Hoy, en este instante, tengo miedo, mucho miedo. Resulta gracioso, pero quisiera estar con mamá, ¡Tan tibia era!, tan seguro me sentía a su lado. Pero ella se fue, una mañana, y nunca más la volví a ver.
                   
Es muy feo, estoy solo desde hace ya tanto tiempo... y ahora, a pesar de la gente que me rodea, me siento solo... mami vendí... conmigo.
                   
La bestia se acercó, segura de sus movimientos.
                   
Mi infancia pasó feliz, vivía en el campo, con mamá y mis dos hermanos, cuando ella partió, los tres nos vinimos (o nos trajeron) para acá, y a mis hermanitos nunca más los volví a ver. Pasaron los años, y vengo a caer en este lugar, frente a este monstruo indescriptible, mitad hombre, mitad acero o algo parecido.
                   
Lo rodeó, observándolo fijo, la bestia posee armas que el indefenso desconoce. Mucha gente miraba la acción, como antaño en las arenas romanas, uno de los dos dejaría allí su vida, y todos los presentes conocían el final.
                   
Se acercó un poco, un poquito...
                   
Debo correr... pero ¿Hacia qué lado?.
                   
La tensión aumentaba como los latidos del indefenso...
-Por favor, no, no hice nada... ¡Déjenme ir!
                   
Dolor, dolor, dolor, dolor mezclándose con un gusto dulzón.
                   
Todo terminó. Mostró a diestra y siniestra, con los brazos en alto a su trofeo. Los aplausos y la ovación temblaban en el aire...
                   
Allí tirado e ignorado quedó. Una lágrima mitad agua mitad sangre corrió por su rostro...mamiiii....mamitaaaa.....
                   
El estacazo fue perfecto, el torero sabía lo que hacía, el toro, malo y feroz, no tuvo tiempo ni de intentar resistirse, el hombre volvió a vencer a la bestia... demostró ser superior. Solo debe ahora, vencer a la que lleva dentro, la más mala. La más fuerte. La invencible. La poderosa... y ahí si voy a grita ¡¡¡OOollleee!!!.
|