Advertencia: Sailor Moon es propiedad de Naoko Takeuchi, Kodansha, TOEI
Animation, TV Asahi,DiC y otras. Sus derechos en Mexico son propiedad de Ban-
Dai, TV Azteca, Editorial Toukan, Intertrack de México, Editorial Navarrete
Perú, Editorial Vid, Anime Comarex, Industrias Kay y otros.
Yaocihuatl Coyolxauhqui y cualquier otro personaje desarrollado originalmente
en este Fanfic es propiedad intelectual mía. Por favor, no haga uso de ellos
sin autorización previa.
Aunque ubicada en zonas geográficas reales, los sitios específicos,
situaciones y personajes descritos son obra de la imaginación del autor,
cualquier semejanza con hechos o personas reales es obra de la casualidad.

Es el lunes siguiente, y durante las últimas dos noches, Milagros no ha tenido
la pesadilla habitual. Lo que se le aparece esta vez, es lo del juego del
domingo.
Milagros recuerda cuando la coach Bertha les repartió los uniformes. Eran algo
viejitos y los números parecían hechos con tela adhesiva de un azul más fuerte
que el de la playera, pero todas las chicas los recibieron con gran ilusión y
mejor ánimo.
Sin embargo, como lo había advertido Manuel, a la hora del partido todo fue un
completo desastre. El campo parecía muy angosto, las yardas muy largas, la
zona de anotación muy lejana, y las chicas se movían como en cámara lenta ante
sus rivales. Milagros no pudo atrapar ni un solo pase de los que le enviaron.
Por momentos, le pareció que el balón estaba hecho de mantequilla.
Con el segundo cuarto apenas a la mitad, las "Celestes" habían perdido el
partido por el máximo marcador posible, 55-0, y por reglamento ahí terminó.
Ambos equipos compartieron una comida al término del juego, pero Milagros
sintió cierta burla de parte del otro equipo, y por momentos le pareció que
Lola estaba a punto de gritarles algo. Por fortuna, Manuel se mantuvo cerca de
ella y logró calmarla.
En el autobús de regreso, todas las jugadoras venían en silencio. Manuel y
Bertha habían tratado de animarlas al término del juego, sin mucho éxito. En
eso estaba, cuando sintió que unas manos se apoyaban en sus piernas.
Milagros se levantó sobresaltada, y notó que era su mamá, que acababa de
tropezarse y por reflejo apoyó sus manos ahí, evitando caer más lejos.
Milagros: (Adormilada) ¿Qué... ahummm... qué pasa?
Mamá: Mily, ¡ya no sé qué hacer para que pongas un poquito de orden en este
cuarto! Creo que, para seguridad de todos, tendré que pedirle a tu papá que
consiga a una muchacha que me ayude.

===========================================
El Códice de Yaocihuatl Coyolxauhqui
Amoxtli Ce: El Largo Camino a la Redención.
Amatl Chicnahui (Capítulo 9): La "Carasucia".
Por: Mahtlactli Atl.
============================================

El miercoles, Milagros llegó bastante deprimida del entrenamiento. No sólo
Malinalli no la había acompañado, por tener mucha tarea de dibujo, ni había
visto a Donají por ahí, sino que el equipo al parecer se había reducido de 18
a 14 jugadoras.
Entrando a su casa, sonó el teléfono.
Milagros: ¡Yo contesto! (Levantando la bocina) ¿Bueno?
Ameyali: ¿Hola? ¿se encuentra Milagros?
Milagros: Soy yo.
Ameyali: ¿Cómo estás? Habla Ameyali.
Milagros: Hola.
Ameyali: No te escuchas muy animada.
Milagros: Para ser sincera, no lo estoy. Las cosas con el equipo no marchan
muy bien.
Ameyali: Lo lamento. Oye, quisiera invitarlas a Maly y a ti para que me
acompañaran a una competencia en la que voy a participar, allá por
Chapultepec.
Milagros: ¿En serio? ¡Qué bien! Oye... ¿y a qué hora es?
Ameyali: El sábado como a las cuatro de la tarde, pero...
Milagros: ¿Sábado a las cuatro? Bueno, a reserva de lo que digan mis papás, no
creo que haya problema...
Ameyali: Oye, Mily...
Milagros: (Notando la repentina seriedad de Ameyali) ¿Pasa algo?
Ameyali: No creo... bueno, ¡la verdad es que Tameme fue quien sugirió que nos
reuniéramos después de la competencia, e incluso quiere que acampemos durante
esa noche!
Milagros: (Saliéndole un gotón) ¿Tameme? ¿Quieres decir que Tameme estuvo
contigo?
Ameyali: Me lo encontré en el deportivo alrededor de las 11. Oye, ¿cómo le
habrá hecho para llegar tan rápido hasta aquí?
Milagros: Lo ignoro (Se asoma por la ventana y ve al perro, recostado ante su
perrera, y aparentemente tomando una siesta), pero creo que se lo preguntaré.
Ameyali: Bueno, ojalá puedan venir, porque al parecer es algo bastante
importante para él. En cuanto cuelgue contigo le llamo a Malinalli.
Milagros: De acuerdo. Entonces yo te confirmo. ¡Nos vemos el sábado!
Ameyali: ¡Chao!
Luego de colgar, Milagros dio unos golpecitos en la ventana. Tameme levantó la
cabeza, y Milagros le hizo señas de que subiera. Cuando Milagros se dio la
media vuelta, se encontró de frente con su hermano, quien sostenía una amplia
falda de baile.
Servando: ¡Casi me rompo la crisma en tu cuarto, maldición!
Milagros: ¿Crisma? Creo que en México le llamamos "cara".
Servando: No me cambies el tema, ¿cuándo vas a poner orden en ese cuarto?
Milagros: ¿Y qué tenías que hacer tú en MI cuarto?
Servando: (Le sale un gotón) Bueno... (Se hace el digno) ¡Nada que te importe!
Milagros: Eso espero. ¿Te imaginas los titulares de los diarios deportivos? El
"Indio" Tuchmetztli, prometedora figura del toreo nacional, ¡resulta un
mañoso!
Servando: (Aventándole la falda) ¡No me vuelvas a salir con eso!
Milagros: ¡No vuelvas a fisgonear por mi cuarto! ¡¡BLEEEEHHH!!
Tras sacarle la lengua a su hermano, Milagros sube corriendo, dejando a
Servando rojo del coraje. La vemos llegar a su cuarto.
Tameme: (Sólo se oye su voz, "gritando" lo más bajito que puede) ¡Auxilio!
Milagros: ¿Tameme?
Tameme: ¡Aquí abajo!
Milagros notó un gran mantel moviéndose entre todo su desorden. Al levantarlo,
Tameme salió rodando hasta una pared al otro lado del cuarto.
Milagros: ¡Tameme! ¿Estás bien?
Tameme: Esto fue humillante, no cihuanton. ¡Mi orgullo está hecho pedazos!
¿Cuándo te decidirás a poner orden aquí?
Milagros: ¡Sí, "mamá", sí...! ¡Oyeme, si quien viene a hacer las preguntas soy
yo!
Tameme: ¡Vaya! Supongo que Ameyali ya te habló...
Milagros: ¡Pues claro que sí! ¿Qué hacías hasta por allá?
Tameme: No cihuanton Chalchiuhtlicue también necesita ayuda para cumplir
nuestra misión, así que tengo que cuidar de ella también.
Milagros: ¿Y "cuidar de ella también" implica llevarnos de excursión?
Tameme: Campamento, no cihuanton, cam-pa-men-to. Además, el campamento es para
ustedes. Yo necesito investigar qué fue del "gran altar".
Milagros: ¿"El gran altar"?
Tameme: Sí.
Milagros: (Preocupada) Oye, ¿quiéres decir que nunca has estado por el D.F.?
Tameme: No. En general he estado por el rumbo de los templos.
Milagros: (Con cara graciosa) ¿¿¿El rumbo de sus templos???
Tameme: (Suspirando) Creo que no me estás entendiendo nada...
Milagros: Eso espero, porque si el "Gran Altar" es lo que me imagino, creo que
no te gustará lo que vas a ver...
Tameme: (Con gotón) ¿Cómo dices?

En el cuarto del espejo negro, el hombre con el rostro pintado como cráneo
está "leyendo" una serie de dibujos, aparentemente un códice. En eso, el
hombre con la cara a rayas entra, y notamos algo curioso. A cada dos pasos que
da, se escucha un ruido como de metal, aunque no exactamente.
Franjado: ¿Ahora qué estás leyendo, amigo mio?
Craneo: Trato de averiguar algo en este "libro pintado", ya que parece ser más
eficiente que otros...
El hombre del rostro a franjas sintió de lleno la indirecta, pero aparentó
frialdad.
Franjado: Vamos, amigo, vamos. Créeme que tengo a mis sirvientes encargándose
de buscarla.
Cráneo: (Sin desviar la mirada del códice) ¿Tus sirvientes? Que yo sepa, tú no
tienes sirvientes. No los necesitas...
El franjado notó que se había ido de la boca, y por un momento le salió la
típica crucecita de enojo en la cabeza, pero una vez más, recuperó la
compostura de inmediato.
Franjado: ¡Cielos, me descubriste, amigo! La verdad... es que mandé a los
cuatro generales.
En ese momento, el de la cara pintada como cráneo levantó la mirada.
Cráneo: Los... ¡¿Dijiste los cuatro generales?! ¿¿Cómo te atreves??
Franjado: Bueno, debo reconocer que no he avanzado mucho en mis
investigaciones últimamente, y como tú me has dicho reiteradas veces que
hiciera lo que considerara necesario para encontrarla, pues...
Cráneo: (Bastante enojado) ¡¡Uuuusshhh!! Si no fuera porque estoy tan
desesperado por encontrarla, ya estarías lamentándolo. (Señalando al otro
hombre con el dedo) ¡¡Sólo espero que la encuentren lo antes posible, y que
estén de regreso de inmediato!! ¿Entendiste?
Franjado: Será en cuanto la encontremos, ¿te parece?
El hombre con el rostro de cráneo no contestó. Se limitó a tomar los códices y
salir del cuarto. El hombre del rostro franjado caminó hacia el espejo, y
sonrió maliciosamente.
Franjado: (Para sí mismo) Eso crees tú, mi amigo. Ellos están ahí por si las
cosas se ponen demasiado difíciles. ¡Son mi seguro de la victoria! Para ser
sincero, tu esposa me importa un comino...
Poco a poco empieza a reír, hasta soltar una carcajada.

Las chicas fueron a la competencia, donde vieron a Ameyali conseguir un tercer
lugar, aunque ella no salió del todo satisfecha.
Sr. Alvarez: Espero que cuides bien de mi hija, Malinalli. No sé por qué se le
metería en la cabeza esta idea del campamento.
Tameme volteó hacia un lado. Poco le faltó para ponerse a silbar, mientras por
un momento a las tres chicas les salía un buen gotón.
Malinalli: Pie-pierda cuidado, señor Alvarez. Le avisaré a mi tío que usted
irá a verlo este lunes...
Sr. Alvarez: Gracias, chiquilla. (A Ameyali) Espero que no hagas muchas
travesuras, hijita.
Ameyali: ¡Vamos, papá! Estoy acostumbrada a acampar con los chicos del
deportivo.
Sr. Alvarez: Bueno, entonces supongo que no tengo por qué preocuparme, máxime
ahora que no habrá chicos...
Ameyali: (Bajito y algo triste) Es que ninguno usa anteojos...
Sr. Alvarez: ¿Decías?
Ameyali: (Apoyando una mano en la nuca) ¡NO, NO, NADA, NADA! ¡Já, já, já! (Lo
besa rápidamente, y enseguida jala a las chicas por el brazo) ¡Vámonos,
chicas, vámonos!
Milagros: (Con un gran gotón) ¡Ha-hasta la vista, señor Alvarez!
Sr. Alvarez: Hasta luego, chiquillas. Diviértanse.

Las tres chicas decidieron hospedarse en un albergue cercano al Ajusco,
pagando cada una su parte. Después de registrarse, regresaron al centro de la
gran ciudad, pasando varias horas en una biblioteca. Malinalli, la más
acostumbrada a las bibliotecas, ayudaba a Tameme a buscar la información que
necesitaba.
Bibliotecaria: Señorita, su perro no puede estar aquí adentro.
Malinalli: Bueno, es que... (Voltea a todos lados, y se da cuenta de que
Tameme ya no está, entonces sonríe) ¿A qué perro se refiere, señorita?
Bibliotecaria: ¿Cómo? (Ella ya tampoco ve al perro, y empieza a voltear)
Bueno... este.... me pareció... (le sale un gotón) en fin... je, je... espero
me disculpe, señorita.
Malinalli: No hay cuidado.
En cuanto la bibliotecaria salió, Tameme apareció por el otro lado de
Malinalli.
Tameme: Hay personas que no saben apreciar a un guardián bien instruído.
Malinalli: Me pregunto cómo es que logras hacer esto.
Tameme: Ya lo sabrás, ya lo sabrás. Por ahora, sigamos buscando.
Luego de dos horas, regresa la bibliotecaria.
Bibliotecaria: Señorita, ya vamos a cerrar.
Malinalli: ¿Cómo dice? (consulta el reloj en la pared) ¡En la torre, ya es
tardísimo! ¡Tam-¡ (se da cuenta de que el perro ya no está) Es decir... bueno,
gracias. Voy por mis amigas.
Malinalli fue a otra de las salas, y se encontró a Milagros y Ameyali,
¡roncando!. Por fortuna no estaban babeando sobre los libros, pero sí sobre la
mesa. Milagros estaba ante un libro de trajes típicos mexicanos, muy seria,
mientras que Ameyali sonreía en sueños sobre un catálogo de una óptica. Un
gotón salió de la cabeza de Malinalli.
Malinalli: (Sacudiendo los hombros de Milagros) ¡Mily, Mily! Ya vámonos.
Milagros: (Tras un enorme bostezo) ¿Qué... cómo... cuándo... dónde...?
Malinalli: ¡Vámonos, o no alcanzaremos camión de regreso al albergue!
Milagros: Ah, sí. Ame... (sacude un poco su mano) Ame...
Ameyali: (En sueños) je, je... (sonríe pícara) Oye, no seas así... jé, jé...
Malinalli: (Exasperada) ¡Que ya son las nueve!
Todos los empleados de la biblioteca: ¡¡¡¡SSSSSSSHHHHHHHHHH!!!!
(Gotón en la cabeza de las tres chicas).

Ya era noche cerrada, cuando las tres niñas salieron del metro rumbo al Templo
Mayor de la Ciudad de México. Cuando salieron, las calles estaban casi vacías,
pero vieron a Tameme sentado ante la barandilla que rodea a los restos de la
construcción, callado y con los ojos muy húmedos. Las chicas se acercaron a
él.
Milagros: ¿Tameme?
Tameme: (Con tristeza) Por todos los cielos... ¿Qué pasó aquí? ¿qué pasó aquí?
Malinalli: Muchas cosas. Para eso fuimos a la biblioteca.
Tameme: (Sin dejar de ver los restos) Lo sé, lo sé... es sólo que, no creí que
me dolería tanto. Mi señora Coatlicue, mi niña Coyolxauhqui y yo... paseamos
tantas veces por estos lugares...
Milagros: (Abrazando al perro) Lo siento...
Tameme: (Cerrando los ojos) Vámonos, no cihuanton. Creo que esta noche no
podré sacar nada en claro. Ya veremos después.
Justo cuando Milagros se paró, ¡se escucharon disparos desde una calle
cercana!
Ameyali: ¿Qué sucede?
Voz de Borracho: (A lo lejos) ¡Párate, %$&$ escuincla! ¡Alto en -hic- en
nombre de la ley!.
Las tres chicas y el perro corrieron a un callejón cercano, y de pronto vieron
dar vuelta hacia ellas a una niña bastante desaliñada, corriendo con una
guitarra enfrente y un acordeón colgando de su espalda. Poco después, vieron a
dos policías, evidentemente tomados, persiguiéndola mientras lanzaban disparos
al aire.
Policía (el que acompañaba al del primer grito): ¡Pérate, $%$&$ mona! ¡Ya
verás cómo te vas a divertir!
Policía #1: ¡Dije que te detengas!
De pronto, unas manos salieron de un callejón, y jalaron a la niña hacia
adentro.
Policia #2: ¡Qué #$%#%! ¡sig-hic-sígueme, pareja!
Los policías, tambaleantes, se dirigieron al lugar, pero de pronto, un perro
sin pelo y con los ojos en blanco se apareció ante ellos, y tras él, una mujer
cubierta con un plástico negro, con profundas ojeras y el cabello
desarreglado.
Policia #1: ¿Qué... qué... onde está la sospechosa?
El policía apuntó hacia la aparecida, pero con un movimiento como de rayo, el
perro les quitó las pistolas a ambos policías. Estos se quedaron muy
sorprendidos, y se quedaron viendo fijamente a la aparecida.
Policía #2: ¡Pa-pareja! ¡Esto ya no me está gustando!
Lentamente, la aparecida empezó a hablar.
Aparecida: ¡¡¡UUUUUHHHHHH!!!
Policía #1: Mi-mi-mire, se-señito...!
Aparecida: ¡¡¡¡¡AAAAAAYYYYYY.....!!!!!
Policía #2: ¡PA-PA-PA-PAREJA...!!!
Aparecida: ¡¡¡¡¡AAAAAYYYYY, MIIIIS MAAAAANOOOOOS!!!!! ¡¡¡¡¿¿¿¿¿DOOONDEEE
EEESTÁÁÁNNN MIIIIS MAAANNNOOOOOSS?????!!!!
Los dos policías se llevaron tal susto, que hasta la borrachera se les bajó.
Policía #1: ¡¡¡MAMÁÁÁÁÁ, LA LLORONNAAAAA!!! ¡¡VÁMONOS, PAREJAAA!!!
Casi llevando a rastras al otro policía, que estaba como petrificado, el
primer policía se metió de un salto a la patrulla, y esta salió como una
exhalación.
Tameme: (Regresando sus ojos a la normalidad, y lanzando un gran suspiro)
¡Uuuufff! Un minuto más y no habría soportado el dolor de cabeza. ¡Estuviste
genial, mi niña!
La aparecida se limpió la cara con el plástico. Como ya se imaginarán, no era
otra que Malinalli.
Malinalli: Gracias. ¿Sabes?, creo que estoy descubriendo algunas ventajas de
mi condición.
Tameme: Regresemos con ellas.
Malinalli: Mily, ¿todo está bien?
Pero tanto Milagros como Ameyali veían fijamente a la chica, que estaba con
los ojos cerrados, las manos entrelazadas en torno a un rosario, y musitando
como si estuviera rezando.
Ameyali: (Volteando a ver a Malinalli) Así ha estado desde que la escondimos
aquí.
La niña, en efecto, estaba rezando. Parecía tener unos 12 años, tenía el
cabello castaño un poco rizado, en su mayoría sujeto en una cola de caballo, y
dos dientes demasiado grandes en su mandíbula superior le daban a su rostro
una expresión muy tierna. Pero por más que Milagros y Ameyali sacudían sus
hombros, ella mantenía sus ojos cerrados mientras rezaba frenéticamente,
sujetando su rosario mientras sus brazos rodeaban su acordeón. Tímidamente,
Malinalli se acercó a ella.
Malinalli: ¿Oye, niña, estás bien?
La niña abrió momentáneamente un ojo, y se encontró con Malinalli, ¡todavía
disfrazada como la llorona! Imagínense el susto.
Niña: ¡¡¡¡AAAAAAAAAHHH!!!! (Se desmaya).
Las tres chicas se quedaron sorprendidas, y lentamente levantaron la cara para
verse con un gesto muy cómico.
Milagros: ¿Y... y ahora qué hacemos?

A la mañana siguiente, alguien abre los ojos. Resulta ser la niña, que está
acostada en una cama. Milagros dormía en otra cama, mientras que Ameyali
dormía en el suelo, dentro de una bolsa para dormir. Otra cama en el cuarto
estaba vacía.
Niña: ¡Qué... qué onda! ¿Qué hago aquí?
En eso volteó hacia una ventana y vio a una chica que no le parecía haber
visto la noche anterior. Veía el amanecer sentada en una silla, pero no sacaba
las manos del overol que llevaba puesto. La chica trató de levantarse
sigilosamente...
Malinalli: ¿Ya despertaste?
Niña: (Le sale un gotón y regresa a la cama, aunque sólo se sienta) ¿Y... y tú
qué onda? ¿A qué me trajiste? ¿No serás "judas", verdad?
Entonces, Milagros y Ameyali empezaron a despertarse.
Malinalli: (Sin dejar de ver hacia la calle) No. No soy judas, pero creo que
los policías y tú debieron pensar anoche que era algo mucho peor.
Ameyali: ¡Cálmala, Maly!
Milagros: (A la niña) ¿Estás bien?
Niña: Sí.
Milagros: ¿Qué hiciste para que te persiguieran esos policías?
Niña: (Encongiéndose y tomándose las rodillas con las manos) ¿Eso? Pos no sé.
Ameyali: (A Milagros) Creo que esos policías estaban demasiado ebrios para
saber lo que hacían.
Niña: (Con una sonrisa sarcástica) ¡Bien que sabían, pos qué...!
Milagros: Y a todo esto, ¿cómo te llamas?
Niña: ....
Ameyali: ¡Vamos! Estás entre amigas.
Niña: (Viendo de reojo a Milagros) Purita.
A las tres niñas les sale su gotón.
Milagros: No. En serio...
Purita: (Entornando los ojos con fastidio) ¡Ah, que la...! Me llamo Salustia
Purificación de la Cruz, pero me dicen "Purita", ¿sale?
Ameyali estuvo a punto de soltar una risotada, pero la dura mirada que le
dirigió Purita la contuvo en seco.
Malinalli: (Volteando hacia ella) No es tan malo ser diferente, ¿sabes?, Hay
cosas peores...
Purita: Sí, Chucha. ¿Saben qué?, yo aquí me pinto...
Por toda respuesta, Malinalli sacó las "manos" del overol..., y Purita notó
que no había tales. Se puso repentinamente pálida, y empezó a santiguarse
mientras exclamaba bajito, viendo fijamente a los muñones de Malinalli.
Purita: ¡Jesús, María y José...!
Milagros: (Sentándose a su lado) Vamos, no te asustes. Ella...
Purita: ¿Entonces fue cierto?
Milagros: ¿Cómo dices?
Purita: (A punto de llorar) ¿U-ustedes fueron?
Milagros: Bueno. Tanto como eso...
De pronto, ¡Purita se levantó y fue directo a abrazar con todas sus fuerzas a
Malinalli! Lloraba tan fuerte y compulsivamente, que no podía ni hablar.
Malinalli tardó en reaccionar, pero cuando vio a Milagros pararse y dirigirse
hacia ellas, sonrió y devolvió el abrazo a la niña. Ameyali se sumó al trío
poco después, y el cuarteto permaneció abrazado por unos minutos.
Milagros: ¿Tenías miedo, verdad?
Purita sólo asintió con la cabeza.
Malinalli: (Tratando de reír) Yo también. Cuando me apuntaron con sus
pistolas... bueno... ¡creí que iba a tener un "accidente"!
Hasta ese momento, pudieron conocer la sonrisa de Purita. Era realmente bella.
Milagros: Oye, ¿y dónde vives?
Purita: (Levantándose de un brinco) ¡EN LA TORRE! (Empieza a correr
frenéticamente de un lado a otro del cuarto) ¿Dónde está? ¿Dónde está?
Ameyali: ¿Qué cosa?
Purita: ¡Mi guitarra!, ¡necesito mi guitarra!
Milagros: En el closet (señala). Ahí está.
Purita abre la puerta de madera y toma la guitarra, la saca de su estuche y
empieza a agitarla.
Purita: ¡Qué poca...! ¡Lo hicieron! (Se arrodilla en el piso) Perdóname,
virgencita, pero ¡qué poca...!
Milagros: ¿Qué te pasó?
Purita: (Desconsolada) Esos "Tecos" me quitaron lo que había juntado...
Milagros: ¿Lo que habías juntado?
Purita: Doña Tencha me dio hasta hoy para juntar lo de la renta. ¡Me va a
correr de la vecindad!
Malinalli: Tal vez si le explicas...
Purita: (Se levanta resignada) No es la primera vez que los "tiras" me quitan
lo que había juntado. En fin, mejor voy por mis "tiliches". Sólo lamento...
(aprieta los puños y empieza a llorar, después se lleva las manos al rostro)
¡Sólo lamento haberle fallado a Don Ticho!
Malinalli: ¿Don Ticho?, ¿quién es Don Ticho?
Milagros: No te preocupes. Iremos contigo.
Ameyali y Malinalli voltearon sorprendidas a ver a Milagros.
Malinalli: ¿Cómo dices?
Milagros: ¡Vamos, chicas! ¿qué mejores testigos de lo que sucedió que nosotras
mismas?
Ameyali jaló a Milagros por el brazo y le habló bajito.
Ameyali: ¿No escuchaste que ella dijo "vecindad"? ¿no ves su aspecto? No creo
que sea un buen lugar para que vayan tres chicas solas...
Milagros: No te preocupes. Puedes quedarte si quieres. ¿Tú vienes conmigo,
Maly?
Malinalli se había parado junto a Purita para reconfortarla.
Malinalli: Está bien, vamos. Si quieres, tú quedate a cuidar sus cosas, Ame.
Ameyali: ¿Cómo? ¿Dejarlas ir solas a ustedes? ¡Nada, qué! ¡Ahora voy con
ustedes!, ya que nos vayamos regresamos por nuestras cosas.
Purita no pudo más que sonreír con agradecimiento a esas tres desconocidas.

Las cuatro chicas llegaron a una colonia pobre algo más allá del centro, y lo
primero que les impresionó fue escuchar como varios de los jóvenes del rumbo
se dirigían a Purita, particularmente un grupo de jóvenes que estaban jugando
futbol.
Chico #1: ¡Eh, "Carasucia"!
Chico #2: ¡"Carasucia", "cuñada"! ¿Presenta, no?
Chico #3: ¡Ya no llegues, "carasucia", no te las vas a acabar con Doña Tencha!
Milagros: (Bajito) ¿"Carasucia"? ¿Así te dicen?
Purita sólo asintió con la cabeza, pero más enojada que ella estaba Malinalli,
que tenía los muñones metidos con todas sus fuerzas en el overol.
Malinalli: (Bajito) Si estos tipos no se callan, creo que le pediré ayuda a
"La Llorona" de nuevo...
Ameyali: (Más Bajito) ¡Calla ojos!, ¡No nos la acabaríamos con éstos!
Purita: ¿Ya notaron que un perro nos viene siguiendo?
Las cuatro voltearon, y ya se imaginarán a quién vieron.
Milagros: ¡Cielos, qué descuidada soy! Purita, este es mi perro. Se llama
"Tameme".
Purita: ¿Tameme? ¡Qué chistoso! Ven, chiquito, ven. (Purita se acuclillo, y le
ofreció la mano a Tameme, quien se acercó alegremente, como cualquier perro
normal, y le tendió una pata) ¡Qué lindo está! Pero tengo entendido que
ustedes viven casi hasta Pachuca. ¿Cómo llegó hasta aquí?
Gran gotón con las tres chicas.
Milagros: (Poniendo una mano tras la nuca) Bueno, tuvimos que hacer algunas
trampas en el metro. Tú sabes, ¡já, já, já...!
Purita la vio extrañada, pero rápidamente aceptó lo que le dijeron. Entonces
se detuvo ante un zaguán.
Purita: Bueno, aquí es...
De pronto, Purita guardó silencio.
Milagros: Pasa algo.
Purita: No entren. Es mejor que vaya yo sola.
Malinalli: ¿Pero por qué?
Purita: No sé. Presiento que pasará algo.
Ameyali: Bueno, ya nos dijiste que tu casera es algo ruda...
Purita: ¡No eso, algo más! A veces tengo presentimientos. Espérenme aquí.
(Entra)
Milagros: (A Tameme) Qué niña más extraña...
Tameme: Cierto, pero... (En ese momento, ¡la nariz de Tameme se puso roja!)
Ameyali: ¡Miren eso!
Malinalli, Milagros y Tameme voltearon hacia donde Ameyali señalaba, y vieron
una luz roja volando justo hacia donde estaban, hasta aterrizar adentro de la
vecindad ante la que estaban... ¡justo en el cuarto donde Purita había
entrado!
Milagros: ¡Oh, no! ¡Atacaron a Purita!
Malinalli: ¡Tal vez a... (En eso, ven a Purita salir volando hasta la pared
del otro lado del pasillo) ...a su casera!
Tameme: ¡No cihuantotón, por aquí!
Las chicas siguieron a Tameme hasta una vecindad semiderrumbada a unos cuantos
metros, la que por fortuna estaba abandonada. Tameme todavía se aseguró de que
no hubiera nadie.
Tameme: Aquí está bien. ¡Transfórmense rápido!
Las tres chicas tomaron sus medallones e iniciaron sus transformaciones.
Milagros: ¡TO NANTZIN METZTLI, OLLIN!
Malinalli: ¡TO NANTZIN CHALCHIUHXOCHITL, OLLIN!
Ameyali: ¡TO NANTZIN ATL, OLLIN!

Mientras tanto, Purita veía aterrada cómo la casera (una mujer grande y obesa)
hacía gestos extraños con una mano. Ella sujetaba con ambas manos su rosario,
como en el callejón del centro.
Doña Tencha: ¡Maldición, esta Macehual me estorba!
Entonces, Doña Tencha lanzó un gran grito, y tras una leve convulsión su
cristal del corazón salió de su pecho. Entonces se desprendió de él una nube
negra, que al poco tiempo tomó la forma de una mujer-araña.
Mictlacatecólotl: ¡Tú no tienes energía que darme! ¡DESAPARECE!
La extraña criatura hizo el mismo gesto que la casera, pero esta vez una gran
cantidad de hilos de telaraña volaron sobre ella. Tras abrir enormemente los
ojos, los apretó mientras rezaba un "ave maría".
Voz: ¡METEPAMEH, INTLACPAC!
Purita levantó la mirada, y se encontró ante ella a una chica vestida de
manera muy extraña, y con unas pencas de maguey en el extremo de sus brazos.
Demonio: ¿Quién se atreve a interferir!
Coyolxauhqui: ¡Nosotras! (El demonio voltea y la observa) ¡No permitiremos que
abuses de la necesidad de la gente humilde! ¡Soy Sailor Coyolxauhqui, y para
proteger al Macuiltonatiuh y alcanzar mi redención, voy a detenerte!
Chalchiuhtlicue: ¡Yo soy Atlacihuatl Chalchiuhtlicue, Guerrera del Agua, y
también detendré tus planes!
Mayahuel: (Bajando los brazos) ¡Y yo soy Yaocihuatl Mayahuel, Guerrera del
Maguey y la naturaleza, y no permitiré que le hagas daño a esta inocente!
Demonio: ¡Pues yo soy Mictlatocatl, y mi señor Mictlantecuhtli me ordena
destruírlas!
El demonio nuevamente lanzó una andanada de telarañas, esta vez sobre
Chalchiuhtlicue, y ésta no pudo reaccionar a tiempo.
Coyolxauhqui: ¡Cielos, Chalchiuhtlicue!
Mayahuel: ¡HUIZMETMEH, AXCAN!
Mayahuel lanza su ataque de espinas, pero con otra de sus manos, la araña las
atrapa en telarañas. Mayahuel tuvo entonces que saltar para no ser atrapada
por las telarañas, llevando a Purita consigo.
Mayahuel: Demonios. (A Purita) ¡Vamos, vete de aquí!
Purita: Pe... pero...
Mayahuel: (A Tameme) ¡Deprisa, aléjala de aquí!
El perro tomó a Purita de una de las mangas, y prácticamente la llevó
arrastrando a la vecindad contigua. Cuando la soltó, Purita trató de regresar,
pero Tameme se paró frente a ella y empezó a gruñir.
Purita: ¡Sácate! ¡Sácate, perro! ¡Tengo que ir! ¡SÉ QUE TENGO QUE IR!
Tameme: ¡Dioses Benditos!
Purita: (Sentándose del susto) ¡Virgen santísima! ¡Me pareció que el perro
hablaba!
Tameme: ¡Tu frente!
En la frente de Purita estaba brillando un extraño símbolo.
Tameme: ¡Es el yolloxóchitl! ¡¡Tú eres Yaocihuatl Tlazolteotl!!
Purita: ¿¿Que soy qué diablos?? ¡Óyeme...!
Pero Tameme no la escuchaba, pues ya estaba dando de vueltas como persiguiendo
su propia cola.
Purita: ¿Qué onda? (Se persigna rápidamente) ¿Estás bien?
Cuando Tameme se detuvo, en el suelo estaba un gran medallón plateado.
Purita: (Persignándose) ¡Jesús, María y José! ¿De dónde salió esto?
Tameme: Deprisa, no cihuanton. ¡Tienes que tomar esto e ir a ayudarlas!
En ese momento se escuchó un grito agudo en el callejón, y antes de que Tameme
pudiera decir nada más, ella tomó decididamente el medallón, lo apuntó hacia
el sol y gritó:
Purita: ¡TO NANTZIN YOLLOXOCHITL, OLLIN!

Entretanto, en la vecindad, las tres guerreras estaban atrapadas por la
telaraña del Demonio, muy separadas una de otra para poderse ayudar.
Mictlatócatl: (A Coyolxauhqui) ¡Creo que empezaré contigo!
Entonces, su telaraña empezó a ascender por el cuello de Coyolxauhqui.
Coyolxauhqui: ¡Oh, no! ¡AUXII..-MMMPPPHHH!
Mayahuel: ¡No lo hagas!
Chalchiuhtlicue: ¡Déjala, maldición!
En eso, la telaraña terminó de cubrir su rostro.
Mictlatócatl: (Sonriendo siniestramente) Morirás en poco tiempo...
Pero repentinamente, la telaraña que cubría a Coyolxauhqui fue cortada en dos,
sin que ella recibiera rasguño alguno. Coyolxauhqui tomó aire con
desesperación.
Mictlatócatl: ¿Y ahora quién?
Mayahuel: ¡Es el Caballero Aguila!
Caballero Aguila: Tu amo no entiende, ¿verdad?
Mictlatócatl: Claro que entiende. ¡Eres tú quien no entiende! ¿podrás ayudar a
tiempo a las otras dos?
Voz: ¡Detente! ¡Por tu bien, detente!
Todos voltearon sorprendidos a ver a quien había dicho eso. Era una guerrera
más pequeña que las otras, con su "fuku" en colores rojo y café. No llevaba el
Yecapil (nariguera) de las otras. A cambio, tenía una gran mancha negra en
triangulo desde la mitad de su nariz al centro de sus cejas. Tenía además una
banda de algodón crudo, como la de Mayahuel pero sin colgantes, sobre su
frente.
Mictlatócatl: ¿Otra más?
Caballero Aguila: ¿Eres tú?
Tameme: (Detrás de ella, muy orgulloso) Así es, ¡la hemos encontrado!
Guerrera: Por favor, no lo hagas, es tu última oportunidad. ¡Yo soy Yaocihuatl
Tlazolteotl, la Devoradora de Pecados, Guerrera de la Confesión y del perdón!
¡Ríndete ahora, te lo pido!
Mictlatócatl: ¡Ya cállate!
El demonio lanzó otra andanada de telarañas sobre Tlazolteotl.
Coyolxauhqui: ¡Cuidado!
Pero esta símplemente junto las palmas de sus manos, como para rezar, las
elevó ante su naríz, siguiendo la forma de la marcha en su frente, y gritó:
Tlazolteotl: ¡TEO CHIPAHUAC, MOTECH POHUI!
Una esfera de luz blanca pareció envolverla, y en cuanto la telaraña tocó a
esa luz, ésta empezó a disolverse. No sólo la que lanzaron hacia ella, sino la
que cubría la que ataba a Mayahuel y Chalchiuhtlicue.
Chalchiuhtlicue: ¡Increíble!
Mictlatócatl: ¿Qué pasó? (El Demonio empezó a hacer su gesto para lanzar
telaraña, pero resultó tan inútil como cuando estaba dentro del cuerpo de la
casera) ¿Qué me has hecho?
Tlazolteotl: Lo siento. No me dejaste opción.
Mictlatócatl: ¡Todavía puedo actuar! (Brinca sobre Tlazoltéotl)
Chalchiuhtlicue: ¡Oh, no, no lo harás! (Se acuclilla junto a una llave de agua
y la abre) ¡TEO ATLICHOLOTL, AXCAN!
El ataque de Chalchiuhtlicue salió con gran fuerza sobre el Demonio,
azotándolo con fuerza a la pared.
Mictlatócatl: ¡Maldición!
Mayahuel: ¡HUIZMETMEH, AXCAN!
El ataque de espinas de Mayahuel esta vez tuvo éxito, y clavó al monstruo a la
pared.
Caballero Aguila: ¡Tienes que actuar ahora, Coyolxahqui!
Coyolxauhqui: ¡Lo haré! (Toma el Nahuiollin, cierra los ojos y empieza a
concentrarse).
Demonio: ¡No lo harás! (Lograr soltar un brazo y trata de lanzar un ataque,
pero sigue sin telaraña. Voltea a ver a la recién llegada) Olvidé que no
funciona.
Coyolxauhqui: ¡COCHIQUETZALMETZTLI, AXCAN!
Con un grito aterrado, el demonio fue destruído por la energía del Nahuiollin,
dejando sólo en su lugar el cristal del corazón de la casera. El Caballero
Aguila puso una mano sobre el hombro de la recién llegada.
Caballero: Gracias. Me alegra que hayas llegado. ¡Nos vemos! (Se retira)
Coyolxauhqui hizo un intento de seguirlo, pero esta vez se detuvo, sonrió al
cielo y luego hacia la nueva Yaocihuatl.
Tlazolteotl correspondió a las sonrisas que todo el grupo le dirigía.

Ya más tranquilas, todas regresaron a la normalidad, y se sorprendieron al ver
que Tlazolteotl no era otra que...
Milagros: ¡¿Purita?!
Purita: (Sonriendo) No sé por qué, pero sospechaba que eran ustedes.
Tameme: Siempre fuiste muy perceptiva, no cihuanton. No me extrañaría que tú
recordaras más detalles de tu vida en el Nahuitonatiuh.
Purita: Pues no..., para nada...
Tameme: En fin, eso no es tan importante ahora. Lo bueno es que ya estás con
nosotros.
Purita: Pues no lo sé. De seguro, después de hoy, ya no podré vivir aquí. Doña
Tencha ya no me dejará quedarme.
Milagros: Después de lo que...
Malinalli: Ella no lo sabe ni lo sabrá, Mily.
Purita entró al que fuera su cuarto. Era un cuartito muy humilde, apenas con
dos sarapes, un pequeño anafre, una cómoda, un altar a la Virgen de Guadalupe,
un pandero, y una fotografía corriente, ya amarillenta, donde ella aparecía
con un señor ya de edad. Purita extendió uno de los sarapes y colocó en él
delicadamente su imagen de la Virgen y la foto del hombre. Enseguida tomó el
pandero, y se dirigió a la foto.
Purita: Tenemos que irnos, Don Ticho. Lo siento.
Malinalli: ¡Espera!, ¿a dónde irás?
Purita: (Tratando de sonreír) No sé, pero nunca fue un problema cuando Don
Ticho estaba conmigo. No lo será ahora.
Ameyali: Si pudiera, te juro que te llevaría a vivir conmigo, pero tenemos una
criada bastante descuidada, y...
El rostro de Milagros se iluminó de pronto, y saltó sobre Ameyali para
abrazarla.
Milagros: ¡Ame, eres una genio!
Ameyali: ¿Yo? (Gotón).

Mas tarde, en casa de Milagros.
Milagros: ¡En serio, mamá! ¡El tío de Malinalli me la recomendó mucho! Tú me
dijiste el lunes que necesitabas una muchacha que te ayudara. ¡Ándale, qué te
cuesta!
Servando: ¡Pero mira que eres caradura! En ves de volverte ordenada,
¡prefieres meter otra boca a la casa!
Mamá: ¡Cállate, Servando! ¡No tienes que ser grosero delante de esta niña! (A
Purita) ¿Sabes realizar los quehaceres de la casa, pequeña?
Purita: Sí, señora. Las monjas del convento donde crecí me enseñaron todo lo
necesario.
Mamá: (A su esposo) ¿Tú que dices, cariño?
Milagros contuvo la respiración, esperando la respuesta de su padre.
Papá: Bueno, pequeña. No es mucho lo que podemos ofrecerte, pero un cuarto
donde dormir y tres comidas al día no te faltarán. Estarías a prueba por un
mes, ¿Estás de acuerdo?
Milagros: (Brincando sobre su padre para abrazarlo) ¡Papá, eres lo máximo!
¡Puede dormir en mi cuarto! ¿Sí?
Servando subió a la planta alta echando humo por los oídos, mientras Milagros
dejaba a su padre y abrazaba a Purita.
Así, Purificación dejó de ser "La Carasucia", y se sumó a la familia Tuchmetztli.
==============================
FIN DEL CAPITULO 9.

    Source: geocities.com/tokyo/field/7176/espanol

               ( geocities.com/tokyo/field/7176)                   ( geocities.com/tokyo/field)                   ( geocities.com/tokyo)