No obstante todos sus esfuerzos para hacer que la Rectoría abandone su insoportable trinchera, pierda la paciencia y saque a relucir sus fauces y sus garras, los líderes y liderezas del CGH no los han podido sacar de sus casillas. Los paristas confían sin embargo en que un día ellos y ellas ganarán. Están seguros de que la razón pura los asiste, que el glorioso desenlace autoritario vendrá, que tarde o temprano serán reprimidos, que gracias a su entereza, a su paciencia, a su irrenunciable empeño para seguir adelante con su cotorreo, las bayonetas entrarán otra vez a Ciudad Universitaria. Entonces, cuando eso ocurra, ellos y su movimiento se cubrirán de gloria; el gobierno y la Rectoría, de oprobio.
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