Poema XV


Me gustas cuando callas porque
estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz
no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran
volado
y parece que un beso te cerrara
la boca.

Como todas las cosas están llenas
de mi alma
emerges de las cosas, llena del
alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a
mi alma,
y te pareces a la palabra
melancolía.

Me gustas cuando callas y estás
como distante.
Y estás como quejándote,
mariposa en arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz
no te alcanza:
déjame que me calle con el
silencio tuyo.

Déjame que te hable también con
tu silencio
claro como una lámpara, simple
como un anillo.
Eres como la noche, callada y
constelada.
Tu silencio es de estrella, tan
lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque
estás como ausente.
Distante y dolorosa como si
hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa
bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no
sea cierto.


 

Soneto XI


Tengo hambre de tu boca, de tu voz, de tu pelo
y por las calles voy sin nutrirme, callado,
no me sostiene el pan, el alba me desquicia,
busco el sonido líquido de tus pies en el día.

Estoy hambriento de tu risa resbalada,
de tus manos color de furioso granero,
tengo hambre de la pálida piedra de tus uñas,
quiero comer tu piel como una intacta almendra.

Quiero comer el rayo quemado en tu hermosura,
la nariz soberana del arrogante rostro,
quiero comer la sombra fugaz de tus pestañas

y hambriento vengo y voy olfateando el crepúsculo
buscándote, buscando tu corazón caliente
como un puma en la soledad de Quitratúe.