Desde su sanción, el Código de Conviven-cia de la Ciudad de Buenos Aires, desató la polémica, viniendo a reemplazar a los anti-guos Edictos de Policía , el flamante código (en forma deliberada) evitaba penalizar la prostitución callejera. El destape que la nue-va legislación ocasionó en materia de sexo por dinero, obtuvo una pronta respuesta por parte de la sociedad. Legisladores, travestis, prostitutas y asociaciones de derechos hu-manos, se trenzaron en una batalla política e ideológica con vecinos de distintos barrios de la Capital. Mientras que los primeros de-fendían las nuevas normas, los vecinos que

Lucía Carew, representante de los Vecinos de Palermo.

se veían afectados por el poco agradable espectáculo brindado por el ejercicio de la pros-titución en la puerta de sus casas, reclamaban sentido común a los diputados y un trata-miento del tema realmente progresista.
   Especial trascendencia periodística y poder de
lobby, tuvieron los Vecinos de Palermo,
que protagonizaron numerosas marchas de protesta, exigiendo reformas al Código Con-travencional, que contemplaran un tratamiento adecuado al problema de la prostitución callejera.
    Aquí comenzaría un largo camino en el que los vecinos recibirían el apoyo de algunos
amigos, y en el que también deberían enfrentar a varios enemigos.