TITULO: "TIMOTI Y SUS PANTALONES"

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Autor: Angel Calle Cruz
Fuente de extracción: http://www.geocities.com/torpedus
			    	http://www.geocities.com/torpedus/Timoti/1.html
E-mail: torpedus@yahoo.es
Consideraciones: La presente obra infantil se registró en la Sociedad General de Autores en el año 1993.
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I.TIMOTI


En un lejano país llamado Carabuzjard vivía una familia en la que todos trabajaban de magos. Había entre ellos un niño que quería también ser mago. Se llamaba Timotí, aunque todos le llamaban "el pequeño Timotí". Pasaré sin más, a relataros los sucesos que se dieron cerca de allí.

Timotí era un poco torpe y todos se burlaban de él. Un día se enfadó y harto de todo se fue de casa. Recorriendo las calles de la ciudad vio en una esquina a una anciana que vendía caramelos. Tenía ganas de ellos así que se acercó un poco, dio una ojeada y se extrañó al ver unos caramelos que eran nuevos y diferentes a los otros. Como tenía curiosidad se acercó y le preguntó a la señora...

- ¿De qué son estos caramelos?

- De todos los sabores -respondió ella..

- ¿Y cuánto valen?

- Dos carabuzjines cada uno.

- ¿Y por qué son distintos a los demás??

- Porque son caramelos mágicos que sirvven para aprender a hacer cosas, algunos sirven para hacer magia, otros para las matemáticas, dibujos, música, etc...

- ¡Qué pena! Los necesitaba mucho, peroo no tengo dinero para comprarlos.

- Te regalo uno, pero con una condiciónn; me gustaría que me hicieses una cosa.

- ¡Lo que sea! Tengo ganas de hincarle  a esos caramelos.

- Pues quisiera tener un dibujo para poonerlo aquí como anuncio.

- De acuerdo.

Timotí regresó a su casa pensando en hacer un dibujo con la ayuda de sus familiares y conseguir así el caramelo de la magia que era el que le interesaba de todos ellos. Mientras, se imaginaba todas las cosas que podría hacer y las aventuras que podría realizar una vez conseguido el caramelo.

- Para ser Mago -pensaba- necesitaré unn gorro alto, un traje de pingüino y unos zapatos adecuados, por supuesto.

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II. EL DIBUJO

Timotí se preparó para hacer el dibujo, que le había encargado la señora de los caramelos. Pensó bien lo que iba a dibujar, pero como no era muy listo y lo hizo muy deprisa, le salió bastante mal. Lo repitió varias veces y no quedaba bien, al final, decidió salir a la calle para poder pensar con más tranquilidad y se encontró de nuevo con la viejecita del puesto de caramelos, la cual le preguntó:

- ¡Psss! ¿Cómo va el dibujo?

- Pues no va mal -respondió Timotí minttiendo- pero ¿Podría proponerle una cosa?

- Claro que sí, ¿De qué se trata? -dijoo la vieja muy extrañada.

- Pues que si me da un caramelo ahora,  le daré dos dibujos.

- Está  bien... -dijo la viejecita refuunfuñando un poco- ¿Cuál quieres?

- Pues quiero uno que sirva para imaginnar cosas -dijo Timotí muy avergonzado.

- Toma este, ¿conforme?

- ¡Claro! Mañana le traigo los dibujos  -dijo mientras se rascaba una oreja que le picaba.

La vieja era una persona muy mayor e incluso había gente aguda que se atrevía a afirmar que era sabia y locuaz; su aspecto arrugado engañaba un poco junto con un tronco seco de roble que usaba como garrota que llevaba siempre a mano; pocos niños conocían el secreto de sus caramelos y más de uno se llevó una sorpresa al descubrir poderes ocultos sin ningún motivo aparente.

Timotí regresó a casa y se puso a hacer los dibujos. Se le ocurrió dibujar a la señora pero le salía mal. Probó varias veces y seguía saliéndole mal. Pensó que le hacía falta uno de los caramelos que le ayudasen a dibujar bien, así que fue a la calle, cruzó la carretera y llegó hasta el puesto de caramelos donde estaba la señora sola.

- Señora. ¿Puedo preguntarle una cosa?

- Por supuesto -contestó ella un poco yya más extrañada.

- Que si me puede dar un caramelo que mme ayude a hacer dibujos.

- Pues claro, pero... mañana deberás trraerme tres dibujos ¿Entendido?

- Muy bien, mañana se los traeré.

Timotí llego a su casa y empezó a dibujar a la señora de los caramelos. El dibujo le había salido muy bien, pero le faltaba algo. 

- No sé qué está fallando que no me ha  salido muy bien del todo.

Al fin después de mirar y remirar el dibujo, se dio cuenta de que le faltaba el color. Estaba claro que necesitaba un caramelo para colorear.

- Voy por él -dijo meneando la cabeza ccon resignación.

Salió de casa, cruzó de nuevo la carretera y se acercó otra vez al puesto de caramelos.

- Señora, ¿Puedo pedirle una cosa?

- ¿Qué cosa?. Que ya me estás cansando.. Y a ver cuando me traes los dibujos.

- Pues... el dibujo está bien, pero neccesito un caramelo que me ayude a darle color.

- Qué muchacho más inútil. ¡En fin!, tóómalo, pero tendrás que traerme cuatro dibujos.

- Mañana se los traeré, de verdad.

- Que sea de verdad, porque si no voy aa enfadarme muchísimo.

Timotí regresó a su casa y se puso a dar color a los dibujos pero como era tan torpe se le mojó el papel y se le estropearon.

- Haré otros -dijo rascándose la cabezaa para desviar la atención tras el tropiezo.

Pero... Ya se había pasado el efecto mágico de los caramelos, así que tuvo que volver al puesto de la señora para obtener más caramelos. Esta vez pediría todos los necesarios: el de imaginación, dibujar, colorear... aunque tuviese que prometer hacer siete dibujos para conseguir por fin el que luego le daría el poder de ser un gran mago.

- ¿Puedo...?

- Ufff, ufff!. Como te pille te vas a eenterar, ya verás la que te voy a dar...

- No se enfade señora, es que...

- ¿Que no me enfade...?. Me has prometiido hacerme unos dibujos y no me los has hecho. Y encima te has comido los caramelos gratis.

La vieja se enfadó muchísimo, empezó a darle golpes y tirarle los caramelos que tenía en el puesto. Timotí intentaba cogerlos, pero los golpes que le daba la anciana le impedían hacerlo. Al final consiguió coger uno y por casualidad... ¡¡Era el de la magia!!.

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III. FALTA ALGO

Timotí salió corriendo con el caramelo y perdió de vista a la vieja que no conseguía ir más allá de donde le alcanzaba la garrota, y seguía muy enfadada.

El picaruelo llegó al fin a su casa y se encontraba dispuesto a consumir el caramelo cuando pensó que si lo hacía, se quedaría sin él y no podría hacer magia después de que se pasara el efecto. Pensando y pensando se le ocurrió que dando solamente una chupadita podría comprobar sus efectos durante un rato y así el caramelo le duraría mucho más tiempo. Se acordó entonces que sus familiares le habían hablado de un viejo hechicero y Gran Mago Maestro que vivía en Francia, país que se encontraba lo suficientemente lejos para ir por su propio pie; se le ocurrió que si formulaba el deseo de ir a ver a ese mago mientras chupaba el caramelo llegaría a verlo gracias a la magia proporcionada por el dulce y podría obtener beneficio de la sapiencia del maestro.

Timotí chupó el caramelo y de pronto desapareció, segundos después chocó contra algo duro aunque no se hizo daño. Se levantó y vio que había chocado un cartel muy grande en el que se podía leer:

APRENDA A SER UN MAGO
GRATIS
Y EN UN DÍA

Parecía que la magia del caramelo había funcionado perfectamente pues incluso comprendía el letrero sin haber estudiado nunca idiomas.

- Tendré que seguir la flecha para encoontrar al Gran Mago Maestro -pensó Timotí.

Comenzó a andar subiendo y bajando varios cerros.

- ¡Cuánto monte hay por aquí!. Tengo gaanas de llegar y conseguir mi propósito. ¿Cómo será el Gran Maestro? Seguro que tiene barba, todos los sabios la llevan...

Timotí llego a una casa y supuso que sería la del Gran Mago Maestro. Llamó a la puerta...

- ¿Quién? -preguntó una voz.

- Me llamo Timotí y quiero aprender a sser mago.

- Pues entra, amiguito, entra, te esperraba -dijo la voz muy alegre.

Timotí entró en la casa...

- Yo venía a...

- Ya lo sé, no te preocupes. A ver, dimme ¿cómo te llamas, muchacho?.

- Ya se lo he dicho, me llamo Timotí.

- Claro, claro, ya me acuerdo, el que ssea Gran Mago Maestro no impide que sea un poco despistado. Je, je.

- He traído un caramelo para usted comoo regalo.

- ¡Bah! tíralo, no lo quiero -dijo el MMago rechazando el regalo.

- No es un caramelo cualquiera, es un ccaramelo mágico, si te lo comes te puede ayudar a hacer magia.

- Querido Timotí -dijo el Gran Mago- esse caramelo hace muy poca magia y enseguida se gasta. En realidad tú has llegado hasta aquí porque yo te he traído, pues conocía tus deseos de ser mago y yo soy muy amigo de tus padres y familiares, el caramelo solo hace que te marees un poco y te creas que haces magia. La verdadera magia es más complicada y no todo es agradable. Los magos usamos la magia sólo en caso de necesidad porque siempre que lo hacemos tenemos que pasar por alguna cosa más o menos desagradable para compensar los beneficios que puede aportar la magia; a mí por ejemplo, me crecen las uñas casi medio metro cada vez que hago magia.

Timotí seguía atentamente todo lo que le contaba el Gran Mago Maestro.

- A tí -continuó el Gran Mago- a ti...  déjame ver... Ya veo. Cuando aprendas, mi querido Timotí, se te van a caer los pantalones en las primeras actuaciones. Esto te puede servir para demostrar que realmente tienes magia.

- Empiece a enseñarme, empiece a enseñaarme.

- No, no, mi querido Timotí, para ser bbuen mago tendrás que descubrirlo por ti mismo, yo sólo puedo darte consejos.

- Bien, entonces haré lo que usted digaa.

- De acuerdo, deberás irte y buscar unaa cosa que te hará mucha falta.

- ¿Me falta algo?

- Sí, una varita mágica que tendrás quee buscarla tú.

- Bueno, muchas gracias por todo y hastta pronto.

Timotí se fue dando saltos y cantando una canción bastante horrible que se estaba inventando en ese momento:

"Soy un mago chiquitín, tin, tin, tin
pero no importa
pero no importa
porque sí
porque sí.
Iré donde me dirija
y nadie me confundirá
y nadie me confundirá
porque sí
porque sí."

De lo contento que estaba no se daba cuenta por dónde iba y en uno de sus saltos se cayó por un barranco. ¡¡Qué bruto y torpe debería ser...!! Timotí rodaba barranco abajo cubriéndose por completo de tierra, afortunadamente chocó contra unos matorrales y paró de rodar sino es posible que terminase aquí el relato de su aventura.

- ¡Uff...! Un poco más y no lo cuento.... -dijo sacudiéndose la ropa de tierra.

Entonces apareció algo muy extraño. Era un animalito blanco y peludo, con los paletos muy salidos y una pajarita en el cuello.

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IV. SU PRIMER ACOMPAÑANTE

El animalito se acercó y Timotí se dio cuenta que era un conejo que llevaba una varita en la boca.

- ¡Anda! Mira que si es la varita que ttengo que buscar...

Timotí cogió la varita que le ofrecía el conejo y se dispuso a probarla. Pensó en Egipto, agitó la varita y... ¡Zas! hizo que estuvieran en Egipto.

- ¡Qué bien!. Sólo con desearlo estoy een Egipto. Es la primera vez que estoy aquí en este lugar tan extraño y arenoso, con pirámides y sin vegetación.

Timotí hizo otra prueba y... ¡Zas! esta vez...

- Ahora estoy en la cima del Everest. ¡¡Qué suerte!. Esta es la varita mágica que buscaba. Gracias a ti, conejo, he conseguido obtenerla, te aseguro que vamos a ser buenos compañeros a partir de ahora.

El conejo hizo un gesto como si dijese "Yo también quiero ser tu compañero".

- Pero, ¿cómo te llamaré?. ­Ya lo tengoo!. En honor al hecho de proporcionarme la varita mágica te llamaré "Magia".

Timotí estaba contentísimo de tener como amigo a ese conejo que jugueteaba por encima de todo su cuerpo.

- Seguro que me entiendes -dijo Timotí  al conejo- Vamos a prepararnos para realizar nuestra primera actuación. Tengo ganas de demostrar lo que valgo. Pondremos unos grandes carteles que anuncien el espectáculo, se llamará  "Timotí muestra la Gran Magia"

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V. PRIMER ESPECTACULO

El teatro estaba totalmente lleno. El calor no dejaba a los espectadores ver bien, debido a las gotas de sudor que les resbalaban por los ojos. Por fin, el presentador anunció con voz potente:

- ¡Atención. Ahora con todos ustedes, ""El Gran Mago y su conejo "Magia"!

- Ven aquí "Magia" -dijo Timotí muy conntento mientras el conejo se comía una zanahoria- Ya nos toca salir, vamos corriendo.

El público recibió con un gran aplauso a Timotí. Éste sacó la varita mágica e hizo unos pases sobre su sombrero de copa del cual empezaron a salir un montón de cosas, entre ellas un coche deportivo, un cañón e incluso un elefante. Qué espectáculo se estaba viendo. Nada aburría al público porque parecía todo sorprendente y estaba claro de que no cabía la posibilidad de que hubiese truco. Pero de pronto, algo ocurrió.

- ¿Qué le pasa a mi cinturón?. Estoy enn calzoncillos. Ya soy mago. ¡Qué alegría! ¿Verdad "Magia"? -dijo, gritó y preguntó con una alegría inmensa -Pero, ¡qué alegría! Ha sucedido lo que me dijo el Gran Maestro, esto demuestra que hago magia.

Mientras, el público se reía de sus calzoncillos de corazones, pero, ¡qué espectáculo se vio!. Ni el mismo Timotí se creía el éxito obtenido. De pronto recordó que estaba en calzoncillos y le dio vergüenza. Llamó a su amigo, el conejo "Magia" y se retiraron, dejando al público muerto de risa. 

Una vez repuesto de los acontecimientos Timotí pensó en visitar a su familia y contarles lo sucedido.

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VI. LA FAMILIA

Timotí utilizó la magia que le proporcionaba la varita y el conejo par trasladarse a su casa lo más rápido posible. Así sucedió y se encontró con sus padres, hermanos, abuelos y demás familiares.

- ¡Timotí! ¿Dónde has estado? ¡Te hemoss buscado por todas partes!

Quien decía estas palabras era el padre de Timotí.

- ¡Hola papá!. Ya sé hacer magia.

- ¿Cómo? ¿He oído bien lo que has dichoo? ¡No me lo puedo creer! ¿Y cómo lo sabes?

- Pues el Gran Mago Maestro me dijo quee si se me bajaban los pantalones en la primera actuación ya era mago y así ha ocurrido.

- Ja, ja, ja. ¿Has estado con el Gran MMago Maestro? Más bien debería llamarse el Gran Mago Bromista. Ja, ja, ja.

- ¿Por qué, papá?

- Te ha gastado una broma. Para tener mmagia tiene que aparecérsete un conejo y darte una varita mágica, eso es todo lo necesario para ser mago. En realidad, es el conejo con su varita quien hace la magia.

- Pues así ocurrió, papá . Se me ha apaarecido un conejo con una varita y hemos hecho magia en un espectáculo. "Magia", ven aquí. "Magia", ¿dónde estás?

Pero el conejo no estaba allí ni acudía a las llamadas de Timotí.

- ¡Bah! Eres un mentiroso, Timotí -dijoo su padre- ¡Anda! vete y ponte unos pantalones, que estás haciendo el ridículo con esos calzoncillos. ¿No te da vergüenza presentarte así? 

Timotí se miró y vio que efectivamente, estaba en calzoncillos. Se había dejado los pantalones en la actuación y se había quedado sin magia, sin su amigo el conejo y sin la varita mágica.

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VII. LA VENDEDORA

Timotí estaba bastante disgustado por la broma que le había gastado el Gran Mago Maestro. Pensaba que si le había engañado con lo de ser mago también lo había hecho con lo de los caramelos y éstos tendrían efectivamente la magia que pregonaba al anciana que los vendía. Cavilando de este modo, decidió recurrir de nuevo a la magia de los caramelos y recuperar a su amigo el conejo y la varita.

- Necesitaré un caramelo que sirva paraa encontrarse con lo que desee, pero como la vieja me conoce, me disfrazaré de algo, aunque sea de lo que encuentre en los cubos de basura. ¡Ya sé! Me disfrazaré de pobre y así no me reconocerá, además seguro que me regala el caramelo por la pena que le da el verme tan necesitado.

Timotí se acercó al puesto de la vendedora de caramelos y le dijo:

- Quisiera un caramelo de encuentros.

- Está bien, tome el caramelo.

La vendedora se extrañó por la voz y le dio un poco de conversación.

- Usted me interesa mucho, no le había  visto antes, ¿Por qué no hablamos de negocios?

- Espere un momento, voy a comerme el ccaramelo -dijo Timotí pensando en que desaparecería y así evitaría comprometerse con la vendedora. 

Pero como el caramelo era para encontrarse con alguien o algo, Timotí no desapareció pero lo que si le ocurrió fue que se le bajaron los pantalones y la vieja le reconoció por los calzoncillos que llevaba.

- Eres Timotí -gritó la vendedora- ya vverás, ¡granuja!

Timotí se levantó los pantalones como pudo y salió corriendo todo lo deprisa que podían sus piernas.

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VIII. VUELTA A LA CASA DEL GRAN MAGO

Timotí decidió hacer otra visita al Gran Mago Maestro y pedirle alguna explicación sobre lo sucedido, sobre todo lo referente a sus pantalones, lo cual le tenía muy preocupado.

- Me parece -se decía- que el mago no ttenía razón. Tengo que conseguir hacer magia y que no se me vuelvan a caer los pantalones. Si no hubiese consultado con él... Pero esta vez le hablaré muy seriamente ¡Vaya que sí!

Timotí tuvo que caminar días y días desde Carabuzjard hasta el norte de Francia que era donde vivía el Gran Mago Maestro. Me atrevería a decir que caminó durante un largo año.

Por fín llegó y llamó a la puerta exhausto. Una voz muy potente, y al parecer de mal humor, contestó al mismo tiempo que abría la puerta. 

- ¡Fuera de aquí!. No admito a nadie paara ser mago. ¡La próxima vez llama por teléfono para asegurarte!

Dio un portazo y Timotí se fue triste y desesperado sin ninguna solución.

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IX. ENCUENTRO DEL CONEJO

Timotí deambulaba muy triste de un lado para otro. Estaba preocupadísimo porque no conseguía ser mago y el conejo no aparecía por ningún sitio.

- Ya sé -decía para sí- el conejo es unn muñeco o algo así que hizo el Gran Mago para hacerme quedar en ridículo. Quiso que me volviera loco y que yo creyera que era un mago de verdad, al creer en el conejo se me bajaban los pantalones.

Cavilando sobre estas cosas, encontró un circo que estaba por allí. Uno de los carteles le recordó a su amigo el conejo y aunque no debía pensar en él, ya que si lo hacía no sería mago y se le caerían los pantalones, se le ocurrió ir al circo ese día, a ver qué pasaba.

- ¡Señores, señoras!¡Niños y niñas!¡Passen y saquen entradas!¡Pasen, pasen y vean el Gran Espectáculo! Hoy, los niños pueden entrar gratis -gritaba un señor vestido de payaso en lo alto de una tarima.

- ¡Vaya! entraré, ya sé que es gratis yy a lo mejor encuentro a mi conejo.

Timotí entró. Había mucha gente y se colocó lo más cerca posible de la pista. Al poco tiempo comenzaron las actuaciones. Había artistas de España, Fancia Rusia, Italia, Grecia, Yugoslavia, Alemania, Noruega y otros países. Empezó el espectáculo por el número estelar que nunca faltaba en ese circo (los elefantes bailando). A continuación salieron los monos haciendo toda clase de saltos y cabriolas. Siguieron los trapecistas, los leones con su domador, los payasos, etc. Timotí se aburría, hasta que salió el número de magia y se puso contento. El mago realizaba sus trucos admirablemente, Timotí seguía la actuación con gran interés. De pronto, en uno de los números del mago apareció un conejo.

- Mi conejo -gritó Timotí.

El público se quedó mirándole.

- ¡Devuélvanmelo, es mío! -continuó griitando Timotí.

El conejo, al verle, se fue hacia él.

- Es mío, miren, me reconoce -dijo Timootí con lágrimas en los ojos.

El mago le preguntó de qué conocía al conejo y Timotí le explicó todo lo que había ocurrido con él.

- Está bien -dijo el mago- te lo regaloo con mucho gusto, ya que sois amigos. Yo puedo conseguir otros conejos para mis números de magia. Deseo que llegues a ser un gran mago.

Timotí se lo agradeció muchísimo y se marcho muy contento con su amigo el conejo. Sabía que cuando estaba a su lado tenía poderes mágicos, que era lo que realmente deseaba, y no le importaba que se le bajasen los pantalones.

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X. BUEN NEGOCIO

- ¡Hola de nuevo "Magia"! Espero que noo te escapes otra vez -dijo Timotí al conejo.

- No me escapé sino que me raptaron.

- Hablas... -exclamó Timotí pasmado-.

- ¡Claro! soy un conejo mágico, hablo,  y te advierto que soy muy charlatán.

- Entonces ¿por qué no hablaste la otraa vez que estuvimos juntos? 

- Porque formaba parte del trato que haabía hecho con el Gran Mago Maestro.

- ¿Trato?, ¿qué trato?

- Pues consistía en que te gastara una  broma para hacerte creer que tenías poderes mágicos, y a cambio yo recuperaría mi libertad.

- ¡Vaya con la broma!

- No te enfades, a todos los magos novaatos se les gastan bromas.

- ¡Bueno! El caso es que estamos juntoss otra vez y con tu magia nos haremos ricos, muy ricos, ¡ya verás!

Y a Timotí se le bajaron los pantalones, pero esta vez no fue por hacer magia sino por los saltos que daba de alegría.

- Mañana anunciaremos un gran espectácuulo que sorprenderá a todo el mundo seremos reconocidos e inmensamente ricos.

Al día siguiente, Timotí anunciaba su actuación con unos carteles que decían:

VEAN AL GRAN MAGO TIMOTÍ
Y A SU CONEJO "MAGIA"
Entrada 1.000
NIÑOS Y NIÑAS, GRATIS
El día de la actuación no fue mucha gente pues Timotí no era un mago conocido y el lugar donde daban el espectáculo era un pueblo muy pequeño.

Timotí intentaba atraer al público gritando:

- ¡Atención!¡Gran espect culo!¡Pasen y  vean!

- No me falles ahora -dijo al conejo-.

- ¡Claro! ¿Cómo te voy a fallar? Tú me  sacaste del circo que me había raptado y nunca quisiera ir a parar allí otra vez, menos mal que el mago era buena persona y me trataba muy bien.

- Te comprendo "Magia", es muy duro esttar en el circo.

Al fin comenzó la actuación y a pesar del poco público asistente fue un gran acontecimiento. Ganaron doce mil carabuzjines. En la tercera vino aún más gente y ganaron aún más carabuzjines. La fama de Timotí fue creciendo y en la cuarta actuación vinieron a verle desde los países cercanos. Esta vez muchos más carabuzjines. En la quinta, vinieron de países más lejanos todavía y ganaron muchísimos más carabuzjines. En la sexta, vinieron de todo el mundo, pues la fama de Timotí había llegado a todo el mundo. En la séptima actuación hay quien afirma que llegaron seres de otros planetas, pues la fama de Timotí empezaba a sobrepasar los límites mundiales. Y así continuaron hasta que llegaron a ganar tantos carabuzjines como no sería capaz ni de contar nuestro personaje.

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XI. VACACIONES

Pues sí señor, Timotí tenía el dinero suficiente para vivir gracias a su amigo el conejo "Magia".

- ¿Por qué no nos vamos de vacaciones yy nos tomamos un descanso, Timotí? - preguntó el conejo.

- Me parece muy bien -respondió Timotí--. Esta misma tarde iré a una agencia de viajes y les diré que nos preparen un hotel de cinco estrellas cerca de una buena playa ¡Ya verás lo bien que nos lo pasaremos!. Je, je, je.

- ¡Ya verás lo bien que lo pasaremos! JJe, je, je -repitió un loro que había por allí.

- No te olvides del equipaje -dijo el cconejo.

- ¡Claro! Necesitaremos bañadores, gafaas de sol, sombrillas y ropa de verano.

- Pero... ¡si estamos en invierno! -excclamó el conejo- ¿Cómo vamos a ir de verano con el frío que hace?

- Pues muy fácil, cuando aquí es invierrno, en otros lugares de la tierra es verano, así que nos iremos a Brasil.

Al día siguiente estaban montados en un avión que les llevaba a Río de Janeiro. Aunque podían hacer magia para realizar el viaje y sus deseos, Timotí prefirió reservarla para casos necesarios, así el conejo no se cansaría y él no tendría problemas con sus pantalones. Llegaron perfectamente a Río de Janeiro y al salir del aeropuerto llamaron a un taxi.

- Por favor -dijo al taxista- ¿Puede lllevarnos al hotel Brasileño?

- ¿Como dice? -dijo el taxista con caraa de no haber entendido nada.

- ¡Oh! Ahora que caigo, en este país haablan un idioma distinto al nuestro, necesitaré la ayuda de mi amigo el conejo para podernos entender. "Magia" ¡ayúdanos!

El conejo hizo que los dos hablasen el mismo idioma y por su puesto, a Timotí se le bajaron los pantalones. Timotí volvió a hablar con el taxista y éste le comprendió perfectamente. Les llevó al hotel y cuando estaban sacando el equipaje Timotí preguntó al taxista:

- Por favor, ¿Puede decirme dónde vendeen coches por aquí?

- Subiendo esta calle, luego tuerce a lla derecha, después siga recto, tome un avión y váyase a un país que se llama Carazbuzjard, y luego baja a la estación de taxis y pregunta.

- Sí, pero de Carabuzjard vengo yo y noo quiero ir otra vez ¿Es que en Río de Janeiro no hay coches?

- Si, claro, ¿cómo no va a haber cochess?

- Pero, ¿dónde están esos coches?

- Pues aquí en frente mío hay uno.

- No, para comprar.

- ¿Y también para alquilar o algo así?

- Si, me parece que lo ha entendido.

- Pues aquí lo tiene, este taxi. Dígamee dónde le llevo, aquí estoy para servirle, dos cruceiros por kilómetro.

- No, no. No creo que me haya entendidoo, déjelo, no tiene mucha importancia, tome, le regalo estas flores -haciendo magia.

Y se le cayeron los pantalones, no podía controlarlos. Así era Timotí. Entraron en el Hotel y Timotí salió a comprar un coche. Se encontró con un policía y le pregunto lo mismo que al taxista:

- ¿Dónde venden coches, por favor?

- ¿Como dice, senhor?

- ¡Vaya! creo que se está pasando el effecto de la magia, a ver si recuerdo algunas palabras... pues no quisiera hacer magia ahora.

- Sim, automóveles, Brrumm, brrumm... --dijo al policía mientras hacía gestos como si estuviese conduciendo.

- ¿Adutomoveles? ­Oh, sim senhor! A terrceira rua … dereita.

- Muito obrigado, adeus ¡Uf! Aquí no see entiende uno con la gente.

Por fin encontró el sitio donde vendían coches, vió uno que le gustó mucho y se lo llevó.

- ¡A qué velocidad va éso!

Llegó al hotel y le dijo a su amigo el conejo lo que había hecho y lo que había aprendido ese día.

- He aprendido algunas palabras en porttugués.

- ¡Ah! ¿Sí? Dime, dime a ver si yo tambbién las aprendo

- Pues he aprendido que "sim" es "sí";  "Senhor" es Señor";"terceira" es "tercera"; "rua" es "calle"; "dereita" es "derecha; "muito obrigado" es "muchas gracias" y "adeus" es "adiós". También he aprendido a no hablar con los taxistas y por último me he comprado un coche magnífico.

- Pues yo me he hecho amigo de un ratónn y le he enseñado magia. Ha estado llenando su casa de comida ¡Casi me muero de risa! ¡No veas si lo llegas a ver tú! 

- Pues no creo que sea tan gracioso porrque se le tendrán que haber caído los dientes y buscarse un "Conejo Pérez" en vez de un "Ratón Pérez"...

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XII. LA BRUJA

Terminadas las vacaciones, Timotí estaba en su casa cuando llamaron a la puerta con fuerza.

- ¿Quién es a estas horas? -preguntó.

- Soy el dueño del hotel, ¡Rápido, a essconderse! ¡Viene la bruja!

- ¿Bruja?, ¿qué bruja?

- Una que ha venido mientras tú estabass fuera. Es una bruja muy mala, destroza todo y nos hace un montón de gamberradas.

- ¿Y los magos de aquí no pueden con ellla?

- No, porque tiene dos varitas mágicas,, ¡Dos! y son muy poderosas. Ninguno de los magos que hay por aquí ha podido con ella.

- No te preocupes, yo soy un mago especcial y podré con ella.

En esto, sonó un fuerte golpetazo que hizo la puerta al ser abierta por alguien. Era la terrible bruja que tenía asustados a todos.

- ¿Quién quiere pelea conmigo?. Ja, je,, ji, jo, ju -sus carcajadas se oían a más de cien metros- Eres tú Timotí, ja, je, ji, je... Está bien, nos veremos en el campo de deportes mañana a las diez. Si no vas, lo lamentarás, te lo advierto muy seriamente, ja, jo, ji, jo... voy a por ti...

La bruja desapareció y Timotí se quedó pensando la forma en que podría vencerle.

- Ganaré a la bruja pero necesitaré tu  ayuda y también la de la gente del pueblo, hay que tener en cuenta que la bruja tiene mucho poder gracias a las dos varitas mágicas que tiene.

Timotí ideó un plan. Tenía que engañar a la bruja; para ello se inventó un truco con el manejo de palabras que podría funcionar, aunque eso sí, iba a necesitar que se produjese un fuerte efecto del truco para someter a la bruja.

- Claro que te ayudaré con mis poderes  -dijo el conejo- y ahora le diremos al dueño del hotel que explique a todo el pueblo lo que tiene que hacer.

- Bien, yo creo que si todos dicen "Brrrrfffzzs", "Brrrfffzzs" cuando la bruja utilice sus varitas mágicas, se quedará sin poderes, ¿qué te parece?

- Un poco difícil de pronunciar pero crreo que dará resultado.

Al día siguiente estaban todos en el campo de deportes. Todos los habitantes del pueblo iban a ayudar a Timotí a combatir contra la bruja con la esperanza de deshacerse de ella. A las diez en punto apareció la bruja con sus dos varitas mágicas.

- Empecemos, bruja asquerosa -dijo Timootí.

- ¿Sí? ¡Ya verás lo que te vas a enconttrar!

- Ja, jo ji, je, ju, jo, ji, je, ja.

La bruja iba a utilizar sus varitas mágicas contra Timotí pero en ese momento apareció el conejo en lo alto y haciendo señales al público gritaba:

- ¡Ahora, ahora!

El público empezó también a gritar la palabra que les habían dicho, aunque era difícil, pero había estado ensayando toda la noche.

- Brrrfffzzs, Brrrfffzzs, Brrrfffzzs....

Las varitas de la bruja empezaron a echar chispas y no funcionaban. Entonces, Timotí sacó con magia un gran puño con un muelle y golpeó a la bruja dejándola K.O. Luego cogió las dos varitas, las echó en un cubo de agua y se deshicieron. La bruja desapareció en medio de chispas y humo.

- ¡Muy bien! -exclamó la gente.

- ¡Gracias amigos! -respondió Timotí -  Sin vosotros no habría podido hacerlo.

- ¡Hip, hip, hurra! -aclamaron todos, mmuy satisfechos del resultado.

Y todos se fueron a sus casas muy felices a celebrar el éxito de Timotí sobre la bruja. 

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XIII. EL FANTASMA

Hace tres años, unos niños quisieron volar y se mataron. Se dice que uno de ellos se convirtió en fantasma y aunque nadie lo había visto se le conocía porque hacía travesuras -contaba Timotí a su conejo "Magia".

- Pues... ¿Por qué no lo eliminamos y tte ganas el aprecio de todos, igual que con la bruja?

- Porque es muy difícil ver un fantasmaa.

- Claro, tienes razón.

- Pero creo que hay una cosa con qué deescubrirlo y hacerle estar en la vida real.

- ¿Sí? ¿Qué es?

- Pues... con magia. ¡Ay, "Magia"! No ssabes nada de nada.

- ¿Y cómo sabrás dónde está?

- Pues por medio de la magia.

- Timotí, creo que cuanto antes lo hagaas mejor. Utiliza ahora la magia.

- Está bien, lo haré.

Y se le bajaron los pantalones...

- Nunca conseguiré que no se me bajen llos pantalones, bueno iré en busca de ese fantasma.

Timotí recorrió varias calles y fue a parar a una casa vieja.

- Ahí tiene que estar el fantasma, lo ppresiento muy claramente y creo que va a hacer una travesura -se dijo Timotí.

En efecto, en el momento que Timotí se acercaba a la puerta de la casa sonó un gran ruido y se rompieron todos los cristales de las ventanas.

- ¡Vaya, vaya...! Bien, mi magia abre llas puertas, los semáforos se ponen en verde y hace ver a los fantasmas.

Timotí entró en la casa y vió que, en efecto, había un fantasma que se iba viendo más y más.

- ¿Por qué haces tantas gamberradas? -lle preguntó Timotí.

El fantasma le respondió hablando muy lentamente:

- Porque...me...aburro...mucho...

- Pero haces daño a las personas y romppes las cosas, eso no está bien.

- Ya... lo... sé,... pero... no... sé.... hacer... otra... cosa... Yo... quiero... irme... con... mis... amigos... a... jugar... 

- Pues eso es muy fácil, con mis poderees mágicos haré que vayas con tus amigos pero debes prometer no hacer más travesuras ¿De acuerdo?

- Sí...sí...

Timotí volvió a hacer magia para que el fantasma se fuese y ¡Cómo no! se le bajaron los pantalones otra vez. El fantasma soltó varias carcajadas al ver a Timotí en calzoncillos antes de ir desapareciendo poco a poco. En ese momento entró en la casa la mujer que vivía allí. Ya estaba asustada porque había visto los cristales rotos pero se asustó aún más al ver al fantasma y a Timotí en calzoncillos. Timotí le explicó todo lo del fantasma y le arregló los cristales. Esta vez no se le bajaron los pantalones porque... ya los tenía bajados.

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XIV. MAS CASOS

La fama de Timotí iba aumentando. La gente le pedía que resolviese más y más casos. Un mago que apenas bajársele los pantalones resolvía todos los problemas era muy curioso, a parte de la risa que entraba a todo el mundo cuando ésto sucedía. Un día llegó un inglés a pedirle ayuda.

- I am in danger -le dijo el inglés.

- ¿Cómo? ¡Ah, sí! ¿que est  Vd. en peliigro?

- Yes, They'kill me!

- ¿Que le van a matar? Enseguida lo aveeriguaré.

Timotí comprendía todos los idiomas gracias a su magia.

- ¡Vamos "Magia"! -dijo a su conejo- noos espera otro caso.

- Espera, que se me olvidan las gafas dde sol.

Antes de irse, Timotí puso un anuncio en los periódicos para que todo el mundo que tuviese problemas pudiera ponerse en contacto con él, decía así:

Si no quieres con tus problemas andar
ponlos a solucionar.
Empieza pues a reir
y llama al Mago Timotí
- ¡Vamos "Magia"!, nos quedan solo veinntitrés horas, llegamos tarde.

- Ya estoy listo.

Timotí, el conejo y el inglés salieron a toda velocidad.

- Tengo calor, Timotí -dijo el conejo.

- No te preocupes, con el aire acondiciionado estarás fresquito, te lo aseguro.

- Ahora tengo frío, Timotí, este coche  está  mal.

- ¡Bah! ¡Da igual! Ya hemos llegado a lla casa de la muerte.

Timotí bajó del coche y llamó a la puerta de la casa.

- ¿Quién es?

- Soy yo, el mago Timotí. Ahora estás bbajo mis órdenes y no matarás a nadie, ¿entendido?

- Si, mi amo.

- ¡Oh! Se me han vuelto a bajar los panntalones por usar la magia ¡Bueno! lo que importa, es que mi magia ayude al mundo, éste señor no tendrá ganas de matar a nadie. El inglés le dio las gracias y se fue a su casa muy contento. Timotí y "Magia" regresaron a su pueblo. Los vecinos le saludaban y preguntaban qué tal estaba y esas cosas que se dicen, sobre todo cuando uno es un héroe. También le dijeron que tenía un nuevo caso que resolver, y esta vez era en el Polo Norte nada menos. Entraron en su casa y allí se encontraron con un hombre vestido de esquimal que le dijo:

- "Maen te maten ti ale chste mon le taas tieneles ataca"

- Quería decir que les atacaba el monsttruo de las tinieblas, que les ayudara.

- "Yaen insgue led -lo que quería decirr que enseguida iban.

- "Magia" vamonos, que no tenemos tiemppo para descansar, tenemos muchas cosas que hacer ¡Rápido que es para hoy! ¡Cuanto antes vayamos, mejor!

Y en un santiamén se fueron al Polo Norte (Bajándosele los pantalones, por supuesto)

- ¡Brrr! ¡Qué frío hace aquí! -dijo el  conejo castañeándole los dientes.

El esquimal les dio unas pieles para que se abrigasen y se fueron a las montañas a investigar, ya que allí era donde solían estar los animales y los monstruos.

- ¡Timotí! -dijo el conejo- Te has olviidado del coche.

- Bueno, lo traeré aquí con mi magia.

Y lo trajo, pero otra vez se le bajaron los pantalones.

- ¡Brrr!. Se me hielan las piernas -dijjo Timotí mientras se subía los pantalones- tendré que comprarme unos tirantes para que no se me caigan estos dichosos pantalones.

- ¡Ay, mi querido Timotí! Hay que ver llas cosas que pasan -dijo el conejo riéndose.

- ¡Bueno, ya vale! Ahora traeré aquí loos animales que haya en la montaña.

Y se le volvieron a bajar los pantalones.

- ¡Ooooh!¡oog!¡brrr! -exclamó Timotí unn poco enfadado.

- Pero si traes a los animales puede seer peligrosísimo -dijo el conejo.

- ¿Y para qué queremos la magia que tennemos? Aunque se me vuelvan a caer los pantalones podremos defendernos de los animales.

En ese momento aparecieron diversos animales corriendo de un lado para otro. Entre ellos estaba el monstruo de las tinieblas que era como una mezcla de oso y león marino. El conejo se tiró encima del monstruo y le tiró al suelo, le agarró de las piernas y le arrastró hasta la cueva donde vivía, allí le dejaron encerrado para que no atacase a los habitantes de la región. Los esquimales se pusieron muy contentos de que Timotí les hubiese librado del monstruo y se comprometieron a llevarle comida todos los días pues si atacaba, era para comer. Así estarían todos en paz. Timotí y su amigo, el conejo "Magia", regresaron a casa cargados de muchos regalos que les hicieron los esquimales en agradecimiento por el trabajo realizado.

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XV. EL PARTIDO

Era un día templado y soleado, el día no parecía despertar la intranquilidad reinante en otros días de intensa magia.

- Timotí -dijo el conejo- ¿Por qué no jjugamos un partido entre todos los del barrio?

- Es una buena idea, iremos al campo dee aquí al lado.

- ¿Por qué no pones aquí un campo de fúútbol con tu magia?

- Ya te dije que no haré más magia.

- Está  bien, entiendo que te de vergüeenza el que se te caigan los pantalones.

- Ya te lo he dicho y punto.

Se fueron al campo de juego y se encontraron con unos niños que eran el mejor equipo del barrio, tenían envidia de Timotí y querían fastidiarle. Timotí les propuso echar un partido.

- Esta bien, pero solo sois dos -dijo uun muchacho pecoso que parecía ser el capitán del equipo.

- No importa, os ganaremos.

- Ja, ja, ja -rieron todos los del equiipo.

- Pues echaremos un partido de fútbol yy así aprenderéis a no burlaros de nosotros.

Los dos equipos se colocaron en sus posiciones y podéis imaginaros la ventaja que tenían los del equipo del barrio frente a Timotí y el conejo solos.

- Sacad vosotros -dijo Timotí.

- ¡Ah, encima nos dais ventaja!

El capitán del equipo puso la pelota en juego.

- Curro, ya, ¡venga!, pásamela, que esttoy aquí

Curro, que era el capitán del equipo, pasó la pelota a su compañero y rápidamente se colocaron delante de la portería defendida por el conejo "Magia", tiró a puerta y...

- ¡Gol, gol! ¡Ganamos uno a cero! -excllamó Curro.

- Sacaremos, Timotí -dijo el conejo- y  esta vez lo haremos muy bien.

Pero un jugador del equipo contrario le quitó el balón nada más tocarlo.

- Me lo han quitado, "Magia" -dijo Timootí.

- Venga, corre, sálvala, no importa

- Quique, pásala de cabeza -dijo un juggador contrario.

- Ya voy, Luis, no es tan difícil. Te lla paso enseguida, está chupado.

Así lo hicieron y...

- ¡Gol, gol! Ganamos dos a cero -dijo eel portero del equipo del barrio.

- ¿Os rendís, cabezas de chorlitos? -prreguntó el capitán Curro a Timotí y a su conejo "Magia"

- No -contestó Timotí- seguiremos hastaa el final. Todavía estamos en la primera parte y vamos dos a cero nada más.

- Bueno, bueno, vosotros veréis...

Se colocaron de nuevo en sus posiciones y Quique propuso una jugada.

- Cuando saquen, Luis, te vas a por Timmotí.

- Vale Quique, ¿tú me la pasarás luego??

- Claro, porque el conejo no podrá pasaarle la pelota a Timotí e intentará regatear.

Luego te desmarcas y te paso el balón.

- ¡Que va, Timotí! -dijo el conejo.

- Ya voy compañero -contestó Timotí.

Pero Quique se adelantó y llegó al balón antes que Timotí.

- La cogí, Luis, ahora te la paso a chiilena para que tires.

- ¡Gol, gol, goooool...! ¡Ganamos tres  a cero! -gritó Luis dando saltos de alegría.

Repitieron la misma jugada una y otra vez y siempre conseguían meter gol. Timotí y su conejo "Magia" no conseguían pasar del centro del campo, y nueve a cero.

- ¿Queréis seguir? -dijo uno del equipoo del barrio.

- ¡Pues claro! -respondió Timotí- seguiiremos hasta el final.

Terminó la primera parte y cada equipo se reunió para comentar el partido.

- Bueno amigos, -dijo Curro a sus jugaddores- ahora necesitamos meter más goles para que la diferencia sea mayor.

- ¿Más? -contestó Quique- ¿por qué no lles dejamos que metan un gol para que disfruten un poco?

- Nada, nada. Tenemos que meterles otroos noventa y nueve goles por lo menos.

- Pero...

- Ni peros, ni peras ¡Venga! ¡A salir aal campo y a darles una buena paliza!

Todo esto lo decía Curro porque tenía mucha envidia de la magia que hacía Timotí.

Mientras, Timotí y "Magia" comentaban también el partido:

- Timotí, -dijo el conejo- creo que no  tendrás más remedio que recurrir a la magia.

- Está bien, la utilizaré, porque si noo, éstos nos van a dar una zurra de campeonato.

Salieron al campo muy animados ya que gracias a la magia de Timotí podrían resolver el partido favorablemente.El equipo contrario ya estaba colocado. Les tocaba sacar y tras una rápida jugada consiguieron otro gol.

- ¡Goooool! ¡Cien a cero! -dijo el capiitán.

- ¡Vamos! Nos toca sacar, Timotí -dijo  el conejo- hay que regatear muy rápido y utilizar un poco de magia porque si no...

- Bien, pero espera que me sujete bien  los pantalones pues si no, se me caerán y aparte de no poder correr se reirán de nosotros.

Pusieron la pelota en juego, Timotí se sujetó bien los pantalones y salió corriendo a tal velocidad que se quedaron todos con la boca abierta. Llegó a la portería contraria y...

- ¡Gol, gol, gol! -gritó el conejo muy  contento.

Y así una y otra vez repitieron la jugada.

- ¡Gol! ¡Cien a veintiséis!

Tras mas jugadas...

- ¡Vamos "Magia", pásala de cabeza!

- Ya voy Timotí, ¡ya!

- ¡Goool! ­Cien a noventa y nueve!

- Nos falta un gol para empatar -dijo TTimotí- ¡Vamos, que el tiempo se acaba!

- ¡Gooool! ¡Cien a cien! Empate.

En ese momento se acabó el tiempo.

- Tendremos que echar a penaltis -dijo  Curro un poco enfadado.

- Está bien -contestó Timotí-. Yo tirarré y cuando lo hagáis vosotros, mi conejo "Magia" se pondrá de portero ¿Vale?

- De acuerdo -respondió Curro.

El conejo "Magia" se puso de portero dispuesto a parar todos los penaltis que le lanzaran. Curro lanzó el primero y Timotí hizo que la pelota se desviase fuera. El segundo lo lanzó Quique y el conejo "Magia" lo paró dando un enorme salto. Luis era el encargado de tirar el tercero, Timotí hizo otra vez magia y el balón se fue para atrás en vez de hacia adelante. 

Los jugadores no se explicaban lo que estaban viendo. El cuarto y el quinto penalti tampoco entraron en la portería defendida por "Magia".

- ¡Brrr! -refunfuñó Curro- ¡Qué difícill está esto! Vamos, ahora os toca a vosotros.

Primer penalty y... ¡Gol, para el equipo de Timotí ¡Gol! para Timotí en el segundo penalty ¡Gol! en el tercero, cuarto y quinto.

- Está bien, -dijo Curro- cinto penaltiis que ha tirado Timotí, los cinco metidos. Cinco penaltis tirados por nosotros, los cinco fallados.

- Os hemos ganado -dijo Timotí.

- Nos habéis ganado pero nosotros nos hhemos muerto de risa cuando metías los goles. A Timotí se le bajaron los pantalones en el primer gol. Ja, ja, ja, ¡Qué risa! ¡Ha estado jugando en calzoncillos!, ja, ja, ja.

Timotí se miró y vio que, en efecto, estaba sin pantalones. Seguramente dejó de sujetárselos al meter el primer gol y se le bajaron.

- Esta es la última vez que hago magia  -dijo Timotí a su amigo el conejo-. Por nada del mundo, te lo aseguro, "Magia", volveré a hacerlo.

- Espero que no lo digas en serio -conttestó el conejo- porque yo no me imagino verte sin los pantalones bajados. Ja, ja, ja.

- Vaya, ahora te ríes tú. Bueno, pues ssi estoy tan gracioso ¡tendré que ser payaso! Je, je, je.

Y los dos amigos se fueron a casa entre grandes carcajadas.

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XVI. VAMPIROS

Pues señor, este era un pueblo que tenía un monasterio en el que vivía un hombre llamado Alejandro. Alejandro se encargaba de tener el monasterio limpio y cuidado para enseñárselo a los turistas.

Un día pasaba por allí un vecino del pueblo, amigo de Alejandro, y se acercó a saludarle.

- Buenos días, Alejandro. ¿Qué tal el mmonasterio?.

- ¡Grrr! ¡Grrr! ¡Jjjjgrr!

- ¡Oh! Alejandro se ha convertido en unn vampiro. El monasterio está embrujado.

El amigo de Alejandro salió corriendo lleno de miedo y con los pelos de punta. Llegó al pueblo y contó a los demás vecinos lo que había visto. El alcalde propuso la solución:

- Vayamos a ver a Timotí y con su magiaa nos resolverá el problema.

Todos aceptaron la propuesta del alcalde y decidieron que fuese el amigo de Alejandro.

- Llaman a la puerta, Timotí -dijo el cconejo "Magia" muy nervioso por saber cuál sería el caso a resolver esta vez- ¡Venga!

- Ya voy dijo Timotí desperezándose- ¿QQuién es?

- Soy un aldeano del pueblo de al lado  y tenemos problemas de vampiros y cosas de esas.

- Cuente, cuente, que esto puede ser muuy interesante. Siga, siga -dijo Timoti muy entusiasmado-. Estoy impaciente por oir lo que dice que pasó.

- Cállese y se lo cuento. Pues un hombrre de nuestro pueblo y amigo mío estaba al cuidado del monasterio, le mordió un vampiro mientras dormía y le convirtió en una especie de Drácula. Estamos todos muy aterrorizados.

- Muy interesante, iremos enseguida.

Timoti, el conejo "Magia" y el aldeano subieron al coche y se fueron a resolver el caso. Llegaron al monasterio y vieron a Alejandro que se convertía en vampiro y en una especie de Conde Drácula. 

- Bueno, sacaré una cuerda superfuerte  que atrapará al vampiro -dijo Timotí-.

Timoti sacó la cuerda que se lió al cuerpo del pobre Alejandro. Pero éste tenía una fuerza terrible y al cabo de media hora no habían conseguido capturarle. Entonces, Timotí utilizó la magia y, por supuesto, se le bajaron los pantalones.

El vampiro-Drácula-Alejandro se partía de risa. Timotí se puso bien los pantalones pero tuvo que soltar la cuerda y Alejandro, transformado en vampiro, se escapó.

Pasaban los días y el vampiro iba mordiendo a más gente que se transformaban en más vampiros. Al haber más vampiros tenían que beber más sangre y cada día que pasaba había menos gente en el pueblo para convertirse en vampiros. Algunos habitantes se fueron a otros pueblos llenos de terror.

Mientras, Timotí pensaba en algo para matar a los vampiros y no podía hacer nada contra ellos, no le quedaba más remedio que utilizar la magia una vez más. Timoti sabía que se reirían al bajársele los pantalones y, en efecto, eso ocurrió. Los vampiros se murieron de risa y se convirtieron en gente civilizada, otra vez gracias a Timoti y su conejo.

Se pusieron muy contentos de haberse librado de ese maleficio y procuraron tener más cuidado para la próxima vez que vieran un vampiro.

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XVII. LA CAJA FUERTE

Cierto día, Timotí recibió un paquete y una carta que decía:

"Querido Timotí: Soy el rey de un país vecino del tuyo. Debo salir de viaje y desearía que, por favor, me guardases la caja fuerte que te mando en el paquete, pues hay una persona que me la quiere robar. En ella está mi sello real de oro y piedras preciosas; si lo pierdo no podré volver a ser rey. Su valor es ultrasuperior. Muchas gracias por tu ayuda".
  EL REY CARIBALA

- Me parece que donde mejor escondida eestará la caja será en el desván, así, si alguien la ve, creerá que es vieja y no sirve para nada. Pero me gustaría saber quién la quiere robar. ¡Ya sé!. Iré con ella por la calle y a lo mejor el ladrón intenta robármela, entonces, le detendré con mi magia.

Timotí salió a la calle con la caja fuerte y se mezcló con la gente que iba y venía.

- No encuentro al ladrón, se dijo Timottí, seguiré caminando.

Pero el ladrón estaba allí, escondido entre la multitud.

- Je, je. Este niño tonto no se ha dadoo cuenta de que estoy aquí yo, el mejor ladrón de cajas fuertes. Cuando se vaya a casa le seguiré, veré donde la esconde y la robaré. Je, je.

Timotí estuvo quince minutos más esperando que apareciese el ladrón hasta que se cansó y se fue a casa. El ladrón le siguió.

Timotí guardó la caja en el desván y se fue.

El ladrón subió al desván con mucho sigilo y buscando y revolviendo todo consiguió encontrar la caja entre unas maletas viejas del bisabuelo de Timoti.

Rápidamente la cogió y se fue de allí.

- ¡Qué robo más tonto! Si así fuera toddos los días...

Pero Timotí no se había dejado engañar, había notado que le seguían y después de poner la caja en el desván se hizo invisible gracias a la magia y pudo verlo todo.

- Por lo menos ya sé quién es el ladrónn de cajas fuertes -se dijo Timotí-. Ahora iré a recuperarla ¡Anda! Si ahora se me ha olvidado seguir al ladrón hasta su casa ¡La he hecho buena!

¡Pobre Timotí! ¡Sin caja fuerte y sin saber dónde vive el ladrón! Quiso ponerle una trampa y se la ha hecho a sí mismo. Hay que ver las cosas que le pasan.

Mientras, el ladrón se reía de lo fácil que había sido el robo.

- Hay que ver, qué robo más tonto... peero ahora me falta la combinación para abrir la caja, bueno, raptaré a Timoti, debe saberla y seguro que será también un rapto fácil. 

Mientras, Timotí pensaba:

- Y ahora ¿cómo recuperaré la caja fuerrte que me dijeron que protegiera?. Esperaré a ver lo que pasa, al fin y al cabo, el ladrón no sabe cuál es la combinación.

También el ladrón pensaba en un plan para raptar a Timotí.

- A ver si lo pienso bien... primero haago un ruido para atraerlo... No, no, no es así. Salgo a la calle y voy tirando piedras a los escaparates.. No, no, tampoco. Mejor voy al kiosco, compro un periódico, le hago un agujero y así no se me verá la cara mientras leo y veo por donde voy, llegar hasta donde esté Timotí y raptarle. Pero esto tiene que salir bien, si no, me pillarán y la liaré.

Por su parte, Timotí había pensado en dar un paseo a ver si encontraba algo importante. Estuvo andando mucho tiempo sin descubrir nada, en esto que se encontró con el ladrón pero no puedo reconocerle porque llevaba la cara tapada con un periódico.

- Por favor, señor ¿me puede decir la hhora? le preguntó Timotí.

- Son las cinco y media -le contestó ell ladrón sin mirar el reloj pues si lo hacía se le vería la cara y se descubriría-.

- ¿Las cinco y media? ¡Qué raro! Creía  que era más tarde y también es muy raro que alguien vaya por la calle tapándose la cara con un periódico agujereado.

Timotí preguntó al señor de al lado con un bastón y bigote:

- Por favor ¿me puede decir la hora?.

- Las nueve y cuarto, le contestó el seeñor.

- Así que el que me ha dicho las cinco  y media... ­Claro, no ha mirado el reloj, debe de ser el ladrón!. ¡A por el ladrón!.

- ¡Maldita sea! -Dijo el ladrón-. Me haa pillado el asqueroso Timotí. Huyamos.

Timotí hizo magia para impedir que el ladrón se escapase y se le bajaron los pantalones. el ladrón se empezó a reir y Timotí lo capturó sin dificultades.

- ¡Bueno!, exclamó Timotí, esta misión  me ha durado un montón de tiempo. ¡Uf!

Timotí estaba orgulloso de la gran misión que había hecho, nadie lo hubiera hecho mejor. La policía se quedó sorprendida de cómo cogió Timotí al ladrón.

- Mirad -dijo Timotí sacando unos papelles de uno de los bolsillos del ladrón-, aquí hay un plano que pone dónde está escondida la caja fuerte.

Fueron a buscar la caja y ya no hubo más problemas.

El rey del país vecino mandó a recogerla y entregó a Timotí una gran recompensa por habérsela cuidado y, además, haber detenido al ladrón.

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XVIII. EL ENANO

Era verano y Timotí estaba tumbado en la cama. El conejo "Magia" estaba tomando unas vacaciones en la playa.

- ¡Uf, qué calor! Me iré al campo, aquíí me aburro yo solo y sudo la gota gorda. Iré hacia el norte para estar más fresquito. Ahora que nadie me ve podré utilizar la magia. Pero no se le bajaron los pantalones.

- ¿Qué pasa? ¡Ya no se me bajan los panntalones! ¡Qué bien!

Entonces apareció un enano que le dijo:

- No se te caerán más los pantalones sii me escuchas atentamente.

Y el enano se fue corriendo y saltando. Timotí intentaba seguirle pero le perdió de vista. Quiso hacer magia para encontrarle pero comprobó que ya no tenía poderes. Llegó a un camino y decidió descansar un poco bajo un árbol muy extraño que había allí.

- Quítate de aquí, mochuelo¡Venga! ¿No  me has oído? -sonó una voz.

- ¿Eh? ¿Quién me habla? -preguntó Timotti, pues no veía a nadie-.

- Soy yo ¡Largo de aquí! -volvió a sonaar la voz.

Entonces se dio cuenta Timotí que quien hablaba era el árbol bajo el cual se había puesto a descansar.

- Si es un árbol el que me ha hablado.  Sí, me iré a otro sitio. Pero yo no soy un mochuelo ¿Qué tal si yo te llamo canchinvanque?

- ¿Canchi... qué? Muy mal estás aquí moochuelo.

- No me llames mochuelo que te la ganass.

- Bueno, bueno, no te pongas así, era uun broma. Pero a todo esto ¿qué haces aquí?

- Pues yo venía de vacaciones, un enanoo me ha quitado mis poderes mágicos que tenía y decidí tomar este camino a ver si lo encontraba.

- Yo te digo que no lo atravieses, hay  muchas cosas peligrosísimas.

- Tendré cuidado. Adios y gracias.

- De nada, mochuelo, dijo el árbol riénndose-. Que tengas buena suerte. A propósito ¿qué es eso de cachi... , cachin... cachivan... , canchinvanque?.

Pero Timotí ya estaba muy lejos y no pudo responderle.

Caminaba Timotí por el bosque cuando se le apareció un fantasma. Era aquel que había hecho desaparecer en una ocasión, uno de los casos más difíciles.

- ¡Hola de nuevo, Timotí! Ahora que no  tienes magia te mataré.

Timotí salió corriendo y lo perdió de vista, pero según avanzaba se le iban apareciendo los personajes de los casos que había resuelto. Todos amenazaban con hacerle daño pero Timotí no les hacía caso y seguía corriendo.

Por fin llegó a un claro y se encontró con el enano el cual le dijo:

- Bueno, déjate de tonterías y dime quéé tengo que hacer para recuperar mi magia -dijo Timotí muy enfadado-.

- Si quieres recuperar tu magia -contesstó el enano- y que no se te caigan los pantalones tienes que entrar en un laberinto y conseguir salir de él.

- Está bien ¡vamos!, que ya me estoy caansando.

Timotí entró en el laberinto a donde le llevó el enano y se dispuso a pasar la prueba. No se veía nada, ni siquiera podía observar sus propios pies.

- Gira a la derecha -le decía el enano..

Y ¡paf! Timotí se dio un golpe contra la pared.

- Que no, que era a la izquierda, ja, jja, ja, continuó el enano.

- ¡Grrr!. Este enano me está engañando,, pensó Timotí. Será mejor que haga lo contrario de lo que dice, es un mentiroso y si le hago caso me puedo quedar aquí toda la vida.

Timotí se acordó entonces de su amigo el conejo "Magia".

- Si estuviera aquí -se decía-, podría  ayudarme a salir.

Afortunadamente el conejo "Magia" supo enseguida (gracias a su magia, naturalmente) que Timotí estaba en dificultades; se presentó y le ayudó a escapar del laberinto. La presencia del conejo había sido un tanto misteriosa, pues no se sabía a ciencia cierta de dónde había salido.

Timotí se despertó al oir el timbre de la puerta. Había sido todo un sueño. Las cosas raras e inimaginables, que sólo son fruto de los sueños y de los cuentos como éste, parecían tener una explicación ahora. Timotí se dirigió a la puerta y vio que era su amigo el conejo "Magia" que volvía de sus vacaciones.

- ¡Qué alegría, querido amigo!, exclamóó Timotí. ­Qué contento estoy de verte, ¡si vieras lo que me ha pasado!

- ¿Qué es lo que te ha pasado?

Y Timotí le explicó el sueño que había tenido.

- ¡Qué gracioso eres, Timotí!

- Pues a mí no me hace ninguna gracia.  Lo mejor será comprobar si tengo magia y si se me caen los pantalones.

Timotí intentó hacer magia pero no lo consiguió ni se le bajaron los pantalones.

- Ese enano, me ha quitado la magia ¿Quué voy a hacer ahora? Sin ella no podré vivir.

- No te preocupes -le exclamó el conejoo-, ya lo encontraremos tarde o temprano, ya verás.

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XIX. BUSCANDO

- Creo Timotí -decía el conejo "Magia"-- que hay que buscar al enano y así recuperarás tu magia.

- Sí, pero ¿cómo? Si no llegas a desperrtarme con el timbre, a lo mejor salgo yo solo y tendría mi magia. De todas formas ¿cómo vamos a encontrar al enano si todo ha sido un sueño?. Creo que todo ha sido un poco extraño ¿¡Quiere decirme alguien qué es lo que está pasando!?

- Uhm... Es algo misterioso que en sueñño un enano te diera la oportunidad de hacer magia sin que se te bajen los pantalones...

- Y ¿qué podemos hacer?

- Podemos utilizar la magia para dormirrnos y soñar otra vez con el enano, pero este truco dura sólo cinco minutos. La magia que ha quedado en reserva y no ha sido utilizada es suficiente para relizar este truco. Si no nos despertamos antes de esos cinco minutos nos quedaremos para siempre dentro del sueño y no podremos regresar jamás; ni siquiera si recuperas la magia, porque habrías acabado con la residual y sin ella no podrá consistir en tí...

El conejo seguía dando explicaciones, convenciédose así mismo también de que la situación era delicada y probable...

- Una vez el Gran Mago -continuaba el cconejo- tuvo el mismo problema con el enano, creo recordar... las uñas le dejaron de crecer durante un tiempo... pero tampoco me daba a conocer muy bien esta historia y cambiaba de tema con sus bromas... 

- Pues pondremos el despertador para quue toque a los cinco minutos y así nos despertaremos.

- Buena idea ¡Vamos a la búsqueda del eenano!

Eran las ocho, así que pusieron el reloj para que sonase a las ocho y cinco. El conejo y Timotí se durmieron intentando soñar con el enano. Si conseguían atraparlo volvería con ellos al mundo real cuando sonase el despertador; así lo creían al menos.

Empezaron a soñar, llegaron al bosque encantado pero no encontraron al enano por ninguna parte. El tiempo transcurría rápidamente, faltaban veinte segundos para cumplirse el tiempo, cuando vieron al enano que saltaba y corría por el bosque.

El enano también los vio y salió corriendo pero esta vez no pudo escaparse, pues gracias al conejo le atraparon enseguida.

Timotí miró la hora, faltaban quince segundos. En este descuido, el enano se escapó pero con tan mala suerte que se estrelló con el árbol hablador. 

- ¡Vaya! -dijo el árbol- ¡más mochueloss!

- Hola canchinvanque. Gracias por detennernos al enano. Adios, tenemos mucha prisa.

Agarraron al enano fuertemente para que no se volviese a escapar, faltaban dos segundos solamente para que sonase el despertador.

- ¡Eh, un momento! -gritó el árbol- ¿Quué significa canchin ...?

­ ¡Riiinnnggg!

En ese momento sonó el reloj y el árbol se quedó sin sabe el significado de esa palabra.

Timotí y "Magia" se despertaron y vieron con alegría que el enano había venido con ellos al mundo real. Timotí metió al enano en una jaula y se convirtió en un paloma.

El conejo recordó ahora lo ocurrido con el Gran Maestro y tomó la palabra en este momento de suspiro.

- Bien Timotí, dijo el conejo. Ya te hee ayudado bastante, ahora debo ir a prestar mi ayuda a otros niños que también quieren ser magos.

- ¿Cómo, vas a dejarme?

- Lo siento, pero es mi deber hacerlo aasí. Al vencer al enano has conseguido lo que te proponías y ya no me necesitas. De todas formas he convertido al enano en paloma para que te ayude en caso de necesidad, trátalo como si fuese yo. Adios, Timotí.

- Está bien, pero me dejas muy triste,  mi querido amigo -dijo Timotí con los ojos llenos de lágrimas-. En recuerdo de tu amistad, llamaré al enano como te he llamado a tí, es decir, "Magia".

- Yo tampoco te olvidaré, Timotí -dijo  el conejo llorando también-. Démonos un abrazo de despedida.

Los dos amigos se abrazaron y el conejo desapareció.

- Comprendo tu emoción, querido Timotí..

- ¿Eh, quién ha hablado?.

- Soy yo, la paloma que tu amigo el connejo te ha regalado.

- ¡Ah, también hablas! ¡Qué bien!, excllamó Timotí saltando de alegría. Lo pasaremos muy bien juntos. Voy a contar a mi familia todo lo que ha ocurrido.

Timotí fue a ver a su padre y le contó todas las aventuras que había recorrido.

- Como no sepas hacer magia de verdad tte vas a enterar, dijo el padre de Timotí.

- Que sí, que ya me sale bien. Y no se  me caen los pantalones.

- Habrá que verlo.

- Pues mira... ¡Tachán! Magia de conejoo, magia de paloma, magia de enano, ¡Que aparezca mi magia!

- ¡Puff! Se oyó un ruido y apareció unaa máquina de hacer fotos.

- ¿Qué tal ahora, padre?.

- Muy bien, Timoti, así me gusta.

La verdad es que, crean ó no ustedes, Timotí no comprendía aún los secretos de la magia, y tampoco sabía exactamente lo que pasaba cuando la practicaba.

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XX. EL REY

El alcalde de Carabuzjard escribió una carta a Timotí.
- Toma, Timotí, aquí hay una carta paraa tí -le dijo su hermana.
- A ver, tráela ¡Oh, es del alcalde!
Timotí abrió la carta que decía así:
"Querido Timotí:
Como ya hemos visto que eres un gran mago y no se te caen los pantalones, hemos decidido que seas el rey de todos nosotros. Un mago bueno como tú lo puede hacer muy bien. Dinos si aceptas y avísanos lo antes posible.
Te saluda el alcalde.
JORGE GARCÍA"
Timotí se quedó muy pensativo y al final decidió contestar así:
"Querido Alcalde:
He recibido vuestra carta y acepto encantado el puesto de Rey. Iré de inmediato.
Saludos del gran mago Timotí.
TIMOTÍ"
Timotí fue al ayuntamiento para entrevistarse con el alcalde. Prepararon todo y a los pocos días hicieron una gran fiesta en la que Timotí fue coronado rey. Recibió también un gran manto, un cetro de oro y un enorme palacio donde viviría.
Timotí estaba muy contento de ser rey pero se aburría muchísimo. Un día estaba paseando por los alrededores del palacio y vio un charco, se acercó a él a mirarse el aspecto que tenía y... ¡zas!, se le cayó la corona. Timotí intentó recogerla pero el charco era muy profundo y no pudo. Regresó al palacio y le explicó a su primer ministro lo que le había pasado.
Las coronas de ese país no eran fáciles de conseguir, tenían un efecto especial sobre las gentes que vivían allí. Perder un elemento tan elogiado, como era esa corona, era perder su prestigio como gobernante también.
- Sólo había esa corona, Majestad, y paara seguir siendo rey debéis ir al país de la Nada. Allí hay una de repuesto, id por ella y podréis continuar siendo rey, pues un rey sin corona no es rey. Pero os advierto, Majestad, que el camino es muy peligroso y está lleno de trampas para que nadie pueda robar la corona.
- No tengo más remedio que ir -dijo Timmotí-. Si no lo consigo dejaré de ser rey. Además, es mi única esperanza de seguir siendo reconocido. Ahora me acuerdo... ¡Si, si! Tengo algo muy importante que puede facilitarme las cosas de una manera increíble ¡"Magia, ven!
La paloma "Magia" se acercó revoloteando, pues estaba disfrutando de unas tranquilas horas de vuelo en los jardines de palacio.
- ¿Qué quieres, Timotí?
- Quiero que vayas al país de la Nada yy cojas una corona para que yo pueda seguir siendo rey, necesito que nadie sospeche de ello.
- Está bien, iré -dijo la paloma muy coonvencida, pues era la primera vez que era necesitada de verdad.
El camino hasta ese país tan inhóspito era accidentado, más apropiado para una especie con alas que sin ellas. La paloma "Magia" voló sobre las nubes, atravesó llamas, bosques, laberintos; arrojando, en ocasiones, polvos mágicos para ahuyentar los peligros que se interponían en su camino. Una vez allí, recogió la corona y volvió con ella a palacio. Esta vez sin dificultad alguna pues la corona no era una corona cualquiera. Era una corona mágica, más poderosa incluso que la anterior.
- Ya llegué, Timotí, dijo la paloma.
Pero Timotí no estaba, era una cosa muy extraña; preguntó a todos los que estaban en palacio, pero nadie sabía nada.

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XXI. DONDE ESTA TIMOTÍ

Todos estaban muy preocupados por lo que le pudiera haber pasado a Timotí. Al cabo de unos días llegó una carta que decía:
"He secuestrado a Timotí, el rey de vuestro país. Si me dais la corona mágica os lo devolveré.
DRÁCULA"
- No os preocupéis, dijo la paloma "Maggia", yo lo solucionaré.
La paloma salió volando y buscó por todos los sitios dónde podrían estar Timoti y su secuestrador. Al fin los encontró. Drácula había secuestrado a Timotí en venganza de haber matado a los vampiros y también porque quería apoderarse de la corona mágica; alguien le había proporcionado información de los poderes que podría obtener este personaje cruel.
Drácula vio a la paloma "Magia" y se convirtió en vampiro para atacarle, pero la paloma era más ágil y le dio un golpe tan fuerte que el vampiro quedó sin conocimiento. Aprovechando la ocasión huyeron rápidamente de allí.
- Gracias amigo "Magia", dijo Timotí.
- De nada, para eso estamos.
Volvieron al palacio, todos les recibieron con mucha alegría y les dieron la enhorabuena por el éxito de esa aventura.
Desde aquel día, Timotí empezó a gobernar muy bien. Hizo al fin magia y supermagia; con la corona mágica podía hacer todo lo que quisiera. Timotí estaba"super-guay" y la verdad, no era para menos.
Pero Timotí estaba cansado de hacer cosas para las personas mayores y echaba de menos a los niños como él con los que poder jugar, así que un día llamó al primer ministro y le dijo:
- Primer ministro, quiero pedirte una ccosa.
- ¿Qué cosa Majestad? Diga lo que sea yy lo haré.
- Pues deseo que ponga unos carteles poor todo el país en los que invito a todos los niños venir a palacio.
- Si Majestad, enseguida.
El primer ministro mandó poner los carteles en los que se indicaba que el rey recibiría a todos los niños que quisieran ir los jueves por la tarde.
Llegó el primer jueves y el palacio se llenó de niños que vinieron de todas partes del país.
- Hola, niños -saludó Timotí-. Muchas ggracias por haber venido este jueves, por ser el primero, os contaré mis aventuras pasadas y también os contaré las próximas que me ocurran.
- ¡Jo, qué rollo! Éste se tira hablandoo todo el rato y nosotros nos aburriremos escuchándole -dijo un muchacho a su compañero de al lado-.
- Pues os voy a contar... dijo Timotí.
- Vaya, ahora nos va a contar números ¡¡Si ya lo sabemos! -dijo otro niño.
- ¿Qué pasa?, preguntó Timotí ¿quién haa dicho eso?
- Yo, Majestad -respondió el niño que hhabía hablado-. Decía que ya sabemos contar.
- Bueno, pues en vez de contaros mis avventuras daremos clases de lengua que, seguro, que no sabéis nada de eso.
- No, no, por favor, dijeron todos.
- Majestad, dijo otro niño.
- ¿Qué quieres, muchacho?.
- Que nos cuente las aventuras.
- Pues cuando yo...
- No, en número. ¿Cuántas son?.
- Está bien, empezaré a contaros: una,  dos, tres...
Al cabo de otro mes:
- Setenta y cinco mil, setenta y cinco  mil una...
Al cabo de otro mes:
- Setenta y cinco mil, setenta y cinco  mil una...
Y así todas las tardes le tomaban el pelo al rey, hasta que un día dijo:
- Ya estoy harto. Llevo contando el númmero de mis aventuras y me pierdo siempre. Me estáis comiendo el "coco".
- Majestad -dijo uno de sus asistentes--. Yo no me he comido su coco, ni Vd. tampoco porque he mirado en la nevera y no hay cocos.
- Brrr. Niños maleducados -gritó Timotii-. Fuera de aquí.
Y todos se fueron riéndose de Timotí.
Timotí estaba liado con tanto contar, tanto coco y tantas bromas. Se hizo un gruñón y era insoportable.

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XXII. LA COLERA DE TIMOTI

Timotí seguía enfadado y malhumorado, estaba siempre refunfuñando y a la menor cosa se encolerizaba muchísimo. Cuando le preguntaban algo respondía con unas voces tremendas que se oían por todo el palacio.
- Oye, Timotí, quiero decirte una cosa  -dijo la paloma "Magia"-.
- Brr, Grr... ¿Qué quieres, pajarraco?
- Pues utiliza la magia y a lo mejor see te pasa el enfado.
- Brr, Grr... Está bien. Quizás tengas  razón.
Y Timotí hizo magia. De repente ya no estaba nervioso. Era una cosa extraordinaria. Ya no tenía cólera. Mandó hacer una fiesta magnífica a la que fueron todos los habitantes del país, excepto los niños, a los que todavía guardaba un poco de rencor.
- Hola, ciudadanos. Hola a todos. He heecho esta fiesta para celebrar el fin de mi cólera, estoy muy feliz con vosotros y espero no haberos causado muchas molestias.
- No, respondió un ciudadano. Lo único  que nos has causado es una inundación de olas. Ja, ja, ja.
- Jo, jo, jo, se carcajeaba el rey. Ya  empezamos igual que con los niños, con las holas y las olas.
Y así continuaron toda la fiesta, haciendo juegos de palabras y contando chistes. Ahora, Timotí no se molestaba con estas bromas y terminaron la fiesta todos felices y contentos.
Pasó el tiempo sin ningún acontecimiento importante, pero un buen día recibieron un comunicado del país vecino. A Timotí se le bajaron los pantalones, pero no por haber hecho magia, sino por el disgusto que se llevó al leer la carta. El comunicado decía que el país vecino les declaraba la guerra. Esto era muy interesante para Timotí pero no para los que iban a combatir. Timotí reunió a sus generales y les dijo:
- Señores, estamos en guerra. Lucharemoos y ganaremos aunque nos cueste la vida. Ya veréis.
- Majestad, dijo uno de los generales,  el país vecino es el doble de grande que el nuestro y tiene un gran ejército.
- No os preocupéis, contestó Timotí. Prreparad vuestro ejército y tened la seguridad de que ganaremos.
Llegó el día de la batalla, los ejércitos estaban frente a frente, los oficiales ordenaban a sus soldados:
- Soldados, armas, derecha, izquierda,  apunten, fuego.
Sonó un estruendo ensordecedor del montón de disparos que se hicieron.
- Yo también quiero luchar, dijo Timotíí.
- No Timotí. Necesitarás un arma y puedden herirte o matarte -dijo un general-.
- No me hace falta, no os preocupéis.
- Pero...
- Nada, ya veréis.
Timotí hizo magia y se le bajaron los pantalones. Al verle así, el ejército contrario se empezó a reir a carcajada suelta. Entonces, el ejército de Timotí aprovechó la ocasión y apresó a todos sus contrarios.
- ¡Viva Timotí y sus pantalones! ¡Viva!!, gritaron sus soldados.
Se fueron al palacio y dieron una merendola a la que acudieron todos, incluso los niños. Además, era el cumpleaños de Timotí y pidió un deseo: que cuando hiciese falta que se le bajaran los pantalones para alguna cosa buena, se le bajaran de verdad, así podría hacer cosas tan buenas para su pueblo.

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XXIII. FIESTA DE CHISTES

Timotí comprendió que los chistes y las bromas servían para reirse y eso era bueno para todos. Mandó llamar a su primer ministro para proponerle una cosa:
- Señor primer ministro -dijo Timotí-,  solemnemente quiero pedirle una cosa.
Este ministro, que tenía más trabajo que un hombre en paro, le respondió en seguida. 
- ¿Qué es, majestad?
- Pues que hoy, día siguiente a mi cumppleaños, celebremos la fiesta de los chistes y las bromas.
- Así se hará, Majestad.
Timotí quería olvidar sus días de cólera; la fiesta anterior le gustó mucho y... prefería estar así que enfadado y gruñon. El primer ministro hizo todo lo necesario para organizar la fiesta y por la tarde se reunieron todos los que quisieron ir en los jardines de palacio.
- Venga, señores, sentaos -ordenó Timottí.
- Si nos sentamos mataremos a las hormiigas con el culo -dijo uno.
- Bien, veo que estáis de buen humor -ddijo Timotí-. Vamos a empezar a contar chistes ¿Quién quiere contar uno?
- Yo -dijo un muchacho para romper el hhielo-.
- Pues adelante.
Y el muchacho empezó a contar:
- Esto es en un colegio. La señorita prregunta a un niño que le diga el presente del verbo nadar. El niño le responde con voz muy alta: Yo nado, tu nadas, el nada... Más bajo, más bajo, agregó la señorita; y el niño continuó: yo buceo, tu buceas...
- Ja, ja, ja -rió Timotí.
- Ja, ja, ja -rieron todos.
Y así estuvieron contando chistes hasta la noche.
- Bueno, ya basta por hoy, dijo Timotí.. Os recuerdo que todos los años tendremos esta fiesta el día después a mi cumpleaños.
Todos se fueron a sus casas muy contentos y felices de tener un rey tan simpático. Timotí era el mejor rey del mundo, organizaba fiestas y divertía a sus súbditos con toda la magia que sabía. Los demás reyes tenían envidia de él y celos de lo grande que era Timotí, y es que no hay nada mejor que un rey mago para ayudar a su país. Todos los ladrones, asesinos y demás gente mala le tenían miedo y respeto; había motivos para estar tranquilo.

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XXIV. LA DESPEDIDA

Después de los últimos acontecimientos, Timotí decidió tomarse unas vacaciones para descansar un rato, llamó a su primer ministro y le dijo:
- Me voy a pasar unas vacaciones. No deebéis preocuparos por nada, y si algo grave ocurriese mi amiga la paloma "Magia" se encargará de solucionarlo.
- Está bien, Majestad.
- Como seguramente estaré bastante tiemmpo fuera, quiero que se reúnan todos los habitantes del reino para despedirme de ellos.
- Así se hará, Majestad.
Llegó el día de la despedida y Timotí salió al balcón del palacio para despedirse de sus súbditos. Se encontró entonces con una sorpresa. Habían hecho una fiesta para él, todos los ciudadanos habían ido a despedir al rey-mago sensacional que alegraba a todo el mundo con magia y risas. En medio del jardín había una enorme tarta, casi como una plaza de toros, con unas letras de chocolate que ponían:
TE QUEREMOS TIMOTÍ
La tarta estaba rodeada con muchas velas que se encendieron al salir Timotí al balcón.
Se vivía y reinaba tan bien, que se hechaba en falta los días de fiesta; siempre había algo que celebrar ó conmemorar, incluso se atravieron a proponer que se celebrase por todo lo alto cada cumpleaños que se diese entre los lugareños.
- Muchas gracias por todo y por todos --dijo Timotí-. Sois el pueblo más agradecido que hay en el mundo.
Todos aclamaron a su rey:
- ¡Viva Timotí! ¡Hurra por Timotí!
Timotí prosiguió su discurso:
- Ya sabéis que me voy de vacaciones, ppero no os abandono. Visitaré otros pueblos que no son tan felices como vosotros y los ayudaré con mi magia a resolver sus problemas como lo he hecho con vosotros.
- ¡Bravo por Timoti! ¡Qué bueno es Timootí! -exclamaron todos-.
- Sé que os quedáis un poco tristes, peero no os preocupéis. Cuando vuelva os contaré todas las aventuras que me hayan ocurrido y volveremos a pasarlo muy bien. Ahora, disfrutad, cantad, bailad y comeros a mi salud la tarta que habéis hecho.
- Que apague las velas. Que apague las  velas -gritaron todos-.
Timotí quiso apagar las velas soplando, pero como eran tantas y estaban tan alejadas de él no podía. Entonces, se le ocurrió hacer un último número de magia para su pueblo: lanzó su corona mágica sobre la tarta y recorriendo vela por vela fue apagándolas todas, después regresó a la cabeza de Timotí.
Los asistentes se quedaron maravillados y aplaudieron a su rey-mago hasta cansarse.
- ¡Hasta pronto, amigos! Volveré y os ccontaré mis próxima aventuras.
Y es así cómo termina el relato de esta historia, que corrió en boca de los mejores intérpretes de historias y aventuras que se haya oído jamás. Pasaron un par de años, Timotí jamás regresó;surgían nuevas noticias, llevadas por intermediarios que lo único que hacían era limitarse a relatar las nuevas aventuras de Timotí, un personaje que en otros lugares habían oído hablar y les daba de qué hablar; pero esto ya es otra historia...








    Source: geocities.com/torpedus/Timoti

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