Notas / Reportajes

 

 

En El Acto

Entrevista a Adrián Cenci

V8

Homenaje a V8

Murio Osvaldo Civile

Adios Civile 

El adios a Osvaldo Civile 

Homenaje a Osvaldo Civile 

Tributo a V8

Tributo a V8

La resistencia, siempre

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EN EL ACTO
V8 - Tonelada
Biblioteca Popular de Olivos - 08/09/85

GIARDINO: LO MEJOR DE ESTA NUEVA ETAPA

GIARDINO:
LO MEJOR DE ESTA NUEVA ETAPA

Zamarbide: Correcto

ZAMARBIDE: CORRECTO

V8 en plena acción

V8 EN PLENA ACCION

 

Hay que admitir que lo que va de 1985 no fue un buen período para el Heavy de Argentina. La situación económica, la falta de recursos y sobre todo la de grupos con una propuesta interesante y con talento hicieron que el interés de la gente decayera, y sólo subsistió con los grupos extranjeros. Pese a la buena voluntad de ciertas bandas, no había nada que consiguiera sacudir la modorra. Por todas estas razones, la vuelta de V8 era esperada de una manera especial, despertando una enorme expectativa en las hordas metálicas locales. Por eso fue que mucha gente se acercó a la Biblioteca con la esperanza de ver un buen espectáculo. Le tocó abrir el fuego a Tonelada, una de las nuevas bandas que está empezando a obtener cierta popularidad entre la gente. En mi opinión no es para tanto. Tonelada no es una banda que está fuera de lo común. Tiene fuerza y dejan todo sobre el escenario, sobre todo el guitarrista, Roberto Valverde, lo mejorcito del grupo, pero a veces eso solo no alcanzaba.

V8 EN PLENA ACCION

Por momentos se tornan muy previsibles, y no pueden hacer mucho para evitarlo. Tienen tiempo y capacidad para aprender más y así mejorar. Ojalá. La gente, mientras esperaba a V8. Demasiado tiempo sin ellos, tal vez. Tras el rugido de un motor, podría ser... y sí, eran ellos. La gente se enloqueció y V8 comenzó a tocar. Desde la primera canción me dio la sensación de que vería algo distinto a lo de siempre, y al término del concierto lo confirmé. En lo que a mí respecta, la banda mejoró en algunas cosas y en otras no. Para empezar, creo que nunca sonaron tan ajustadamente. Eso y el debut de Walter Giardino fueron lo mejor de esta nueva etapa. Con un estilo muy diferente al de Osvaldo Civile, Giardino supo manejarse muy bien, con muy buenos punteos que coparon a la mayor parte del público. A esto hay que sumarle la tarea de Miguel Roldán, la revelación de la noche, sin fallas y sumándose a Walter en interesantes punteos a dos violas. El resto de la banda, los "viejos" Iorio y Zamarbide y el batero Gustavo Andino no lucieron pero hicieron los suyo con corrección, logrando que la gente se entusiasmara. En general todo anduvo bien, salvo el sonido, por momentos realmente deplorable. Pero no todas fueron rosas, en especial el hecho de no tocar temas del primer Lp, de alargar tanto lo temas (característica de Punto Rojo, ex-banda de Giardino) y de presentar tantos temas nuevos, detalles que aplacaron el entusiasmo de los presentes. Junto a esto, se notó que la banda hace mucho que no toca, y está fuera de práctica, pero eso se corrige tocando seguido. Debido a estos motivos quedó la sensación de que este nuevo V8 no dio todo lo que potencialmente puede, pero fueron más los aspectos positivos que los negativos. Hay muchas cosas para corregir, y sé que la banda puede lograrlo. Cabe una pregunta ¿Podrá este nuevo V8 superar lo logrado por el anterior? No lo sé. Por ahora no es mejor ni peor. Para mí sólo es distinto.

Párrafo aparte para la organización: El lugar es chico, así que cuando se colmó, se anunció que se realizaría otra función, detalle que indignó con razón a mucha gente, porque no había sido anunciado anteriormente. Mucha gente que venía desde muy lejos se llevó una fea sorpresa, que fue la excusa para que la manga de boludos de siempre iniciara un tumulto en la puerta que afortunadamente no pasó a mayores, aunque hubo algunas piñas. Yo sé lo que cuesta organizar un show, pero ¿por qué darle excusas a cierta gente para hacer lo que se les cante? Un amigo, al final del concierto, me dijo: "Al final, los que viene a hacer quilombo se van contentos". En parte lo lograron.

Por FRANK BLUMETTI
Publicado por revista RIFF RAFF

ENTREVISTA A ADRIÁN CENCI

Entrevista realizada por Alfredo Pocho ''Metallica'' para la revista Rock Brigade (Brasil) publicada el domingo 20 de julio de 1986.

 

Para ver la entrevista hace click aqui.

V8

Foto El Fin De Los Inicuos"V8. Muerte a los Stones, aguante el heavy metal", sentencia un largo paredón del barrio porteño de La paternal. El telegrama directo, vengativo y de aerosol negro ha sido escrito, como tantos otros en la ciudad, en nombre de una banda que hace nueve años dejó de existir y que, con solo tres discos de escasa repercusión en su momento, tiene lugar en ese ránking de lectura inmediata que son los grafitis, donde pelean lugar Sumo, Los Redonditos de Ricota y la lengua Stone. Así, V8 permanece anclado como un mito imperecedero que muy poco han visto y de los que todos siguen hablando, de hecho, quienes hoy estrechas filas en los conciertos metálicos gritan "V8 no murió", como canto de guerra, cuando apenas trepaban los diez años en los lejanos días del grupo.

V8 si murió. Dejo de existir como banda activa en octubre de 1987, cuando dieron de último concierto en un sótano underground de San Telmo con capacidad para unas trecientas personas. Una noche en la que los ojos y oídos de los presentes que expuesta la degastada relación interna de una banda que, de una punta a la otra de su historia, había pasado de las maldiciones -a los hippies y al rock argentino en general- a las bendiciones evangélicas de dos de sus integrantes. A partir de allí, a traves de 30 mil copias vendidas de las reediciones en cd y el ascenso de Hermética entre 1992 y 1994, Fue que nació V8 como mito subterráneo de los ochenta.

Veintiséis conciertos entre mayo de 1982 y mediados de 1985 fueron los que Ricardo Iorio (bajo), Alberto Zamarbide (voz), Osvaldo Civile (guitarra) y Gustavo Rowek (batería) dieron con la formación que grabo Luchando por el metal (1983) y Un paso más en la batalla (1984), los dos discos fundamentales de los tres que completan la discografía original del grupo. "El mito cobro vida porque hasta ese momento no había encarnado ante las masas algo tan hijo de puta como V8, estabamos adelantados a la época", dice Iorio, quien fundo el grupo en 1979 junto al fallecido Ricardo Moreno, vecino en el barrio de Caseros y maestro de iniciación suyo en el culto a Black Sabbath.

Tiempos de Denuncia

La época de V8 fue la del éxito masivo del pop de Los Abuelos de la Nada y Zas pero también la de la reencarnación heavy de Pappo con el cuarteto Riff y el furor argentino por los metálicos españoles de Barón Rojo. Con imágenes y letras desmesuradamente agresivas para el rockero medio argentino, V8 desembarcó en la tercera edición del festival B.A, Rock. Nunca Hasta entonces se había escuchado decir tantas veces la palabra metal en un puñado de canciones, y menos frases como "basta de hippies, basta de rogar, no existe paz, no existe paz" ante un público que, morral al hombro, pasó de la curiosidad a la indignación en un segundo.

Toda la denuncia social (represión e hipocresia eran palabras clave en el discurso de la banda) envasada en mensajes apocalípticos y rimas malditas que hoy devinieron en clisés automáticos del heavy fueron, en manos de V8, hitos originales de los primeros ochenta y marcaron un antes y un después en el rock pesado argentino. A través de la música, al oído de hoy tosca, la banda fue la primera en importar la velocidad de Motorhead y la maldad de Black Sabbath (en esa reivindicación coincidieron con el nacimiento en los Estados Unidos del thrash). De todos modos, entre lo heroico y lo grotesco, la formación definitoria del grupo atravesó un vía crusis de shows con pésimo sonido, productores que no pagaban e instrumentos prestados.

Pero es innegable que la leyenda descansa también en la trayectoria marginal de la banda y en el halo de intratables que rodeaba s sus miembros, "Llego un momento en el que o cambiábamos o nos aniquilábamos", recuerda hoy el guitarrista Miguel Roldan, quien reemplazó a Civile y se volcó al evangelismo junto a Zamarbide, dando por sentado que el reviente heavy de V8 no era solo una circunstancia del escenario. Enarbolando su paso al grito de Destrucción, el himno mayor de la banda, V8 inauguró el fenómeno del público agrupado en brigadas metálicas. En tanto, no solo terminaban en razias muchos de sus recitales sino que en una ocasión el grupo entero marchó preso mientras llevaban a cabo una sesión de fotos en Barrancas Belgrano.

Esparciendo su caos metálico por rockerias del conurbano -precarios locales donde se celebraban concursos de rock n´roll- cuando el heavy metal prácticamente salió de circulación en 1985, V8 dió sus estocada mas simbólica después de B.A. Rock cuando se presentaron en 1986 en el Centro Parakultural. "Destrucción" llegó esa noche al templo absoluto de punks y darks y a poco estuvo de ser una viva descripción de lo que estaba sucediendo . Desbordado en su capacidad, con un caño de gas roto producto de los empellones, la banda terminó su show pese al riesgo para músicos y público. Contra la peor de las consecuencias posibles, el mito ya estaba listo para sobrevivir a la banda.

Fernando Garcia

Suplemento ''Si!'' de Clarín

Viernes 5 de abril de 1996

HOMENAJE A V8

¿Luchando por el metal?

Como para ponerle un poco de pimienta a este alicaído 1996, ya está en la calle "V8 Homenaje", el proyecto impulsado por Beto Zamarbide, Gustavo Rowek, Osvaldo Civile y Miguel Roldán. Más allá de que sus protagonistas declaren no estar interesados en animar polémicas, la movida estuvo unida a la controversia desde que se conoció la noticia de que se estaba gestando. El eufemismo "Homenaje" cuando el objetivo inicial era reunir a V8, y la decisión de continuar los planes a pesar de que Ricardo Iorio (fundador de la banda y su principal ideólogo) se negó a participar son los grandes puntos de discordia. Junto al reportaje tienen un informe con opiniones de propios y ajenos; llegó el momento de informarse, analizar, y después sí, sacar conclusiones propias.

 La cita para la entrevista fue arreglada para el 29 de Noviembre en las oficinas de MCA (el sello por el cual fue editado "V8 Homenaje"). Quince minutos después de nosotros llegaron Civile y Rowek. Zamarbide y Roldán, a pesar de lo convenido, faltaron al encuentro. La espera no fue demasiado larga, y resultó sencillo amenizarla porque por primera vez teníamos en nuestras manos "V8 Homenaje", el álbum que perpetuó el show del 13 de abril de 1996 en el Metal Rock Festival. Dicho sea de paso, la gráfica del álbum está muy lograda y además de los clásicos grabados en vivo figura el tema nuevo como bonus llamada "A través de los tiempos". Tanto Gustavo Rowek como Osvaldo Civile se mostraron de excelente humor y muy predispuestos a compartir sus puntos de vista. Contrariamente a lo ke muchos pueden suponer, los músicos no tenían un discurso común e inalterable; sino a medida que se desarrrollaban las preguntas surgían opiniones diferentes y en algunas oportunidades hasta opuestas, que manejaban con cierta naturalidad. Rowek tiene un perfil más analítico; todos estos años de giras y entrevistas con Rata Blanca lo curtieron de una forma muy profesional en lo referido al contacto con la prensa y parece decir exactamente sólo lo que está dispuesto a decir. Civile es lo opuesto: sanguíneo, explosivo y casi impredecible. Con este perfil, el guitarrista se hizo responsable de una serie de frases que ni bien concluidas se les veía a la legua el destino de apostilla...Como imaginarán, preguntas habia de sobra.

- ¿Cuándo surgió la idea de hacer este homenaje a V8?
Gustavo Rowek: Esto empieza más o menos por noviembre del año pasado, cuando Beto nos invita a Osvaldo y a mí a un concierto de Logos y hacemos cuatro temas, fue en Cemento. Como vimos que la respuesta de la gente fue tan buena, decidimos hacer un festival. Primero armamos Cemento con Horcas, Logos y Rata Blanca; en esa oportunidad tocamos dos temas, no hicimos más porque queríamos darle prioridad a las bandas, no nos interesaba usa como gancho esa pequeña reunión. Al darnos cuenta que la propuesta prendió, mucha gente había quedado afuera, muchísima, surgió la idea del Metal Rock Festival en Obras. Si bien el concepto seguía siendo darla la mayor importancia al festival, quedaba totalmente implícito el reencuentro; tres ex-V8 de la primera época y tal vez el V8 más representativo de la segunda: Miguel Roldán.
Osvaldo Civile: Y la lamentable ausencia de Ricardo (Iorio).
Rowek: Sí, por una causa totalmente ajena a nosotros, en todo momento fue invitado; pero ése es otro tema. Se confirma lo de Obras y decidimos grabar las tomas para un disco en vivo; un poco el material de V8 que había quedado registrado hasta la fecha era muy pobre, me refiero a nivel sonoro, más allá de toda la pasión que despierta. También era hacer la despedida que la banda no tuvo y darle el gusto a mucha gente que habla de V8, pero que nunca pudo verlo en vivo. De ahí en más las cosas empezaron a darse muy naturalmente: Pichón puso el estudio, Bergallo lo masterizó y así sucesivamente. Después vino la tarea de ofrecerlo y nos encontramos que la gente de MCA, que conocía de qué estábamos hablando y se hizo grande con este palo.

- ¿Qué tal resultó la química con Miguel RRoldán en el bajo?
Rowek: Miguel es un músico excelente, la química fue bárbara. Parecía que toda la vida hubiese tocado el bajo. Por eso lo convocamos, además no era lo mismo llamar a Juan Pérez que a Miguel Roldán.

- "V8 Homenaje" incluye un tema nuevo...¿Qué aporta?
Rowek: Cuenta un poco lo que hemos hecho nosotros en todos estos años de carrera, cuando no existían los medios y el marketing; la gente hizo que el mito perdurara.

- ¿En algún momento se jugó con la idea dee que Walter (Giardino) participara en "V8 Homenaje"?
Rowek: No, porque Walter no asume la etapa en V8 como algo representativo en su carrera.
Civile: Él siempre entendió que V8 es V8, es decir Gustavo, Beto, Ricardo y yo.

- Cuando estaban tocando en el Metal Rock Festival, ¿pesó más el recuerdo o el momento mismo que estaban viviendo?
Rowek: Fue una mezcla de las dos cosas. Era emocionante estar ante toda esa gente otra vez juntos y los recuerdos te venían a la cabeza todo el tiempo.
Civile: En el Metal Rock Festival se cambiaron un poco los tantos. La idea era que tocara Rata Blanca, Logos, Horcas y Vibrión, y después sí: un final de V8. Lo que no me gustó fue que se le dió más bola a lo de V8 que a las bandas en sí.

- ¿Son conscientes de que rara vez V8 sonóó como ese día en Obras?
Rowek: ¡Por supuesto! ¡Siempre se rompía algo! Eso fue el gancho más lindo que tenía que hacer el disco. Por eso si bien en un principio consideramos la idea de arreglar los temas, rápidamente la descartamos porque nos pareció más interesante hacer lo que habíamos hecho antes, pero con unas condiciones que nunca tuvimos. Creo que si hubiésemos hecho los temas más elaborados a la gente no le habría gustado.

- ¿Van a salir a tocar en vivo?
Rowek: Tenemos la idea de hacer una presentación muy grosa, pero una sola.
Civile: Lamentablemente no está Ricardo, nos hubiera gustado que participara...

- ¿Cómo interfiere este proyecto en el traabajo de sus respectivas bandas?
Rowek: No hay ningún problema. En la Rata me super apoyaron. Inclusive este proyecto permitió una gira de las cuatro bandas (Horcas, Rata, Logos y Vibrión) donde nos cagamos de risa. Esto suma, no resta. Como el día de mañana va a pasar cuando Walter saque el disco solista. Nosotros somos músicos.
Civile: En mi caso, todos los que me quieren bien se pusieron muy contentos. Este proyecto nos da paz y eso la gente lo percibe.

- Uds. vivieron y crecieron con el mito dee V8, ¿tienen alguna explicación de por qué se desarrolló con tanta fuerza?
Rowek: Sí, lo vimos crecer, disminuir, volver con toda la furia. Creo que el mito perdura porque desgraciadamente el mundo está muy mal, no hay ningún tipo de respuestas. Entonces leés los títulos de los temas: "Deseando destruir y matar", "Parcas sangrientas", "Momento de luchar"...
Civile: (interrumpiendo) Ahí hay un montón de ideas de Ricardo, por eso nos pone mal que no esté ahora con nosotros.
Rowek: (retomando)...mirás los títulos de los temas y te das cuenta al toque de cómo vivíamos la realidad en aquellos años, y esa realidad durísima es la misma que vivimos hoy. En estos momentos estamos en democracia, mala o buena es la que tenemos, y la prefiero mil veces a los milicos, pero muchos problemas siguen estando. Las letras de V8 están más vigentes que nunca.

- ¿Alguna vez en sus propias bandas el mitto los hizo sentir incómodos?
Rowek: Yo en ese sentido tuve una historia bastante particular y aprendí. Cuando empezamos con Rata Blanca decidimos que no íbamos a incluir ningún tema de V8 en nuestro set. Nos parecía deshonesto basarnos en algo que ya había terminado para armar una carrera. El tiempo y la gente me demostraron que no hubiera estado mal. Nosotros en la Rata ni siquiera en los carteles poníamos que había dos integrantes ex-V8.
Civile: Cuando armé Horcas todos los pibes que venían querían tocar temas de V8, yo les decía que primero nos hiciéramos nuestro lugar y después en todo caso metíamos algún cover.

- Mucha gente cuando ven el disco en la caalle va a decir que esta reunión es por la moneda...
Rowek: Este CD está hecho gracias a los que nos pagó MCA, esa fue toda la guita que vimos. Si la gente piensa que esto es honesto va a comprar el disco y va a estar todo bárbaro, si piensa que es deshonesto no lo va a comprar y está todo mal. Es así de simple. El negocio todavía no existe. Si el disco vende ganaremos, si no, no ganaremos. No es mucho más complicado.

- ¿Creés que tenés que dar explicaciones?
Rowek: Desgraciadamente, en esta historia tenés que estar preocupado hasta por el color de los pedos que te tirás. En tiempos de la cultura del "ser de verdad o ser de mentira", hoy sos lo más, o sos demasiado frontal y se te puede complicar. En mi caso particular, ya no tengo nada que explicar. Ojala que "V8 Homenaje" venda mucho así me va bárbaro, lo mismo le deseo a todos los músicos. Lo bueno es vender, expandirse, crecer, esa es la verdad. Lo otro es mentira, palabrerío, por lo menos es lo que yo creo. Quiero vivir de la música, no quiero ir a laburar de cadete a ningún lado.
Civile: En mi caso, si siento que me menosprecian soy capaz de ir a laburar a cualquier lado. En estos momentos, vivo del trabajo de mi mujer.

- Suena raro hacer un homenaje a una bandaa de la cual los cuatro que le rinden tributo formaron parte...
Rowek: Es un homenaje a la banda, pero no sólo a ella, también a la gente, a un momento de la historia de esta música y a muchos que hicieron grupos y no tuvieron la suerte de quedar en la historia como V8.
Civile: Yo no entiendo bien esto del homenaje. Gracias a Dios cada uno de nosotros tiene diferentes cosas que decir, sinceramente no sé por qué es un homenaje. Lo que me acuerdo es que estábamos los cuatro en el Metal Rock Festival y nos dió ganas de darle algo a la gente que pinta V8 en las paredes y por ahí no sabe por qué. Esta reunión es una buena manera de darles más información para decidir, ¿sigo pintando o no?.

- ¿No es por un problema legal? ¿La marca V8 pertenece a Iorio?
Rowek: No. El nombre no pertenece a Ricardo. En realidad desconozco el problema legal, pero aun estando en posibilidad de hacer algo no creo que Ricardo se preste a ningún tipo de maniobra. No hablaría bien de él.
Civile: Nosotros estamos acá. El único que no aceptó la reunión fue él, ¡que no rompa las bolas!
Rowek: Yo siento que tengo un 25% de autoridad para rearmar V8. Contrariamente a lo que dice el mito, claro, cada uno lleva agua para su molino; si yo me paso 10 años diciendo "V8 era yo, V8 era yo" y no te contestan, por ahí te lo terminás creyendo. V8 fuimos cuatro tipos que tirábamos para el mismo lado y que nos rompimos el culo juntos. La historia la hicimos los cuatro. Cuando yo me fui de la banda con Osvaldo, nadie me preguntó si me parecía bien que siguieran con el nombre V8.
Civile: Lo que vino después de que nos fuimos fue todo una cagada.
Rowek: Cuando Ricardo hizo Hermética se apoyó en gran medida en lo que era V8 sin pedirle permiso a nadie. Está OK, pero que ahora no salga a decir cualquiera. Somos el 75% de V8 homenajeando a V8, lo que él hizo los últimos once años nosotros lo hicimos una vez. Inclusive fue invitado. Él no quería que participara Mundy (Epifanio). Mundy no participó pero entonces surgió otra cosa. Ricardo se siente autor intelectual de V8 y tal vez pensó que si venía tenía que compartirla con tres personas más. Me parece muy bien su postura, lo que no me parece bien toda la charla que vino despuésn poco más y somos unos hijos de puta...¡Lo único que falta es hablar mal de V8! Me siento con la misma autoridad que él. Ricardo se apoyó siempre en V8, yo lo hice solamente una vez en Obras. Él dice que los Beatles no se juntaron sin Lennon, ¡los Beatles fueron más lejos! ¡Agarraron las cintas de Lennon muerto y le grabaron encima! El ejemplo que dió no tiene sentido.

 



El hombre peste

En esta oportunidad, Ricardo Iorio optó por un perfil bajo y no efectuó declaraciones acerca de "V8 Homenaje". Su punto de vista sobre el tema quedó muy claro en la entrevista publicada en el número 70 de Madhouse, donde definió el show del "Metal Rock Festival" como una mentira.



Walter Giardino

"Primero quiero decir que para mí no tiene sentido hablar de V8, tengo proyectos con Rata Blanca mucho más importantes como para engancharme con algo del pasado. V8 fue, ¿`V8 no murió´? ¡Por supuesto que murió! y hace un montón de años. Al final los de este palo somos igual que los tangueros: vivimos de la nostalgia. Yo estuve adentro de esa historia, por poco tiempo, pero estuve ahí. ¡Cómo puede ser que la gente se enganche tanto con una banda en la cual el bajista no podía afinar su instrumento! ¡Por favor! Miremos hacia adelante. V8 grabó tres discos y la banda se separó. Rata Blanca sacó más del doble, tocó en EE.UU, España y editó en Japón, hizo un show en la cancha de Vélez como acto principal, sigue peleando y nadie se acuerda. Me duele que mucha gente no valore todos esos logros, en este momento lo único que me importa es mi virtuosismo (sic). Con respecto a "V8 Homenaje", me parece que está muy bien, Rowek es mi amigo y estoy de acuerdo en que haga su película. Pero ojo que el de hoy es el mejor V8 que existió. Hay que mirar para adelante". (Walter Giardino, tuvo un fugaz paso por V8 entre las ediciones de "Un paso más en la batalla" y "El fin de los inicuos"; no grabó ningún disco).



Los que quedaron en el camino

Desgraciadamente, dos ex-V8 ya fallecieron. Se trata de Ricardo "Chofa" Moreno y Gustavo "Turco" Andino. Moreno fue el primer guitarrista de V8 y, entre sus aportes más trascendentes, se encuentra la coautoría (junto a Iorio) de "Voy a enloquecer", el polémico tema incluido en "El fin de los inicuos" transformado en "No enloquecere". Por su parte, Andino cubrió el puesto de baterista en el período en el que Walter Giardino ingresó a la banda. Ambos provenían de Punto Rojo. El gran misterio es qué fue de la vida de Alejandro "Pesadilla" Colantonio, el baterista original del cuarteto; nadie tiene ni la más remota idea...


La opinión de los colegas

* Fabián Spataro (Vago): "El alma de V8 es Ricardo Iorio, sin él estamos frente a un androide. Puede llegar a sonar mejor, pero no es el V8 que todos conocemos. `V8 Homenaje´ es una banda más que por un tema económico se pone ese nombre. Un buen homenaje se hace con diferentes bandas que pelan versiones nuevas de los temas, esto es otra cosa. Suena a dinero, cuando V8 siempre sonó a otra cosa".

* Sergio Gramática (Anti Nasti): "V8 fue algo especial para mí, por eso grabamos un tema en nuestro disco. Con Los Violadores compartíamos escenarios, la misma sala de ensayo... Ellos marcaron una época por su sonido y su actitud, de alguna manera emparentada con la de Los Violadores. En cuanto al homenaje, si no está Iorio no es V8. Es algo hecho por el tema económico".

* Ernesto (Uranio 238): "Me parece bien. V8 fue el pilar del heavy metal en la Argentina, todas las bandas que llegaron arriba salieron de ahí. Hay muchos pibes que nunca pudieron ver a V8 en vivo y esta es una buena oportunidad. Con la formación completa hubiera sido mejor, pero todos conocemos el carácter de Ricardo..."

* Beto Vázquez (Nepal): "V8 fue mi banda de cabecera, por eso en muchas oportunidades incluimos covers de ellos cuando tocamos en vivo. Esta reunión en sí no me parece mal, lo que pasa es que al no estar la formación original pierde un poco el encanto. Si rearmás Riff sería descolgado que aparezca Jaf; en este caso sucede algo parecido. No descalifico el proyecto, pero sería más oportuno con la formación original".

* Andrés Gimenez (A.N.I.M.A.L.): "Me hubiera gustado ver a Zamarbide en voz, Iorio en bajo, Civile en guitarra y Rowek en batería. La idea del homenaje...está todo bien, pero tenía más sentido con la formación original completa. Iorio es una parte fundamental de V8".

* Olaf Mangialavore (El Dragón): "Fuera de lo que es la explotación comercial del disco y dejando de lado que falta el miembro principal, creo que este proyecto es positivo. Lo significativo es que la gente reflexione sobre la vigencia del espíritu de la banda, la evolución del movimiento y el desarrollo musical de los integrantes. Mataría que toquen en el interior y que apoyen a las bandas que hace tanto que venimos peleando".

* Diego (Gatos Sucios): "Espero que lo hayan hecho con pasión. Nunca será lo mismo que el verdadero V8 porque hay otras personas y es otro momento. No compraría el disco. Lo del Metal Rock Festival no me interesó, no entiendo qué puede tener en común Giardino y Zamarbide. Las empresas que están detrás de esta vuelta también me dan para desconfiar. Si alguna vez Gatos Sucios se separa, cosa que no creo, lo rearmaría con todos o no haríamos nada".

* Gonzalo Espejo (Vrede): "Al ver la tapa de `V8 Homenaje´ te das cuenta de que hay algo raro, falta alguien. Queda claro que todo esto tiene una motivación puramente monetaria. Sin Iorio no va. Es como, salvando las distancias, la reunión de Misfits sin Danzig: una completa locura. No compraría el disco, ni los iría a ver en vivo".

* Pablo (Leviathan): "Sinceramente, no me interesa, V8 nunca fue de mis bandas preferidas. Me da igual esto de `V8 Homenaje´".

* Gustavo Zavala (Tren Loco): "El espíritu de V8 es Iorio. V8 sin Iorio es como los Beatles sin Lennon. Por eso la misma mística se encontraba en Hermética y ahora en Almafuerte. El sonido lo hacían entre los cuatro, pero la sustancia era Iorio. Esto más que un homenaje parece un recurso para zafar económicamente. Si bien son todos ex-V8, sin Iorio no es V8, es otra cosa, tal vez lo podríamos llamar V6".

* Juan Carlos Quirno (Hermes): "Veo esta reunión motivada no por un interés artístico, sino por uno económico. Tampoco lo veo mal; en un país tan duro como éstea veces no te queda otra. Iorio tal vez es el más idealista, más consecuente con sus ideas, por eso no quiso tomar parte. También influye que con Almafuerte le va bien. `V8 Homenaje´ me parece muy parecido a la vuelta de los Sex Pistols".

* Pato Strunz (Malón): "No puedo opinar del disco porque no lo escuché y al show del Metal Rock Festival no pude ir. La reunión me parece bien, sobre todo para los pibes que tienen remeras de V8 y jamás los vieron en vivo. Habría que escuchar y sacar conclusiones. Lo ideal hubiera sido con la formación original, pero si la persona que falta no quiso participar, el resto está en todo su derecho de seguir".

Sebastián Feijoo
César Fuentes Rodríguez
Madhouse N° 72
Diciembre de 1996

Murió Osvaldo Civile

La Razón

Viernes 30 de abril de 1999

Adios Civile

Suplemento joven ''Si!'' de Clarín

Viernes 30 de abril de 1999

El adiós a Osvaldo Civile
 

Despidiendo a las huestes
EN ESTOS CASOS, HUELGAN LAS PALABRAS. UN DISCO DE HORCAS PRÓXIMO A EDITARSE, UNA CARRERA EN ASCENSO Y EL APOYO SIEMPRE FIEL DE LOS FANS... SIN EMBARGO, OSVALDO CIVILE DECIDIÓ RETIRARSE. LOS MOTIVOS SE VAN CON ÉL, PERO SU RECUERDO VIVIRÁ EN TODOS NOSOTROS CADA VEZ QUE SUENE UNA CANCIÓN DE HORCAS, CADA VEZ QUE UNA REMERA DE V8 DÉ EL PRESENTE EN UN RECITAL. ÉSTA ES NUESTRA HUMILDE DESPEDIDA PARA EL HOMBRE DE LA LES PAUL Y LOS TATUAJES...

 Hacerle un homenaje a alguien recientemente fallecido no es precisamente original, pero tampoco es fácil. Uno se pregunta porqué no homenajear a los vivos, antes de que mueran, pero inevitablemente surge luego la necesidad de recordar, o aunque más no sea darle un último adiós, a la persona en cuestión. Cuando en el número anterior de nuestra revista, Osvaldo aparecía en la tapa jugando a las cartas con la Parca (en una sesión de fotos excepcionalmente amena y risueña), nunca hubiéramos imaginado lo premonitorio del hecho. Tal vez sea que en el ambiente del metal nacional, no estamos muy acostumbrados a este tipo de situaciones. Tal vez sea que Osvaldito Civile sea el primer prócer del heavy argento en dejar este mundo en circunstancias trágicas.
 El miércoles 28 de abril, en el departamento que compartía con su mujer Karina, el guitarrista de Horcas (de 41 años) decidió dejar de vivir disparándose en el pecho con un revólver. Algunos hechos indican que Civile venía planeando su muerte desde hacía un tiempo. ¿Es acaso casualidad que cinco días antes, momentos después de haber finalizado la actuación de Horcas en el local El Duende, Osvaldo haya anunciado a sus compañeros que planeaba "retirarse de la escena nacional"? ¿Es sólo coincidencia que en los días previos a su muerte se "despedía" de sus allegados, y que se las había arreglado para saldar todas sus deudas pendientes? ¿Les parece arbitrario que momentos antes de morir, el músico se haya vestido con sus mejores ropas? Todo indica que no. Los motivos que llevaron a Osvaldo a tomar semejante determinación nunca los sabremos. Lo único que nos resta es recordarlo por su trayectoria, por su legado al heavy metal argentino.
 Osvaldo Daniel Civile, fanático de Hendrix y Led Zeppelin, se crió en el barrio de Caseros, igual que Ricardo Iorio. A comienzos de los '80s ya era famoso por tener una pared de amplificadores Mihura, y daba sus primeros pasos en la escena tocando en la banda Té De Brujas. En mayo de 1982 ingresó a V8 a través de Ricardo "Chofa" Moreno, el guitarrista fundador de V8 junto a Iorio, que se alejaba entonces del grupo por razones de salud. Junto a Zamarbide, Rowek y Iorio, es harto conocida la historia de V8, que los encumbró como pioneros totales del heavy metal en Sudamérica. Luego de dos discos ("Luchando Por El Metal" en 1983, y "Un Paso Más En La Batalla" en 1984), y memorables presentaciones como la de B.A.Rock '82, donde V8 estableció una clara división entre su propuesta y el resto del rock nacional, comienza el principio del fin para el grupo. En marzo de 1985 Civile (y también Rowek, aunque por diferentes motivos) se instala en la ciudad de Santos, Brasil, alejándose de V8 por motivos personales: su mujer por ese entonces se encontraba gravemente enferma.
 El regreso del guitarrista a la escena se produce en agosto de 1988, con el debut de su nueva agrupación: Horcas. Con Civile en guitarra líder, Adrián Zucchi en segunda viola, Eddie Walker en bajo, Gabriel Ganzo en batería y Hugo Benítez en voz, el grupo comienza a hacerse de un nombre y, a mediados de 1990, dan a luz su primer obra, "Reinará La Tempestad" (ya como cuarteto, con Zucchi alejado de la banda). La segunda placa, "Oíd Mortales El Grito Sangrado" (1992), presentaba una nueva formación (con Oscar Castro, ex -Lethal, en segunda viola y Norberto "Topo" Yáñez en bajo), con la cual compartieron cartel con bandas de la talla de Metallica, Motörhead, Exodus, Kreator y Ratos De Porao. Problemas internos y de management provocaron un silencio discográfico (aunque no a nivel presentaciones) de casi cinco años. En 1996 el grupo integra la grilla del Metal Rock Festival (junto a Rata Blanca, Logos y Vibrión), recorriendo el país. Por ese entonces, Horcas había realizado su primer cambio de cantante: Christian Bertoncelli (hoy Imperio) empuñaba el micrófono. La edición en 1997 del tercer disco, "Vence", inauguraba otra vez nueva etapa y formación: Sebastián Coria en segunda guitarra, Guillermo De Luca en batería, y el ex-Jerikó Walter Meza en voz. La popularidad volvió a sonreírle a Horcas en estos últimos dos años, presentándose incontables veces junto a bandas nacionales y extranjeras, y encabezando la segunda edición del Metal Rock Festival, en 1998. La grabación de "Eternos" (aún no editado), en enero y febrero de este año, significó el último registro discográfico de Osvaldo Civile con Horcas. Ahora, el gran interrogante sobre el futuro del grupo está ya irremediablemente sobre la mesa. La respuesta sólo la tienen los músicos, y aún es muy pronto para saberla. Sin embargo, en su última despedida ("quiero retirarme de la escena nacional"), Civile le habría manifestado a sus compañeros el deseo de que continuasen manteniendo viva la llama de Horcas.
 Una soleada mañana de viernes, en el cementerio del Partido de 3 de Febrero, seguramente no era el momento y el lugar donde hubiéramos soñado ver por última vez a Osvaldito Civile. La triste imagen de familiares, músicos, amigos y fans desolados hasta las lágrimas, no es una justa despedida para el guitarrista. Por mi parte y en nombre de todo el staff de Epopeya, acompañamos en el sentimiento al Topo, Sebastián, Guillermo y a Walter; a su mujer Karina; y a sus padres y familiares. Quien yace ahora bajo tierra no es el Osvaldo que comandó Horcas durante más de una década, o ese joven impertinente que destrozaba su guitarra frente a una multitud de hippies en el escenario de B.A. Rock, forjando la leyenda de V8. El Civile del que hablo sigue desgarrando su Les Paul en nuestras mentes, en todos los escenarios en los que tocó, en todos los discos que grabó. A Ese Osvaldo, lo tendremos vivo con nosotros para siempre. Chau, "Cetorca". Hasta siempre, Osvaldo.

Fernando Serani
Extraído de la revista "Epopeya" Nº 23

Homenaje a Osvaldo Civile


En éstas líneas se expresan 2 personas muy cercanas a Osvaldo Civile, su padre y Teresa Salto, quien fuera mánager de HORCAS. Cada uno descarga sus sentimientos en el papel, nosotros nos limitamos a transcribir lo escrito por ellos.

 A veces se me hace difícil querer expresar todo lo que uno siente, pero cuando las cosas no son como deberían ser, se tiene la necesidad de aclarar para que no se dejen cosas sin sentido o se hable por boca de terceros.
Es triste leer o escuchar las mentiras que se vuelcan en los reportajes. Se contesta a preguntas con ideas propias y no con la realidad de lo verdadero.
También las suposiciones aparecen por doquier, queriendo demostrar lo que la justicia no ha podido demostrar. Es posible que se quiera demostrar a quien hace el reportaje que uno no es un ignorante y tiene respuestas para todo, pero se cae en la mentira y en la falta de respeto hacia quien ya no está y hacia quienes todavía estamos lamentando esa pérdida.
Yo pienso que antes de expresarse con una estupidez sin sentido, primero hay que interiorizarse sobre lo que se está hablando, y ésto puede hacerse en el expediente judicial. Y si no se está al tanto, tener la valentía de decir "no sé".
Se habla de suicidio y en el expediente no hay nada que lo asegure, aparte aparecen datos que demuestran lo contrario al suicidio.
Se habla de enfermedad y en el mismo expediente se demuestra a través de los resultados de la autopsia que no existía la más mínima enfermedad.
Hay muchos puntos osuros que quizás no se puedan aclarar con pruebas materiales. Pero está el reino de Dios, que nos da todas las aclaraciones necesarias. Claro, ésto no sirve para presentar como prueba, pero nadie escapa a la justicia divina y, tarde o temprano, todo se paga.
No quisiera estar en el lugar de ésas almas que tendrán, en su momento, la responsabilidad de rendir cuentas por lo hecho.

Daniel Civile
(Padre de Osvaldo)

 La presente tiene la finalidad de aclarar situaciones demasiado confusas que se vienen sucediendo desde el 28 de Abril de 1999, día que recordamos como uno de los más tristes de nuestras vidas; ya que la muerte, en un arrebato de verdadera injusticia, se llevaría trágicamente a nuestro querido amigo Osvaldo Civile.
A partir de ahí son muchas las cosas que se dijeron y que se siguen diciendo, y lo peor de todo es que se trata de envolver a la gente en una telaraña de mentiras que solo intentan echar sombras sobre la luz más clara y transparente que conocimos arriba y abajo del escenario. Un ser que, aún imperfecto como todos, siempre fue leal a su gente y a sus sentimientos. Fue un hombre al que todo le costó el doble que a los demás, hasta las cosas más simples. Quizás por la simple razón de ser metalero. Y eso hizo que su espíritu de lucha estuviese siempre a flor de piel. De no haber sido así, HORCAS no habría llegado a vivir más de una década.
Cuando alguien deja éste mundo terrenal, automáticamente surgen los recuerdos y ¡oh casualidad! todos recuerdan los buenos momentos, aún aquellos que otrora le cagaban el sonido, le desafinaban su guitarra o se llevaban los pocos mangos que Osvaldo necesitaba para subsistir. Pero la cosa no termina ahí, porque también están aquellos que jactándose de “amigos” llegan más lejos aún, afirmando que Osvaldo tendría alguna enfermedad terminal y por eso decidió la forma de ponerle fin a su vida. Nada más falso que eso, porque si hay algo que les debe quedar bien claro a todos, es que Osvaldo no tenía ninguna enfermedad, y así lo confirman los peritajes médicos realizados. Quien diga lo contrario, tendrá que demostrarlo ante la justicia.
Bien dice Ricardo Iorio: "yo en los ojos de Osvaldo no veía un suicida, era un tipo valiente, de ir al frente". Y tiene razón, porque él le puso siempre el pecho a la vida y no a la muerte; siempre tuvo la entereza para luchar contra la adversidad, de levantarse y seguir luchando por una idea muy bien definida.
Y la pregunta surge inevitablemente...¿qué es lo que pasó entonces? Un disparo cuya procedencia se desconoce por ahora. Solo por ahora.
La verdad tarde o temprano saldrá a la luz y no vamos a bajar los brazos hasta demostrarlo. Si hay un responsable de lo sucedido, debe saber que hasta el presente pudo engañar a todos, pero lo que nunca podrá hacer es engañar a su conciencia, que será la encargada de torturarlo hasta el último día de su vida.
Osvaldo siempre estará vivo en nuestros corazones, porque cuando el destino nos cruzó, fué para siempre.

Teresa Salto (ex manáger de HORCAS)
Fanzine Comando Santa Brígida Zine 

Año 2 Nº 4

Tributo a V8

Haciéndose de abajo

"NO ESTÁ MUERTO QUIEN PELEA" (Tributo a V8):
Flamante salida del homenaje a una de las bandas pioneras del metal argentino. "No Está Muerto Quién Pelea", ofrece una óptica bastante importante de la interpretación que 20 bandas independientes de diversas regiones del país realizan sobre canciones que tocan el repertorio tanto de "Luchando por el Metal" y "Un Paso más en la Batalla" (es decir, cuando Civille y Rowek eran parte de los "luchadores") como de "El Fin de los Inicuos" (ya con Miguel Roldán y Adrián Cenci, junto a los vitalicios Ricardo Iorio y Alberto Zamarbide). En general, se observa un prolijo trabajo encarado por cada uno de los grupos, que se hizo cargo respectivamente de la producción de las canciones, para luego entregarlas a fin de formar parte de esta placa que contiene a modo de bonus tracks, "Ideando la Fuga" por Hermética, y "Voy a Enloquecer" por Almafuerte. Interesantes resultan ser las versiones de "Trágico Siglo" (Corazón Guerrero), "Salmo 58" (Lázaro), "Destrucción" (Quebracho)", "La Mano Maldita" (Aonikenk) y "El Vivo Sustento del Inquisidor" (Velada Paqueta), aunque resultaría difícil descartar cuál sería la menos acertada, ya que el nivel promedio es bastante bueno.
También participan Buenos Aires, Britannia, Reo, Larry Zabala, Víctima de Víctimas, Resistencia Nativa, C4, Mary Jane, El Orbe, Motor V, Almamula, Boys Have Penis, La Maldad, Vendeta y Ojo Mocho.
El título ofrece una idea que trata de retomar la posición de la lejendaria banda. La nueva generación de "Brigadas Metálicas", ayuda (y bastante) a ello.

E-zine Si Se Calla El Cantor

 Año 1 Nº 8

Miércoles 1 de agosto de 2001

Destacados

Obra: V8 El tributo, No está muerto quien pelea

Artista: Britannia, Hermética, Almafuerte, Reo, Larry Zabala y otros.

Sello: DBN


V8 dejó un legado perdurable en el metal argentino y merecía un homenaje. Un homenaje sentido, alentado por bandas que le tomaran el pulso a un estilo audaz, agresivo, con temáticas incómodas para el conservadurismo. Ese momento llegó. Ya está en la calle este compilado de versiones de clásicos de V8 tocados por bandas del interior. Nada de multinacionales imponiendo grupos ni de artistas de otro “palo” adecuándose a una furia ajena. Los metaleros de ley fueron contactados por un Ricardo Iorio en plena giras de Almafuerte y dieron un sí incondicional para estar, para seguir luchando por el metal. Se puede argumentar que en lo musical el disco es un tanto desparejo, aunque nunca que alguien está tocando algo que no siente.

La Voz del Interior On Line

Lunes 20 de agosto de 2001

Tapa Heroes

V8 Y SU LEYENDA METALICA SOBREVIVEN AL TIEMPO

LA RESISTENCIA, SIEMPRE

V8

La edición de una caja deluxe que recopila los cuatro discos más un quinto con rarezas y temas en vivo, y un tributo de bandas del interior impulsado por Ricardo Iorio, reavivan –si es que hace falta– el mito alrededor de la gran banda del metal pesado argentino. A continuación, amigo/a jevi, una producción que incluye un intento de explicación al fenómeno de pertenencia, recuerdos y testimonios de los protagonistas.

POR FERNANDO D’ADDARIO

En el furgón del tren que une las estaciones Villa Ballester y Zárate, un sábado a las dos y media de la tarde en el norte profundo del conurbano, ser (o estar) underground excede las limitaciones de una declaración de principios. Underground es ese matrimonio que se baja en Bancalari, cargado de bolsos, piel curtida, mirada ausente, ayudado por dos bicicletas que, una vez arrancado el tren, se internan en callecitas y pasadizos sin lógica urbanística alguna. El aparente desorden edilicio se “corrige” un par de estaciones más adelante, en Pacheco, donde un arroyo y un basural separan a la villa miseria de una “ciudad” que parece sacada de otro planeta (pero que está en éste), cercada por una muralla digna de un regimiento, que apenas disimula lo que hay dentro: mansiones diseñadas con ciertos parámetros “a la” Beverly Hills, canchas de golf, garitas de seguridad. Desde afuera –o desde abajo, en este caso es lo mismo–, Claudio, 15 años, remera de V8 con la inscripción “Un paso más en la batalla”, encara su rutina de todos los sábados a la tarde. Bajar del tren, caminar cuatro cuadras hacia la izquierda, bordear el barrio cerrado, encontrar a sus amigos, olvidarse de su trabajo salteado en un corralón de Benavídez, y escuchar siempre los mismos discos, de los mismos grupos, mientras apuran los pasos hacia su propio –y siempre postergado– debut como banda de heavy metal. Dicen llamarse “Brigadas metálicas”, en homenaje a una de las canciones más famosas de V8. Dicen hacer “thrash sudaca”.
“Brigadas metálicas” fue escrita hace casi veinte años, cuando ni Claudio ni sus compañeros de grupo habían nacido. Poco saben de aquellos tiempos. Saben, sin embargo, que los versos “si estás tan cansado de llorar/ éste es el momento de gritar/ que estás sediento de liberación/ y estás muy lleno de represión” se ajustan con precisión de relojería a su realidad cotidiana. La analogía no alcanza para justificar la leyenda. V8 es hoy, catorce años después de su agonía material, un fantasma que se pasea con éxito por el inconsciente de miles de pibes pesados. Años y décadas de decadencia económica mediante, los pibes pesados son hoy muchos más que en 1982, y el fantasma resulta redituable, tanto que se multiplican los homenajes y las ediciones póstumas. Entre todos estos souvenirs sobresale nítidamente Antología, la caja de cuatro discos que editó el sello Fogón. Incluye los tres álbumes que editó V8 (Luchando por el metal, Un paso más en la batalla y El fin de los inicuos) más un cuarto cd apto para coleccionistas: tiene dos temas inéditos (“Maligno” y “Voy a enloquecer”, este último versión primitiva del posteriormente evangelizado “No enloqueceré”), versiones demo, hasta ahora inconseguibles, de clásicos del grupo (“Vomitando heavy metal” y “Asqueroso cansancio” predecesores de “Tiempos metálicos” y “Muy cansado estoy”, respectivamente) y temas en vivo, grabados en Obras (un legendario concierto que compartieron en 1983 con los españoles Barón Rojo) y en la rockería Midnight. Acompañan estos discos una rigurosa reseña histórica escrita por el periodista Frank Blumetti y testimonios de un combo heterogéneo de “allegados” y/o testigos de la banda, desde Eduardo de la Puente hasta Mariskal Romero, pasando por el Ruso Verea y Quebracho. Una edición cuidada, fotos hasta ahora desconocidas, sonido remasterizado, en fin, mucho más de lo que V8 recibió en vida.
Las preguntas son, entonces, dos: ¿por qué pasa esto con V8 hoy? ¿Qué representó V8 ayer? El primer interrogante parece más sencillo, porque admite una posible respuesta a partir de la realidad 2001 y de la perspectiva histórica del género. La banda que integraron Ricardo Iorio, Beto Zamarbide, Osvaldo Civile y Gustavo Rowek, entre otros músicos, fue la piedra fundamental de uno de los ejes por donde transitó el heavy metal en los ‘80, ‘90 y lo que corre de este siglo. La devoción a la saga V8-Hermética-Almafuerte va más allá del culto a la personalidad de Iorio. Representa un modo de recluirse en el ghetto metálico frente a “las otras maneras de ser heavy”, que se reciclan en función de las variables de consumo de la clase media. V8 es la biblia de los que asumen ser metaleros como una cuestión de pertenencia social y un legado de resistencia. En carácter de tales, defienden la pureza del género de contaminaciones que hoy podrían encuadrar en el target nü metal. Para los fans de V8, Limp Bizkit es equiparable a Britney Spears, del mismo modo que en los ‘80 el glam metal californiano era asimilable al pop. La lucha –eterna, según parece– sigue siendo: los del palo vs. los caretas. Y no pasarán.
Lo cierto es que el actual juicio crítico sobre las posturas recalcitrantes de un –digamos– Ricardo Iorio, cambia de tono cuando se desanda el tiempo y se llega a 1982. Hoy casi todos los que tienen que ver con el rock coinciden (desde Daniel Melero hasta Andrés Giménez de A.N.I.M.A.L.) en ver a V8 como uno de los pilares de la rebeldía rockera. Pero en aquellos años, los V8, es decir la banda y sus centenares (no miles) de fans, estaban aislados, eran perseguidos por portación de rostro, cadena y tacha, y se movían en los márgenes del “ambiente” como lobos enjaulados, aunque con la libertad que sólo otorga la realidad de estar “jugados”. Si en los ‘90 ser alternativo pudo ser una decisión, en la época de V8 no era más que una situación impuesta desde la realidad cotidiana. Argentina siempre fue un país jevi metal.
Los V8 fueron punks sin saberlo. Escribían cosas como: “Ya no creo en nada/ ya no creo en ti/ ya no creo en nadie/ porque nadie cree en mí/ no dejan pensar/ no dejan crecer/ no dejan mirar/ pero por suerte puedo ver/ que la decisión del juicio final/ será la solución, destrucción” (“Destrucción”, El Himno Heavy por excelencia), pero no pertenecían a la intelligentzia punk, ni estaban enterados de que existían los Dead Kennedys ni los Clash, ni se compraban discos importados de Londres. Su nihilismo místico, un auténtico invento argentino, abrevaba musicalmente en Motorhead y Black Sabbath y se ubicaba temáticamente en la realidad nacional de la dictadura post-Malvinas y de la primavera alfonsinista, que para ellos, como para tantos, era una primavera negra. Siguieron, con la desprolijidad del caso, los pasos naturales del ideario punk: dieron lo mejor de sí en su primer disco, Luchando por el metal, pésimamente grabado, peor tocado, plagado de errores, pero inolvidable por su carga de adrenalina, por su odio y su resentimiento contra el rock establecido. Su carrera posterior dibujó una fugaz e implacable pendiente autodestructiva, que tocó fondo (o salió del abismo, según quien lo interprete) y estalló en mil pedazos cuando dos de sus integrantes (Zamarbide y Miguel Roldán, este último reemplazante de Walter Giardino, a su vez reemplazante de Civile) se redimieron en el evangelismo y pretendieron arrastrar al resto.

V8

Semejante espiral de energía inmanejable significó, en su momento, una brasa ardiente en el rock nacional. V8 estuvo siempre fuera de foco. Escupió su heavy acelerado, desprolijo y antihippie en el BA Rock manso y tranquilo de 1982 (con Piero a la cabeza, más Miguel Cantilo, Raúl Porchetto y demás). No aggiornó su propuesta en el momento en que tuvo la oportunidad de hacerlo, cuando Riff, el ala moderada del género, pretendió mostrarse más presentable y reclutó al “blando” Danny Peyronel en los teclados, prometiendo archivar las cadenas. V8 redobló la apuesta con una atormentada autoafirmación: Un paso más en la batalla, que a la distancia es valorado como una suerte de compilado de himnos metálicos (“Deseando destruir y matar”, “Ideando la fuga”, “Lanzado al mundo hoy”, entre otros), pero que en su momento no fue más que un milagro de supervivencia para un grupo diezmado por los excesos. La grabación de ese disco, que se demoraba indefinidamente, fue la excusa que dio el marco justo para madrugadas salvajes en un estudio del Bajo Flores, donde los músicos descontrolaban las madrugadas y, en los ratos libres, registraban como podían las canciones. Dos anécdotas, subsidiarias de la realidad de la banda, abonan el culto a V8. Una de ellas refuerza ese extraño y caprichoso encanto que emana de los perdedores. A V8 nunca le fue bien. Y cuando le fue bien, no pudo o no supo aprovecharlo. Festejó su mejor momento de convocatoria –que coincidió con la primera caída de Riff, en 1983– con un megashow en la cancha de Platense. Por primera vez parecía que irían a cobrar un buen billete, después de haber padecido giras en las que se llevaban de caja la equivalencia a un dólar (sí, un dólar) por show. Bueno, en Platense todo salió bien, salvo el detalle de que su productor, José Ben, desapareció con toda la recaudación, sin pagar ni el alquiler de la cancha, ni las luces, ni el sonido. La dispersión se agudizó tiempo más tarde, cuando viajaron a Brasil con diferentes motivaciones. Algunos fueron a ver Rock in Rio, la cumbre rockera de este lado del mundo con los héroes del otro lado del planeta (AC/DC, Ozzy Osbourne, Iron Maiden, etcétera). Otros fueron de colgados que estaban. Subyacía la fantasía de penetrar en el mercado heavy brasileño. Algunos paulistas todavía recuerdan las correrías de los integrantes de V8 en la ciudad de Santos, y para un puñado de metaleros locales son, todavía hoy y a la distancia, una banda de culto. Pero a Civile se le enfermó la mujer y debió trabajar de cualquier cosa para solventar los gastos, Rowek se enganchó mal con el tema drogas y quedó varado, y el tándem Zamarbide–Iorio volvió como pudo, arruinado y con la banda partida al medio.
Rara paradoja: la pendiente de V8 coincidió con la solidificación del “movimiento” (en aquel momento se hablaba del heavy en esos términos, como si se tratase del peronismo o algo así). Ellos, sin querer, se habían convertido en el núcleo de una movida con códigos exclusivos e intransferibles. De todas las tribus urbanas y suburbanas que más tarde armarían el rompecabezas cultural del rock masivo en los ‘90 (rock chabón, rock estón, punk ramonero), los heavies fueron los primeros en exponer sus diferencias a partir de la imagen. Patentaron el uso de remeras con inscripciones de sus bandas favoritas: Iron Maiden, con su monstruo-emblema, Eddie, llevaba la delantera en las preferencias metálicas, pero también se multiplicaban las de Judas Priest, Black Sabbath y Motorhead. Ya por entonces, la portación de remera implicaba una declaración de principios. Los “menos duros” se ponían la de Whitesnake, o la de Scorpions. De todos modos, a unos y otros los igualaba el insobornable color negro, y la toma pacífica de lugares clave de la ciudad, que iban rotando en función de las represalias policiales. Así, la zona del Obelisco fue copada por los metaleros durante un tiempo, del mismo modo que un sector del Parque Rivadavia y un par de galerías de Cabildo y Juramento. En todos esos sitios, los jevis se juntaban para enterarse de qué pasaba en “su” mundo. Circulaban grabaciones piratas, se pasaban casetes, se vendía o intercambiaba bijouterie pesada, se tomaba vino en cartón y, fundamentalmente, se establecía una barrera tan clara como irreversible: de este lado los heavies de verdad, los que iban a ver bandas como V8, Nepal, Dr Jeckyll, Cerbero, Legión, agrupados en las llamadas “brigadas metálicas” que, más allá de su nombre amenazante, limitaba sus actividades a la organización de festivales o al simple hecho de juntarse para ir todos juntos (si era caminando, mejor) a ver a sus grupos favoritos.
Del otro lado estaban todos los demás: los sucesivos programas de TV y radio “dedicados al rock”, desde los ingenuos “Música prohibida para mayores” y “Música en libertad” hasta –más acá en el tiempo– la Rock & Pop (salvo por el Ruso Verea) y la MTV (a excepción de “Headbangers”, aunque con las reservas del caso). Los heavies, en los ‘80, buscaban en los videobares su música favorita, y canonizaron lugares inaccesibles para los no–heavies, como el pub Cotorra’s. La aparición del boliche Halley, en 1986, subdividió las aguas, y en “la otra vereda”, al menos desde la doctrina de seguridad impuesta por los fans de V8 y afines, pasaron a estar bandas más glamorosas, como Hellion, Whisky y LZ2, entre otras, cercanas estéticamente al heavy americano.
El paso del tiempo, con gente como V8, acelera sus etapas. V8 no podía sostener sobre sus hombros lo que había generado. Se disolvió sin pena ni gloria en 1987, después de un concierto para el olvido y peleas “religiosas” entre sus integrantes. El ala evangelista, que renegaba de las viejas letras de furia pesimista, acusaba a Iorio de tener buenas relaciones con el demonio, y Satán, se sabe, siempre hace buenas migas con el caos. Cada cual se llevó las esquirlas que le correspondían. Iorio se autoadjudicó la herencia mística de la banda, y multiplicó los panes a través de Hermética. Zamarbide, Roldán y Adrián Cenci (baterista que tuvo un breve paso por el grupo) continuaron su viaje evangelista en Logos. Rowek integró Rata Blanca. Civile arrastró el karma loser de V8 a Horcas, una agrupación que sufrió todo lo que puede sufrir una banda, inclusive el suicidio de su líder, hace dos años (ver aparte).
El heavy metal no es lo que era, claro. Ya no hay brigadas metálicas, las tachas dejaron de integrar el uniforme reglamentario y nadie habla de movimiento. V8, sin embargo, administra su vigencia con la tranquilidad de lo inmutable. Como el recorrido de ese tren suburbano, que en la estación Pacheco permite ver la vida sólo de dos maneras: lo que está más allá y lo que está más acá del arroyo y el basural. Claudio y sus amigos saben (y lo canalizan a través de sus riffs de “thrash sudaca”) que su lugar está de este lado.

ROWEK, EL QUE VOLVIO AL PASADO

Social mas que musical

Como baterista de Rata Blanca, Gustavo Rowek llenó estadios, calentó bailantas y recorrió el continente, pero todo el mundo lo define como “el batero de V8”, aunque eso haya durado menos tiempo y redituado económicamente casi nada. Rowek carga con orgullo semejante medalla, y de hecho fue el único sobreviviente del grupo que colaboró en la Antología. Para involucrarse en el trabajo, debió volver sobre grabaciones, videos y prensa de la época. “Me recagué de risa”, cuenta Gustavo, mientras ultima detalles del segundo disco de Nativo, su banda actual. “No hubo lugar para la melancolía.”
–¿Por qué creés que, a esta altura, sigue habiendo fanáticos de V8?
–Es muy sencillo: porque pasó el tiempo y nada ha cambiado. Antes vivíamos en una dictadura militar, ahora estamos oprimidos por una dictadura económica. Por eso la gente sigue identificándose con las consignas. Esos fueron muchos años de botas sobre la cabeza, y de una necesidad enorme de gritar un montón de cosas. Hoy la cosa no es diferente.
–¿Qué te parecieron los discos tributo que se hicieron?
–Todo me parece bueno, mientras se haga con corazón y seriedad. No hay que convertir esto en La vida de Brian (la película de Terry Gilliam), donde se dividían entre los seguidores de la sandía y los seguidores de la sandalia. Todos son productos dignos, aunque esta caja es la historia real de V8, técnicamente mejorada.
–¿Qué cosas te impresionaron al reescuchar los discos?
–La evolución que hay entre el primero y el segundo, cómo que aun en medio de la peor de las demencias fuimos siempre para adelante. Una banda plenamente contestataria. Más social que musical. Y una locura en crecimiento permanente.
–Y de lo musical, ¿con qué te quedás?
–V8 estaba inventando el trash sin saberlo. Su influencia abarca desde grupos como Sepultura (que nos agradece en su primer disco) hasta los Dead Kennedys. Aunque todo eso se vio después: en ese momento éramos nosotros y 200 fisurados.
–Hablabas de la evolución del primero al segundo disco, y sin embargo es el primero, Luchando por el metal, el que quedó como el clásico.
–Más vale... Al primer disco lo considero un himno: ahí está toda la furia y todo lo que representó la banda. Es increíble. Lo que pasa es que en el segundo se experimentó con más cosas. Pero Luchando por el metal quedó como una consigna histórica.
–¿Cuáles fueron los momentos malos?
–La verdad es que prefiero acordarme de los buenos. Además, casi no los hubo: estuvo todo bárbaro hasta que dejó de funcionar. La propia demencia de V8 fue su destrucción, que la llevó por un camino del que no había vuelta atrás. Pero eso también lo llevó a ser un mito, el ser la banda que llegó para patear culos. Así se cerraron muchas puertas, pero también se forjó la leyenda. P.P.

CIVILE, EL QUE SE FUE

Muertos de hambre

–Si V8 hubiese tenido la mitad de la fama que tiene ahora, ustedes serían millonarios.
–Y encima vos me lo hacés recordar. ¿Querés que me ponga a llorar? Si me pongo a pensar eso, no puedo tocar más...
–¿Cómo era la escena metálica hace 15 años?
Osvaldo Civile–Era un bardo. No es que hubiera más gente sino que había menos bandas. Y el público era más heavy, porque el país era más pesado. En Rafael Castillo subías al escenario y era agarrarnos a garrotazos todo el tiempo. Pero había un clima de rebelión por las cosas que pasaban, por la represión que se vivía. Nadie se bancaba ninguna. Ponerse una campera de cuero representaba mucho más que ahora. Nosotros, en medio de eso, éramos unos boludos.
–¿Por qué?
–Porque siempre nos cagaron. A V8 le cagaron la vida. Claro, también nosotros vivíamos todo el tiempo arruinados y muertos de hambre. Siempre estábamos divididos, nos mirábamos de costado por los chusmeríos de los demás. Pensábamos que el de al lado nos iba a cagar.
–¿Cómo fue aquella anécdota en Platense, cuando el manager se llevó toda la plata de la recaudación y se fue de vacaciones a Brasil?
–Y fue así. El tipo se llevó la guita, y yo nunca cobré. Pero eso pasaba siempre. Los productores se sentaban haciéndose los honrados y decían: “Uno para vos, uno para vos”, y la bolsa la tenían encanutada, y nosotros contentos, qué buenos son, y éramos unos boludos... Igual nos siguen cagando con cosas que no entendemos, como la publicidad. No digo que todos sean igual de ladrones. Conozco un par que parecen ser buenos... pero no están con nosotros.
–En la última etapa de la banda se fueron a Brasil. ¿Qué pasó allá?
–Venía todo mal por problemas de dinero, yo no podía vivir tranquilo, exploté y me fui a Santos, me fui con guita para alquilar, 300 dólares que conseguí vendiendo mi viola Les Paul, la idea era juntarnos allá y tocar. Pero eran tiempos muy locos. Los cuatro estábamos con un montón de gente que, bueno... cuando llegaron Ricardo y Beto, yo ya no tenía un mango y estaba arruinado. Ya había pegado la vuelta, de vivir en pensiones y todo eso. Una mañana me desperté, y Ricardo y Beto se habían ido. Agarraron todas las pilchas y se fueron, nos dejaron ahí en pelotas. Yo debía un mes de alquiler y tuve que vender hasta las botas de cuero.

Extracto de una entrevista publicada a Osvaldo Civile el 4 de abril de 1996. Tres años y un par de semanas después, Civile se quitó la vida, el 28 de abril de 1999.

Suplemento Joven ''No'' de Pagina/12

Jueves 27 de septiembre de 2001

 

“Antología” de V8

La Leyenda Metálica

Toda la obra de la banda clave del heavy nacional en cuatro CDs remasterizados: un souvenir indispensable para todos los fans de V8. Escuchá algunos de sus temas.

En la mitología de la resistencia del rock nacional, V8 tiene un sitio de preferencia. Su corta y accidentada

Antología V8

vida se debatió entre un éxito marginal (las tribus metálicas en esa época parecían mutantes post-nucleares en el cargado clima del final de la dictadura) y una vocación autodestructiva exacerbada. Tres discos, varios momentos antológicos y el puntapié inicial para una movida que aún continúa fueron su legado, ahora resumido en una “Antología” de una calidad con la que jamás hubieran soñado en su momento.

Surgidos a fines de la dictadura, en 1982, como resultado de la fusión de dos bandas, la primera formación registrada tenía al bajista Ricardo Iorio como único miembro original, al que se unieron Beto Zamarbide en voz, Gustavo Rowek en batería, y Osvaldo Civile.

Después de algún tiempo de tocar en clubes y boliches rasposos, aparecen como caídos de la nada en el festival B.A.Rock, de noviembre de ese año. Fue un acontecimiento para el rock nacional, por varias razones. La diversidad de las propuestas musicales comenzó a revelar la intolerancia entre los fans de la época. Aquella tarde, V8 se fue silbado y golpeado por los naranjazos, pero no fueron los únicos. Lo mismo pasó con Los Abuelos de la Nada, entre otros.

Producidos por el mítico Quebracho (plomo de Charly García), editan su primer disco en 1983, “Luchando por el metal”. Con influencias de Motörhead y Black Sabbath, el álbum mostraba a una banda energética y desprolija, pero arrolladora. Con clásicos como “Destrucción”, “Parcas Sangrientas” y “Tiempos Metálicos”,

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sigue siendo el mejor trabajo del grupo. “Si Puedes Vencer El Temor” es el tema más Sabbath del álbum y Pappo aporta un solo en “Hiena de Metal”. Las letras iban a contramano de todo lo que se escribía por esos tiempos. Surgidos de clase trabajadora urbana, estaban muy lejos de las preocupaciones de la clase media universitaria o progresista. Tampoco proponían diversión. Lo suyo era un grito de bronca y reivindicaciones confusas, pero potente y claro.

A partir de allí, comienza el veloz ascenso y caída de esta piedra fundamental del heavy argentino. Recién en 1985 pudieron presentar su segundo trabajo, “Un Paso Más En La Batalla”. Es otro buen disco, aunque un par de peldaños debajo del primero. Aún así, temas como “Deseando Destruir y Matar”, “Cautivo de un Sistema” y “Ideando la Fuga” pueden inscribirse entre los clásicos de la banda. 

Los excesos y las diferencias entre los miembros de la banda eran cada vez más evidentes. El viaje a Brasil

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de ese año terminó con el regreso de Iorio y Zamarbide para reflotar lo que quedaba de la banda. Un primer intento con el futuro Rata Blanca Walter Giardino no dio resultado pero, finalmente, ingresaron Miguel Ángel Roldán y Adrián Cenci y lograron dar forma a “El Fin de los Inicuos”, su trabajo más desorientado. La inclinación de Zamarbide y Roldán por el evangelismo chocaba con la dureza de su música y de sus fans. Algunos pocos shows después llegaría el final, entre la indiferencia de sus viejos seguidores y una movida metálica que, paradójicamente, era cada vez más fuerte.

La “Antología” editaba por Fogón es un hallazgo. Además de los tres discos originales remasterizados, viene con un cuarto CD que incluye seis demos (de clásicos como “Destrucción”, “Parcas Sangrientas” y “Voy A Enloquecer”, primera versión de “No Enloqueceré”) y varias canciones en vivo.

También están las imágenes del

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concierto en B.A.Rock (perlas: los naranjazos volando al escenario, Beto Zamarbide peleándose con un espectador de la primera fila, Ricardo Iorio gritando “que se mueran los hippies”) y del último show en San Telmo (con la gente pidiendo el tema “Destrucción”).

Además, un librito de lujo con toda la historia y fotos de la banda. Recomendable para fans del metal y para cualquier persona interesada en el rock argentino. Ojalá sea el primero de una serie dedicada a otros grupos nacionales.

 

 

Matías Ball

Ciudad Internet

 Jueves 18 de octubre de 2001

 

 
 

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