Como Sailor Scout he pasado por cosas horribles. Momentos de desesperación. Pero la experiencia más espeluznante que he vivido ha sido no tener la posibilidad de hacer nada frente al caos. No poder hacer nada cuando hay cuatro chicas que te importan muriendo.


¡V-chan al habla!
Tras la cápsula

por B. Lorena González


Me llamo Mina Aino. Tengo 16 años de edad. Desde que tengo 13 años he sido la Sailor Scout del Amor y la Belleza. He sido Sailor Venus. Una chica dispuesta a defender todo lo que le importa a costa de su vida. Una chica a la que no le dieron esa oportunidad.

Corríamos por el parque.Era un momento de felicidad haber aprobado el primer año de Preparatoria. No tendríamos que presentarle ninguna excusa anuestros padres cuando nos pidieran nuestras boletas decalificaciones. No este año.

De pronto, Luna y Artemis se quedaron paralizados. ¿Una visión? ¿Un presentimiento? Lo siguiente que recuerdo es nosotras cinco convertidas en Sailor Scouts listas a pelear con el enemigo. Muy parecido a los generales del Negaverso en cuanto a vestimenta, no fue fácil de vencer. Presenció nuestra precoupación por defender a nuestra Princesa y a nosotras mismas. Esa preocupación que le informó a su jefe, y que hizo que se ensañara conmigo.

No lo pudimos vencer. Terminamos en muy mal estado, aunque él tampoco salió ileso. Medaba tanta rabia pensar que ese desgraciado andaba por allí, libre, después de habernos hecho lo que nos hizo. Aquel día mi orgullo estaba hecho pedazos. Me molestaba demasiado la idea deque el equipo de las Sailors había sido ridiculizado de una manera tan horrible. Pero pronto todo eso sería lo de menos.

Ahora nos encontrábamos en algún lugar abandonado de Tokyo, luchando contra el mismo hombre que me hizo sentir tanta rabia. Luego de algunos minutos de desperdicio de energía en la batalla, nos preguntó:

- ¿Qué es lo que más les importa?

Serena respondió con su cara de niña buena: "Darien". Las demás permanecimos en silencio.

- Respondan. -nos dijo él. A mí lo menos que me importaba era contestarle. Pero por alguna razón, lo hice.

- Mis amigas.

Él sonrió.

- ¡Y por eso es que te llevaré a ti, Mina Aino! -exclamó mientras se reía y me lanzaba una especie de esfera brillante. De allí nada.

Al despertar, me encontré en una nave circular, donde lo único que veía eran pantallas apagadas. Pocos segundos pasaron desde que me desperté para saber qué había sucedido.

- ¡Buenas tardes, Mina Aino! -exclamó una voz horrible.

- ¡¿Quién demonios es?!

- No hables de ese modo. Bienvenida a mi maravillosa cápsula. -dijo mientras una pantalla se encendía mostrando un cielo totalmente negro, con una bola plateada gigante flotando.- Tu ubicación exacta: ¡este lugar!

Yo no lo podía creer. ¿De qué hablaba? Lo últimos recuerdos que tenía eran los de aquel hombre lanzándome una esfera brillante. Y de allí entendí muchas cosas. Sólo necesitaba una respuesta.

- ¿Por qué me tienes aquí?

- No lo sabrás hasta dentro de mucho. Ahora mis planes inmediatos son otros. Una pregunta para ti, ¿por casualidad te interesa algo lo que pueda pasarle a la humanidad?

Yo levanté mi mirada hacia la pantalla. No sé si mi expresión demostraba el mismo terror que estaba sintiendo dentro de mí. Sólo vi mis ojos llenos de lágrimas reflejados en el vidrio, y sentí las gotas cayendo en mis piernas.

- ¿No me oyes? ¿Acasote parece poco importante lo que yo pueda hacer con la humanidad?¿Con tu bello planeta?

- ¡¡Pues claro que me importa!! -le grité dándole un golpe al piso donde estaba arrodillada.

- ¡Pues bienvenida a la nueva atracción de mi cápsula! -exclamó alegremente mientras las demás pantallas se encendían, mostrando primero algo de interferencia con la señal. Luego, escenas aterradoras.

Recuerdo cuando las chicas y yo salíamos a algún lado. Sólo por diversión, por salir por allí. Sin ningún motivo en especial. Siempre que comíamos helado Serena terminaba con su camiseta llena de crema. Amy siempre fue la más educada y delicada, mientras que Raye procuraba recordarle a Serena que debía tener modales. Lita simplemente se dedicaba a su comida.

Nuestras reuniones de estudio en el Templo Hikawa casi siempre eran un desastre. El día terminaba sin que hubiéramos estudiado algo. Y por eso es que me gustaban. Luna y Artemis estaban la mayoría de las veces, recordándonos que debíamos estudiar. Pero nosotras nunca les hicimos caso.

Tantos recuerdos pasaron por mi mente en aquel segundo de primera impresión de imágenes que por primera vez hicieron que mi piel se erizara a un punto de necesitar cerrar los ojos y calmarme. También recordé mi viaje a Inglaterra, a Armand y Katherine, el día que me convertí en Sailor-V. Pero me di cuenta de que los momentos más felices de mi vida los había pasado con mis amigas, lo que consideraba más importante. Declaración que me trajo a una horrible cápsula. Realicé que más nunca se repetirían los momentos felices.

"Es bueno tener esperanzas. Aunque a veces no es conveniente ilusionarse, porque no siempre todo sale como queremos." recuerdo que nos dijo una vez la mamá de Serena. Y mucha razón tenía. Eso estuvo entre las primeras cosas que recordé al darme cuenta de que estaba encerrada.

Cerré mis ojos al ver cosas tan horribles. Apenas tengo 16 años, y mi corazón está aún muy joven como para aguantar escenas tan catastróficas como las que yo vi. Entre las pantallas que recuerdo que más me impresionaron estaba una completamente cubierta de sangre, otra donde se mostraba una toma de un lugar donde había cuerpos tirados en el suelo, sangre, otra de una niña pequeña llorando, con la camisa ensangrentada de alguien que imagino sería su mamá. Quizá no la más aterradora, pero la que me preocupó más, fue la de mis amigas en posición de combate, y según aquel hombre con quien peleaban, listas para morir.

Mi sufrimiento no era por una simple claustrofobia. No sufro de ese tipo de enfermedades. Mi único padecimiento es la desesperación.

II

- ¡Mucho por ahora!- exclamó la voz mientras las pantallas se apagaban. La presión dentro de mí disminuyó, aunque luego me invadió una terrible preocupación por saber qué había pasado con mis amigas.

Necesitaba saber qué sería de ellas. Si ese demonio estaría dispuesto a asesinarlas realmente. Y la respuesta era tan obvia. Por supuesto que sería capaz.

Después de tanto llorar, me dio un sueño terrible, y tuve la necesidad de dormir. Mi sueño no fue mucho mejor que la realidad que estaba viviendo. Pesadillas me invadieron durante todo el tiempo que estuve dormida. Veía a mis amigas morir, a la gente pedir compasión. Pero lo que me despertó fue un grito que yo creía provenir de mis sueños. Un grito que oí desde la pantalla.

- Las volví a encender para que disfrutaras de la destrucción del mundo. -dijo.

- ¡¿Por qué lo haces?!- pregunté -¡Déjame salir! ¡Al menos déjame morir con mis amigas! ¡Dame una oportunidad de hacer algo!

- No. -dijo. Ésa fue su sencilla respuesta.

Aunque mis ojos continuaban adormecidos, las lágrimas volvieron a salir. Trataba de voltearme para no observar esas horribles escenas, pero cada milímetro de la cápsula estaba ocupado por una pantalla.

- ¡¡¡No!!! -gritaba mientras trataba de destruir con mis propias manos los vidrios.

- Cálmate. Te será imposible. Prefiero que permanezcas completa hasta que termine con todo el mundo. Por ahora sólo me ocuparé de Asia. Además, necesitarás tus manos para enjugarte las lágrimas.

Volví a recordar algunos momentos importantes de mi vida. Por alguna razón se me vino a la mente el día en que Katherine vino a Japón para hablar conmigo; el momento en que Asai me llamó en la calle para preguntarme si tenía novio; aquella vez en que tuve que cuidar de mis amigas enfermas; cuando sin querer rompí el osito de peluche de Lita; el día de mi audición para ser toda una estrella...

Todos los recuerdos me parecían tan valiosos. En ese momento lo único que quería era buscar a cualquier persona a la que hubiera ofendido y pedirle perdón. Aunque mi verdadero deseo era salir afuera y proteger lo que más me importa: mis amigas.

Me llevé las manos al rostro, porque no creía merecer que mi cara fuera vista cuando afuera de la cápsula estaban mis compañeras sufriendo, por una causa que parecía imposible.

- ¡¡¡Mejor me ocuparé de América!!!

- ¡¿De qué hablas?!

- Prefiero que tus amigas sigan vivas hasta que sea el momento del ataque final. Así que mejor atacaré América, luego Europa, entonces los polos y Oceanía, y por último Asia. Creo que esa estrategia está mejor.

- ¡¡¡Libérame de una vez, miserable!!!

- No te alteres, Mina. Tranquila, que tus amigas van a tener una muerte lenta, sufrida y honorable. Además, te aseguro que antes de morir se acordarán mucho de ti.

- ¡Ellas no van a morir! Yo... Yo no te voy a dejar...

- ¡¿Y cómo vas a hacerlo?! -me preguntó cínicamente. En eso, otro grito provino de la pantalla.

Volteé llena de preocupación, para encontrarme con la imagen de mis amigas en el piso, con los ojos cerrados. Sus rostros tenían expresión inerte, y cada una ocupaba una pantalla. Qué gran honor...

Recuerdo el momento en que las malignas enviadas por la Reina Beryl iban acabando con cada una de nosotras. Ahora entiendo la horrible sensación que debió tener Sailor Moon al vernos.

Corrí contra una de las paredes, no podía aguantar dentro de mí todo lo que estaba pasando. Después de momentos de tanta felicidad me parecía imposible que en la misma realidad, que en el mismo planeta, que a la misma persona le pudieran pasar cosas tan distintas.

Me tapaba la cara con las manos. Mi llanto prácticamente no permitía que otra cosa se oyera. Pero una palabra calmó mis nervios por unos momentos.

- Mina... -oí que decían las chicas.

- ¡¿Qué?! ¡Díganme,amigas! -contesté con la esperanza de que pudieran oírme.

- Mina... Sálvate... -me dijo Sailor Moon.

- No te preocupes por nosotras... -dijo Jupiter.

- Quiero que a pesar de esto continúes con tu vida... -continuó Mars.

- Trata de hacer lo posible por la humanidad... -finalizó Amy. Creí que ésa sería la última vez que mis amigas hablarían.

- ¡¡¡CHICAS!!! -grité con todas mis fuerzas.

Pero ellas no estaban muertas. Aún podía sentir que me llamaban, que su espíritu continuaba en este mundo, y me pedía que hiciera lo posible por mi salvación y la de la humanidad.

- Cada quien tiene prioridades. Debilidades, por llamarlo así.

- ¡¿Por qué me tienes a mí aquí?! -pregunté enfurecida.

- Tu debilidad, son tus amigas. ¿Y qué mejor manera de asesinarte que viéndolas sufrir? Haré que mueras de la desesperación, que vivas y duermas viendo cómo las vidas de ellas se van acabando. Que te hales los cabellos y te mueras después de haberte estrellado diez mil veces contra las paredes de esta cápsula infernal que no te deja salir. ¿Ves? Querer sólo te hace sufrir...

- ¡No! ¡Eso no es cierto! Además, no moriré. ¡Aunque acabes con toda la humanidad y me tortures no moriré! ¡No te haré feliz, no voy a permitirme morir! Además, será el cariño que le tengo a mis amigas el que me mantendrá viva. ¡No será mi convicción! ¡No será mi fuerza! ¡No será mi energía! ¡Será el amor que le tengo a la vida y a las personas que quiero!

- Pues veamos si soportarás eso... Si cumplirás lo que dices...

Ahora, sólo la prueba más difícil de mi vida.

Por ahora mi único objetivo no era ni siquiera tratar de salir. Sabía que era imposible. Era simplemente permanecer viva. Y eso sería mucho más difícil que cualquier otra cosa.

III

- ¡Listo! -exclamó. Volteé y sólo vi imágenes de un territorio que supuestamente debía ser América. Sólo que no tan próspero y paradisíaco como se supone que era. Si mi definición de esos conceptos quisieran describir destrucción, muerte y tragedia, entonces América se había convertido en ese lugar. Veía los rostros de unas pocas personas que permanecían vivas, mujeres con niños en sus brazos, hombres buscando entre los restos de sus casas destruidas; pero todas pidiendo clemencia. Que Dios se compadeciera de ellos y les enviara una respuesta para hacer de esas tierras lo que eran, o que se los llevara con Él.

Luego, Europa. Vi las imágenes de la tierra que me recibió durante un año, Inglaterra, en completo caos. Tantas veces que recordé a Katherine durante mis primeros minutos en la cápsula, para ver luego su cuerpo sin vida en una de las aceras de las calles de Londres. Porque pareciera que él la buscó a ella especialmente, para que yo la viera. Para que yo sintiera que hablaba en serio. Y no es que yo lo dudara, pero mi convicción de no dejarlo matarme me hacía verlo tan débil, aunque no lo fuera. Después de algún tiempo, ya había acabado con los polos. El hielo derretido se encargó de acabar con las costas africanas y Asia. Pero Japón permaneció intacto.

- ¿Qué haces?-pregunté necesitando una explicación.

- Cambio de estrategia. Ahora tengo pensado dejar especialmente a tus amigas vivas. Creo que lo mejor será que las veas a ellas solas en el mundo.

- ¡¿A qué te refieres?!

- Pues que lo mejor será que veas como ellas mismas terminan con sus vidas. Ellas mismas irán acabándose poco a poco. Lo mejor es que yo no tendré que hacer nada...

De pronto, un quejido se oyó.

- ¿Qué sucede?-preguntó.

El encargado que había enviado por primera vez había sido acabado.

- ¡Chicas! -exclamé emocionada.

- ¡No puede ser! ¡Maldita sea! ¡Tus miserables amiguitas han acabado con mi enviado! En tal caso, ¡tú sufrirás por ellas! -exclamó furioso. Una ola de aire caliente entró a la cápsula. El calor era insoportable. Empecé a sudar como loca.

Con todas esas visiones, el hecho de que me opusiera a morir, ese hombre tratando de matarme, y el gas caliente, pensé que no soportaría más. Caí en el piso. A pesar de que me desmayé, pude oír sus gritos de victoria al creer que yo estaba muerta. Pero yo ya lo había dicho. Mi amor por la vida y mis amigas no me permitirán morir. Yo no me permitiré morir.

De pronto, oí un grito aterrador. El sonido hizo que mi piel se erizara de nuevo. Pensé lo peor, creí que definitivamente alguna de mis compañeras había sido asesinada. Miré las pantallas, y en todas sólo se veía luz. Una luz tan fuerte que iluminaba la totalidad de la cápsula. Una luz que llenó de esperanza mi corazón.

No volví a oír la horrible voz que poco a poco me contaba sus planes para acabar conmigo y mis amigas. Imaginé que había muerto. Por alguna extraña razón.

Después de algunos segundos, la luz se disipó. Me permitió ver la misma destrucción que había dejado al desmayarme, y a mis cuatro amigas en unas tierras desoladas que imagino serían lo que quedó de Japón. Entendí todo cuando vi a Sailor Moon con el Cristal de Plata. Aquél que había acabado con ese ser miserable que había dejado a la Tierra destruida.

Me sentí feliz. Pero luego realicé que tras la muerte del enemigo, más nunca saldría de allí. Aunque antes ya me había acostumbrado a esa idea, fue como si me acabara de enterar. Porque mis esperanzas estaban posadas en que él muriera, y que yo quedara liberada. Pero no fue así. Ahora, ya que él murió, no hay nadie que pueda hacer algo por sacarme de esta horrible cápsula.

No hay alimentos, y eso poco importa. Continuo encerrada aquí, todavía observando a mis cuatro amigas solas en el mundo. Pensando en cómo lograr devolverle al planeta toda la vida que solía tener. Lamentándose por mi pérdida. Ellas creen que estoy muerta.

Pido a Dios que envíe a alguien para sacarme de aquí, o al menos que me lleve con Él para no seguir sufriendo. Pero lo que más me importa es que el mundo vuelva a ser lo que era. Que algún día pueda decir que las Sailors estamos juntas de nuevo. Espero por que el Cristal de Plata quiera hacer el milagro.

Continuara...


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