas terminan de observar lo
que sucedió al último "mictlacatecolotl".
Craneo: Un nuevo fracaso...
Franjado. Al contrario. Creo que fue muy positivo el nuevo tipo de demonio que
enviaste. Realmente es un avance aprovechar las habilidades de los "macehuales".
Craneo: Todavía no puedo creer que esa macehual haya podido liberarse de nuestro
control por sí misma. Tal vez los macehuales han mejorado sus habilidades en este
tiempo.
Franjado: ¡Tonterías!, esa hembra simplemente tuvo suerte. Estoy seguro de que
vamos por el camino correcto, sólo es cuestión de buscar demonios más fuertes.
Craneo: Algo tendré a tu gusto.
Franjado: Por cierto, tal vez sea buen momento para usar a los demonios del agua,
dado que ÉL no se ha presentado.
Craneo: Tiene sentido. Me ocuparé de ello. (Empieza a caminar para salir del
cuarto, de pronto se detiene y voltea) Por cierto, ¿aun no hay nada?
Franjado: (Para sí) Ah, preo que bien... (Hacia el pintado de craneo) No amigo,
créeme que estoy tan preocupado como tú, pero noardaremos en encontrarla.
Tranquilízate.
Craneo: Si sigues de una pieza, es porque todavía lo estoy. (Sale)
Franjado: Este tipo me está colmando el plato, pero muy pronto...
De regreso en Naucalpan, el auto del señor González se detiene enfrente del Club
Deportivo.
Sr. Alvarez: ¡Apúrate, mi hija! Todavía no puedo creer que se te haya olvidado tu
ropa de calle.
Ameyali: ¡Ya dije que lo siento, es que estaba muy emocionada!
Sr. González: Malinalli, ¿podrás acompañarla?
Malinalli: ¿Eh?, (se sonroja) por supuesto...
Milagros: Yo también las acompaño.
Sr. Alvarez: ¡Nada más no se tarden, que ya de por sí estamos retrasados!
Las tres chicas salen del auto y se dirigen al deportivo.
Milagros: Tameme, espéranos aquí.
Sr. González: (Al Sr. Alvarez) ¡Déjelas, amigo, que disfruten su juventud!, sirve
que así discutimos más detalles sobre el parque acuático.
Sr. Alvarez: Me parece bien... Oiga, ¿y el perro?
Sr. González: (Volteando a la parte de atrás) Debe haber seguido a las niñas sin
que nos dieramos cuenta. No se preocupe, volverá con ellas. ¿En qué estábamos?
Mientras tanto, las chicas llegaban al área de los casilleros. Ameyali abrío un
casillero para sacar la ropa que se le había olvidado.
Milagros: Haz estado muy callada con nosotras, ¿por qué?
Ameyali: Por nada.
Malinalli: ¿Acaso te sientes incómoda por mi...?
Ameyali: (Interrumpiendo) No, no es eso. Aquí en el deportivo he convivido con
mucha gente con discapacidad, y he visto muchos procesos de rehabilitación.
Milagros: ¿Entonces?
Ameyali: Es que ya casi me ligaba a ese chavo.
Milagros: ¿Al de la tienda, y el del supermercado?
Ameyali: El del supermer... ¡Cielos, entonces es cierto! Ya decía yo que te había
visto antes en algún lado.
Milagros: ¿Y qué hacías hasta Tizayuca?
Ameyali: Fuí de visita con una amiga del deportivo. ¡Su hermano es tan...!
Milagros: (Levantando una ceja) ¿Y de casualidad usa anteojos?
Ameyali: Sí. ¿cómo supiste?
Milagros: (Volteando los ojos hacia el techo) Intuición femenina...
Malinalli: (Cambiando el tema) Oye, te vimos en la competencia, realmente eres
muy buena.
Ameyali: (Viendo por primera vez a las chicas con simpatía) ¿En verdad les
gustó?, ¿en verdad creen que soy buena?
Milagros: ¿Que si eres buena? ¡Eres magnífica! No dudaría que algún día estés en
las olimpíadas.
Ameyali: (Baja la vista y se sonroja) Gracias, pero... no sé... todavía creo que
me falta mucho por aprender.
Milagros: ¿Mucho por aprender?
Ameyali: ¿Cómo se los diría? Todavía siento que me lanzo al agua.
Milagros: ¿Y los clavados no son eso?
Ameyali: ¡Claro que no!, los clavados son volar.
Malinalli: ¿Volar?
Ameyali: (Volteando a ver la plataforma de 10 metros desde el interior de los
vestuarios) Así es. Tengo el sueño de lograr algún día el clavado perfecto,
sentir que realmente vuelo, que realmente soy libre, y que simplemente sea el
agua la que me alcance a mí, y no yo quien caiga en el agua. Ese es mi sueño.
Malinalli: (Poniendo un muñón sobre el hombro de Ameyali) Es un pensamiento muy
bonito.
Ameyali: Gracias.
Milagros: (Palmeando su otro hombro) ¡En serio! sé que lo lograrás, y sé que
algún día tú llevarás ese sueño a todo el mundo.
Ameyali: Gracias. ¿Saben? me parece conocerlas de algún otro lado, y no me
refiero a la tienda ni al supermercado, no sé...
Milagros: ¿Tú crees?, por que a mí...
En ese momento, las chicas observaron una luz roja cruzando a gran velocidad la
parte superior de la piscina, y saliendo por la ventana del otro lado hacia la
entrada del deportivo, para soltar un gran destello.
Milagros: ¡Por todos los cielos! (A Malinalli) ¿qué hacemos?
Malinalli: (Viendo hacia la entrada) Milagros, creo que Tameme se bajó del coche.
Ame, junta tus cosas en los que nosotras lo llevamos al coche, ¿de acuerdo?
Ameyalli: Pero... (Las chicas se alejan corriendo) pero si ya reuní todo...
Entretanto, las chicas llegaron corriendo con el perro.
Tameme: ¡Chicas, es el vigilante!, ha sido poseído por un esclavo de
Mictlantecuhtli. ¡Transfórmense de inmediato!
Milagros: Pues ya que...
Tameme: ¿Qué dijiste?
Milagros: Nada, nada, ¡TO NANTZIN METZTLI, OLLIN!
Malinalli: ¡TO NANTZIN CHALCHIUHXOCHITL, OLLIN!
(Secuencia de transformación.)
Poco después, Coyolxauhqui y Mayahuel brincaban ante el policía.
Coyolxauhqui: ¡Alto ahí! Deja en paz a ese hombre que sólo está cumpliendo con su
deber de cuidar la seguridad de quienes utilizan este deportivo. Soy Sailor
Coyolxauhqui, y para alcanzar mi redención y proteger al Macuiltonatiuh, voy a
detenerte.
Mayahuel: ¡Lo mismo digo!, yo soy Yaocihuatl Mayahuel, guerrera del maguey y
protectora de la naturaleza, y para defender al Macuiltonatiuh, te derrotaré.
Demonio: ¿Ah, sí? (El policía empieza a temblar, y al poco tiempo su cristal del
corazón emerge. Una nube negra sale de ahí, formando a un demonio que parece
mezcla de mujer y pez) Pues yo soy Mictlanmichi, y mi señor Mictlantecuhtli me
ordena destruírlas, pero antes...
Con un gran salto, el demonio brincó hacia la fosa de clavados.
Coyolxauhqui y Mayahuel: ¿Eh?
Mictlanmichi: El agua es mi elemento, ¡Vengan y mueran!
Repentinamente dos columnas de agua, que mas parecían tentáculos de pulpo,
salieron del agua y aprisionaron las piernas de ambas. Mayahuel logró cortar la
suya, pero Coyolxauhqui empezó a ser arrastrada por el monstruo.
Coyolxauhqui: ¡Uuuaaaaaahhhh!, ¡Mayahuel, ayúdame!
Mayahuel: ¡Coyolxauhqui, sujétate! ¡TEOHUITZMETMEH, AXCAN!
Una lluvia de espinas voló sobre el demonio, pero estas simplemente la
atravesaron.
Mayahuel: ¡No puede ser!
Mictlanmichi: No se puede clava el agua, ¿no es cierto?
Coyolxauhqui: (Sujetándose desesperadamente al borde de la piscina) ¡AYUDENME!
Voz: ¡TEO TOQUIEHECOATL, YE!
Un remolino se formó a un costado del demonio, obligándolo a soltar a su presa.
Mictlanmichi: ¿Cómo?, ¿quién hizo esto?
Sobre el trampolín de un metro, el guerrero vestido de Caballero Aguila lo veía.
Caballero: Tienes razón. No se puede clavar al agua, pero un viento lo
suficientemente fuerte puede desplazarla.
Coyolxauhqui: (Sonrojándose) ¡Es el Caballero Aguila!
Mictlanmichi: (Sonriendo de manera siniestra) Tienes razón, pero es difícil que
el viento sople bajo el agua, ¿no crees?
En ese momento, otro tentáculo de agua tomó sus pies.
Caballero: ¿Qué? ¡AAAAHH!
Sin que pudiera evitarlo, el demonio lo jaló hacia el agua, golpeándose la cabeza
con el trampolín en el proceso.
Coyolxauhqui: ¡NO!, ¡Déjalo! (Sin pensarlo, se tiró al agua).
Mayahuel: ¡Espera, no lo hagas!
Coyolxauhqui ya nadaba hacia donde el Caballero, desmayado, era jalado al fondo
de la fosa por el demonio.
Mictlanmichi: ¡Tonta! Bienvenida a mi dominio.
En ese momento algo aparentemente invisible (un tentáculo de agua del mismo
color) tomó su cuello y empezá a jalar de ella también.
Coyolxauhqui: (Pensando mientras lucha por liberarse) ¡No...! quiere...
ahogarme...
En ese momento, pudo ver a Mayahuel nadando directo hacia el monstruo, con una de
sus pencas apuntándole a manera de harpón, golpeando al demonio. Este aflojó su
abrazó, y en ese momento, Coyolxauhqui se sintió jalada hacia arriba por unas
manos. Al poco tiempo, estuvo fuera del agua.
Coyolxauhqui: ¿Pero qué... cómo... qué haces aquí?
Había descubierto que Ameyali era quien la había salvado, al tiempo que Mayahuel
salía por otro lado de la piscina, jalando al Caballero Aguila.
Mayahuel: ¡Coyolxauhqui, él está bien!
Coyolxauhqui: ¡Qué alegría! (hacia Ameyali) ¿Por qué te arriesgaste de esa
manera?
Ameyali: (Al tiempo en que un raro símbolo empezaba a surgir en su frente) No lo
sé, sólo sentí que debía... (En ese momento, un tentáculo de agua le toma un
brazo, y la jala hacia la piscina) ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAHH!!
Coyolxauhqui: ¡Ameyali!
Tameme: ¡Sáquenla, deprisa!
Mayahuel: ¡Sí! (se arroja al agua).
Coyolxauhqui: (Viendo que Tameme empieza a correr en círculos) ¿Qué estás
haciendo?
Pero Tameme no responde, sólo acelera su velocidad. Poco después se detiene, y a
su lado aparece otro Nahuiollin, este aparentemente hecho de jade.
Tameme: ¡En cuanto Mayahuel la saque hay que darle esto!
Justo en ese momento, Mayahuel emergió y prácticamente aventó a Ameyali fuera de
la alberca.
Mayahuel: ¡Aquí est-! (en ese momento, la vuelven a jalar a la alberca).
Coyolxauhqui: ¡Mayahuel!
Tameme: ¡Espera, sólo ella puede ayudarle!
Ameyali: (Tosiendo y tratando de recuperar aire) Cof, qui-quién... alza por fin
la mirada) ¿quién dijo... cof... eso?
Tameme: Deprisa, toma el Nahuiollin.
Ameyali: ¿Un perro que habla?
Tameme: ¡Tú eres Chalchiutlicue, la mas poderosa de las Atlacihuameh! (Guerreras
del Agua, Lit. Marineras), tienes que levantar el amuleto hacia el sol y gritar "¡To
Nantzin Atl, Ollin!".
Ameyali: ¿Pero qué...?
Coyolxauhqui: ¡No hay tiempo para esto! (Se arroja al agua).
Tameme: ¡Coyolxauhqui, espera! (Se voltea hacia Ameyali). Ella aun tiene poca
experiencia con sus poderes, sólo una Atlacihuatl puede enfrentar a ese tipo de
Mictlacatecólotl en este momento.
Ameyali: ¿Pero qué puedo hacer?
Ambos voltean a ver el agua.
Tameme: ¡Se están tardando mucho! (Voltea hacia Ameyali, casi llorando) Te lo
ruego, niña. ¡Ayúdalas!
Ameyali: (Ve con cierto temor al agua, pero de pronto un destello de
determinación surge en sus ojos, y levanta la joya hacia el sol) ¡TO NANTZIN ATL,
OLLIN!
Al terminar su frase, un cono de luz azul la envolvió, y ella empezó a dar una
vuelta al tiempo que bajaba las manos al pecho para poner el Nahuiollin en su
sitio. Cuando lo hizo, su vestido empezó a formarse mientras ella volvía a alzar
las manos, y luego de que llegaran arriba, súbitamente abrió los brazos hacia
los lados y volteó la cara al cielo, donde una corriente de aire ascendente
disipó la luz y mostró su uniforme terminado. Este era similar al de las otras
guerreras, pero las partes normalmente blancas, en ella tenían un tono
ligeramente azul.
Entre tanto, bajo el agua, Mayahuel y Coyolxauhqui trataban de liberarse del
demonio, pero este controlaba por completo la situación.
Coyolxauhqui: Ya.. no aguanto...
Mictlanmichi: Se los dije, ¡en el agua soy invencible! Un poco más y...
Voz: ¡TEO ATLICHOLOTL, AXCAN!
Al tiempo que un puño entraba en el agua, una fuerte corriente rebotaba en el
suelo de la piscina y salía hacia arriba, provocando una fuente que expulsó al
demonio y a sus cautivas fuera de la piscina.
Coyolxauhqui: ¡¡¡Wwwwaaaaa!!!, ¡Echen pajaaaa!
Pero el Caballero Aguila estaba listo para recibirla, y ahí fue donde cayó.
Caballero: ¿Estás bien?
Coyolxauhqui: ¡Cielos, Maya...!
Al buscarla, pudo ver que era bajada suavemente al piso por otra guerrera, a
juzgar por su vestimenta. Su falda y cuello eran de color turquesa, y el resto
de su vestimenta era de un azul muy claro. Era más bajita que ella y Mayahuel,
pero mostraba una gran determinación.
Coyolxauhqui: ¿¿¿¡Eeeeehh!???
Guerrera: Bueno, supongo que me toca a mí. (Al demonio) Haz osado utilizar el
agua para fines perversos, y además proclamarte su amo. ¡Eso no lo permitiré
jamás!, ¡Soy Atlacihuatl Chalchiuhtlicue, la de las faldas de jade, y para
defender las aguas que nutren al Macuiltonatiuh, seré yo quien te detenga!
Mictlanmichi: Eso lo veremos. ¡TOMA ESTO! (Lanza tres tentáculos sobre la
nueva guerrera).
Coyolxauhqui: ¡Cuidado!
Chalchiuhtlicue: (Esperando que los tentáculos hicieran contacto con ella, con
una sonrisa confiada. Justo al momento en que entran en contacto con su mano,
grita) ¡TEO ATLICHOLOTL, AXCAN!
A su mando, grandes bolas de energía fluyen por cada uno de los tentáculos, de
regreso hacia el demonio.
Mictlanmichi: ¿Cómo? (Las bolas de energía explotan en cuanto llegan a su cuerpo)
¡AAAHHH! (Adolorido, se levanta con problemas) Ma-maldición...
Chalchiuhtlicue: El agua es MI elemento, nunca lo olvides.
Mayahuel: ¡Coyolxauhqui, hazlo ahora!
Coyolxauhqui: ¡De acuerdo! (Tras concentrarse y encontrar los ojos de demonio,
soltó el grito tradicional) ¡COCHIQUETZALMETZTLI, AXCAN!
Luego de soltar un grito aterrador, el demonio desapareció en el rayo de energía,
mientras Mayahuel tomaba suavemente el cristal del corazón que quedara en el
aire.
Mayahuel: (Sonriendo satisfecha) ¡Lo tenemos!
Coyolxauhqui: (Rascándose la cabeza) Pues sí, pero yo aún no entiendo qué
sucedió, (hacia Chalchiuhtlicue) ¿Podrías explicármelo?
Pero una vez terminada la batalla, la nueva guerrera mostró una actitud menos
decidida.
Chalchiuhtlicue: Bueno... Pues yo... sentí que debía hacerlo, pero... la verdad,
ni sé cómo...
Tameme: Creo que yo puedo explicarlo mejor. (Se aclara la garganta) No
cihuantoton, esta es la Princesa Chalchiuhtlicue, regente del agua clara y la más
poderosa de las Atlacihuameh.
Mayahuel y Coyolxauhqui: (En coro) ¿La más poderosa?
Caballero Aguila: Así es. Su ayuda será muy valiosa para detener a Tezcatlipoca.
(A Chalchihtlicue) Me alegra que hayas llegado, aunque lamento no haber sido de
mucha ayuda.
Chalchiuhtlicue: ¿Y tú eres...?
Caballero: Lo siento, pero sólo hasta que tenga el poder necesario para serles de
verdadera ayuda, podré decirles quien soy. Nos vemos (se retira con un rápido
salto).
Coyolxauhqui: ¡Espera, eso a mí...!
Mayahuel: (Deteniéndola de un hombro) ¡Calma!, creo que tiene derecho a que
respetemos su decisión.
Coyolxauhqui: Tienes razón. Creo que nosotras también debemos irnos.
Chalchiuhtlicue: ¡Esperen!, ¿cómo me quito esto?
Mayahuel: Perdón, creo que debemos mostrártelo.
Coyolxauhqui: Oye, ¿por qué no simplemente se lo decimos?
Tameme: No cihuanton, todas serán necesarias cuando llegue la batalla decisiva
contra Tezcatlipoca. Tienen que confiar plenamente entre sí.
Coyolxauhqui: (Baja la mirada, algo sonrojada) Es cierto, perdóname.
Mayahuel: (A Chalchiuhtlicue) Sólo debes recordar que nadie debe enterarse de
esto, pues sería muy peligroso tanto para tí como para ellos.
Chalchiuhtlicue: De acuerdo.
Tanto Coyolxauhqui como Mayahuel llevaron ambas manos a sus amuletos, y ambas
dijeron "Tlazokamatih". Inmediatamente regresaron a su forma civil.
Chalchiuhtlicue: ¿¿¿Qué???, ¿La hija del Ingeniero?
Malinalli: ¿Qué dijiste?
Milagros: No me digas que...
Tameme: Vamos. Haz lo mismo que hicieron ellas.
Chalchiuhtlicue así lo hizo, y cuando terminó su transformación...
Milagros y Malinalli: ¿¿¿AMEYALI???
Ameyali: (Bajando la mirada y jugando con sus pulgares) Pues... sí...
Milagros: Esta niña sí que está llena de sorpresas.
Malinalli: ¡Cielos, todavía tengo el cristal!
Tameme: ¿Pues qué esperamos? ¡Hay que dárselo al vigilante!
Tras asegurarse de que el guardián quedaba bien, las chicas se encaminaron al
coche.
Milagros: Bueno, pues tu tío nos prometió un día entretenido, y ciertamente no
fue aburrido.
Ameyali: ¿Tu tío?, ¿es decir que no es tu papá?
Malinalli: Es una historia que algún día te contaré.
Un joven peatón, con anteojos: Discúlpen, señoritas, ¿la Presidencia Municipal?
Ameyali: (Otra vez con corazones en los ojos) ¿¿Ssssíííí...?? (Milagros le cubre
los ojos, mientras que Malinalli levanta sus cosas) Oigan, chicas, ¿qué hacen?
Milagros: Tu papá nos matará si nos tardamos más. (Al peatón) Siga derecho por
esta avenida, no hay pierde.
Peatón: (Con su gota) Bueno, gracias... (Se va).
Ameyali: ¡Vamos, chavas, no sean así! si está muy guapo.
Milagros: Vámonos, vámonos.
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FIN DEL CAPITULO 7
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