La ley moral de Freud a Kant

Daniel Omar Perez[1]

dperez@unioeste.br

 

 

Resumen: Este trabajo se propone presentar la fundamentación del origen de la ley de acuerdo con la lectura de S. Freud para mostrar que el psicoanálisis repite un gesto fundador que comienza con el pensamiento filosófico del siglo XVII (de Hobbes a Rousseau) através de la elaboración de un mito de origen. A continuación, se presentará una lectura de la ley moral en Kant para mostrar que la razão prática se distancia del pensamiento de origen para destacar la “dadidad” de la ley. Esto se contrapone con la interpretacion freudiana sobre la cuestión de la moralidad desarrollada en la filosofia crítica, (Freud cree haber encontrado el origen del sentimento moral de Kant) mostrando que el resultado al cual llega el análisis freudiano no es empírico, sino apenas uma especulación metafísica. En un tercer momento se expondrán algunos desdoblamientos posibles de la noción kantiana de ley.

 

1.      La ley de Freud

 

Totem y Tabú  se presenta, en el prólogo, como um trabajo de investigaciones sobre la posibilidad de “deducir el significado original del totemismo de los vestigios remanentes de él en la niñez, de alusiones emergentes en el curso del desarrollo de nuestros propios hijos”[2]. En efecto, Freud se propone recorrer una serie de ejemplos totémicos sacados de la etnografia y realizar un paralelo com casos clínicos sobre fobias. Habría una conexión fundamental entre totemismo y neurosis que, en un estudio comparado, nos permitiría presentar numerosos rasgos comunes[3].

El fenómeno del totemismo que Freud presenta es un tipo de organización social que se dá inclusive, según los etnógrafos, en los pueblos mas “pobres”[4] y atrasados (zurückgebliebensten). El totem, como todos sabemos, es un tipo de animal, planta o fuerza natural que tiene una relación particular com la totalidad del grupo que lo acoge. Es un antepasado y un protector del grupo. Los individuos de un mismo totem devem respetar su vida y no aprovecharse de él bajo ninguna circunstancia, de lo contrario sufrirán un castigo automático. El interés psicoanalítico que despierta este fenómeno es enunciado del siguiente modo:

“En casi todos aquellos lugares en los que el sistema se halla en vigor comporta la lei según la cual los miembros de un único y mismo totem no deben entrar en relaciones sexuales y, por tanto, no deben casarse entre sí”.[5]

 

Contrariamente a otros tipos de transgresiones, esta no implica en un castigo automático al culpalbe, sino que es vengada por la tribu entera, “como si se tratase de alejar un peligro que amenaza a la colectividad”[6]. El fenómeno en cuestión se desdobla en varias series de relaciones complejas que manifiestan el horror al incesto. No es de nuestro interés entrar en el meticuloso trabajo de describir y caracterizar los  datos etnográficos. Apenas podemos decir que, desde el punto de vista del abordaje en cuestión, el totem posee una importancia central en la estructura social, entendida como la relación del individuo com el grupo. Tambien es importante destacar, y este es el punto decisivo, que todas las explicaciones histórico-antropológicas que se pretenden dar sobre el origen del totemismo acaban en la imposibilidad de llegar al punto de partida. En otras palabras, Freud recorre los descubrimientos científicos elaborados a partir de la observación empírica mostrando su limite, en todos los casos queda establecido que la “ley” es anterior a cualquier experiencia.

El caso del tabú es tratado com igual grado de detalhe. Se define la palabra, se presentan los casos extraídos de la etnografia, se muestran paralelos com casos clínicos. Todo eso para evidenciar el elemento de la culpa como eje central del problema en cuestión. La culpa organiza los rituales del neurótico y del tabú. Actos obsesivos, ejercicios de magia, penitencias religiosas, todas esas acciones tienen como fundamento la culpa. La pregunta inevitable seria la pregunta por su origen. ¿Donde se origina la culpa? “Asi pues, -dice Freud- interpretaríamos equivocadamente el sentimiento de culpabilidad que pesa sobre el neurótico si lo quisieramos explicar por faltas reales”[7]. Otra vez la experiencia es posterior al origen.

La explicación sobre el origen de la ley y de la culpa encuentra su lugar en el psicoanálisis a partir de una interpretación sobre la escena de la comida totemica.

La escena:

“Los miembros del clan se visten para esta ceremonia de manera a parecerse al totem, cuyos sonidos y movimientos imitam, como si quisieran hacer resaltar su identidad con él. Saben que llevan a cabo un acto prohibido individualmente a cada uno, pero que está justificado desde el momento en que todos toman parte de él, pues además, nadie tiene derecho a eludirlo. Una vez llevado a cabo el acto sangriento es llorado y lamentado el animal muerto. El duelo que esta muerte provoca es dictado e impuesto por el temor de un castigo, y tiene, sobre todo, por objeto, según la observación de Robertson Smith referente a una ocasión análoga, sustraer al clan a la responsabilidad contraída.

Pero a este duelo sigue una regocijada fiesta en la que se da libre curso a todos los instintos (aller Triebe) y quedan permitidas todas las satisfacciones.”[8]

 

Si bien ya hay elementos de interpretación en la descripción de la escena podríamos decir que se trata de un hecho. Ahora intentaremos reconstruir com Freud el siguiente relato interpretativo propiamente dicho del “hecho” anteriormente descripto:

“El psicoanálisis nos há revelado que el animal totémico, es en realidad una sustitución del padre, hecho com el que se armoniza la contradicción de que estando prohibida su muerte en época normal se celebre como una fiesta su sacrificio y que despues de matarlo se lamente y llore su muerte.”[9]

 

A estos dos elementos (etnográfico y psicoanalítico) se les agrega la teoria darwiniana del estado primitivo de la sociedad. Se trata de la historia de la existencia de un padre violento y celoso, que se reserva para si todas las hembras y expulsa a sus hijos conforme van creciendo[10]. Com estos tres ingredientes Freud elabora la siguiente hipótesis, “que puede parecer fantástica (die phantastisch ercheinen mag), pero que presenta la ventaja de reducir a una unidad series de fenómenos hasta ahora inconexas”[11]. La hipótesis seria la siguiente: “Los hermanos expulsados se reunieron un día, mataron al padre y devoraron su cadaver, poniendo así un fin a la existencia de la horda paterna. Unidos, emprendieron y llevaron a cabo lo que individualmente les hubiera sido imposible”[12]. Así, Freud interpreta que “la comida totémica (representando la carne del padre muerto) sería la reproducción conmemorativa de este acto criminal y memorable que constituyó el punto de partida de las organizaciones sociales, de las restricciones morales y de la religión”[13]. Hasta aquí todo esto está dicho para determinar el origen de la ley y de la culpa. Mas, a rigor, en el mejor de los casos, lo único que se explica a partir de esta “hipóteisis fantástica” es el origen de la estructura social donde la ley y la culpa acontecen. Poco mas adelante Freud profundiza en la hipótesis:

“Odiaban al padre que tan violentamente se oponía a su necesidad de poderío y a sus exigencias sexuales, pero al mismo tiempo le amaban y admiraban. Despues de haberle suprimido y haber satisfecho su odio y su deseo de identificación com él, tenían que imponerse en ellos los sentimientos cariñosos, antes violentamente dominados por los hostiles. A consecuencia de este proceso afectivo surgió el remordimiento y nació la consciencia de la culpabilidad, confundida aquí com él, y el padre muerto adquirió un poder mucho mayor del que había poseido en vida, circunstancias todas que comprobamos hoy en día en los destinos humanos. Lo que el padre había impedido anteriormente por el hecho de su existencia, se lo prohibieron luego los hijos a si mismos, en virtud de aquella ‘obediencia retrospectiva’ característica de una situación psíquica que el psicoanálisis nos há hecho familiar. Desautorizaron su acto, prohibieron la muerte del totem, sustitución del padre, y renunciaron a recoger los frutos de su crimen, rehusando el contacto sexual com las mujeres, accesibles ya para ellos. De este modo es como la conciencia de culpabilidad del hijo engendró los dos tabúes fundamentales del totemismo, los cuales tenían que coincidir com los deseos reprimidos del complejo de Edipo”[14].

 

La hipótesis fantástica se transforma en un mito de origen. Es necesario aceptar todo el relato como un evento mítico para concebir el surgimiento de la culpa y la ley[15]. Todo sucede como si al comienzo fuese  Eros y Tanatos y en su lucha surge la culpa y la ley.

 

2.      La ley de Hobbes

 

Cuando Hobbes declara la “guerra de todos contra todos” para  describir lo que sería el estado de naturaleza en el que viven los hombres no hace otra cosa que comenzar a relatar el mito de origen de la ley. La fórmula “el hombre es lobo del hombre”, enunciada por primera vez en Sobre el Ciudadano, publicado en 1642, es desarrolada tambien en el Leviatan. La igualdad natural que reina entre los hombres los torna a todos ellos, por eso mismo, enemigos unos de los otros, por tratarse de una igualdad basada en la autopresenvación. Habría tres causas principales para la discordia, a saber: la competición, donde los hombres utilizarían la violencia para tornarse amos y propietarios; la desconfianza, donde se utulizaría la fuerza para defender las poses; y la gloria, donde los hombres disputarían por su reputación[16]. Para salir de esta situación es preciso un pacto que los lleve a la paz, de lo contrario, “durante todo el tiempo que los hombres vivan sin un poder común que los mantenga a todos en respeto, ellos se encontrarán en condición de guerra"[17]. El pacto consistiría en la renuncia del uso de la fuerza de cada uno de los ciudadanos en favor de un Soberano.

De Hobbes a Freud el gesto de un mito de origen se repite sin sufrir cualquier alteración en su especificidad, inclusive si sustituimos los elementos, como será el caso de Rousseau. El contrato se establece sobre la base de um relato colocado como punto de partida. Esa situación es la que le otorga la coherencia interna a todos esos textos y no es de nuestro interés hacer aquí cualquier objeción a esa estrategia discursiva.

El problema aparece para nosostros cuando Freud ofrece su texto como fundamento de la ley moral en Kant. En varios pasajes de la obra freudiana, inclusive en Totem y Tabú, encontramos afirmaciones que aseguran que la explicación psicoanalítica muestra el origen del imperativo categórico kantiano y del sentimiento moral[18].

En lo que sigue intentaré aproximarme a las operaciones del texto kantiano para evaluar la afirmación de Freud.

 

3.      La ley de Kant

 

Para no dar mas rodeos que los estrictamente necesarios podemos decir que el texto de la Crítica de la razón práctica tiene dos partes. En una de ellas Kant critica a todas aquellas teorias, pretendidamente morales, que regulan el actuar humano según fines transcendentes o empíricos. En otras palabras, se propone desarticular las elaboraciones tradicionales de la moral que permanecen en el ámbito de la razón teórica. En la otra parte desarrolla el ámbito en el cual lo especificamente moral-práctico tiene sentido.

La primera parte, que podríamos entender como un trabajo de desarticulación del discurso moral tradicional, presenta el problema de como el modo de determinar nuestra acción puede ser realizado através de proposiciones cuyo sentido es dado en la relación a los objetos que persigue o a los cuales se refiere directamente. Dicho de outro modo, cuando la proposición que determina nuestra acción manda a actuar de un modo específico persiguiendo un fin o objeto determinado se trata de una proposición pragmática o de habilidad, pero de ningún modo de una proposición propiamente moral. Kant establece una diferencia entre moral-práctico y técnico-práctico.

Cuando en el parágrafo 2, teorema 1, dice que: Todos los princípios prácticos que suponen un objeto (materia) a la facultad de desear como fundamento de determinación de la voluntad, son todos empíricos y no pueden proporcionar ninguna lei,es el modo en que esos principios o proposiciones hacen sentido, no está hablando de otra cosa sino del esquematismo de los conceptos, de la teoria de significación de los conceptos en el dominio teórico, de la semántica de los conceptos teóricos[19].

Para comprender mejor la cuestión dividamos el enunciado en dos partes y consideremos el segmento anterior a la negación. A saber:

“Todo principio práctico que supone un objeto como determinación de la voluntad es empírico...”

Hasta aquí no habría problemas si no fuese por el hecho de que un tal principio pretende una validez universal y objetiva. La determinación de aquel objeto deveria ser considerada válida universalmente para toda voluntad. El objeto, como objeto determinante de la voluntad deveria poder legislar objetivamente. Siendo así, si el fundamento de determinación de la voluntad del sujeto se basa en la representación del objeto, entonces deveria ser considerado un placer subyacente del sujeto para com la realización del objeto, deviendo ser tal placer válido universalmente. De este modo todo sucede como si el deseo de la voluntad fuese satisfecho por un objeto de placer que deve ser considerado el mayor bien válido universalmente. Así un objeto se tornaría El Objeto de la voluntad considerado el mayor bien. De aquí podríamos inferir que todo aquello que fuese conforme al objeto es bueno y todo aquello que fuese disconforme com relación al objeto es malo. El problema es saber cual es el Objeto que, siendo empírico, puede valer universalmente sin ser arbitrário.

Como es posible observar se mezclan aquí niveles diferentes de problemas, por un lado, la busqueda de un objeto empírico, que es un problema empírico y debe ser resuelto en el ámbito de los fenómenos empíricos, por outro lado, la busqueda de una ley de determinación de la voluntad, que es un problema de objetivación y debe ser resuelto en el ámbito de la posibilidad de legislar, a priori. Kant busca esclarecer esse malentendido.

Pero todavia podríamos decir que la cuestión está mal formulada, que no se trata de Objeto sino de placer. De placer sin objeto que mueve a la voluntad. En esse caso, el mayor bien no seria un Objeto arbitrário determinado para todos los sujetos, sino el próprio placer determinado para todos los sujetos. Lo que estaría en juego es la satisfacción del próprio placer como mayor bien de toda voluntad. De ahí podríamos decir que todo aquello que está de acuerdo com el placer es bueno y todo lo que está en desacuerdo com el placer es malo. Mas, acompañando el razonamiento kantiano, podemos decir también que en ambos casos opera el mismo mecanismo. Es pertinente citar la propia declaración de Kant en el parágrafo 3, Teorema II: “Todos los principios prácticos materiales son, en su conjunto, de una y la misma clase, y pertenecen ao mismo principio universal de amor a si mismo o felicidad propia”. Lo que está en juego es determinar la voluntad por el placer de la propia felicidad. Pero si quisiesemos objetivar en un principio universal, válido para todos, el palcer subjetivo de la propia felicidad, entonces deberíamos saber que es una felicidad universalmente válida.

“Pues –dice Kant- aún cuando el concepto de felicidad se encuentra en todos los casos en la base de la relación práctica de los objetos com la facultad de desear, no es otra cosa que el título general de los fundamentos de determinación subjetivos y no determina nada específico...”[20]

 

Por lo tanto, en todos los casos la determinación dependerá del sentimiento subjetivo de aquello que sea considerado felicidad que, como “título general de los fundamentos de determinación subjetivos”, podría contener reglas (objetivas) de habilidad (de caracter teórico) para alcanzar nuesto objeto, mas, en estos casos apenas estaríamos actuando objetivamente en la realización de un objeto físico que satisfaga el placer subjetivo de nuestra propia felicidad. Estaríamos actuando pragmaticamente y no moralmente. Kant hace una distinción clara declarando que todas esas operaciones pertenecen al campo teórico. Un pacato que actua por temor a Dios y un geómetra que construye un triángulo son tan pragmáticos como aquel que realiza todo por beneficio próprio.

Todo sucede entonces como si, en la metafísica tradicional, nuestra voluntad pueda ser determinada universalmente a partir de un fin en cuanto meta. Así, la metafísica opera a partir de una decisión arbitraria, donde se privilegia uno entre todos los objetos empíricos o transcendentes como El Objeto de nuestra facultad de desear, marcando un lugar privilegiado a partir del cual la realidad puede ser dividida en una tabla de valores fijos. Kant organiza el cuadro sistemático de las determinaciones materiales de la voluntad que la metafísica tradicional construyó. Los divide en subjetivos o empíricos y objetivos o racionales. Entre los primeros encontramos los exteriores como la educación (Montaigne), la constitución civil (Mandeville), y los interiores como el sentimiento físico (Epicuro) y el sentimiento moral (Hutcheson). Entre los segundos encontramos la perfección (Wolff y los estóicos) de caracter interior, y la voluntad divina (Crusius y los teólogos) de caracter exterior[21]. Todos esos conceptos son considerados como formas de determinación de la voluntad según su significado teórico, quiere decir, solo hacen sentido donde la determinación causal actua a partir del objeto fenoménico o transcendente. De este modo, la voluntad actuaría en función del objeto y quedaría presa de un encadenamiento causal. Así, no habría una especificidad de lo moral.

La operación kantiana de desarticulación de la fundamentación tradicional de la moralidad establece el problema que debe ser abordado. ¿Si no es una tabla de valores fijos aquello que determina mis actos, si no es un objeto como el máximo bien lo que determina mis elecciones morales, si no es através de la satisfacción de mi deseo que devo ordenar mis acciones, como es que lo práctico hace sentido? ¿De que modo la máxima de mi acción puede tener un significado moral-práctico y no técnico-práctico?

Como todos sabemos, Kant reconstruye el sentido de la moralidad en el texto crítico a partir de la relación entre la libertad y la ley. Parafraseando Kant: la libertad es la ratio essendi de la ley moral, encuanto que la ley moral es la ratio cognoscendi de la libertad. Es esa la relación que nos permite entrar en la reconstrucción del campo de sentido práctico. Para avanzar en esta dirección es preciso hacer un recorrido en los textos. En la Crítica de la razón pura Kant nos presenta, como dice Heidegger, un “primer camino para la libertad”. Cito Heidegger:

“... en el primer camino, encontramos la libertad en el contexto de una consideración teórica de las cosas a la mano, de la naturaleza en su totalidad; esa es la libertad en el sentido de la filosofía teórica (especulativa)...”[22]

 

El primer camino trata de la libertad transcendental como libertad posible de un ente a la mano en general. De acuerdo com los resultados de la Crítica de la razón pura podemos pensar la libertad, sin contradecirnos, como lo incondicionado de la serie causal. Entretanto, podemos dar apenas un estatuto meramente problemático a esse concepto. Su realidad objetiva (y aqui objetiva indicará un campo completamente diferente al de la razón teórica) debe ser investigada en relación com la ley. Es en esse horizonte en el cual Heidegger nos dice que tendríamos un segundo camino. El camino de la libertad práctica, que buscaría esclarecer y probar la efectividad de la libertad. Cito Heidegger:

“... en el segundo camino, donde se tiene en cuenta el ser mundano particular ‘hombre’, y ciertamente a título de persona, quiere decir, de ser práctico responsable actuando de forma independiente, encontramos la libertad como concepto de la filosofia práctica”[23].

 

Así, la libertad como concepto de la filosofia práctica, quiere decir, entanto que libertad práctica, no solo debe mostrar su necesidad, sino también presentar su efectividad, si no quiere, y no debe querer, ser una quimera, un concepto vacío. En otras palabras, para que el concepto de libertad sea válido y el sentido del actuar moral objetivamente determinado no es suficiente presentar su posibilidad. Generalmente los comentadores de la filosofia práctica kantiana se demoran en el estudio de la estructura argumentativa que Kant desarrolla para mostrar la necesidad del concepto de libertad. La relación entre libertad y ley es abordada como una relación formal, a partir de un punto de vista operacional. Así la libertad es vista como una categoría funcional. Dicho de otro modo, es necesario admitir un concepto de libertad si queremos que la ley funcione como imperativo categórico. La necesidad de una lei se establece en el próprio funcionamiento de una razón práctica entendida como aparato de universalización de reglas. El problema de esas lecturas es que la efectividad del concepto aún no está garantizada. Apesar de ser logicamente necesario el concepto aún puede ser quimérico, o semanticamente vacío.

¿Como garantizar entonces la efectividad de la libertad?

Esa efectividad o realidad efectiva de la libertad solo puede ser expuesta por las leyes prácticas de la razón pura. En la lectura de Heidegger esto es colocado a modo de tesis[24]. Recordemos una vez mas que la ley moral es la razón de conocer de la libertad. Está claro que no se trata de un conocimiento o de una constatación empírica, devido a que esa experiencia “solo nos dá a conocer la ley de los fenómenos, esto es, el mecanismo de la naturaleza, lo contrario de la libertad”[25]. El conocimiento de la libertad por la ley está ligado a la efectivación de la libertad por la ley. Debemos destacar que esta relación tiene una especificidad propia. Es necesario dilucidar esta especificidad.

Está claro que el corazón del problema de la moralidad en Kant está en la relación entre libertad y ley, la cuestión es comprender cual es la naturaleza de esa relación. Para avanzar en esta dirección recordemos una conocida sentencia kantiana que dice: si una acción es realizada conforme a la ley, entonces la acción es legal; si una acción es realizada por la ley, entonces la acción es moral. En el primer caso, aún cuando la acción está conforme com la ley, ella no tiene un significado moral, dado que su determinación es a posteriori. Entretanto, la moralidad se funda en el hecho de la acción ser realizada por la ley y en virtud de ella.

¿Que significa que una acción sea realizada por la ley y no apenas conforme a ella?

-         Significa que la acción es determinada a priori y no a posteriori.

¿Cuando una acción es determinada a priori?

-         Cuando una voluntad pura es determinada por si misma a actuar racionalmente.

Una voluntad pura no puede hacer otra cosa que estar de acuerdo com ella misma, esto es, no puede ser otra cosa que buena, es una voluntad santa, divina. Entretanto, en el caso de una voluntad que puede ser determinada por otros factores, como es el caso de un ser finito en la constitución del cual aparece la sensibilidad, la legislación de la voluntad aparece com un caráter imperativo[26]. La ley ordena imperativamente, pero no a realizar este o aquel acto. La ley fundamental de la voluntad pura, de la razón práctica pura, no es otra que la forma de la legislación[27]. Es una ley formal la que determina nuestra voluntad en la acción moral, permitiendo conocer nuestro concepto de libertad. “Una ética edificada sobre la ley moral formal -dice Heidegger- debe, justamente, renunciar a determinar la acción ética práctica real, que exige siempre de decisiones precisas”[28]. Tal como Heidegger señala, la ley moral kantiana manda imperativamente a actuar según la forma de la ley y no según la realización del objeto. Entretanto, interpretar la ley formal como mero formalismo vacío no parece pertinente. Algunas lecturas entienden el imperativo categórico como un mero test, como una fórmula de universalización. La idea básica sería: si la máxima es universalizable, entonces mi acción es moral. La interpretación formalista interrunpe la lectura del texto kantiano quedándose solo com una parte del problema, y dejando de lado la cuestión de actuar por la ley (y no apenas conforme a la ley), dejando de lado la cuestión de la efectividad de la libertad. Dice Heidegger:

“La ley de la voluntad es ciertamente formal, pero ella no es po eso vacía, antes, la forma de la ley significa aquello que se constituye en la ley, en la regulación, en la causalidad del elemento determinante, auténtico, decisivo. Lo formal no es lo vacío indeterminado, sino justamente la determinación”[29].

 

La cuestión puede ser colocada del siguiente modo: ¿En que sentido la ley formal determina la voluntad libre?¿En que sentido la efectiva? Esa tarea se realiza garantizando el sentido del imperativo categórico como proposición sintética. Esto es, que garantice la relación entre mi voluntad (como el sujeto de la proposición) y la universalizabilidad de las normas (como el predicado de la proposición)[30]. Esa garantía es dada por el sentimiento de respeto a la ley que es sensible y a priori[31]. La ley moral es imperativa no solo porque haga parte de de un “mecanismo formal”, sino, y sobre todo, porque manda a actuar. No es apenas forma, es también fuerza. Por outro lado, esa orden solo funciona com la condición del “ante la ley”de la voluntad libre, del libre sometimiento a la ley.

Esta ley entonces, que debe mandar incondicionalmente, que debe legislar como fundamento de determinación de la voluntad, debe ser pensada a partir de la forma y no a partir de la materia, quiere decir, del objeto, tal como hemos visto que acontece com los discursos de la metafísica tradicional. El sujeto de la moralidad debe pensar su Ley a partir de la forma, de acuerdo com la cual es posible una legislación universal que determine mis actos como actos morales[32]. La forma de la ley debe referir a la libertad del sujeto y no a un objeto empírico determinado. El asunto, el tema de la forma de la ley es la propia libertad y no este o aquel acto en particular. Ante la forma de la ley se ergue el sujeto libre que es mandado a obedecer, no precisamente a un determinado contenido enunciativo de la ley, sino a la forma determinante, a su fuerza:

“Actua de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre al mismo tiempo como principio de una legislación universal”[33].

 

Es mandado a obedecer, no por un agente externo, no por una instancia ajena, sino por la consciencia de la ley, por el sentimiento de respeto a la ley, “que es un hecho de la razón” –dice Kant en varios pasajes. Así, la voluntad manda sobre si misma a obedecer la forma de la ley, de modo que el “ente la ley” es un plegarse sobre si mismo del sujeto de la ley. No se trata de una ley y de un sentimiento que le es impuesto desde afuera al sujeto, del tipo “amarás a Dios por sobre todas las cosas”. No es un precepto o una norma que ordena una acción determinada: “es prohibido cruzar el semáforo en rojo”. Tampoco es un sentimiento empírico, como el del sensualismo inglés, criticado largamente por Kant. Es un sentimiento a priori que efectiva “la razón pura, en si misma práctica, inmediatamente legisladora”[34]; podríamos decir “originariamente legisladora”, haciendo la resalva que Ursprung no es un concepto kantiano, por lo tanto, origen aquí significaría la economía a partir de la cual la legislación se constituye en cuanto tal. De algún modo, podríamos decir que la acción moral es la acción de nuestra própria razón sobre nosotros mismo entanto que seres finitos, no divinos.

A partir de aquí podemos extender el campo de sentido práctico que se abre com la reflexión kantiana. La forma de la ley no indica, no puede indicar, este o aquel objeto o acto de la voluntad, no hace otra cosa que presentar las condiciones de posibilidad de un ámbito especificamente práctico y en donde un acto puede ser determinado moralmente a partir de su máxima. La forma de la ley “expresa apenas la autonomía de la razón pura práctica, quiere decir, la libertad, y esta es inclusive la condición formal de todas las máximas, bajo cuya condición estas pueden concordar com la ley práctica suprema”[35]. De este modo, mis máximas subjetivas son determinadas objetivamente por la ley dando un sentido moral a mias actos. Es la mera forma de la ley como fundamento de determinación de la pura voluntad y según un sentimiento de respeto el modo kantiano de reconstruir el sentido de la moralidad, sin recurrir a qualquier elemento externo. Es esa también la forma en la cual la voluntad es causa del objeto. La ley moral es comprendida como ley de la causalidad por la libertad[36], de la causa de los objetos de la razón práctica, esto es, del bien y del mal[37]. El bien y el mal moral significan siempre en una relaciõn com el querer determinado por la ley de la razón a hacer de algo su objeto. El objeto de la moralidad no es dado en la intuiciõn pura o empírica, es un efecto de la acción guiada por el sentimiento de respeto a la ley. La dirección de la determinación es inversa a la de la metafísica tradicional , vá de la acción al objeto y no del objeto a la acción. Por lo tanto, siendo el objeto práctico un efecto de la libertad, y no una condición antecedente de mi voluntad, quien intente alcanzar el bien encuanto objeto práctico, haciendo com que las máximas concuerden com la forma de la ley, Según un sentimiento de respeto y sin qualquier otro interés, será virtuoso, pero no necesariamente feliz. La posibilidad de fracaso es constitutiva de nuestro actuar moral. El sentido de la moralidad kantiana abre el espacio para una subjetividad épica, de un querer vivir pero no por amor a la vida. Recordemos que la acción moral es un deber que, en principio, no está colocado en términos de premios y castigos. Para que la felicidad sea introducida en el campo semántico de la moralidad es preciso colocar la existencia de Dios y la inmortalidad del alma como postulados de la razón práctica. Así, pretender la felicidad siendo virtuoso tiene sentido en la medida en que el funcionamiento de la razón práctica se realice[38].

Para terminar esta reconstrucción retomemos la cuestión del significado de las máximas de im acción. El hecho de estar ante la ley crea una situación aparentemente paradójica. En el mismo momento en que pertenecemos (com nuestras acciones físicas) a la sensibilidad de la naturaleza, una escición semántica, un “abismo”, nos hace pertenecer (com nuestra libertad) a la puereza de la legislación moral. Se trata de elaborar el problema de la relación entre la acción sensible según una máxima y la ley (pura) de determinación universal. Esto es, cómo una máxima subjetiva adquiere una significación moral objetiva. Citamos Kant:

“... la lei moral no tiene mas facultad de conocimiento que le permita la aplicación a objeto de la naturaleza, a no ser el proprio entendimiento (no la imaginación) quien puede poner para el Juicio, bajo una idea de la razón, no un esquema de la sensibilidad, sino una ley, sin embargo una ley que pueda ser expuesta in concreto en objetos de los sentidos, por lo tanto una ley de la naturaleza, pero solo según su forma, a esa ley podemos denominar como el Tipo de la ley moral”[39].

 

Cada máxima debe poder pasar por el test de la forma. Cada máxima (subjetiva) que manda sobre mi voluntad se tornaría objetiva en la forma de la ley, pasando por el test de la tipologia, y cada hecho sensible se constituye, de este modo, como una parte de la legislación pura. El sujeto ético solo puede saber de la moralidad de sus actos en la medida en que se coloca ante la forma de la ley, según un sentimiento de respeto, através de la Tipologia. Así se constituye la teoria de la significación de las proposiciones morales.

 

4.      Por uma ética del indivíduo

 

Kant muestra que el sujeto puede efectivamente determinar sus actos morales objetivamente. No se trarta de apenas de un juego lógico de universalización. Pero en la medida en que desarrolla el campo semántico en el cual la objetivación de los actos morales tienen sentido universalmente, el sujeto queda solo, sin cualquier referencia externa, sin cualquier apoyo divino, sin cualquier concenso, sin cualquier intersubjetividad, sea de orden natural o social. La consciencia moral, que no es otra cosa que el sentimiento de respeto a la ley, efectiva la propia ley y com ella al concepto de libertad y a todas las otras ideas morales, pero no se presenta a partir de un origen sino como exigencia de la constitución del ámbito de sentido propiamente moral. Es un hecho de la razón, dice Kant, que no puede ser inferida de datos anteriores ni intuída en la sensibilidad[40]. Esse sentimiento es el próprio darse que se da a la persona y la constituye como tal en su individualidad. Solo existe persona moral en la medida en que la ley y el sentimiento que determinan mi libertad sean dados como exigencias para dar sentido a las máximas de mi voluntad. En este sentido, todo lo que se dice en el texo kantiano en materia de moralidad, a partir de estos resultados, será dicho bajo la forma de un “cuidado de si” que el individuo debe tener en la realización de una vida moral. Los trazos de esta ética del individuo son diseñados en la Antropologia, en la Metafisica de las Costumbres y en las Lecciones de ética.

 

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______________ 2000: “A predicação do ser. A análise kantiana no período pré-crítico. Uma aproximação lógico-semântica do texto Principiorum Primorum Cognitionis Metaphysicae Nova Dilucudatio”. UNICAMP/IFCH: Modernos e Contemporâneos, nro 1, pp. 149-184.

______________ 2000b: “(Des-)Articulação dos problemas da metafísica. (Classificações, Transformações e Conseqüências da teoria silogística de Kant)”. UNICAMP/CLE. Revista Manuscrito, vol.XXIII-nro.1, pp. 147-184.

 



[1] Profesor de filosofía en la Universidad Estadual del Oeste de Paraná, Brasil. Doctorando de filosofía en la Universidad Estadual de Campinas, Brasil. Este texto forma parte de una investigación más amplia que comenzó en 1993 com mi disertación de maestría (ver PEREZ,D.O. 1996), com el apoyo financiero de CAPES (Brasil) y continuó com mi tesis de doctorado Kant y el problema de la significación, (UNICAMP 2001); otros trabajos fueron realizados en la Unioeste como profesor de dedicación exclusiva y publicados en diferentes momentos (ver PEREZ,D.O. 1997, 1998, 1998b, 1999, 2000, 2000b).

[2] FREUD,S. 1988, vol 9, p. 1746.

[3] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1747.

[4] El texto alemán dice arm Ballesteros prefirió traducir por “miserable”

[5] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1748-9.

[6] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1749.

[7] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1802.

[8] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1837.

[9] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1837.

[10] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1837.

[11] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1838.

[12] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1838.

[13] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1838. El paréntesis es mío.

[14] FREUD,S. 1988. Op.cit. p. 1839.

[15] En LACAN,J. 1998, p. 120 encontramos uma lectura que revela “el círculo mítico que (...) vicia” Totem y Tabú. Otra interpretación sobre el caracter mítico del texto es hecho em BAL,MIEKE 1987 desde la perspectiva de la teoria literaria.

[16] HOBBES,T. 1999, p. 108-9.

[17] HOBBES,T. 1999. Op.cit. p 109.

[18] Estas afirmaciones aparecen en textos como Nuevas lecciones introductorias al psicoanálisis, El problema económico del masoquismo, entre otros

[19] Para un estudio mas detallado ver LOPARIC,Z. 1982; PEREZ,D.O. 1996, 1997, 1998.

[20] KANT, I. vol. VI A46.

[21] KANT, I. Op.cit. p. A 69.

[22] HEIDEGGER, M. 1987, p. 245.

[23] HEIDEGGER, M. 1987, p. 245.

[24] HEIDEGGER, M. 1987, p. 253.

[25] KANT, I. Op.cit. A 53.

[26] HEIDEGGER, M. 1987, p. 259.

[27] HEIDEGGER, M. 1987, p. 258.

[28] HEIDEGGER, M. 1987, p. 258.

[29] HEIDEGGER, M. 1987, p. 258.

[30] Ver LOPARIC,Z. 1999.

[31] Esta tesis fue presentada en algunos de sus aspectos en LOPARIC,Z. 1999 y PEREZ,D.O. 1999.

[32] KANT, I. Op.cit. A 49.

[33] KANT, I. Op.cit. A 54.

[34] KANT, I. Op.cit. A 55.

[35] KANT, I. Op.cit. A 59.

[36] KANT, I. Op.cit. A 81-2.

[37] KANT, I. Op.cit. A 100-1.

[38] Nada de lo que haga moralmente bien en la Tierra me garante un mundo feliz, la felicidad solo puede estar garantizada si creo en un Dios. La reflexión kantiana coloca ciertos límites a la ilusión iluminista de la realización de un estado de felicidad universal.

[39] KANT, I. Op.cit. A 123.

[40] KANT, I. Op.cit. A 55.