Long Horn - Jockey Plaza

No era precisamente una columna, pero parece...

Si alguno de Uds. tienen la genial idea de ir a almorzar un domingo al Jockey Plaza, específicamente al "LONG HORN", les recomiendo que cambien de parecer de inmediato. El "Long horn", o sea, algo así como "Cacho largo" es un restaurante de pastas y parrilladas...que está ubicado entre el Chili's y el Benihana. (En fin, aquí un "¡plop!", por la gran combinación de parrilla con pasta italiana...)

Supongo que por la novedad de ser un local recientemente inaugurado, estaba casi lleno, pero tuve la mala suerte de encontrar una mesa desocupada (en ese momento pensé que había tenido suerte). Cumpliendo con el protocolo de cualquier restaurante que se respete, la anfitriona nos entregó la carta (de diseño bastante monse y de contenido peor aún). Sin mucha variedad en cuanto a parrilla y menos variedad aún en cuanto a pasta, se me hizo un poco difícil la tarea de seleccionar algo. Sin embargo, hasta allí todo normal, dentro de los límites de lo aceptable y razonable. El mozo tomó nuestra orden. Eran las 3:01 de una, hasta ese momento, grata tarde dominical.

Mientras esperaba, tuve la oportunidad de ver, cómo desfilaban ante mí las humeantes carnes que salían de la cocina, pero también las exuberantes carnes de las anfitrionas, a quienes odiaría a morir antes de terminar la tarde...(a decir verdad, tampoco estaban tan apetecibles que digamos, pero eso es otra historia...)

3:23pm...habían pasado 21 minutos desde que hiciéramos nuestro pedido y recién llegaron las bebidas...Contrario a lo que Uds. podían imaginarse por la demora, no ordenamos ninguno de esos exóticos tragos que vienen con una ensalada de fruta en el borde de la copa o uno de esos flambeados que hacen las delicias de los piromaniacos...nuestra orden: simplemente Coca-Cola...

3:35pm. Ya me sabía de memoria el orden de los cuadros de todo el salón, cuadros abstractos que dicho sea de paso no combinaban para nada con el resto de la decoración...ni con la comida...ni con el uniforme de los mozos...ni con el diseño de la carta...ni con el nombre del restaurante...ni con nada...aunque quizás sí con el caos reinante (me imagino) en una cocina comandada probablemente por un aprendiz de chef parrillero de poca monta...o por algún futbolista argentino...en fin, los minutos pasaban y mi paciencia se acababa...

3:47pm. Me decidí a llamar a una de las anfitrionas, no precisamente para invitarla a salir o hacerle la típica conversa estúpida de chuchan-boy de la Av. La Marina...

Me abordó con la primera línea de su script anfitrionesco:

-¿Está todo bien? (con tono de calabaza después de mirarse al espejo)
-No, no está bien nada. De hecho, está mal.

(no hubo respuesta, supongo que mi réplica no estaba dentro de las cinco frases que con esfuerzo sobrehumano tuvo que aprenderse para hacer su chamba medianamente bien)

-¿Cuánto más se va a demorar mi pedido?
-¿Ha ordenado algo al mozo?
-(no, cojuda, he llamado por teléfono para pedir delivery...). Hace 46 minutos que tomaron mi orden y hasta ahora no me traen ni el pancito de cortesía...
-¿Le traigo pan entonces?
-(puta, que estas tipas son más brutas...) Señorita, lo que quiero es mi pedido. Si en dos minutos no traen mi pedido me largo...
-Seguro se han olvidado...

(Puta, ¿Seguro se han olvidado?...¿qué clase de respuesta es esa? ¿acaso no han llevado su curso de calidad de servicio?...puta mare, estoy aquí casi una hora y resulta que "seguro que se han olvidado"...)

(¿Y dónde coño estaba el administrador? Bien gracias, seguramente.) Ante tanto desatino, decidí acercarme a la caja a pagar las coca-colas y ver si el administrador tenía el suficiente tino para convencerme de esperar un rato más...tremenda sería mi sorpresa cuando en la caja el administrador se peleaba con un cliente que estaba esperando su cuenta hacía 57 minutos...y mejor no les cuento que había otros dos clientes en cola...


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