(*˜1 (*qm (*1 (*w1Universidad Iberoamericana(*w0 (*eHerencia Prehisp nica de M‚xico(*f Profesor: (*TOctavio Contreras Borcegu¡(*U S‚ptima Lectura: (*eLa mujer mesoamericana(*f (*TV¡ctor Manuel Iniestra Alvarez(*U 29 Junio 1994 (*, (*1 (*eLa mujer mesoamericana(*f (*3 La creencia de que los ni¤os ven¡an directamente del dios creador refuerza la l¢gica de que es ‚ste el dios dador de toda vida. La formalidad con la que se recib¡an a los ni¤os nos muestra el respeto que se ten¡a a toda persona, incluso desde su propio nacimiento. El pensar que los padres son s¢lo un medio mediante el cual los dioses traen ni¤os a este mundo no es degradante, al contrario, es un privilegio el ser los elegidos. Los consejos que les daban a las mujeres embarazadas no son muy diferentes a los que se dan hoy en dia, incluyendo lo de los antojos. La satisfacci¢n de la necesidad de las relaciones sexuales de la pareja durante el embarazo es comprendida y recomendada durante los primeros meses de embarazo, luego se les prohib¡a cerca del parto; tal y como se hace actualmente. El pensar que el parto consist¡a en una batalla contra la muerte (del ni¤o y de la parturienta) elevaba a la mujer a un grado de guerrera capaz de dar vida. Y si el parto era una batalla, entonces se ten¡an que seguir los mismos ritos que en ellas. Las recomendaciones que la partera daba sobre el reci‚n nacido pienso que consist¡an en una especie de advertencia, ya que "tras amenaza no hay traici¢n". El designio del destino mediante el enterramiento del cord¢n umbilical, ya sea dentro de la casa o en un campo de batalla, nos muestra una vez m s ese pensamiento tan caracter¡stico de estas culturas: Algo que haya tenido un contacto ¡ntimo con la persona puede influenciarlo aun y cuando parezca que ya se ha desligado de ello. La costumbre del ba¤o dentro de las culturas mesoamericanas estaba tan difundida que era natural que los reci‚n nacidos recibieran un ba¤o lo antes posible. Si uno de los elementos m s importantes para las culturas agr¡colas es el agua, entonces el agua y todo lo relacionado, directa o indirectamente, con ella se convierten en elementos sagrados. El ba¤o es pues una forma de ponerse en contacto con la divinidad. La imposici¢n de insignias tras el primer ba¤o al reci‚n nacido era una forma de presentar sus futuras actividades de manera que parezca natural y tratar as¡ de evitar futuras rebeliones de los j¢venes al orden impuesto. La conformaci¢n del nombre del reci‚n nacido era por tres influencias. La natural: representada por la fecha de su nacimento, la impuesta: sugerida por parientes del ni¤o y la ganada: obtenida por haza¤as logradas por parte del mismo individuo. Las grandes fiestas que se daban tras el nacimiento nos recuerdan los actuales festejos en los que, como antes, el no ser invitado a tan gozosa ocasi¢n representaba una afrenta. (*, El pertenecer a una clase social campesina imped¡a a los ni¤os participar en la educaci¢n formal que se daba a los que pertenec¡an a familias con m s recursos. Estos ni¤os se dedicaban a ayudar a sus padres en sus quehaceres: al padre en el campo y a la madre en el hogar. La noci¢n de que la primera educaci¢n la imparten los padres y luego se complementa en las escuelas ya la manejaban con maestr¡a los ind¡genas mesoamericanos. El que el linaje de la familia se transmita a trav‚s de las mujeres es un poco m s l¢gico de pensar a que se transmita v¡a paterna ya que "Los hijos de mis hijas s¡ son mis nietos, los de mis hijos...". La ense¤anza que se daba dentro del hogar a las ni¤as estaba bien estructurada, es decir, se le ense¤aba lo que realmente pod¡an hacer. La representaci¢n de la alimentaci¢n que recib¡an conforme a la edad creo que s¢lo serv¡a de gu¡a al tlacuilo para dar a conocer la edad a la que se les ense¤aban las labores. Todas las normas de conducta que se les inculcaban a las mujeres ten¡an un solo prop¢sito: crear a la mujer ideal ind¡gena. Esta deb¡a tener (por extra¤a coincidencia) las caracter¡sticas que en la actualidad tambi‚n se exigen de la mujer: saber cocinar bien, saber vestirse para toda ocasi¢n, que no hable ni r pido ni lento ni gritando pero s¡ con sentido, andar ni r pido ni lento, etc. La "movilidad de clases sociales" (p g. 78) permit¡a a todos (incluso las mujeres) ascender en la escala social demostrando habilidades o conocimientos con un solo l¡mite: el de ser Huey Tlatoani. Si la ni¤a demostraba inter‚s en la labor paterna ‚ste le ense¤aba a su hija la profesi¢n, con ello las posibilidades de desenvolvimiento de las mujeres eran muy grandes. El Cuicacalli era una instituci¢n de ense¤anza del canto y baile donde se cuidaba a toda costa la honradez de sus disc¡pulos. Es notorio el papel del viejo como vigilante de la castidad y como transmisor de sus conocimientos a los m s j¢venes de la comunidad. El poder mandar a sus hijos al Calmecac o al Telpochcalli representaba un gran sacrificio a la familia que deb¡a dar ofrendas al templo constantemente. Pero bien val¡a la pena ya que ah¡ les abrir¡an los ojos y les ense¤ar¡an todo lo relacionado con su religi¢n, con lo que, pod¡an ser gratos a los ojos de los dioses. El vivir con rigor y austeridad ocupado en cosas provechosas es lo que elev¢ a las culturas mesoamericanas, a la griega, a la romana, a la alemana, a la japonesa. ¨No ser  conveniente volver a retomar aunque sea algo de esta forma de vida para ver si a nosotros nos hace el milagrito? (*1 Bibliograf¡a: (*0 Garza Tarazona, Silvia (*eLa mujer mesoamericana(*f M‚xico, Planeta, 1992 p gs. 51 - 92 (*, (*,