En Busca de la Corona
por Lorena
González
Capítulo 1: La preocupación de Mina, la amistad de Raye.
Una tarde Mina Aino estaba sentada en un banco del parque Nº 10, muy pensativa. Llevaba puesta su falda verde y su chaqueta marrón, era domingo.
- ¡Hola Mina!, ¿qué te sucede? - le preguntó Raye que acababa de llegar.
- ¿Eh?, ¡ah!, eres tú, Raye, no, no me pasa nada, tranquila. - le respondió Mina con tono nervioso.
Raye negó con la cabeza y le dijo:
- Mina, no me mientas, sabes que puedes confiar en mí y que te ayudaré siempre, porque eres mi amiga.
Ésta sonrió y puso sus manos encima de las de Raye y contestó:
- Gracias Raye, qué bueno que tengo amigas como tú, pero te prometo que no me pasa nada.
Raye se tranquilizó, o al menos eso le hizo ver a Mina, le sonrió y se disculpó porque ya tenía que irse al Templo a ayudar a su abuelito.
Artemis, que había estado presente, notó que a ella sí le pasaba algo, aunque lo negara, y pensó que era mejor no perturbarla y no le preguntó nada.
De pronto Mina le dijo:
- Artemis...
- ¿Si?, dime, Mina.
- ¿Crees que no sirvo para nada?
Artemis se asombró por aquella extraña pregunta y le contestó:
- ¿Cómo crees? Tú eres una muchacha muy linda..., y una excelente luchadora, pero, ¿a qué se debe tu pregunta?
Mina estaba más preocupada, y respondió:
- A eso me refiero, Artemis. Eso es lo único para lo que sirvo, para pelear.
- ¿Cómo puedes decir eso, Mina? Tú tienes muchas cualidades.
- Es que ahora que derrotamos al enemigo y no tenemos ninguna misión que cumplir, me siento inútil, como si no tuviera más nada que hacer.
Artemis se mostró aún más sorprendido, no podía creer cómo una sailor scout, la sailor scout que él había entrenado pudiera pensar así y, en un intento de consolarla, le dijo:
- Bueno, Mina, tú eres buena para... este... para... para...
Mina definitivamente quedó desconsolada, ni siquiera aquél que supuestamente la iba a ayudar le podía decir algo agradable de ella.
- ¡Hola Mina!, ¡qué gusto me da verte!, ¿qué cuenta la mejor jugadora de Fórmula Uno?
Mina sonrió al oir esa voz que hace mucho no oía, esa voz que tanto le agradaba...
UN RATO DESPUÉS, EN EL TEMPLO HIKAWA...
- ¡¡¡Ya Serena está aquí!!!
- ¡Hola Raye!, ¿qué tal? - dijo Lita.
- ¿Qué sucede Raye?, ¿para qué nos llamaste? - dijo Amy.
- Pero, ¡¿y Mina?! - preguntó Serena preocupada.
Raye contestó:
- Ella no debe venir, las llamé porque hay algo que le preocupa y creo que debemos ayudarla, como ella nos ha ayudado a nosotras tantas veces.
Todas las demás asintieron, pero Luna dijo:
- ¿No les parace que tal vez Mina quiera estar sola?, ¡no quiere ayuda!, por eso no les ha comentado nada.
- ¿Cómo puedes ser ten insensible, Luna? ¡Mina necesita ayuda y la gran Serena y sus amigas harán lo que sea necesario para que se sienta mejor! - dijo Serena mientras se disponía a sentarse, pero Raye le apartó la silla y cayó sentada encima de unos libros.
- ¡¡¡Raye!!!, ¡¿¡¿¡¿POR QUÉ ME HICISTE ESO?!?!?!
- ¡Ay, Serena!, no te quejes y ayúdanos a pensar en qué le pasa a Mina.
Lita y Amy se quedaron calladas, pensando, aunque era difícil averiguar si pensaban en el problema de Mina o por qué Serena y Raye son tan tontas. Amy dijo:
- Oigan, puede ser que Mina simplemente esté nerviosa por el examen de admisión, ¿no creen?
- No creo, además ella se ha esforzado mucho por estudiar, y ha mejorado sus calificaciones, pero, ¿cómo sabes que le pasa algo? - respondió Lita.
Raye les explicó lo que había ocurrido en el parque, y se quedaron pensando en qué le podía ocurrir a Mina...
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