Poema XV

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran velado
y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma,
emerges de las cosas, llenas del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante.
y estás como quejándote, mariposa en arrullo.
Y me olles desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio
claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo

Me gustas cuando callas porque estás como ausente.
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

SONETO LXVI 

No te quiero sino porque te quiero 
y de quererte a no quererte llego 
y de esperarte cuando no te espero 
pasa mi corazón del frío al fuego. 

Te quiero sólo porque a ti te quiero, 
te odio sin fin, y odiándote te ruego, 
y la medida de mi amor viajero 
es no verte y amarte como un ciego. 

Tal vez consumirá la luz de Enero, 
su rayo cruel, mi corazón entero, 
robándome la llave del sosiego. 

En esta historia sólo yo me muero 
y moriré de amor porque te quiero, 
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

Poema 4

Es la mañana llena de tempestad.
en el corazón del verano.
Como pañuelos blancos de adiós viajan las nubes,
el viento las sacude con sus viajeras manos.
Innumerable corazón del viento
latiendo sobre nuestro silencio enamorado.
Zumbando entre los árboles, orquestal y divino,
como una lengua llena de guerras y de cantos.
Viento que lleva en rápido robo la hojarasca
y desvía las flechas latientes de los pájaros.
Viento que la derriba en ola sin espuma
y sustancia sin peso, y fuegos inclinado.
Se rompe y se sumerge su volumen de besos
combatido en la puerta del viento del verano.


Poema 18

Aquí te amo.
En los oscuros pinos se desenreda el viento.
Fosforece la luna sobre las aguas errantes.
Andan días iguales persiguiéndose.
Se desciñe la niebla en danzantes figuras.
Una gaviota de plata se descuelga del ocaso.
A veces una vela. Altas, altas estrellas.
O la cruz negra de un barco.
Solo.
A veces amanezco, y hasta mi alma esta húmeda.
Suena, resuena el mar lejano.
Este es un puerto.
Aquí te amo.
Aquí te amo y en vano te oculta el horizonte.
Te estoy amando aún entre estas frías cosas.
A veces van mis besos en esos barcos graves,
que corren por el mar hacia donde no llegan.
Ya me veo olvidado como estas viejas anclas.
son más tristes los muelles cuando atraca la tarde.
Se fatiga mi vida inútilmente hambrienta.
Amo lo que no tengo. Estás tú tan distante.
Mi hastío forcejea con los lentos crepúsculos.
Pero la noche llega y comienza a cantarme.
La luna hace girar su rodaje de sueño.
Me miran con tus ojos las estrellas más grandes.
Y como yo te amo, los pinos en el viento,
quieren cantar tu nombre con sus hojas de alambre.


Abandone las carambolas...

Abandoné las carambolas por el calambur,
los madrigales por los mamboretás,
los entreveros por los entretelones,
los invertidos por los invertebrados.
Dejé la sociabilidad a causa de los sociólogos,
de los solistas, de los sodomitas, de los solitarios.
No quise saber nada con los prostáticos.
Preferí el sublimado a lo sublime.
Lo edificante a lo edificado.
Mi repulsión hacia los parentescos
me hizo eludir los padrinazgos, los padrenuestros.
Conjuré las conjuraciones más concomitantes
con las conjugaciones conyugales.
Fui célibe, con el mismo amor propio
con que hubiese sido paraguas.
A pesar de mis predilecciones,
tuve que distanciarme de los
contrabandistas y de los contrabajos;
pero intimé,
en cambio, con la flagelación, con los flamencos.

Lo irreductible me sedujo un instante.
Creí, con una buena fe de voluntario,
en la mineralogía y en los minotauros.
¿Por qué razón los mitos no repoblarían
la aridez de nuestras circunvoluciones?
Durante varios siglos, la felicidad,
la fecundidad, la filosofía, la fortuna
¿no se hospedaron en una piedra?

¡Mi ineptitud llegó a confundir
a un coronel con un termómetro!
Renuncié a las sociedades de beneficencia,
a los ejercicios respiratorios, a la franela.
Aprendí de memoria el horario de los trenes que no tomaría nunca.
Poco a poco me sedujeron el recato y el bacalao.
No consentí ninguna concomitancia con la concuspicencia,
con la constipación.
Fui metodista, malabarista, monogamista.
Amé las contradicciones, las contrariedades, los contrasentidos...
y caí en el gatismo, con una violencia de gatillo.

Poema 20

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: -La noche esta estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos-.
El viento de la noche gira en el cielo y canta.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.
En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito.
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.
Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.
Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos.
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
Porque en noches como esta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y éstos sean los últimos versos que yo le escribo.

Madrigal escrito en invierno

En el fondo del mar profundo,
en la noche de largas listas como un caballo cruza corriendo tu callado nombre.
Alójame en tu espalda,
ay refúgiame,
aparéceme en tu espejo,
de pronto, sobre la hoja solitaria,
nocturna, brotando de lo oscuro,
detrás de ti.
Flor de la dulce luz completa,
acúdeme con tus besos,
violenta de separaciones,
determinada y fina boca.
Ahora bien, en lo largo y largo,
de olvido residen conmigo los rieles,
el grito de la lluvia:
lo que la oscura noche preserva.
Acógeme en la tarde de hilo,
cuando el anochecer trabaja su vestuario y palpita en el cielo una estrella llena de viento.
Acércame tu ausencia hasta el fondo,
pesadamente,
tapándome los ojos,
crúzame tu existencia,
suponiendo que mi corazón esta destruido.

XVII (No te amo......)

No te amo como si fueras rosa de sal,
topacio o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.
Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí,
escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Te amo sin saber como,
ni cuando, ni de donde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,
sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.

Tu risa

Quítame el pan si quieres quítame el aire,
pero no me quites tu risa.
No me quites la rosa,
la lanza que desangras,
el agua que de pronto estalla en tu alegría,
la repentina ola de planta que te nace.
Mi lucha es dura y vuelvo con los ojos cansados a veces de haber visto la tierra que no cambia,
pero al entrar tu risa sube buscándome y abre para mi todas las puertas de la vida.
Amor mío,
en la hora mas oscura desgrana tu risa,
y si de pronto ves que a mi sangre mancha las piedras de la calle,
ríe,
porque tu risa será para mis manos como una espada fresca.
Junto al mar en otoño,
tu risa debe alzar su cascada de espuma,
y en primavera,
amor,
quiero tu risa como la flor que yo esperaba,
la flor azul,
la rosa de mi patria sonora.
Ríete de la noche,
del día, de la luna,
ríete de las calles torcidas de la isla,
ríete de este torpe muchacho que te quiere,
pero cuando yo abro los ojos y los cierro,
cuando mis pasos  van,
cuando vuelven mis pasos,
niégame el pan, el aire,
la luz la primavera,
pero tu risa nunca porque moriría.

Con ella

Como es duro este tiempo espérame: vamos a vivirlo con ganas.
Dame tu pequeñita mano: vamos a subir, vamos a sentir y saltar.
Somos de nuevo la pareja que vivió en lugares de hirsutos,
en nidos ásperos de roca.
Como es largo este tiempo,
espérame con una cesta,
con tu pala,
con tus zapatos y tu ropa.
Ahora nos necesitamos no solo para los claveles,
no solo para buscar miel:
necesitamos nuestras manos para lavar y hacer el fuego,
y que se atreva el tiempo duro a desafiar el infinito de cuatro manos y cuatro ojos.

Si tu me olvidas

Quiero que sepas una cosa.
Tu sabes como es esto:
si miro la luna de cristal,
la rama roja del lento otoño en mi ventana,
si te toco junto al fuego la implacable ceniza o el arrugado cuerpo de la leña.
Todo me lleva a ti,
como si todo lo que existe,
aromas, luz, metales,
fueran de pequeños barcos que navegan hacia las islas tuyas que me aguardan.
Ahora bien,
si poco a poco dejas de quererme dejare de quererte poco a poco.
Si de pronto me olvidas no me busques que ya te habré olvidado.
Si consideras largo y loco el viento de banderas que pasa por mi vida y te decides a dejarme a la orilla del corazón en que tengo raíces,
piensa que en ese día,
a esa hora levantare los brazos y saldrán mis raíces a buscar otra tierra.
Pero si cada día cada hora sientes que a mi estas destinada con dulzura implacable.
Si cada día sube una flor a tus labios a buscarme,
ay amor mío, ay mía,
en ti todo ese fuego se repite,
en mi nada se apague ni se olvida,
mi amor se nutre de tu amor, amada,
y mientras vivas estará en tus brazos sin salir de los míos.

Amor

Tantos días,
ay tantos días viéndote tan firme y tan cerca,
como lo pago, con que pago?
La primavera sanguinaria de los bosques se despertó,
salen los zorros de sus cuevas,
las serpientes beben rocío,
y yo voy contigo en las hojas,
entre los pinos y el silencio,
y me pregunto si esta dicha debo pagarla como y cuando.
De todas las cosas que he visto a ti quiero seguir viendo,
de todo lo que he tocado,
solo tu piel quiere ir tocando:
amo tu risa de naranja,
me gustas cuando estas dormida.
Que voy a hacerle, amor, amada,
no se como quieren los otros,
no se como se amaron antes,
yo vivo viéndote y amándote,
naturalmente enamorado.
Me gustas cada tarde más.
Dónde estará? Voy preguntando si tus ojos desaparecen.
Cuánto tarda! Pienso y me ofendo.
Me siento pobre, tonto y triste,
y llegas y eres una ráfaga que vuela desde los duraznos.
Por eso te amo y no por eso, por tantas cosas y tan pocas,
y así debe ser el amor entrecerrado y general, particular y pavoroso,
embanderado y enlutado,
florido como las estrellas y sin medida como un beso.

XLIV (Sabrás que no te amo...)

Sabrás que no te amo y que te amo puesto que de dos modos es la vida,
la palabra es un ala del silencio, el fuego tiene mitad de frío.
Yo te amo para comenzar a amarte,
para recomenzar el infinito y para no dejar de amarte nunca:
por eso no te amo todavía.
Te amo y no te amo como si tuviera en mis manos las llaves del destino
y un incierto destino desdichado.
Mi amor tiene dos vidas para amarte.
Por eso te amo cuando no te amo y por eso te amo cuando te amo.