EL GOTICO EN EL RÍO DE LA PLATA.
(JULIO CORTAZAR ANTE AMBROSE BIERCE)


Por Alejandra Rosarossa (Revista Asterion On-Line número 4). Mensaje aparecido en el foro público es.humanidades.literatura en 27-9-1999.


Nosotros sabemos que cuando se procura señalar una influencia, puede
tornarse esta tarea en un despropósito. Sostener este tipo de relación
entre Julio Cortázar y el escritor estadounidense Ambrose Bierce, está
avalada expresamente, en primer lugar, por declaraciones publicadas
del autor, y que han sido poco atendidas, tal vez, por la sombra que
proyectó la ingerencia de Edgar Allan Poe ya desde la infancia de
Cortázar.

En la locución del escritor argentino, titulada “El estado actual de
la narrativa en Hispanoamérica”, precisa que recién después de diez o
quince años de la primera etapa de sus lecturas, leyó en su idioma
original, entre otros, a los maestros modernos del género gótico,
tales como Ambrose Bierce o Gustave Meyrink. Asimismo, en “Notas sobre
lo gótico en el Río de la Plata”, Cortázar destaca la obra de Bierce
entre las numerosas asimilaciones de lo gótico en su nivel más
exigente de imaginación y de escritura que han tenido los escritores
rioplatenses. Concluye esta reflexión manifestando: “Pienso que
recibimos la influencia gótica sin caer en la ingenuidad de imitarla
exteriormente; en última instancia, ése es nuestro mejor homenaje a
tantos viejos y queridos maestros” (87)*. Como ha de ocurrir en un
artista genuino, las influencias que haya recibido, habrán sido
transformadas, reelaboradas a tal grado, que descubrirlas ha de
implicar, muchas veces, una atención singular.

En segundo término, quien nos ha guiado acerca de esta cuestión, ha
sido la profesora estadounidense Cathy N. Davidson, especialista
sobresaliente en Ambrose Bierce, quien en su libro The Experimental
Fictions of Ambrose Bierce. Structuring the innefable (1984), propuso
suscintamente la observación del influjo que tuvo Ambrose Bierce en el
argentino Julio Cortázar. Para esta afirmación utilizó como apoyo
bibliográfico la entrevista de Luis Harss en Los Nuestros, en la cual,
se menciona que Cortázar hizo una lectura detenida especialmente en
Poe, Hawthorne y Ambrose Bierce. Davidson afirma que Bierce no sólo
fue apreciado en sus formas experimentales por Cortázar, sino que le
rindió el más halagüeño tributo, que es el de la imitación. A
propósito de esto, Cathy N. Davidson, declarando que no pretendió
hacer literatura comparada, ha percibido coincidencias
estético-literarias, como, por ejemplo, en “La noche boca arriba” con
la tercera y última parte del famoso cuento de Bierce “Un incidente en
el puente Owl Creek”. “Blow up”, asimismo, remite a los relatos de
Bierce “Los ojos de la pantera” y “A Watcher of the dead”.
Por nuestra parte, consideramos pertinente extender esta
interesantísima observación de Davidson a la cuentística de Cortázar,
al hallar en la reelectura de los cuentos de Bierce y Cortázar un
“sympathos” narrativo particular. En cuanto a la transferencia de esta
afirmación a su novelística queda como una propuesta para un trabajo
futuro.

La vida de Ambrose Bierce abarcó un período muy importante para la
afirmación de la literatura nacional estadounidense, pues se prolongó
desde 1842 a 1913, año en que decidió internarse en tierras de la
revolución mexicana, para desaparecer finalmente. Luchó en la guerra
de Secesión a favor del Sur. Escribió profusamente también como
periodista.

Publicó sus obras completas, que abarcan doce tomos. En sus primeros
cuentos recogidos en el volumen titulado Cuentos de soldados y de
civiles (1891), ya escribía prefiriendo la interrupción de la
linealidad temporal, la provocación de lo irreal por un férreo anclaje
en los detalles realistas, la ironía y el humor amargo, la
metatextualidad. A este ciclo corresponde el cuento “Un incidente en
el puente Owl Creek”. El mismo Cortázar manifestó en “El estado actual
de la narrativa en Hispanoamérica”, que el tema de la mente recreando
otra realidad, lo incluyó en un pasaje de “El perseguidor”, no como un
artificio literario, sino en la misma actitud que tuvo Ambrose Bierce
para su escritura. Según Cortázar: “En mi cuento lo que ocurre es
exactamente lo mismo que me ha ocurrido varias veces en circunstancias
análogas” (106).

Saul Yurkievich, en su conocido escrito con motivo de la muerte de
Cortázar, titulado Julio Cortázar: al calor de su sombra , expresa el
meollo de la poética de Cortázar, y por extensión, nosotros la podemos
también referir a la de Bierce: “En el contexto del vivir conocido va
a penetrar el climax de la dislocación” (17).
Tanto Bierce como Cortázar recibieron el magnetismo de E.A.Poe, aunque
Bierce lo haya irónicamente denegado. El biógrafo de Bierce, Carey Mc
Williams, destaca que tiene de Poe el propósito de producir una
“impresión dominante” en sus relatos. Cortázar, por su lado, admiró la
fuerza narrativa del autor de “Berenice”. Contrario a Poe, Bierce
aspira a la claridad, la precisión y la simplicidad expresiva. Hoy
podemos ampliar estas afirmaciones al consignar que esta mayor
economía lingüística en la expresa preocupación de Bierce por el
cuidado de la lengua y su comunicación literaria, y como ya dijimos,
el férreo anclaje en los detalles realistas para suscitar lo irreal,
la interrupción de la linealidad temporal, la ironía y el humor
amargo, las metatextualidades, han sido prefiguraciones de la estética
que Cortázar prefirió.

En esta propuesta sugerimos que Ambrose Bierce fue un importante
inspirador del llamado por Jaime Alazraki “neo-fantástico” de Julio
Cortázar, para aludir a la transmutación por la que el hombre mismo, y
no sólo los acontecimientos se convierten en objeto fantástico.
La visión del mundo en estos artistas ha sido multidireccional,
compleja, irónicamente trágica, tanto “una mentira infinita” según
Cortázar, como la certeza real del sueño u otros estados de la mente
para los dos escritores.

Recordando los dos últimos párrafos de “Un incidente en el puente Owl
Creek”, así como el final de “La noche boca arriba”, Creemos que será
un estímulo oportuno para la reflexión ya propuesta, dada la cualidad
ejemplar de estos relatos en la escritura de sus autores:

Sin duda, a pesar de sus sufrimientos, se había quedado dormido
mientras caminaba, porque ahora veía otra escena..., O tal vez se
hubiera recobrado sólo de un delirio. Se hallaba (junto) a la puerta
de su propia casa. Todo estaba como él lo había dejado, y todo
brillante y hermoso a los rayos del sol de la mañana. Debía de haber
caminado toda la noche. Mientras empujaba la puerta abierta y recorría
el ancho y blando sendero, vió un remolino de faldas femeninas: su
esposa, mirándole pura, tranquila y dulcemente, bajaba (tomada) de la
varanda para acudir a su encuentro. Al final de los escalones se
detuvo para esperarle con una sonrisa de inefable alegría, en una
actitud de incomparable gracia y dignidad. ¡ Ah, cuán bella estaba!
Corrió hacia ella con los brazos extendidos. Cuando estaba casi a su
lado, sintió un terrible porrazo en la nuca; una cegadora luz blanca
incendió todo lo que había a su alrededor con un sonido parecido al
disparo de un cañón...; luego, ¡todo fué oscuridad y silencio!
Peyton Farquhar estaba muerto; su cadaver, con el cuello roto, se
bamboleaba suavemente de un lado para otro del maderamen del puente
que atravesaba el río Owl. (Day, Bauer 168. Agregado nuestro)

Para no dejar omitido el rico y efectivo final del cuento de Cortázar,
con el fin de aproximar textualmente la comparación, se remitirá
también a su lectura:

Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar.
Durante un segundo creyó que lo lograría, porque otra vez estaba
inmóvil en la cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a
muerte, y cuando a brió los ojos vio la figura ensangrentada del
sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano.
Alcanzó a cerrar otra vez los párpados, aunque ahora sabía que no iba
a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había
sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había
andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes
y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal
que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño
también lo habían alzado del suelo, también alguien se había acercado
con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba
con los ojos cerrados entre las hogueras.
(391-2)

Una literatura de lo inesperado, en que el lector tiene un rol
especial en ella misma, ha sido “simpáticamente” concebida (en su
sentido más profundo) por un escritor que estuvo unido a otro por la
imaginación y la cultura, en una probable actitud en la que, como
reveló Cortázar, “...tendemos muchas veces a tomar los libros como
quien admira o huele una flor sin preocuparse demasiado de la planta
de la cual ha sido cortada.”.

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*NOTA: ediciones citadas:
- Cortázar, Julio. Cuentos completos/ 1. Madrid: Alfaguara, 1994.
- . “Notas sobre el Río de la Plata”. Ed. Saúl Sosnowski. Julio
Cortázar. Obra Crítica/ 3. Madrid: Alfaguara, 1994. 79-87.
- . “El estado actual de la narrativa en Hispanoamérica”. Ed. Saúl
Sosnowski. Julio Cortázar... 91-111.
- Davidson, Cathy N. The experimental Fictions of Ambrose Bierce.
Structuring the innefable. Lincoln and London: Univ. of Nebraska P,
1984.
- Day, A. Grove, William F. Bauer. Antología de grandes cuentistas
norteamericanos. De Washington Irving a William Faulkner. Trad.
Salvador Bordoy Luque. Madrid: Aguilar, 1960.
- Harss, Luis, Barbara Dohmann, col. Los Nuestros. 9A ed. Buenos
Aires: Sudamericana, 1981.
- Yurkievich, Saúl. Julio Cortázar: al calor de su sombra. Buenos
Aires: Legasa, 1987.


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