UBIK, Asociación Venezolana de
Ciencia Ficción y Fantasía
Necronomicón
Segunda Época. Año 4. N° 9. Septiembre, 2005
En esta ocasión no voy a hablar solamente del Necronomicón. Todos
pueden intuir sin dificultad que necesitaré un verdadero prodigio de autocontrol para
contenerme, pues en esto de la palabra escrita soy un ególatra sin remedio; algunos
amigos, guardando previamente distancia prudencial, han dicho que mi verborrea puede
anegar la pantalla del computador y dejar en conmoción a más de un lector. No, no voy a
hablar de mis temas más queridos; hoy voy a hablar de algo que me ocasiona envidia,
cochina, eso sí, pero sana.
Crónicas de la Resurrección I por Iñigo Fernández Historiador por vocación, oficio y vicio, Iñigo Fernández es un mexicano nacido en el lejano 1969. Es un renegado dentro de su gremio al abogar por la demolición de las barreras que separan a la historia de la literatura de ficción. Su tesis es revolucionaria: “así como la ciencia ficción es un ejercicio histórico prospectivo, la historia también se alimenta de la imaginación para llenar las lagunas del pasado”. Pienso que su cruzada apenas ha comenzado, encaminando todas sus energías para generar tanta historia como sea posible con el fin de crear un presente alternativo. Vayan ustedes a saber si tendrá éxito, porque lo más probable es que no nos enteremos del cambio. Sus gustos literarios son totalmente omnívoros, devora todo tipo de ciencia ficción, desde los incunables hasta las clásicas destrucciones de Tokio por seres ciclópeos de muchos ojos o aspecto de dinosaurios antediluvianos. Su mayor placer, una sublimación indescriptible, la experimenta ante la literatura o el cine de CF o Terror de pésima calidad, ante tanto lugar común suele escuchársele entre suspiros su grito de guerra: “mientras más malo, mejor”. Es posible que su subconsciente, o tal vez su inconsciente, en respuesta rebelde a ese bombardeo inclemente, reacciona con buena literatura… ¡o será mala literatura transmutada por la penitencia! En esta oportunidad Iñigo nos obsequia con dos microrrelatos de fina ironía. Al respecto el propio Iñigo nos comenta: “Dicen por ahí que no hay mayor tesoro que el de la amistad. Cierto, amigo lector, pero le invito a que antes de leer las siguientes historias se tome un tiempo y reflexione si ¿siempre es bueno encontrarse con un viejo amigo?, ¿qué puede decirnos un amigo que acabamos de perder? y ¿qué vínculos existen entre la amistad, la muerte y la resurrección?… Bon Apetit”. Amistad I —Pero, ¿qué haces aquí? —le preguntó su amigo al verlo pasear por la plaza—. ¿Acaso no te enterramos hace días atrás? —Así es —reconoció el cuerpo putrefacto. —¿Y? —Resucité... Ni te imaginas cuán aburrida puede llegar a ser la vida eterna.
II —¿Es cierto que resucitas muy a menudo? —preguntó el amigo al cuerpo en descomposición. —No te creas que tanto —respondió tras dar la última fumada a su cigarrillo—. Sólo lo hago para ver a la familia y a los amigos en ciertas circunstancias. —¿Cómo cuáles? —Ya sabes, a los familiares en bodas, bautizos, funerales, primeras comuniones y confirmaciones. —Interesante. Y a los amigos, ¿cuándo los ves? —Cuando debo informarles que van a morir…
Vislumbros por Jorge Sánchez El Beagle ha seguido navegando. En esta historia alterna, Jorge Sánchez está como Alejandro von Humboldt visitando las regiones equinocciales de un nuevo mundo y todo lo que ve le sirve de inspiración para pintarnos un universo alternativo, describiendo nuevos seres, nuevas ideas, nuevas situaciones. En esta oportunidad les presento una nueva serie de vislumbros a los universos de Jorge Sánchez. Así como el primer atisbo a esos universos nos mostró mundos de futuro, de realidades alternas y exploración espacial, en esta ocasión el móvil es el terror: el miedo que habita en el corazón de la criatura perversa, el horror del monstruo que no se conoce, el fin del mundo por intermedio del sentido común más perverso, la futilidad de la vida… Creo que invitarlos está de más, pasen, lean y disfruten de seis nuevos mundos.
Pesadilla dedicado a Violeta
Desde hacía ya tiempo que era agobiado por aquel mal sueño. En esa ocasión su ansiedad se incrementó al descubrir que efectivamente, alguien había rondado por la casa. Por ello se mudó en varias ocasiones a distintos lugares, pero siempre lo acompañó aquel terrible sueño que parecía presagiarle, que tarde o temprano, acabaría de aquella manera. Pasado algún tiempo nuevamente sobrevino la pesadilla, y esta vez resultó más intensa, casi real. Demasiado tarde abrió los ojos para contemplar el rostro de su verdugo, que le clavó una estaca en el pecho, haciéndolo perecer en su ataúd.
Horror dedicado a Violeta El monstruo que se erguía delante de él era la criatura más repulsiva, pero no fue eso lo que lo invadió de un indescriptible horror, sino el descubrir que se hallaba frente a un espejo.
Razón de Peso dedicado a Violeta Traté de suicidarme cortándome las venas, pero unos amigos me encontraron a tiempo... Deseaba quitarme la existencia pues la hallaba vacía. Entonces vino un hombre y me dio un motivo para no desperdiciar mi vida tan inútilmente. Ahora me encuentro en un instituto dónde se realizan peligrosos experimentos para tratar de hallar curas a enfermedades terminales. Mañana probarán uno de estos nuevos experimentos en mí. ¡Me satisface haber encontrado una razón para vivir!
Aguafiestas dedicado a Violeta Pudo haber sido la protagonista de una historia épica sin par, pudo haber vivido una de las más maravillosas aventuras que un ser humano hubiera experimentado, pudo haber tenido una de las historias más fantásticas que narrar a la humanidad... pero la pequeña Dorothy era una melancólica cursi y tenía el hábito de que cada 15 minutos chocaba sus talones al tiempo que pronunciaba: "No hay lugar como el hogar".
El Juicio Final dedicado a Violeta El día del juicio final llegó a la Tierra. Como estaba escrito los muertos resucitaron y junto con ellos sus viejas rencillas y odios. Los viejos enemigos se vieron cara a cara nuevamente y los vivos tomaron partido por uno o por otro. Pronto se reinició una encarnizada batalla de todos contra todos. Ya no fueron necesarias las plagas restantes para acabar con la humanidad.
¿Qué es un Ser Humano? dedicado a Violeta En los albores de la creación los espíritus eran los señores del mundo. Pero sus continuas disputas provocaron una división entre ellos. Tanto deseaban eliminar a sus oponentes que crearon a seres con gran fuerza destructiva. A estas criaturas se les llamó hombres y tenían como objetivo, a través de diferentes procedimientos (rituales), acabar con uno o un determinado grupo de espíritus. Los hombres fueron más mortíferos de lo que calcularon sus creadores, tanto que hoy, casi no queda ni un solo ser etéreo.
El Diablo del Viento por Juan de Dios Garduño
Juan de Dios Garduño es español, nació en Sevilla y reside en Ojuelos Altos (Córdoba).
Desde muy joven se interesó por el oficio de escritor, a los 12 años comenzó por lo más
complicado: escribir una novela; aquello no cuajó, pero el parásito quedó sembrado en lo
profundo de su alma. ¿Quién más que Stephen King para agitar aquel germen enterrado en su
interior, años después, y reavivar su atracción fatal hacia los apartados territorios en
que deambulan los escritores? (hay quienes dicen que alrededor de cada uno de estos seres
orbita una serie infinita de mundos que desafían todas las leyes de la física, aunque eso
no me consta). Pero no sólo King ha estimulado su imaginación, hay otros escritores que
también ocupan los nichos del mausoleo de preferencias de Juan de Dios; como comprenderán
al leer El diablo del viento, los tutores de este escritor pertenecen al reino del terror:
Lovecraft, Blackwood, Maupassant, Machen, Derleth… Ante mí tenía la terrible visión de ese ser demoníaco que ya no era mi amada. Con extenuados e inconmensurables esfuerzos había logrado atarla de pies y manos a un camastro antiguo de retorcidos barrotes y colchón mullido. Estaba poseída. Algo maligno y antiquísimo, inteligente a la vez que salvaje había entrado en su cuerpo y apropiado ilícitamente de su mente. No puedo expresar en simples palabras mis sentimientos encontrados para con ella. Por un lado, en los momentos calmos era sin duda la mirada suave pero penetrante de la Susan que conocía, lo que me hacía dudar y llorar mi corazón con lágrimas de sangre, pero por el otro, cuando sus manos vehementes e iracundas intentaban dar caza de mi persona, al pasar cerca de ella, sabía que ese ente del averno habitaba aún en el corazón de mi amor. Mi alma, plañidera, me pedía a gritos que acabase con su dolor, pero mi egoísmo me impedía llevar a cabo tal sacrificio. ¿Vivir sin Susan? Imposible. Durante días la alimenté en la antigua cabaña que teníamos en el valle del Ebrox. La caída de la nieve nos había pillado por sorpresa pues pensábamos abandonar el sitio al día siguiente para evitar que tal cosa sucediera. Maldito el destino que forjaron las hilanderas de la vida y la muerte. Contaban las antiguas leyendas del Oeste que a veces, sólo a veces, en los años capicúas como era el caso, bajaba hasta el valle un demonio que gozaba de poseer al más inocente para volcarlo contra sus semejantes. Venía cabalgando en el fuerte y sonoro viento procedente de las altas y heladas cumbres del Gigatesh, y cuando encontraba a un pobre desgraciado o desgraciada éste no tenía salvación. Rogué a nuestro bien amado Señor que nos concediera su gracia y la salvase. Pasaron tres albas y Susan parecía recuperar en gran medida su carácter afable, sereno. Pero aún así no me fié y no afloje las ligaduras que la mantenían presa. —Amor mío suéltame, afloja estas cuerdas y abrázame. No sé qué te ocurre para que me tengas así pues todo iba bien hasta que llegaron las nieves. Había oído hablar de que el demonio usaba artimañas, subterfugios y engañifas propias de los grandes sabios de Alikatek y desconfié. Ayer la maté. Tenía que haberlo hecho antes para evitar indecibles padeceres pero no fui capaz, por ella y por mí. Cuando llevé la insípida cena a su lecho, con gran padecer pues nos estábamos quedando ya sin comestibles en la despensa y no dejaba de nevar, ella, aún no he llegado a comprender cómo, soltó la cuerda que le aprisionaba la mano derecha y me golpeó la cabeza con saña y fuerza. Conseguí salir de su alcance medio mareado no sin antes haber recibido el desgarro de mi mejilla a cargo de sus uñas. De nuevo até a mi mujer a la cama. Fui a la cocina, agarré el cuchillo con mango de cuerno de Eliu que nos habían regalado para nuestras bodas en Yullh. Volví al lecho y desabrochando lentamente los dos primeros botones de su camisón blanco hundí, entre ruegos, gritos de súplica y convulsiones el cuchillo en el pecho de mi amada Susan. La sangre brotó a cascadas sobre su camisón, empapando las sabanas blancas, confidentes de noches de amor entre los dos. Susan gritó que me quería mientras supuse que hordas de ángeles venían a recogerla y a defenderla del gran demonio que dominaba sus actos. De repente, y sin saber exactamente por qué no pude evitar reír al ver el cuerpo inerte, bañado en rojo de mi Susan con el cuchillo erguido y triunfante clavado hasta la empuñadura. Fuera el viento ululante corría entre los esqueléticos árboles, formando remolinos juguetones, y produciendo un ensordecedor ruido que competía en sonoridad con mis carcajadas.
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